Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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Exposición Jessica Lange “Unseen”
A cargo de Anne Morin
 
El Centro Niemeyer de Avilés, en colaboración con diChroma Photography (Madrid) y gracias a la cortesía de la Howard Greenberg Gallery (Nueva York), presenta por primera vez la exposición Unseen, de la actriz y fotógrafa estadounidense Jessica Lange.
La exposición reúne 78 fotografías (de las cuales 12 hojas de contactos) tomadas durante estos últimos veinte años, y se articula en dos series: Things I See y Mexican Suites.
 
En 1967, Jessica Lange obtiene una beca de la Universidad de Minnesota para estudiar fotografía, pero los avatares de la vida estudiantil la llevan a España, y a París, donde decide anteponer el arte dramático a su práctica fotográfica. Es entonces cuando comienza su carrera de actriz que la lleva a convertirse en protagonista de títulos emblemáticos y a recibir dos Oscar como mejor actriz, por sus actuaciones en Tootsie en 1983 y en Blue Sky en 1995.

Pero no es hasta más adelante, a comienzos de los años noventa (cuando Sam Shepard le regala una Leica M6), que Jessica Lange retoma su actividad fotográfica. 
Toma sus imágenes en el transcurso de sus viajes y deambulaciones: Estados Unidos, Francia, Finlandia e Italia son algunos de los países que recorre su lente, aunque demuestra una especial predilección por México, “por sus luces y sus grandes noches”, como ella misma señala.
 
Esta exposición, producida por diChroma Photography, y comisariaza por Anne Morin, tendrá lugar en el Centro Niemeyer, a partir del 10 de septiembre hasta el 27 de noviembre de 2011. Jessica Lange estará presente el día de la inauguración.
 
 
Unseen
 
Ÿ Things I see - (1992 – 2008)
-“What are these pictures, I ask?
-Oh, things I see.”*
 
“Things I see”, responde ella, como una letanía, un leitmotiv, casi un canturreo que se lanza tras una interjección y va rodando solo, sin necesidad de más impulso.
 
Las fotografías de Jessica Lange no necesitan cargarse de frases inútiles.
 
“Punto y línea sobre plano” son los elementos fundamentales de su escritura visual. Su léxico y su sintaxis se reducen a concordancias temporales, como ecuaciones elementales que expresan lo imperceptible.
 
Y si Kandinsky enunciaba el punto como la forma más concisa del tiempo y la línea como su continuidad, estas imágenes en devenir, que se sitúan a la vuelta de apenas una centésima de segundo, no dependen sino del “instante decisivo”; de su “instante decisivo”, sin concesiones, sin arrepentimientos. La poesía no se caza, hay que esperarla, ya que, en caso contrario, se toma sus rodeos, juega al escondite o nos burla cambiando de rumbo. Es por lo tanto gracias a esta fracción, a esta ciega inflexión en el tiempo de espera, que sobreviene la imagen.
 
Rusia, Finlandia, Minnesota, Italia y Nueva York no son más que pre-textos que se enuncian y anuncian antes de la imagen. Ahí están, ante sus ojos, poco importa su longitud y latitud, el mes o el año, sólo dicen lo que es, en su permanencia.
 
Las fotografías de Jessica Lange son escollos sin más pretensiones que hacer visible el movimiento de la vida. Esta frase de Stieglizt, ineluctable: “El arte es lo que da cuenta de la vida y la vida, o lo que la significa, se halla en todas partes”. Jessica, en sus vagabundeos, se ha topado con ella, aquí y allá, en lo sencillo, en lo común, en la ceguera.
 
Esa joven y su rostro de otro tiempo, que alza los ojos hacia el cielo, como trazando una línea invisible hacia otro lugar, nos devuelve a una suerte de trilogía, de trinidad.
 
El interior de una capilla, bañada por esa luz lechosa típica de los países nórdicos, invadida por un denso silencio, que se estremece en ese mismo instante por la discreta presencia de un individuo, sentado al fondo, solo. Es el eco de Muchacha leyendo una carta de Johannes Vermeer (1657).
O también como los dos niños suspendidos en una barrera, balanceándose como notas musicales que tararean sobre una partitura. Los blancos y negros están en equilibrio. Todo está ahí.
 
 
ŸOn scene – Unseen.  Mexican Suites
 
Y, de repente, el negro inunda la imagen, el grano estalla, las líneas se difuminan, le tela de la pantalla se tensa.
México. ¡Que comience el espectáculo!
 
Furtiva, delicada, discreta, Jessica Lange entra en escena, está presente en la historia que nos cuenta, lanzándose cuerpo a cuerpo con la realidad; puesto que se trata de eso y no de otra cosa: del cuerpo. Ya no está en la espera, ni en la distancia; se instala en una continuidad, la de una narración, de una película.
 
Para empezar, dibuja y delimita los espacios que atraviesa; se sitúa dentro de los mismos pero manteniéndose a la vez separada. Separada del otro, en primer lugar, por ese deseo de soledad en el que se envuelve; separada también de las miradas que no se cruzan, que se rompen en los espejos, que se esconden detrás de una cortina de lluvia, o bien de las miradas de los enamorados, perdidos y ebrios, que se cuentan, mirándose a los ojos.
 
Jessica Lange no se sitúa en la sombra, ni en lo invisible, sino que se queda en lo no visto. Está ahí.
 
Y, si el espacio se encierra en sí mismo, el tiempo y la luz también.
México revive en la hora del crepúsculo, en la penumbra, entre chien et loup, en ese lapso en el que la realidad aplanada bajo una luz demasiado blanca, retoma aliento e exulta. 
Los enamorados se reencuentran ante la iglesia de Santo Domingo, el baile en la plaza del Zócalo inicia rondas sin fin, al son de las trompetas y de los tamboriles. El circo anuncia sus desfiles.
Es de noche, los cuerpos se confunden, se enlazan, se lanzan, o se abandonan, como coreografías dirigidas por una mano invisible. Ella es quien las orquesta. Por sus propios movimientos, invoca su coincidencia, y surge la imagen. Jessica Lange desvela lo que se escapa y hace subir a la superficie de la noche, la luz de la sombra, como un pintor las formas de su modelo.
 
La profundidad de los negros, los blancos que restallan en el aire como latigazos, las materias voluptuosas, sensuales, flotantes, el olor de la noche que cae, el alboroto de las músicas populares. Más que una serie de fotografías, Mexican Suites es un paseo por el diario de impresiones de Jessica Lange.
 
*Referencia al texto de Patti Smith; Jessica Lange, 50 photographs, Powerhouse Editions.
 
 
 
 

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