NOVELA: YO BIPOLAR. Capítulo XXXVII
NOVELA: YO BIPOLAR.
Capítulo XXXVII
Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados,
sólo se diferencian en que unos están más locos que otros.
Nicolás Boileau
Por Jesús I. Callejas
EL OTRO
¡Frente a frente! El tipo que avanzaba hacia el edificio y parecía nunca llegar está sentado en la butaca observándome de tal rojiza forma que se me erizan los hilos de los brazos y un ramalazo me sacude el Partenón de vértebras. Me ha provocado un susto del carajo verlo ahí, con su esmoquin negro y manos pálidas sobre los antebrazos del mueble regordete. Emergía del baño en mis viejos pantalones cuando percibí la silueta erguida formando L perfecta y enseguida su mirada antigua, agotada de un amarillo más solar que tísico, su monstruosamente amuecada sonrisa, los aplastados cabellos de sulfuro. Sin mover un músculo, estúpidamente dudoso, intento apelar en impecable sigilo al desenlace de la ventana… Nada, el camino se presenta limpio, aunque con una diferencia: aparenta avanzar en avenidas hacia el edificio con ademanes de breoso oleaje, originando en el sucio diamante de mi pecho las más grotescas taquicardias.
Pestañeo sigiloso tras percibir la mirada clavada sobre ambos ojos a la vez, o sobre mi frente; no lo sé. No puedo descifrar hacia dónde se enfoca. Tras la ventana se percibe ahora la silueta usual caminando en dirección al edificio y la respiración acompasada del hombre apunta a mis párpados. De pronto suelto un grito ronco y espero en guardia. Nada. ¿Un extraño caso de bilocación?, me pregunto tratando de disimular el temor ridículo. Su desconcertante sonrisa se suma a la mirada y al hálito infernal en lo que pierdo el equilibrio y me voy en tropezones yendo a parar contra un estante y aporreándome la pierna derecha. El tipo es como una estatua y al caminar yo de un lado a otro las canicas siguiéndome son lo único que se mueven en su pulcra pero, no obstante, repugnante carrocería ósea que se antoja de metal pulido. Me amparo en el sofá lejano: ¿Quién eres? ¿Demonio…vampiro… robot asesino… bugarrón sideral, extraterrestre? La sonrisa permanece cruelmente tallada en el blanquecino rostro, la mirada pretende anuncio de oasis no festivo.
Debería lanzarle algo, imitar a Lutero cuando arrojaba sus tinteros contra el diablo… Sin esperar más de lo que asemeja haber durado años me coloco una arrugada camisa, calzo los mocasines y sin mostrar apuro me encamino hacia la puerta, que, a expensas de las nubes aplastadas en acero contra la azota del edificio, sugiere una implosión en cámara lenta expulsándome en tesitura horizontal, tal y como un pedo saldría por alguna arista descuidada. Alcanzo la manija de espinas en la puerta, convertida en nueva mano, y caigo en el pasillo hacia un acantilado vaporoso sintiendo dentro chirridos de enmohecidas bisagras. Después, olvidé mi regreso al departamento, si es que logré salir, pero jamás el misterioso hombre, o lo que fuera bajo esa forma, apareció en otro entorno que no fuera la distancia. Desperté con la mano ensangrentada. Suena el Bolero de Ravel. Tengo la mirada fija en el retrato del padre ameliano con su bigotón fruncido, casi reprobatorio. Después... Ya narré lo que pasó después. Sonreí recordándola.
Renté de la biblioteca El libro de los sueños, de Gian Paolo Lomazzo, que supongo no me servirá de mucho. El vivir aislado me ha beneficiado en algo, pues soy un semi-ermitaño con ciertas ventajas y comodidades, sin la presión que me implicaría "la búsqueda espiritual", la evasiva iluminación, esa liebre que salta o no salta. No es menos cierto que el contacto con los amigos vivifica, pero para poder asimilar la significación de ello he tenido que acometerlo de manera impersonal para mejor reintegrarle las vivencias. También me hago ¿más? selectivo… Ya no aguanto reuniones escandalosas y gente embriagada vomitando idioteces -idioteces que también he hablado, y hablo, lo acepto- a raudales, y los debates o disputas que atracan en el puerto de la inutilidad. Mi paciencia escasea ante los demagogos. Basta de gente con doble formato moral (caí de nuevo en la trampa; evitar tan peligrosa, voluble palabreja) o mejor, de conducta. La arrogante gula publicitaria no merece una onza de seriedad.
Mejor que asistir a esas vergonzantes reuniones de astrólogos charlatanes y bufones filosóficos sería irse a una feria circense. Es la corrupción de los valores cívicos la plaga de toda sociedad; ello es evidente desde las culturas antiguas, empero me quedan reservas de curiosidad con respecto al itinerario humano. Altivez romántica, estúpida. No me extraña que nuestra vida sea tan artificial como la que cierta "todopoderosa" ciencia le atribuye a sus "creaciones". Lo que supongo felicidad provoca vértigo por su humillante optimismo. Contradicciones: quejarme de una época en la que se producen radicales cambios en el pensamiento y añorar otras deleznables... ¿Mejor de nacer medio siglo, o casi un siglo, antes de mi momento? Tan sólo ese discreto delta generacional me hubiera bastado. Ser un joven estudiante en la época de Camus. Y, además, de Sartre….Quizás…Dejé de ir a la barbería; compré una máquina eléctrica y yo mismo acometo mi pelambre; no mucha, por cierto. Heredé la lopigia de mi padre.
El escritor es una licuadora: mezcla elementos hasta diluir su individualidad. Extraigo el índice desde la tecla. Emerge tranquilo, indiferente; pequeña esponja. La pasividad no es sometimiento sino abstención; eso me consuela. He decidido dejar fuera de este guiso algunas notas de cine cuya inclusión aquí consideré necesarias. No lo son. Tanto como la lectura, el cine, creo haberlo dicho, significó uno de los fundamentales refugios de mi cobarde existencia; mediante ambos gozosamente pude, si no participar mucho, palpar algo del mundo manteniéndolo a raya. Un alivio. Bien me lo decían: ¡Muchacho, deja de soñar; vuelve a la realidad -¿cuál, insistía yo?-, que te vas de bruces contra la vida! ¿A dónde irá a parar este mundo?, decían los viejos de por lo menos dos generaciones anteriores a la mía. El asunto no es a dónde va a parar, sino de dónde carajo viene… Recurrente: Dos monos capuchinos arropados con sedosos trajecitos de payasos venecianos corren frenetizados, aunque varían los tonos de iluminación, siempre de izquierda a derecha sobre algo que no logro distinguir: ¿cinta fílmica con ondulaciones de cometa o sus propias colas de dinamitadas mechas? Pobres monitos; si se les acaba el camino aéreo se joden… La explosión ocurriría en “off”, pero me es imposible escucharla. No confío en los psicólogos lo suficiente para revelarles pesadillas…
Continúa en el próximo número de la revista.
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Fuente de la imagen: Imagen de dominio público.
Novela Yo bipolar, de Jesús I. Callejas, publicada en formato digital en http://www.bookrix.com/_ebook-jesus-i-yo-bipolar/
Fecha de Publicación: 01-21-2013
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http://www.bookrix.com/-jesusicallejas
Email sibaritamito@gmail.com
Jesús I. Callejas (La Habana,Cuba, 1956) Estudiante de múltiples disciplinas -entre ellas historia universal, historia del arte, literatura, teatro, cine, música-, afortunadamente graduándose en ninguna al comprobar las deleznables manipulaciones del sistema educativo que le tocó sortear. Por ende: No bagaje académico. Autodidacta enfebrecido, y enfurecido; lector de neurótica disciplina; agnóstico aunque caiga dicho término en cómodo desuso; más joven a medida que envejece (y envejece rápido), no alineado con ideologías que no se basen en el humanismo. Fervoroso creyente en la aristocracia del espíritu, jamás en las que se compran con bolsillos sedientos de botín. Ha publicado, por su cuenta, ya que desconfía paranoico de los consorcios editoriales, los siguientes libros de relatos: Diario de un sibarita (1999), Los dos mil ríos de la cerveza y otras historias (2000), Cuentos de Callejas (2002), Cuentos bastardos (2005), Cuentos lluviosos (2009). Además, Proyecto Arcadia (Poesía, 2003) y Mituario (Prosemas, 2007). La novela Memorias amorosas de un afligido (2004) y las noveletas Crónicas del Olimpo (2008) y Fabulación de Beatriz (2011). Reseñó cine para revistas impresas, entre ellas Lea y La casa del hada, y publicaciones digitales. Recientemente ha publicado los trabajos virtuales Yo bipolar (2012) (novela); Desapuntes de un cinéfilo (2012-2013), que incluye, en cinco volúmenes, historia y reseñas sobre cine; Arenas residuales y demás partículas adversas (2014) y Los mosaicos del arbusto (2015), ambos de relatos, así como el primer volumen de la novela Los míos y los suyos (2015).
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