BIENVENIDOS AL PEQUEÑO TEATRO DE MORONDANGA / Entrevista al director uruguayo Roberto Suárez
BIENVENIDOS AL PEQUEÑO TEATRO DE MORONDANGA
Entrevista al director uruguayo Roberto Suárez
Por: Javiera Torres Bacigalupe
Pareciera que en todo el orden de las artes, las vanguardias creativas van detonando las líneas de avanzadas. Serían inspiradoras y referentes, para abrir paso a las nuevas conciencias. Hace siglos que el teatro va con esta seguidilla de delirio. Lo diferente conmueve y moviliza. Lo inesperado, la sorpresa, el hecho que nadie lo pensó antes, o que a nadie se le haya ocurrido que así se podían hacer las cosas, son fenómenos conocidos como generadores de innovación. De hecho, espontánea y naturalmente aflora la vanguardia.
Tal vez es muy temprano para saber qué pasará en el movimiento teatral a causa de la obra uruguaya Bienvenido a casa dirigida por Roberto Suárez. Hace apenas/ya año y medio que se estrenó en Montevideo. Después de una larga temporada -casi ininterrumpida- en la capital uruguaya, se ha presentado en Colombia, España, Argentina, y recientemente en Chile, en el Festival Santiago a Mil 2014.
Bienvenido a casa es una invitación sorprendentemente distinta a lo que el espectador está acostumbrado. La obra completa se ve en dos episodios, organizados en dos días. En la primera jornada, el espectador, desde las butacas –como corresponde- presencia una ficción: un grupo de suicidas co-inspira exterminarse colectivamente. En la segunda, se construye un verosímil que refiere un particular juego de realidad y de ficción a la vez. En una suerte de contra-butaca, el espectador resulta testigo y cómplice de la obra que traman los actores. Los arrebatos de crueldad y brutalidad adquieren la substancia de la realidad propuesta. Es una seducción extraña que este grupo creativo despliega al espectador, como si lo hubiese espiado desde antes y conociera sus miserias. No queda otra que después de ser bienvenido, salir por la puerta de atrás.
El teatro es hermoso cuando logra la abstracción colectiva. -Dice Roberto Suárez forjado a sí mismo en el teatro desde la infancia-. En ese momento, todos los que participamos de él, vivimos en un universo distinto que posee sus propias reglas. Esto nos eleva por un instante del individualismo. El teatro necesita de personas. Personas que crean en él. No solo como un entretenimiento o una forma de vida. También como un acto de rebelde creación ante la abrumadora realidad.
Suárez junto al Pequeño Teatro de Morondanga, ha conmovido y desconcertado al público rioplatense. Respecto de cómo trabaja con el elenco, sostiene que cada obra de teatro tiene su propia manera de ser abordada. Hay algunas cosas que se repiten pero según el caso con distintas formas.
Su experiencia como creador le ha permitido establecer ciertos cánones con los cuales encamina su proceso.
La creación no debe ser piramidal, ya sea ésta colectiva o no.Con esto se refiere a que no debiera existir esa jerarquía que suele darse en creaciones tradicionales: dramaturgo, director, elenco, técnicos y público.
En los primeros ensayos, -continúa Roberto- creo oportuno deshacer el bagaje de obras anteriores. A no ser que estemos profundizando en una idea. Trato de abrir todas las ventanas y puertas para la búsqueda, sin temor a las referencias o citas, luego hacer lo imposible para borrar las huellas y encontrar el estilo.
También intento no abordar ninguna escena directamente. En un principio voy a sus márgenes hasta que el espiral me lleve al centro.
Evito la improvisación, pues los actores olvidan rápidamente lo que han hecho. En cambio, opto por la improvisación preparada o con muchas pautas.
Trato de dejar fuera la anécdota, y así, dar paso al clima escénico.
Estimulo los secretos.
La prioridad es de la escena y del universo de la obra, no de un personaje.
Prescindo de la palabra personaje, o que el actor se involucre psicológicamente. Peleo el juego en presente.
Sé que tarde o temprano el actor debe apropiarse de la historia.
Bienvenido a casa es un teatro inédito. ¿Germen de una vanguardia?
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