Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757

Invitado


NOVELA: YO BIPOLAR.

Capítulo XIV

 

 

Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados,

sólo se diferencian en que unos están más locos que otros.

 

Nicolás Boileau

 

Por Jesús I. Callejas

 

ENTRE ELLOS Y YO

La corte de Enrique VIII. Un malsano avispero tras la muerte de Jean Seymour, aparentemente la única mujer por la que sintió ternura; la de temperamento dócil (creo que de ahí le venía al hombre la ternura), la que le propició el deseado hijo varón. Alberto, no tienes que preocuparte por actuar; sé tú mismo. ¿Insinúas que me parezco a este rey gordo y despótico? No, pero, por favor, escucha mi sugerencia. Si insistes en actuar el público se percatará de cuán deliberado te proyectas. Y tú, Amelia, trata de controlar el énfasis corporal; recuerda que Jane es lánguida. Sí, pero ¿doy o no bastante bien el personaje? Perfectamente. Sigamos.

Ah, la muerte la montaremos al final; es decir que estarás en escena bastante tiempo. A Catalina de Aragón, tía de Carlos V por ser la hermana de Juana la Loca, lo unió más el intelecto; a Ana Bolena la pasión. Marta… Te escucho. Catalina se expresaría con mayores pausas; mira, la gente en esa época hablaba de otro modo. Recuerda: intelecto entre tú y Alberto. Tú sabrás; eres el director. Gracias. Rosario… ¿Sí? Tu Ana Bolena… Quiero decir, el juego erótico con Enrique encubre un complejo torneo político. Es combinación imprescindible para comprender el trasfondo de la obra. ¿Percibes la intención? Sí, sí. ¿Seguro? Sí, sí.

El monarca desea contraer obsesas, u obesas, nupcias por cuarta vez y persuadido por Thomas Cromwell, pérfido canciller -sin relación con Oliver Cromwell, malévolo puritano que hizo decapitar a Carlos I- quien bregó para colocar bajo el hacha la cabeza de Thomas More y poco después la de la Bolena, accede a desposar a la luterana alemana Ana, hermana del Duque de Cleves. Los Cromwell, por lo visto, eran proclives a rebanar cebollas. Un momento; ¿dónde está papá? Se supone que él interpreta a Cromwell. Papá está muerto, ¿cómo insisto en olvidarlo? Pondremos al tío Eduardo en su lugar estrenando dentadura.

Ana carece de educación clásica, de habilidades musicales, de soltura para los idiomas; ah, pero es virtuosa, y Enrique, considerando tal detalle suficiente envía a Dusseldorf a un compatriota de la doncella: Holbein, el joven, pintor de cabecera; uno de los mejores retratistas de su/cualquier época. Plasmaciones de More, de Erasmo, y especialmente del propio Enrique, dan crédito: insuperable capacidad de observación en el gesto, en la psicología, ¿o de la disposición emocional?, además de atenuar durante la gracia de la línea, y en sobrio tinte de color, las aristas formales del ocasional modelo. Varios de éstos ramplones, cierto, superados por el maestro, quien descubre con pesar a esa Ana difícil de recrear en su rico universo: fea, torpe, simple; pero el lienzo, honroso objeto para llenar vida, soporta eufemismos por lo que impaciente ante las manos anacrónicas se compromete en la búsqueda de lo que otros no perciben, realzándola como aristócrata piadosa, casi gentil flora de burgo.

El milagro: Las manos. Julia, lo primero que el público verá de ti son las manos. Sin embargo, las de Rosario son más apropiadas, más estilizadas. No, no, Julia, las de Rosario no son tan teatrales. Tampoco me parezco a esa mujer. Lo sé, pero te parecerás; eres mimética, además de bella; ¿todavía no lo descubres? En fin, haré lo que me digas. Eso, eso, confía en mí, querida. La vestidura en rojo y dorado parece salir del fondo negro como la fe seminal que cierto laberinto deposita en ojos dóciles y la perspectiva se hace vidrio sin relieves: más apuestas sobre ganadería humana. Rostro besado en aceitoso pergamino, la piel atraviesa bosque de acuarelas; el artista dedica un final trazo, bautizo carne, al tenue aroma de hembra atrapada en rojo verdugado. Insuficiente. ¿Qué cosa? No hablo a ustedes; estoy leyendo notas. Sigan, sigan caminando, relajando músculos.

Cuando Ana desembarca en Inglaterra el monarca versado en teología -se las ingenió para romper con el papado, ¿no?-, sibarita, cazador, amante de música y jolgorio, se presenta ante su nueva novia en disfraz de emisario secular. Pero, Ana encuentra repugnante a este Polifemo grasiento -un ojo se emboza más que su cómplice- que apenas con cincuenta años detenta los que no le corresponden. El matrimonio, sin consumación, es disuelto justo cuando dos castores tras contraer nupcias son enviados al patíbulo, y, en uno de esos raros generosos arranques, favorecidos por las reglas de la sucia diplomacia internacional, el desmesurado Tudor decide cancelar su connubio, trocar a Ana en Princesa de Inglaterra, otorgarle una pensión, propiedades, una de cuales es el castillo de Hever, otrora hogar de los trágicos Bolena, y proclamarla "amada hermana del rey". Cromwell fue decapitado sirviendo de escarmiento para los que se atreven a abusar del precioso tiempo de sus soberanos.

Holbein continuó, sí, siendo requerido en sucesivas comisiones, pero al parecer el soberbio Enrique no olvidó: el artista expiró misteriosamente tres años después cargando solamente cuarenta y seis, casi cuatro antes que el rey. Cuidado con las calumnias… Tal vez algún eficiente recurso serpenteó hacia una salud de no débiles indicios. Cuando le acaeció entrada al túnel entre vida y muerte, como aquél que sin percatarse sugirió tras la osamenta de Ana de Cleves, contempló el retrato que le confeccionó a Enrique mostrándolo de rinoceronte entero, sostenido sobre jamones, con brazos de jarra cervecera, barril por tronco, ojillos aceitunas, derrumbada boca, sí, eso, bloqueándole camino a la inmortalidad hermosa. Las manos de Ana se plegaron triunfales: mangas de campanas aplastando rey.

El pintor, libre de luz y sombras, penetró en la galería que atraviesa por igual a quienes nos respiran. Tras los seres verdes iluminando primer plano, no pude desprenderme del fondo negro que sirve de pedestal a Madame de Cleves en mi occipucio pie. La obra será sin música, por ahora. ¿Por qué? Es experimental así que no sé qué pasará. Mobiliario escasísimo, enfoque minimalista, con uso del tiempo real… Pero eso significaría hacer seis montajes: uno por cada esposa… No me refería a “ese” tiempo real. ¿Entonces? ¿Quién lo entiende? Alberto; deja que me ocupe de ello en su momento. Sigamos en el montaje técnico, apegados a lo básico… El escenario completo en fondo negro, tenebrista… Estoy indeciso entre Caravaggio y Velázquez… ¿Y el cine? Después la filmaremos con una cámara digital, Julia. ¿Es cierto que el cine y los libros desaparecerán? No sé. ¿Quién interpretará a Holbein? Pudiera ser un pintor buen amigo mío cuyo paradero actual ignoro, pues viaja mucho. La última vez que lo vi recorría Barcelona en busca de los archivos secretos de Gaudí. ¿Cómo es que no hay personaje para mamá? Calma. ¿Quién dice que no? Mamá será la más elegante dama de la corte. Una madre siempre debe estar presente… De pronto, el tapiz extendido de pared a pared deshilacha arenas hasta desvanecerse y me encuentro solo inundado hasta las rodillas por diez mil orugas bautizadas en el jugo de las noctívagas rosas.

 

Continúa en el próximo número de la revista.
 

Capítulos anteriores:

 

Capítulo I en: http://revista.escaner.cl/node/7153

Capítulo II en: http://revista.escaner.cl/node/7174

Capítulo III en: http://revista.escaner.cl/node/7231

Capítulo IV en: http://revista.escaner.cl/node/7294

Capítulo V en: http://revista.escaner.cl/node/7314

Capítulo VI en: http://revista.escaner.cl/node/7356

Capítulo VII en: http://revista.escaner.cl/node/7393

Capítulo VIII en: http://revista.escaner.cl/node/7432

Capítulo XIX en: http://revista.escaner.cl/node/7472

Capítulo X en: http://revista.escaner.cl/node/7490

Capítulo XI en: http://revista.escaner.cl/node/7526

Capítulo XI en: http://revista.escaner.cl/node/7557

Capítulo XII en: http://revista.escaner.cl/node/7557

 

Fuente de la imagen: http://www.freeimages.com *Archivo de imágenes con licencia libre


 

Novela Yo bipolar, de Jesús I. Callejas, publicada en formato digital en http://www.bookrix.com/_ebook-jesus-i-yo-bipolar/Fecha de Publicación: 01-21-2013


@copyright Prohibida su copia sin la autorización del autor.

http://www.bookrix.com/-jesusicallejas

Email sibaritamito@gmail.com


Jesús I. Callejas (La Habana,Cuba, 1956) ha publicado los siguientes libros de relatos: Diario de un sibarita (1999), Los dos mil ríos de la cerveza y otras historias (2000), Cuentos de Callejas (2002), Cuentos bastardos (2005), Cuentos lluviosos (2009). Además, Proyecto Arcadia (Poesía, 2003) y Mituario (Prosemas, 2007). La novela Memorias amorosas de un afligido (2004) y las noveletas Crónicas del Olimpo (2008) y Fabulación de Beatriz (2011). También ha reseñado cine para varias revistas locales como Lea y La casa del hada, así como para otras publicaciones. Recientemente ha publicado los trabajos virtuales Yo bipolar (novela) y Desapuntes de un cinéfilo (2012), que consta de reseñas y elementos de la historia del cine. Callejas es descendiente de Manuel Curros Enríquez, junto a Rosalía de Castro, el mejor poeta de lengua gallega.

Escáner Cultural nº: 
177

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