Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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Semiótica del Arte

 

Los Significados Amorosos en un Poema del Romanticismo

Rima LIII de Gustavo Adolfo Bécquer

 

Oscar Rubelio Ramos Gómez

rubelio@semioticadelamor.com

 

Una de las etapas que dentro de la historia del arte se ve formada a través de representaciones artísticas llenas de sentimientos y emociones como el amor, la melancolía, la nostalgia, entre otras; es precisamente el Romanticismo.

 

Es el caso del poeta español Gustavo Adolfo Bécquer, quien a través de su producción artística encuentra en cada una de sus rimas la expresión perfecta del “sentir el amor”, y es por medio de estas rimas que Bécquer tiene la cualidad de poder provocar la identificación de todo individuo amoroso en cualquier tiempo y espacio, y que tenga la oportunidad de leer y sentir en su corazón lo que el autor sintió cuando las escribió.

 

Todo poema amoroso se puede percibir “teóricamente” como una sensación entre la simetría sintagmática y paradigmática construida a través de una cierta sintaxis. Es ahí cuando el simple lector se regocija entre lo que lee y lo que piensa. Toda rima parece bella desde el exterior, desde su significante; todas las palabras dicen algo, se escuchan de cierto modo, y el significado se revela ante el hipertexto de las oraciones, que nos llevan a otros significados.  

 

Lo que hace diferente la percepción teórica de una percepción por medio de una semiótica del amor, es justamente la construcción del sentido que el lector amoroso hace respecto de lo que lee, lo que piensa y lo que siente. Y ese sentimiento se ve entremezclado entre sus recuerdos, sus sueños, su presente, y todo significado poético-amoroso que puede cambiar a través del tiempo.

 

Una sola rima tiene un solo significante y un significado que escribió el autor; sin embargo, su lector podrá leer esa misma rima antes, durante o después de una relación amorosa y su significación cambiará completamente, ya que su disposición sentimental estará relacionada por sus propios pensamientos y emociones que lo acompañarán a través de su interpretación.

 

Así, la Rima LIII de Gustavo Adolfo Bécquer no solamente contiene una expresión semiológica simple, sino que su significación trasciende a través de ciertos simbolismos que cada palabra guarda en sí.

 

La primer estrofa indica lo siguiente:

 

Volverán las oscuras golondrinas

en tu balcón sus nidos a colgar,

y otra vez con el ala a sus cristales

jugando llamarán.

 

Pero aquellas que el vuelo refrenaban

tu hermosura y mi dicha a contemplar,

aquellas que aprendieron nuestros nombres…

¡esas… no volverán!

 

 

El significado de las golondrinas es muy variado, pero dentro de un análisis semiótico básico, se puede intuir a través del comportamiento animal que este tipo de aves se les considera, a través de un signo Remático1, como un animal leal, amoroso, fiel a su pareja de por vida.

 

De esta manera, cuando Bécquer las nombra, es porque sabe de ante mano que las Golondrinas representan de cierto modo el “amor eterno” de la vida que se consigue con una compañera; ergo la nostalgia de su sentimiento expresa el rompimiento de un hecho amoroso a través de una analogía de un comportamiento afectivo; siendo que las Golondrinas jamás se separan, y que además, por medio de su vuelo realizan su cortejo único entre cada una de ellas; se hace referencia que los recuerdos de cada objeto, lugar y acción que formó parte de sus vidas amorosas; esos detalles no volverán, ni para él, ni para ella.

 

Volverán las tupidas madreselvas

de tu jardín las tapias a escalar

y otras vez a la tarde aún más hermosas

sus flores se abrirán

 

Pero aquellas, cuajadas de rocío

cuyas gotas mirábamos temblar

y caer como lágrimas del día…

¡esas… no volverán!

 

 

De las Golondrinas, Bécquer pasa a las flores. La naturaleza es su perfecta analogía del comportamiento amoroso que no encuentra otro significado más que el de la total melancolía amorosa. El significado de las madreselvas es: “Lazos de amor”.

 

La debilidad complace a la fuerza, que con frecuencia se vale de las gracias de aquellas. A veces he visto una tierna madre selva unir amorosamente sus tallos flexibles y delicados al tronco nudoso de un vetusto roble: se habría dicho que este débil arbusto pretendía, lanzándose en los aires, sobrepujar en altura al aire de las florestas; pero bien pronto, como si sus esfuerzos hubiesen sido inútiles, se le veía volver a caer graciosamente y ceñir la frente de su amigo con festones y guirnaldas perfumadas. De igual manera y en ciertas ocasiones, se complace el amor en unir una tímida pastora a un arrogante guerrero. (Jazmín 2004: 90, 91).

 

El tamaño que las ramas pueden alcanzar este tipo de platas es de 3 a 6 metros de altura, la cual trepa a través de muros o superficies que encuentra a su paso. Contiene además una floración intensa que emite un olor perfumado por las noches.

 

La madreselva representa esos lazos de amor construidos por la pareja misma, que como toda relación amorosa, crece al igual que lo hacen todas las flores que se abren al mundo en su existencia. Sin embargo, cuando Bécquer compara ese pasado trágico con el futuro hipotético de un nuevo amor por parte de su amada, la tragedia se vuelca a la atemporalidad de aquellas madreselvas cuyas gotas de agua detenían el tiempo ante su mirar, al igual que puede hacerlo un beso de pasión; y como toda flor también muere y nacen otras en otro tiempo ante circunstancias diferentes, los testigos de su antiguo amor jamás serán iguales.

 

Volverán del amor en tus oídos

las palabras ardientes a sonar,

tu corazón de su profundo sueño

tal vez despertará.

 

Pero mudo y absorto y de rodillas

como se adora a Dios antes su altar,

como yo te he querido…; desengáñate,

¡así no te querrán!

 

 

Finalmente, ¿existirán ciertas palabras que social, cultural e individualmente puedan tocar las fibras más sensibles en las personas y que sean capaces de despertar el amor una y otra vez? ¿O es acaso que algunas palabras sólo le pertenecen a quien alguna vez se amó? Por eso, Bécquer acude a la comparación entre las palabras y las sensaciones. Cada palabra “ardiente” contiene una sensación diferente; si bien su significado es el mismo, ahí es cuando el sentido del amor se construyó de diferente manera. Jamás incluye si en el futuro a ella le querrán de una mejor o peor manera, simple y sencillamente no será igual.

 

El corazón, elegido por el ser humano como el órgano del amor, es lo que nos da vida, lo que pintaría la flor blanca en roja por medio de la pasión del Ruiseñor y la Rosa, misma que desborda emociones y sentimientos, y que de algún modo el corazón lo es todo. El enamorado creo eso también del amor, siente que es todo, y si el corazón contiene ese sentido para su vida, sabrá que como una llama a veces se enciende y otras veces se apaga.

 

No hay que olvidar lo aparente del primer sentido, ya que es en sí una construcción de un segundo y tercer sentido en las palabras: “¡así no… no te querrán!”; es a la vez un reclamo y un olvido del no olvido. Al mismo tiempo en que se expresa el enamorado aparentemente con un desprecio hacia su amada, el sentido expresa más que lo que se ve a simple vista. Esto es que él no la ha olvidado, y aún siente mucho por ella, y aún sabiendo con miedo que ella ame a otro, o que ese otro la ame a ella, su corazón y pensamientos se resguardan en lo que los dos construyeron juntos cuando aún se amaban.

 

Gustavo Adolfo Bécquer, un escritor español del Romanticismo que expresó emociones y sentimientos a través de formas simbólicas, representaciones metafóricas y analogías que construyeron un sentido completo en su manera de ver al amor. 

 


 Notas 

1. Signo Rema. Pertenece al Interpretante del signo triádico de C. S. Peirce. Este es un signo de posibilidad cualitativa; representa tal o cual clase de objeto posible. El rema de “perro” es significado por sus cualidades generales de ‘animal’, ‘mamífero’, ‘canino’, meras posibilidades. En el caso de las golondrinas se le asignan valores respecto a su comportamiento con su pareja, como ‘lealtad’, ‘fidelidad’, etcétera. 

 

Bibliografía. 

Jazmí, Florencio. El lenguaje de las flores. España: El cuerno de la abundancia, 2004. 

 



Síntesis curricular

 

Oscar Rubelio Ramos Gómez es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestro en Historia del Arte por la Universidad Nacional Autónoma de México. Obtuvo mención honorífica en sus dos exámenes de titulación y graduación respectivamente, y es candidato para la medalla Alfonso Caso al mérito académico por la UNAM. Es profesor de asignatura de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales en dicha Universidad y responsable del Seminario Semiótica del Amor. Sus líneas de investigación son: Semiótica del Amor, el Discurso Amoroso, Arte Popular y Cine. Es realizador de documentales y ficción de diferentes temáticas. Contacto: oscarrubelio@hotmail.com y rubelio@semioticadelamor.com.

Escáner Cultural nº: 
196

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