MÁS ALLÁ DEL SENTIDO DE LUGAR
MÁS ALLÁ DEL SENTIDO DE LUGAR.
GEOSEMÁNTICA SOCIAL, CIENCIA DEL TERRITORIO
Por Diego Cerda Seguel
Noviembre de 2013
diego.cerda.s@gmail.com
RESUMEN
Este trabajo completa una especie de trilogía de la geosemántica social, iniciada hace nueve años con "El Mundo según Google: Google Earth, la creación del dispositivo Geosemántico global" (2005), y luego "Tierra, Sentido y Territorio: La Ecuación Geosemántica" (2008). Luego de más investigación, desarrollo y modelación conceptual se ha llegado a concluir con una teoría que abarca más acá de la internet, en la tradición milenaria del 'espíritu de lugar', y atraviesa los recursos digitales para devolvernos al territorio tal como se vive en lo pedestre. Una vez que se entregan los elementos para comprender la geosemántica sin referencia al mundo digital, volvemos al mundo digital para demostrar que dentro de estos entornos surgen herramientas para identificar y valorar los lugares en su potencial territorial dado por quienes habitan, transitan, visitan los lugares y llegan a conocerlos con algo más que la intelección, añadiéndole los componentes emocionales y filiativos que convierten a los territorios en terruños amados (o evitados), por los cuales las comunidades están dispuestas a todo para defender sus territorios frente a las embestidas de la planificación de infraestructuras y procesos industriales destructivos. Más allá del sentido de lugar está el poder territorial, poder local comunitario, potenciado por herramientas digitales inusitadas para defender el valor local y la identidad entre las personas con los lugares.
TIERRA + SENTIDO = TERRITORIO
Esta es la ecuación geosemántica propuesta en 2008 como forma de definir el territorio. A partir de esta ecuación la geosemántica social se plantea como la disciplina capaz de encarar de forma multidisciplinaria el estudio de los territorios a partir del principio de igualdad establecido en esta ecuación.
Con la publicación de “Tierra, Sentido y Territorio. La Ecuación Geosemántica” en 2008 en esta misma revista, se postuló esta ecuación como declaración de principio para una ciencia del territorio. Mediante la aplicación de esta ecuación, el territorio deja de ser un monopolio de geógrafos, planificadores y administradores públicos o privados y se transforma en patrimonio común de quienes dan sentido a los lugares donde viven, donde nacen, crecen, trabajan, vacacionan, estudian, transitan.
Esta ecuación-principio hace del territorio una construcción común de los habitantes, los interesados, los tomadores de decisiones, los accionistas, todos tienen algo que decir sobre los espacios geográficos, rurales o urbanos que son objeto de sus vidas e intereses. Entre todos ellos componen de manera más o menos consensuada, más o menos conflictiva el sentido de los lugares que dan el sustento material y espiritual a la definición del territorio.
Cada vez se nos hace más familiar la ya bastante manida cita proveniente de la disciplina denominada semántica general y la programación neurolingüística: “el mapa no es el territorio”, esta frase, que la geografía trata de domesticar, contiene una base para la superación de una forma de entender la geografía vinculada a la manipulación, planeamiento y estrategias territoriales verticales, es decir, basadas en la pirámide de saber-poder social dónde la toma de decisiones se hace arriba y se aplica hacia abajo de la pirámide. El mapa no es el territorio, el mapa es una representación dada por una autoridad para dominar un espacio geográfico, el territorio por el contrario, es el lugar donde la vida se da.
Una vez que se lea este escrito se hará patente que la geografía, la urbanística, la planificación territorial tienen la potestad de control y dominio sobre los territorios hasta el límite que las ciudadanías lo permitan, puesto que son ellos quienes hoy asumen incrementalmente la voz y autoridad para participar de la definición y toma de decisiones sobre los territorios en que viven, habitan, trabajan, vacacionan, o simplemente les preocupan. Manifestación de esto es el continuo y creciente estímulo de participación que mueve a los ciudadanos a hacer valer su punto de vista sobre el territorio y a confrontar su definición frente a autoridades e inversionistas. Su definición y punto de vista es ontológico frente a las definiciones pragmáticas que vienen desde los administradores e inversores, con la acostumbrada definición vertical. Hoy la demanda participativa exige una geometría horizontal en la toma de decisiones territoriales.
La explosión de empoderamiento territorial de las personas comunes y sus agentes está atada a la búsqueda de participación efectiva en las decisiones territoriales de las altas esferas de los gobiernos y de las grandes empresas. En estas condiciones hoy la validez de la definición de un territorio tiene tanto que ver con la voluntad del capital como con la voluntad de los habitantes, de los visitantes, de los nómadas contemporáneos que vivencian, perciben y sienten un espacio geográfico como propio y están resueltos a defender su propia definición de lo que ES ese territorio, puesto que esa definición es ontológica, es parte de su ser ahí, de su tradición, de su forma de vida, es una definición material y metafísica que tiene impacto real en el territorio. El territorio se vive y de este modo vive, está vivo, como se desarrollará más adelante.
La definición de un territorio cualquiera es sintetizada por medio de la ecuación geosemántica y luego es validada por el número de personas que se adscriben a esa definición mediante manifestaciones públicas, campañas, eslóganes. El número de ciudadanos que están dispuestos a salir a la calle y manifestarse por defender esa forma de ver, vivir, sentir, proyectar el lugar otorga esa validez que luego genera el poder moral de imponer dicho punto de vista.
La definición del territorio viene dada por la masa crítica de personas que están dispuestas a dar su voto, por medio de los canales que sean necesarios para imponer legítimamente su visión de cómo debe entenderse un territorio y qué es lo que puede y no puede proyectarse en ese espacio geográfico. Por esto la geosemántica social surge en un momento en que el impulso local por la participación política directa en el planeamiento y toma de decisiones territoriales se hace exigencia en la demanda de democracia directa y la descentralización efectiva del poder de los estados y gobiernos.
El territorio no sólo es resultado de una definición interesada vertical desde el pragmatismo del poder central y el capital, también está para considerarse el componente local de filiaciones, memorias, deseos, sueños, ficciones que dan sentido a ese espacio físico en relación con los seres humanos. En suma, el territorio se define no sólo a partir de elementos objetivos que mide el capital y los criterios de eficiencia administrativos, también existe un valor filiativo cuyo peso específico va incrementando a medida que las ciudadanías se empoderan con formas de participación efectiva para defender su forma de vivir lo local y los valores que ellos consideran más importantes.
De manera análoga a la cosmovisión mapuche, donde los significados de la tierra definen el territorio, donde la tierra misma habla a través de su gente en su lengua, el mapudungun, que es el idioma mapuche, palabra que traducida significa, lengua de la tierra, la geosemántica en tanto disciplina del territorio que sintetiza lugar y significado, es un neologismo que puede equivaler a una legua de la tierra contemporánea, como el ancestral mapudungun.
Este escrito propone ver que hay un más allá del sentido de lugar: el potencial de una cultura local empoderada que apunta a hacer inmediata la participación local, comunitaria efectiva en la planificación y toma de decisiones territoriales, es decir, la democracia directa. Lo cual se potencia con herramientas tecnológicas geosemánticas sociales que facilitan la inclusión de puntos de vista locales, facilita mecanismos de una geometría de poder horizontal para organizar y hacer fluir el poder territorial de manera positiva.
De este modo toma forma una nueva comprensión del sentido de lugar, en tanto es un espíritu del lugar y es una voluntad del lugar que puede hablar, expresar y defender su forma de vida, su biodiversidad, sus recursos naturales y culturales, sus paisajes, a través de esta nueva disciplina del territorio que plasma una ontología viva y activa que alcanza la dimensión sociopolítica bajo el signo de la inmediatez y lo emergente.
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Para exponer la geosemántica social, en escritos precedentes me había centrado en la descripción y la reflexión en torno de los ámbitos de su aplicación en la lógica y soporte electrónicos, especialmente basándome en lo que es la web semántica y el software Google Earth con los potenciales reales que estas tecnologías implican. Me temo que esta dependencia del universo electrónico ha creado una divisoria para la geosemántica respecto de su uso en los ambientes de internet frente a su uso general, es decir, independientemente de la disponibilidad de recursos digitales. Para subsanar esta divisoria que posiblemente ha afectado una lectura y uso ampliado del concepto, ahora voy a poner en suspenso, en la medida de lo posible, toda referencia a la realidad digital, para asumir una posición pedestre (es decir, pedestre por contraposición a la navegación en internet), que nos permita lograr la perspectiva para comprender, de manera inmediata algunos elementos dinámicos de los territorios que han sido desarrollados en publicaciones anteriores.
De este modo pretendo hacer una revisión del concepto de geosemántica social evitando hacer alusión a los recursos digitales que potencian una nueva forma de observar e intervenir los territorios. Hacia el final de este escrito volveremos a instalar en su importancia estos argumentos en su soporte internet con su contexto lógico y operativo.
La relevancia del concepto de geosemántica social se ha visto tal vez restringido a su acepción dentro de la realidad electrónica -sesgo digital- y de este modo ha sido limitada su evidente relación con las condiciones inmediatas (vivenciales) del lugar y de las personas e instituciones que los habitan e intervienen. Esto ha significado que gran cantidad de lectores potenciales, que por condiciones principalmente generacionales se hallan aún distanciados del manejo de las herramientas geográficas de internet, percibieran que este concepto no les atañe en tanto desconocen o desconocían el manejo de los software de mapas digitales. Y aunque se trata cada vez de menos personas que hoy se encuentran en el lado desconectado de la brecha de internet, para los años de la publicación de los ensayos seminales de la geosemántica social, en 2005 y en 2008 era razonable suponer que eran muchas menos las personas que estaban familiarizadas a estas herramientas cartográficas web en relación al día de hoy. A esto se debe añadir que el artículo de 2005 era mucho más técnico y exigente, puesto que se vinculaba a la lógica de la web semántica (Web 3.0) y a la sociología, orientado como estaba a iluminar un camino para una inteligencia artificial semántica social ‘locacionada’, es decir, asociada a un lugar, a un “dónde”.
Para transformar a la geosemántica social en un concepto pedestre habremos de olvidar que surge como ‘nativo’ de internet, y lo vamos a colocar en función de un ambiente que desconoce este medio. Esto significará también otra ventaja, además de estar escrito para facilitar su comprensión a personas no nativas de internet, remontará la importancia de la geosemántica social a otras condiciones de realidad que son parte de la evolución de la geografía humana, de la antropología, la religión y de la urbanística.
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Corresponde ahora hacer un breve repaso del concepto, siguiendo eso sí, la regla de poner en suspenso la realidad digital como contexto vital.
En 2005 publiqué “El mundo según Google: Google Earth y la creación del dispositivo geosemántico global”. Este ensayo, con características de paper científico planteó las bases argumentales y los elementos para establecer que era posible crear un sistema de inteligencia artificial social orientado a lugares, un sistema de administración de contenidos semánticos que fuese conducido por cientistas sociales, así se planteaba que la responsabilidad de construir este sistema sería de sociólogos y de geógrafos humanos. Dicha exposición limitaba la comprensión de su contenido a personas que estuvieran en conocimiento de las reglas de la web semántica, con ello restringía el público objetivo a un sector experto. Aunque con esta publicación quedaba enunciada la idea de los contenidos sociales georreferenciados anunciándose la función generativa societal.
Después de más reflexión, observación e investigación en 2008 publiqué también en la revista Escaner Cultural “Tierra, Sentido y Territorio: La ecuación geosemántica”, paper científico en el cual replantee el concepto de geosemántica social liberándolo de la tutela de las profesiones y oficios cartográficos, esta vez eran los seres humanos comunes quienes llenaban de contenidos sociales la geografía por medio de las anotaciones en los mapas, estas anotaciones voluntarias contribuyen a ampliar el conocimiento del lugar, lo que se ha conocido también como voluntariado cartográfico, pero este puede ser tanto un aporte a la cartografía oficial y oficiosa o también como algo totalmente distinto.
Anotar libremente en los mapas significaba mover a la geografía del estricto ámbito profesional de un oficio, para acercarla a las personas corrientes, quienes pueden anotar los mapas a voluntad y estas anotaciones ya no están atadas a los criterios científicos ni oficiales con los que los mapas adquieren un valor político, jurísdiccional y geopolítico.
Esta nueva capacidad de anotación crea una dimensión desconocida en la historia de la geografía, puesto que dichas anotaciones son fáciles de compartir entre las personas, de este modo dichas anotaciones tienen la capacidad potencial de crear condiciones de realidad para los lugares, no consideradas hasta el momento. Con esto se crean las condiciones para que las descripciones y definiciones anotadas sobre los mapas se conviertan en realidad en la medida que al ser compartidas con miles de personas y aceptadas por estas, las anotaciones adquieren una validez que puede poner en jaque las definiciones oficiales de los lugares. De este modo se llega a la formulación de la ecuación geosemántica:
LUGAR + SIGNIFICADO = TERRITORIO
Etimológicamente considerada, si la semántica significa sentido, la geosemántica es el sentido de la tierra o sentido del lugar geográfico. Las anotaciones libres sobre mapas son sentidos dados libremente, son semánticas libres, que se adscriben a un lugar describiéndolo a la vez, y dicho lugar, en la medida que es definido con un sentido articulado, vivo, activo, adquiere o puede adquirir el estatus de un territorio. Un sentido dado a un lugar, a una tierra la transforma en un territorio, lo instituye. El territorio es el resultado de un lugar con un sentido dado y afianzado: es decir, validado por otras personas, por una masa crítica de personas que están dispuestas a aceptar dicha definición del lugar, a hacer suyo el discurso sobre un lugar en cuestión. De este modo se llega a la ecuación:
TIERRA + SENTIDO = TERRITORIO
Lo cual es lo mismo que decir:
LUGAR + SIGNIFICADO = TERRITORIO
Donde:
TIERRA = LUGAR = LOCUS
Y
SENTIDO = SIGNIFICADO = DISCURSO = SEMANTICA
O en inglés:
PLACE + SENSE = TERRITORY
PLACE + MEANING = TERRITORY
Donde:
SENSE = MEANING = SPEECH
El lugar es una expresión general de la geografía y el significado es una expresión general de las personas.
TIERRA = LUGAR = LOCUS = GEOGRAFIA
SENTIDO = SIGNIFICADO = DISCURSO = SEMANTICA = GENTE
Esta es la ecuación que describe a la geosemántica social, sin embargo hay otras relaciones de igualdad que derivan de ella y que están desarrolladas en el texto citado, pero que no es el caso profundizar en este escrito.
Como se verá la geosemántica social está íntimamente asociada a la idea del sentido de lugar (sense of place). Sin embargo hasta hoy es poco lo que se ha hecho valer dicha identidad conceptual y es precisamente esta ausencia la que viene a cubrir este escrito, entregando una mirada ampliada a la geosemántica social desde el punto de vista del sentido de lugar, yendo más allá del sentido de lugar.
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Hace más de 2000 años en Roma se entendía que los lugares tenían una identidad asociada a un dios, a un espíritu, a un ánima o fantasma, a un animal, a un símbolo que lo encarnaba y protegía, esta idea es la del genius loci, el genio del lugar que provenía de la tradición de los lugares sagrados, los lugares lares, que a su vez se emparentaba con la tradición doméstica de los penates. Para nosotros es importante que esta idea ha permanecido viva en los siglos de desarrollo histórico civilizatorio hasta el día de hoy, los recintos religiosos (iglesias, cementerios) aún conservan el aura de lugares sagrados.
Ahora y desde hace un par de siglos hablamos del espíritu de lugar para traducir la expresión latina genius loci. El espíritu del lugar es un resabio vivo de pensamiento mágico que aún tiene sentido para los habitantes de muchos lugares cuya continuidad en el lugar ha creado un lazo místico espiritual entre la gente y la tierra, una unidad sagrada podría decirse, tal como la hemos atestiguado en las tradiciones vivas de muchos pueblos ancestrales americanos que viven sus territorios con actitud de reverencia sagrada (Pachamama, Wallmapu). Pero también lo hemos visto en nuevas expresiones de misticismo, modernas de hecho, que buscan establecer una armonía con la tierra que se habita, tales visiones las asociamos –por ejemplo- a la ecología profunda, pero no se limita a esta ideología.
Existe también la necesidad de que los lugares estén encarnados por un espíritu de lugar para asegurar su preservación patrimonial, de este modo los parques nacionales adoptan nombres ancestrales y se dan a la misión de preservar los "encantos" del patrimonio natural. Esto otorga al espíritu de lugar una dinámica nueva, asociada a las necesidades de defensa patrimonial, religiosa (sagrada) e histórica de los lugares frente a las presiones del progreso material.
La idea de espíritu de lugar está asociada a una mística del lugar, a un sentido sublimado que se logra encarnar en cada espacio y componente que define y otorga identidad a un lugar en cuestión, perfilando así sus atributos y características únicas. Todo ello compone un arco de significación para los seres humanos que habitan, frecuentan y visitan los lugares así sublimados y esta significación casi religiosa y sin duda de carácter espiritual traspasa la idea de sentido de lugar.
El sentido de lugar puede considerarse una evolución de la lógica del espíritu de lugar, hacia una visión secularizada de la relación sensible entre los habitantes y el lugar que habitan. Cuando hablamos de sentido de lugar podemos decir que frente a la idea de genius loci y de espíritu de lugar, éste abarca también, en su amplitud, todos los componentes sublimados del lugar, es decir, su eventual relación con un espíritu o un genio que lo encarne.
Desde el punto de vista de la evolución de la religión y la purga del pensamiento mágico, el sentido de lugar posee la sobriedad de un contenido que no necesita recurrir a un animismo ancestral o a una mística espiritista para explicar el lazo sensible de un lugar con el mundo de los seres humanos. Si bien el sentido de lugar puede incorporar dicho animismo como componente, lo que busca es más bien una visión estable y permanente que describa la relación y raigambre de los habitantes con su espacio geográfico.
Actualmente sin embargo, este concepto está vinculado a la lectura que los arquitectos, urbanistas y proyectores territoriales hacen de los lugares o espacios geográficos sujetos a conservación y/o intervención. Desde un punto de vista conservacional el sentido de lugar debe permanecer siendo el lazo vivo entre seres humanos y su entorno espacial, en esta acepción del término se trata de una lectura conservadora que busca respetar las armonías ancestrales de un lugar y sus habitantes frente a las presiones del progreso. Pero del mismo modo existe una visión transformadora, que busca redefinir la relación del lugar y los habitantes, para esta visión el territorio debe ser entendido como mutable, por esto más que entenderse como una visión del sentido de lugar, podría verse bien como lo contrario, como una búsqueda por el desarraigo del lugar frente a sus habitantes, una definición negativa del sentido de lugar, que impone nuevos parámetros a las condiciones de habitabilidad de un lugar. Los grandes proyectos inmobiliarios y de infraestructuras presionan por que esta definición negativa del sentido de lugar prevalezca frente a la visión positiva, si se me permite esta contraposición heurística.
Por esto el sentido de lugar ha ido paulatinamente convirtiéndose en un operador activo de la intervención de los lugares, llegando a ser parte de un recurso comercial para asistir a las campañas de marketing de los proyectos habitacionales, los proyectos industriales y de infraestructuras de alto impacto territorial.
De este modo el proceso de desencantamiento y secularización del mundo propuesto por Max Weber, podría ser aplicado a la evolución conceptual desde un genius loci transformado en espíritu de lugar, para luego ser suplantado por un más secularizado concepto de sentido de lugar, el cual a su vez cede en su rol de ser una definición armónica del 'habitar un lugar', hacia un rol dinámico de intervención, como operador de los cambios territoriales y espaciales.
La idea de sentido de lugar ha ido transformándose en un concepto asistencial para vender proyectos inmobiliarios y de intervención territorial, aunque también podríamos decir, para evaluar la situación del territorio y planificar dichos proyectos.
En este sentido decimos que la transformación comercial del concepto de sentido de lugar nos lleva a pensar en una desmitificación de los componentes sublimados, hacia un concepto móvil, dinámico, utilitario del sentido de lugar, como asistente en la venta de proyectos de infraestructuras de energía, minería, transporte e inmobiliarios. En este uso del término, cada vez más general, debe advertirse el potencial de su uso para la resolución y arbitraje de proyectos de intervención territorial.
Para ampliar esta definición utilitaria del sentido de lugar cabe asociarlo al concepto de branding de lugares (place brand), es decir su uso para consolidar un lugar como marca comercial (turismo, barrio para vivir, productos o frutos del lugar o también parques nacionales y reservas naturales), donde el nombre del lugar o alguno de sus atributos más sobresalientes se convierten en la marca registrada, para el objeto de su promoción turística o también para reforzar la denominación de origen de los productos de un territorio.
En orden crear una marca reconocible y perdurable en el tiempo para distintos mercados del planeta, se hace necesario un conocimiento exhaustivo del sentido de lugar. Aquí se ejemplifica cómo se hace imperioso conocer las percepciones y atributos del lugar para levantar un conocimiento acabado que permita definir acciones para dar al lugar un estatus de marca exitosa con una mística original y pegajosa.
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Cuando pensamos en la idea de más allá del sentido de lugar lo que se perfila es la superación de la definición ortodoxa y la aceptación de una definición heterodoxa y plural del sentido de los lugares. Esto puede verse en la práctica comparando la manera de habitar y de relacionarse con los lugares de una importante porción de pueblos europeos y asiáticos, en los cuales la raigambre de la población con su historia, su biodiversidad y su topografía es tan profunda que se hace imposible plantear cambios radicales a la estructura del habitar dicho lugar, en este sentido se trata de territorios consolidados cuya alteración se ve frenada por el apego vital de las poblaciones.
Por el contrario América entera como espacio de colonización inacabada posee grandes territorios cuya definición es menos el resultado del habitar continuo de sus gentes y más una constante construcción de proyectos que alteran el territorio y lo redefinen de acuerdo a necesidades que desde el estado y desde los privados van imponiendo nuevas fachadas al espacio geográfico. La diferencia en este sentido es que la tradición y raigambre europea pesa en la alteración de los territorios ancestrales. Por el contrario en América aún subyace una idea de la libertad destructora-creadora, donde todo está para ser construido y reconstruido una y otra vez de acuerdo a las necesidades de planificación del espacio a favor del capital y la regla de la eficiencia y rentabilidad.
Aquí es donde el concepto de geosemántica entra a operar absorbiendo al concepto de sentido de lugar a partir de su definición dada por la ecuación:
TIERRA + SENTIDO = TERRITORIO
Dado que “tierra” se entiende como lugar, localidad y no como planeta Tierra, el equivalente sinónimo:
LUGAR + SENTIDO = TERRITORIO
La geosemántica social, tal como se ha definido, responde a la necesidad dinámica de comprender los espacios geográficos en tanto sujetos a procesos de transformación material, espacial y simbólica. Los lugares, las tierras, son objeto de constantes transformaciones que generan desarraigo espacial en los humanos. Frente a esta constatación se plantea que la disciplina del territorio debe velar por armonizar las distintas definiciones de los territorios de parte de los distintos actores que buscan imponer su propio proyecto o visión de transformaciones sobre el lugar. El modo en que podemos hacer de la disciplina del territorio un medio para mejorar esta armonización es el permitir que los actores hablen libremente su visión del territorio, que las definiciones territoriales sean puestas en discusión mediante herramientas tecnológicas ad-hoc.
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Una vez que estas precisiones se han desarrollado en el contexto argumental pedestre, podemos anular la suspensión de la realidad electrónica y volver a insertarla en el mundo real actual, es decir, en un mundo ligado a internet y a sus herramientas de mapas. Queda demostrado que la geosemántica social puede definirse aparte de la existencia de internet y sus herramientas, es un concepto cuya fuerza va más allá de estas herramientas, pero sin embargo son estas herramientas de internet las que le entregan un espacio ampliado de aplicación y validez. La geosemántica social tiene en las herramientas de internet un potencial irrenunciable. Por ello ahora volvemos de lleno a explicar cómo, frente a los factores planteados del uso de la noción de sentido de lugar podemos plantear un más allá, que es tecnológico, pero que también es proyectivo y decisional, en este sentido político.
La geosemántica social es parte de la Web 2.0, es decir está pensada desde un inicio como una aplicación web de carácter social. Para el autor una de las aristas más sugerentes de la Web 2.0 es la disponibilidad de información geográfica visual de fácil manipulación para cualquier internauta. Esta significa la apertura de los medios de producción de mapas y contenidos sobre esos mapas que se ha denominado neogeografía.
En adelante la geografía misma puede ser anotada y publicada libremente, dejando de una vez atrás los tiempos en que la geografía era monopolio de especialistas y de poderosas instituciones. Hoy cualquiera puede producir información geográfica independientemente de su experticia o conocimiento de lugar, lo cual no acredita validez en todo caso. Cuando las personas crean una anotación sobre un lugar en un mapa digital le están entregando un sentido de lugar, éste puede ser superfluo, anecdótico o puede ser esencial para las personas que puedan estar involucradas con ese lugar sean estos habitantes, oficiales, inversionistas. En la medida que esta anotación es esencial para el lugar y las personas adquiere una cualidad territorial.
Como hemos establecido cuando los territorios son el resultado de la suma entre un sentido esencial y un lugar hablamos de geosemántica social. A partir de este concepto asociado a la Web 2.0 es posible realizar importantes avances en la toma de decisiones territoriales, la información neogeográfica subida libremente puede adquirir valor estratégico y derivar en contingencias reales que pueden ser anticipadas a tiempo mediante la aplicación de la herramienta geosemántica hoy disponible.
Después de más de ocho años de observación, reflexión e investigación en torno de la geosemántica social, mi propuesta ha desarrollado una vida propia en internet mediante la dispersión viral, desordenada e imprecisa de los artículos publicados. Hoy al buscar el término en Google se constata esta dispersión anárquica de estos textos, lo que incluye su presencia en Wikipedia y varias otras Wikis. Por otro lado aún no se da la ocasión de que este concepto sea enseñado en instituciones de enseñanza superior. En general la tarea de propagar este concepto ha resultado difícil, pero sabiendo el valor que tiene nunca se ha detenido este impulso por difundir de manera tanto formal como informal este conocimiento generado.
Sin embargo, en concordancia con esta búsqueda por expandir el alcance y universalizar la utilidad de la geosemántica social, se ha desarrollado una serie de metodologías para dar aplicación al conocimiento teórico conceptual. Estas metodologías que pueden englobarse en una metodología de estudio y análisis que permite desplegar la disciplina en tanto tal, como un saber hacer y un saber poder del territorio local, como una ciencia positiva, comprobable y falseable, siguiendo el criterio epistemológico de Karl Popper.
Contando con una metodología científica y a partir de ella hoy hemos generado una arquitectura de software que es la expresión de su aplicación como un Sistema de Información Territorial en tiempo real, y una Red Social Geosemántica, con este recurso estamos en condiciones de ofrecer una herramienta digital, web y móvil, para poner a disposición de los públicos locales un servicio de internet que permite tanto alimentar de sentidos los lugares como agenciar y hacer curatoría de proyectos territoriales y arbitrar localmente los conflictos que genera la planificación territorial vertical.
Hoy en día las necesidades de descentralización exigen un conocimiento cercano de los lugares donde se toman decisiones. Los Sistemas de Información Territorial (SIT) actuales funcionan como base de datos y asisten la toma de decisiones territoriales. Pero para el común de la gente estos SIT son grandes desconocidos, manifestación de la centralización y distancia con su hábitat. Las personas dentro de estos SIT son tan sólo datos cuantitativos y otras estadísticas sociales asociadas a un lugar. En pocas palabras los SIT se han caracterizado por usar datos estadísticos cuantitativos, por esto para las personas comunes se trata de una instancia especializada y distante a cargo de expertos, herramienta que se encuentra alejada de sus actividades diarias y de sus territorios, eso hasta hoy.
La Geosemántica Social está definida por el acto de sumar un lugar o una tierra con un sentido o significado, a partir de esta ecuación básica propuesta en 2008, se hace posible una serie de diseños de sistemas sociales y territoriales. A diferencia de los SIT tradicionales, un SIT basado en esta ecuación se abre como un modelo en el cual los lugares son hablados por la gente a través de una Red Social Geosemántica, cambiando el eje desde lo cuantitativo experto hacia la información cualitativa generada por usuarios comunes. Lo que se crea así es un modelo de SIT geosemántico social hoy ya disponible, que permite a los territorios hablar a través de sus habitantes y complementarse con los SIT existentes.
La alta complejidad y mayor costo de la gestión centralizada del Estado ha presionado la necesidad de descentralización efectiva del poder hacia las provincias y comunas. Pero a su vez la toma de conciencia de las personas de su poder local para definir el presente y el destino de sus territorios ha producido el surgimiento del denominado Sexto Poder: el poder territorial, lo que debe considerarse una micro geopolítica, que emerge como producto de la mayor capacidad de gestión de las localidades, que poco a poco van asumiendo y exigiendo mayor participación en tareas de mayor responsabilidad, incrementando las autonomías en el desarrollo social, político, económico y cultural local.
La Geosemántica Social es expresión teórica y operativa del Sexto Poder, ya que entrega las condiciones conceptuales y tecnológicas que permiten la expresión de los territorios, haciendo que estos sean hablados por sus vecinos.
Con este fin contamos hoy con un modelo de Red Comunal Geosemántica, que permite que los vecinos anoten, valoren y discutan los lugares generando dinámicas virtuosas que mejoran el conocimiento territorial que todos los actores comunales necesitan para tomar sus decisiones.
Reconocer y activar el poder territorial empoderando a los agentes locales y ciudadanías es de primera importancia para gobernar los cambios; allí la Geosemántica Social permite usar las redes electrónicas para que los vecinos entreguen información de manera participativa y narrativa, desarrollen autogestión organizándose por sí mismos con el respaldo y atención de los municipios y/o gobiernos locales, de este modo refuerzan y orientan la generación de las políticas públicas hacia soluciones locales, generando con ello más democracia, más descentralización y más participación.
Nuestra arquitectura de software que es el resultado de años de investigación y desarrollo se instala como un facilitador de la participación local y de la democracia directa. Como se ha argumentado en este escrito, la geosemántica social puede conceptuarse poniendo en suspenso la existencia de internet y los entornos digitales, dejando claro que su definición podría usarse en un mundo sin estos recursos tecnológicos. Pero “internet es el tejido de nuestras vidas” como ha dicho Manuel Castells, y en ese mismo sentido, la generación de arquitecturas de software para ese tejido de nuestras vidas es una misión social y tecnológica por mejorar las condiciones de vida, por superar las definiciones canónicas de lo político.
Las instituciones de la democracia moderna, sus reglas y procedimientos están quedando obsoletas, la dinámica del tiempo real en la sociedad nos demuestra a cada momento la distancia entre lo que es y lo que puede ser. Poco a poco la tecnología social va poniendo en jaque la dinámica de la democracia que ha perdurado por doscientos años, la siguiente generación de instituciones democráticas que lentamente asoman en el horizonte, y que no se refiere sólo a la automatización de los servicios públicos sino más bien a la automatización de los mecanismos de participación y democracia directa es lo que estamos abriendo hoy.
Nuestra plataforma de software es una ventana a los nuevos aires de la democracia 2.0 que hoy se demanda pero también de la democracia 3.0 que viene, la democracia basada en inteligencia artificial semántica construida socialmente.
Más allá del sentido de lugar se encuentra la vida electrónica del territorio a través de la participación política, expresiva y lúdica de sus agentes y vecinos para construir un territorio que se enriquezca y sea vivido con armonía social, económica, política y ambiental gracias al uso pleno de la disciplina geosemántica social.
BIBLIOGRAFÍA
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https://sites.google.com/site/geosemanticagearth/
http://www.escaner.cl/escaner86/ensayo.html
-. TIERRA, SENTIDO Y TERRITORIO: LA ECUACIÓN GEOSEMÁNTICA. . Diego Cerda Seguel, Septiembre, 2005.
http://www.aainteligencia.cl/?p=133
http://revista.escaner.cl/node/693
https://sites.google.com/site/ecuaciongeosemantica/
Documentación en inglés: http://medialab-prado.es/article/documentacion_2_encuentro_inclusiva-net
-. LA CIUDAD ANTIGUA. Fustel de Coulanges.
-. LA GALAXIA INTERNET. Manuel Castells. Plaza y Janes 2002.
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-. GEOSCIENCE AND REMOTE SENSING. Chapter 7: Description and Publication of Geospatial Information.By Arturo Beltran, Laura Diaz, Carlos Granell, Joaquin Huerta and Carlos Abargues.
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http://www.iitcolab.com/congeo2011/memorias/dia3/11_Presentacion_Olvera.pdf
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