NOVELA: YO BIPOLAR. Capítulo XV
NOVELA: YO BIPOLAR.
Capítulo XV
Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados,
sólo se diferencian en que unos están más locos que otros.
Nicolás Boileau
Por Jesús I. Calleajas
PANORAMA Y DIAGNOSTICO
Neurótico-paranoide. Etiqueta recibida durante la infancia, como si me otorgaran ceremoniosas cartas de nobleza. Resistiendo fuerzas invasoras -tal vez no fueran invasoras por residir aquí con todo y pasaporte- pero la crisis de misantropía al fin triunfó. Posteriormente se me denominó maníaco-depresivo; ahora soy bipolar, según el Seguro Social y los del Centro de Rehabilitación Vocacional, que expidieron un informe de tres horas de extensión y veinte páginas de minutero: mismo decreto asumido por el barítono psiquiatra en diez minutos y una cuartilla. Altisonante cambio terminológico. Bipolaridad o trastorno maníaco-depresivo (psicosis maníaco-depresiva). Trastorno causado por un desorden o desequilibrio bioquímico o electroquímico en los neurotransmisores del cerebro.
No me ofendo cuando dicen que tengo los cables cruzados o un corto circuito o un pase eléctrico a tierra o que estoy quemado. El afectado se bandea entre la euforia y la tristeza sin motivos justificativos. Puede llegar a presentar cuadros psicosomáticos. Llega la pastilla en mi auxilio. Voces y música me atacan en ambas fases. Las alucinaciones son normales; de hecho, convivo con ellas desde la infancia; últimamente, los seres que he visto son azules y sin rasgos: amorfos, descienden de un cilindro con cabellera de cometa. Guerreros pictos (de origen celta)… o pitufos. Pero, me preocupa mucho más el que veo por las ventanas -visión alterna- avanzando sin nunca llegar. Cierto: En mí la conducta bipolar puede ser descaradamente exhibicionista; ¿de qué manera justificar pues lo que aquí escribo, si no es por una tesitura paranoicamente impúdica? Probable afán de comprensión, que a los demás le importa menos de lo que supongo, tesis que coadyuva al denso problema de torpedad en la comunicación, a su vez dimanada de la fobia social.
Muchos llaman venáticos a los bipolares. No es cuestión de transitorio estado anímico; sí más complicado que una turística neurosis. ¿Ilusorios los sentidos? Bueno, me apegan a la vida, lo cual no significa que no yerre. Mi única certeza, por ahora, es, insisto, que no soy un psicópata. ¿Qué seguridad hay en esta afirmación? Un psicópata no siente la menor preocupación por el sufrimiento alrededor; es capaz de mentir y fingir (puede recurrir a "soluciones" peores) hasta conseguir lo que se propone sin asomo de escrúpulos. Podré ser un cabrón, pero todavía no me siento tan ajeno al mundo. Funcionas básicamente, insiste el psicólogo. Pero es terrible, doctor, la transición, el paso de la fase depresiva a la fase de euforia o maníaca, y viceversa. No, ellos no han inventado la insania; son sólo sirvientes. ¿De quién hablo? ¡Instauremos la dinastía de la Locura de una vez! Mi trono desciende de los bravos fundadores, no del palaciego mayordomo que deshereda para beneficio de los glóbulos llamados señores. La locura y el loco se integran.
Son uno, como en el coito tántrico. Atención: cohortes de farsantes no trabajan esa energía en sí mismos, sino usando burdos trucos para seducir vaginas. Ah, esas tontas encandiladas por el discursito de bolero disfrazado. Y los muy hijos de puta charlatanes de gueto se ponen a vociferar contra los apegos que representan los sentidos. ¿Prosigue la historia de "aparentes" suplantaciones? Amén de ruidos ambientales sigo oyendo sinfonías. La estación de esa música está de vuelta. Par de veces la habían retirado del aire, e incluso quienes abogaron por su deceso celebraron una fiestona populachera. Inútil combatir al fénix. Imperdonable bribón quien no muestre respeto hacia seres augustos que han explotado de belleza acumulada en sus frágiles relojes humanos. Si lo divino existe es el artista su emisario… ¡Aguanta, frena ahí! No te pongas melifluo y cursilón. Muchos "artistas" venderían a su propia madre por lograr la gran obra, o simplemente la "consagración".
Luis Buñuel, más burgués travieso que anárquico blasfemo, bien dijo que las obras de arte están hechas por los hijos de puta. Lo del reconocimiento artístico es otra impostura al uso. ¿Cierto? Por supuesto, tonto. Lamentablemente, la publicidad define quién es o no talentoso, según sus propósitos ideológicos o pecuniarios. Correcto, nos han legado maravillas artísticas, pero quién sabe si nos han escamoteado otras superiores. No hay arte que pueda contra cualquier astuta operación de mercadeo. Hay una mafia de promotores y críticos que aceptan apuestas político-genitales sobre el tapiz lustroso y ya sabemos que el resultado va a engordar bolsillos de cotizado paño. En resumen, que, como bien se dice, la historia la escriben los devastadores. O algo parecido. Con respecto al arte: Ya lo dijiste… Bien, si lo dije no lo recuerdo y es como si lo dijera por primera vez; si no lo he dicho aún me servirá de leitmotiv en otra página. ¿Satisfecho? Sí. Entonces déjame seguir.
Una vida perfecta haría innecesarios los científicos, pensadores y artistas, pero estamos aplastados: ineludible seguir erigiendo y derribando signos mientras llega -o llegamos a- la muerte. Una modalidad de emprender entretenidos periplos por acá. Temo que la alfombrada paranoia me conduzca a las puertas de la esquizofrenia, y ya se sabe que cuando se está frente a la puerta es casi imposible desandar el camino. ¿Puede un tipo de comportamiento “normal” transformarse en esquizofrénico? El germen de la esquizofrenia acecha paciente y un día explota el virus; como en casos de adultos que, sin historial clínico, han enloquecido de golpe. Un estallido y ya; ese relámpago que los mismo puede parecer un plato de espaguetis con sangre fresca que las supinas barbas del ordeñador de cabras en la aldea de mis antepasados. Alguien me vigila desde el lado opuesto de esa pantalla. Se es o no se es; a menos que sean sinónimos.
Mejor enloquecer de pronto; si es repentino no me entero. Espantosa locura, indecente saqueo al decoro humano, tomando control sobre mis temerosas células. Además de los medicamentos diarios estoy requiriendo de psicoterapia quincenal. He rastreado en fuentes diversas (libros e Internet), confirmando que la depresión se llamó melancolía entre los griegos. Viene de melas, negro, y de chole, bilis. Bilis negra, equivalente a mal genio o mal carácter. El diagnóstico se originó por los cambios de humor de Hipócrates, por lo que se dice, un viejo de muy mala leche. Además de griegos -notorio el caso del filósofo Aretaues de Cappadocia- y romanos, los chinos, entre quienes destacó Gao Lian, hicieron especial alusión a la melancolía. Durante la mitad del siglo XIX en la Academia de Medicina del Imperio Francés, Jules Baillarger aludió a una rara enfermedad mental de dos fases entre la manía y la depresión, denominada locura circular o dual; definición que le viene de perlas, ¿no?
El psiquiatra alemán Emil Kraepelin clasificó las enfermedades mentales en dos básicos grupos: demencia precoz y psicosis maniaco-depresiva (término que acuñó). En el XX, el australiano John Cade utilizó carbonato de litio, primer medicamento implementado para combatir la enfermedad. Información exhibida con vanidad y orgullo: Prefiero ser pariente insignificante de grandes perturbados, nunca el superior de los que dedican a recomponer la política internacional en grutas supermercados, sobre acatarradas tazas de café exprés. Entre los bipolares de lujo: Gibbon, Pushkin, Balzac, Poe, Baudelaire, Percy y Mary Shelley, Lord Byron, Keats, Victor Hugo, Dickens, Twain, Stevenson, Turgueniev, Tolstoi, Whitman, Gorki, Ibsen, Zola, Hesse, Henry James, Artaud, Eliot, Pound, O'Neill, Faulkner, Hemingway, Scott Fitzgerald, Virginia Woolf, Dylan Thomas, Tennessee Williams, Miguel Angel, Pollock, Beethoven, Handel, Rossini, Mahler, Mussorgski, Tchaikovski, Rachmaninoff, Schumann, Mahler, Bruckner, Irving Berlin, Van Gogh, Gauguin. En esa larga relación, que no puedo avalar por ser un neófito, aparecen suicidas: Van Gogh, Woolf, Hemingway; sin olvidar los típicos intentos de algunos de ellos contra su integridad física, y reclusiones en sanatorios mentales. Suicidas o no, se percibe ahí una sustanciosa porción de esquizofrénicos, lo cual traza imprecisas fronteras entre uno y otro síndrome para dejar el asunto poco, o nada, despejado. Sin embargo, algunos de los medicamentos que devoro son igualmente requeridos por esquizofrénicos.
Según parece se necesita un justificativo gen para la fuerte capacidad hereditaria de la enfermedad por lo que ¿con ahínco? se ha estado investigado sobre una enzima proteínica: Quinasa, vinculada a las manías. De haber seguir bebiendo licor me sentiría peor; es estupendo estimulante pero a largo plazo se erige en formidable depresivo. En la fase maniaca, actualmente disminuida en favor de la otra: creer que puedo contra todo, ansiedad extrema, irritabilidad, locuacidad imparable, ridículos afanes redentores o mesiánicos, hablar a excesiva velocidad, energía desbordada, carencia de sueño, exasperante incapacidad para mantener la capacidad de concentración. Excluyo la promiscuidad sexual: mi velero soltó ese pesado bagaje hace años. En la fase depresiva: decaimiento físico con notable pérdida de energía y demoledor cansancio (me paso acostado la mayor parte del tiempo; ya saben), excesivo sueño, agobiante desconcentración, descuido en la apariencia (desaseo o suciedad, uso de la misma ropa), sensación de inferioridad, persistente tristeza y desesperanza. No soporto los gritos, evito a la gente, cualquier gestión burocrática, por simple que sea, se transforma en tremebundo lío, ideas suicidas (preocupantes los cuchillos en la cocina, siempre engavetados, y las alturas; mejor ventanas que balcones).
Trenvega es usada para el tratamiento de la esquizofrenia y los desórdenes bipolares. ¿Lo imagino o el psiquiatra evade mis preguntas sobre qué piso del babélico edificio adjudicarme? La definición de bipolar I requiere de uno o más episodios maníacos, sin que el elemento depresivo sea imprescindible. El bipolar II debe presentar depresión severa y al menos un episodio hipomaníaco, caracterizado por altos niveles de agitación y productividad. Me temo que es el mío. Bueno, lo de productividad… Tal vez el número II implique diversidad y, por ende, mayor capacidad para lidiar con alguien que no sea uno mismo. Entonces: ¿Implica Dos acceso a lo múltiple? Una tercera opción -¿bipolar III?-, trastorno ciclotímico o mixto, es decir, una combinación de ambas, incluye hipomanía y depresiones no rigurosas. I, II y III, que paso más chévere. La última categoría muestra tramposa redundancia. Se es bipolar o no. Al agregar III no se hablaría de bipolaridad, creo, sino de tripolaridad, restándole credibilidad al dictamen.
Para colmo ya se está especulando acerca del- ¿IV?- trastorno bipolar no especificado. Háganme el favor... La charada no tiene límites. ¡Eurídice se derrite en la pantalla de mi cabeza! Un día entero durmiendo; mientras más sueño consumo de más requiero. Recién consumí un Orfeo y una Eurídice. Una balancea, la otra disminuye la ansiedad. Algo así como lo apolíneo y lo dionisíaco según Nietzsche en El origen de la tragedia, ¿no? Pero, ¿no representaría más el balance Orfeo que Apolo, descocado que en su rol de segundo al mando en el Olimpo cometía excesos desastrosos? Es difícil encontrar balance en Apolo. ¿Cómo se contaminó el primero de la estirpe? Sí, porque por algún lado tuvo que empezar esto. ¿O no? Cuestionar a los del laboratorio cósmico. Puede que ni sepan... ¿Detrás de ellos…? El demiurgo platónico simplemente trabajó con la materia prima que encontró. No culparlo si le dejaron desperdicios... El Jefe de los antropomórficos lo hizo de la nada: mago extrayendo conejos de un sombrero. Nunca llegarás al Onfalo.
Un genio percibe lo que otros no. Un hombre inteligente es aquél que comprende el mundo, que lo aprehende sin vacilaciones; un inmunizado, gracias a su utilitaria atemporalidad contra los avatares y tentaciones de cualquier era, máxime si se enfrenta a la manipulativa deshonestidad de la nuestra. Arduo hallar un hombre inteligente entre tanta escoria rebosada: pillos oportunistas ensalzando la autoflagelación emocional con naturalidad asquerosa. Un asco convivir con tanto hijo de puta. No por eso voy a entrar de misionero o corretear tras la “realización interior” en alguno de los templos, iglesias o congregaciones que inundan esta (o cualquiera) chubascosa ciudad de insolaciones, manglares, reptiles (zoológicos y humanos) y mosquitos. Tengo pendiente hablar de mi familia inmediata, de mi colosal historial laboral, del cansador proceso de retiro por incapacidad… Sí, porque no se podrá negar que más de cuarenta empleos en menos de veinte años es un record digno de escrupulosa consideración. ¡Tortuoso y drenante, señores!
La habitación es casi un campamento de libros y videos. Un mierdero… Asusta el desorden de papeles alrededor. Habiendo sido tan acuciosamente organizado, archivero por vocación -un prosaicamente obligado a organizar la papelería de otros en antropófagas oficinas de seguros-, me precipité sobre mesa y muebles con especial denuedo. A la media hora todo se presentaba listo para la foto que se espera del bipolar funcional, manso. Necesito alguien que ordene los montones de papeles ya que no tengo idea de cómo diferenciar lo que yace ahí embalsamado en tinta de lo que todavía se almacena en la silla turca allá empujada por mucosidades bien llamadas nubes. ¿Que por qué hago tantas digresiones sobre cine en lo que escribo? Porque me sale de los huevos, así de sencillo. Ya veía películas antes de aprender a leer. Mis padres me llevaron al cine apenas mi neurosis balbuceaba primeras quejas ante lo que intuía como el soberano espanto que es. Tiene sus ventajas… Materiales muchas, sí.
Continúa en el próximo número de la revista.
Capítulos anteriores:
Capítulo I en: http://revista.escaner.cl/node/7153
Capítulo I en: http://revista.escaner.cl/node/7174
Capítulo III en: http://revista.escaner.cl/node/7231
Capítulo IV en: http://revista.escaner.cl/node/7294
Capítulo V en: http://revista.escaner.cl/node/7314
Capítulo VI en: http://revista.escaner.cl/node/7356
Capítulo VII en: http://revista.escaner.cl/node/7393
Capítulo VIII en: http://revista.escaner.cl/node/7432
Capítulo XIX en: http://revista.escaner.cl/node/7472
Capítulo X en: http://revista.escaner.cl/node/7490
Capítulo XI en: http://revista.escaner.cl/node/7526
Capítulo XII en: http://revista.escaner.cl/node/7557
Capítulo XIII en: http://revista.escaner.cl/node/7581
Capítulo XIV en: http://revista.escaner.cl/node/7615
Fuente de la imagen: http://www.freeimages.com *Archivo de imágenes con licencia libre
Novela Yo bipolar, de Jesús I. Callejas, publicada en formato digital en http://www.bookrix.com/_ebook-jesus-i-yo-bipolar/Fecha de Publicación: 01-21-2013
@copyright Prohibida su copia sin la autorización del autor.
http://www.bookrix.com/-jesusicallejas
Email sibaritamito@gmail.com
Jesús I. Callejas (La Habana,Cuba, 1956) ha publicado los siguientes libros de relatos: Diario de un sibarita (1999), Los dos mil ríos de la cerveza y otras historias (2000), Cuentos de Callejas (2002), Cuentos bastardos (2005), Cuentos lluviosos (2009). Además, Proyecto Arcadia (Poesía, 2003) y Mituario (Prosemas, 2007). La novela Memorias amorosas de un afligido (2004) y las noveletas Crónicas del Olimpo (2008) y Fabulación de Beatriz (2011). También ha reseñado cine para varias revistas locales como Lea y La casa del hada, así como para otras publicaciones. Recientemente ha publicado los trabajos virtuales Yo bipolar (novela) y Desapuntes de un cinéfilo (2012), que consta de reseñas y elementos de la historia del cine. Callejas es descendiente de Manuel Curros Enríquez, junto a Rosalía de Castro, el mejor poeta de lengua gallega.