EL ESPACIO, EL LÍMITE Y LA INSTAURACIÓN DE LUGARES

De la serie: Muros - fachadas - forjas - rejas / Gráfica Digital - Paisaje Urbano - Tulio Restrepo - 2012

Por Tulio Restrepo Echeverri.

e-mail: tulio.restrepo@une.net.co

A partir de la lectura del texto de Martin Heidegger, El Arte y el Espacio, encontramos un marco conceptual para seguir el curso de las observaciones sobre el arte, el espacio y el juego recíproco de ambos, delimitadas por el autor, al contexto de la artes figurativas y, dentro de ellas, a la plástica.[1]

Es importante señalar que el magistral texto de Heidegger, nace de su relación con el escultor de origen Vasco, Eduardo Chillida, a partir de los habituales encuentros entre escritores, pensadores y artistas organizados por la galería Erker, de St. Gallen en Suiza.[2]

El ensayo publicado originalmente en el otoño de 1969, puede catalogarse dentro del género de libro de artista, resultado de la colaboración entre el filósofo y el escultor. La edición original limitada a 150 ejemplares para bibliófilos incluía un disco con una grabación del texto leído por el propio Heidegger y un manuscrito original en litografía acompañado de siete lito-collages de Chillida.

La siguiente cita connota la relación entre el pensador y el artista generada a partir de un contrapunto entre la teoría y la práctica artística, un campo de expresión que indaga por la relación entre el hombre como sujeto existencial que se encuentra en correspondencia con el hábitat, el espacio urbano y la sociedad y por otro lado la razón de ser de lo escultórico planteado como respuesta plástica a la interacción entre el arte, el espacio y la presencia del ser del artista como hacedor de constructos.

  

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[…] “la idea del espacio como área vital, en relación directa con el hombre. La concepción de la escultura en el corpus del artista vasco revela justamente ese carácter de lo humano que habita todo límite, la capacidad de la obra plástica para engendrar espacios, para instaurar lugares; algo que Heidegger acierta a ver a través de un lenguaje filosófico, sembrado de preguntas.”[…][3]

Lo anterior reflexión nos conduce a explorar sobre los siguientes conceptos: “El carácter de lo humano que habita todo límite”;  “la capacidad de la obra plástica para engendrar espacios, para instaurar lugares”; y nos lleva de vuelta a las observaciones sobre el arte, el espacio y el juego recíproco de ambos, interacción que se plantea en Heidegger como una pregunta integral que formula de la siguiente manera: “El cuerpo plástico corporeiza algo. ¿Acaso corporeiza el espacio? ¿Se adueña la plástica del espacio? ¿Es la plástica una dominación del espacio? ¿Responde entonces la plástica a la conquista técnico-científica del espacio?”[4]

Cuando Heidegger afirma, […] ““en cuanto arte, la plástica se ve confrontada con el espacio artístico. El arte y la técnica científica consideran y elaboran el espacio con intenciones diversas y de diversa maneras”[…][5] nos induce a indagar sobre conceptos relacionados con la escultura como expresión polivalente, esto es, la confluencia entre la forma, el volumen y el espacio, como atributos plásticos sobre los cuales se intenta explorar para establecer referentes que conduzcan finalmente a la conceptualización, la producción y la materialización de obra plástica y/o visual.

Si el arte indaga por el carácter de lo humano que habita todo límite, la escultura actual como expresión polivalente intenta expandir y cuestionar el límite de la forma, del volumen y de la noción de espacio para engendrar e instaurar lugares; lo cual implica en palabras de Víctor Guedez: […] “darle forma a los volúmenes y a los espacios; concederle volumetría a las formas y a los espacios; y proporcionarle espacialidad a las formas y a los volúmenes.”[…][6]

 

  

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Este acto de “habitar todo límite” y de “engendrar espacios e instaurar lugares”, no sólo se expresa de manera formalista sino que especula por resultados experimentales y propuestas no-objetuales que apelan a […]”toda aquella gama de soluciones técnicas y de alternativas estéticas que rompen con las pautas convencionales, se escapan de estrechas rotulaciones y se marginan de cualquier tipo de prescripción resolutiva. En este contexto, las orientaciones, tendencias, géneros, temas y medios adquieren una completa redimensión al mezclar y diversificarse de una manera impredecible”[…][7]

La reflexión sobre el límite como multiplicidad de conceptos vinculados a las matemáticas, la física, la geografía, el territorio y de forma genérica a cualquier limitación, restricción, impedimento sea de índole legal, fiscal, social, etc.; como también desde la estética nos llevan a preguntarnos por el significado que conlleva “Habitar todo límite”, es decir, que cosa realmente significa un limite y por otro lado que lo habita, que reside en él, que lo ocupa, planteado como un signo, como un código o como una categoría inmaterial.

En términos plásticos, todo aquello que configura un espacio artístico, nos dirige a cuestionarnos sobre el significado que establecen las preguntas referidas por Heidegger; en cuanto al modo en que el espacio obra y atraviesa la obra de arte, o […] “El espacio dentro del cual la figura plástica se puede encontrar de antemano como un objeto presente, el espacio que encierra los volúmenes de la figura, el espacio que subsiste como vacío entre los volúmenes”,[…][8] que anticipa o nos aproxima con toda su incertidumbre al reconocimiento de la noción de límite y su relación con el espacio.

 

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A sí mismo, “engendrar espacios e instaurar lugares”, se corresponde con un ejercicio proyectual y conceptual encaminado a experimentar con las posibilidades que los medios análogos y digitales nos posibilitan; todo ello encaminado a encontrar y especular sobre soluciones plástico visuales que indaguen sobre la forma, sobre el volumen, sobre el espacio y su significado; que puede ser expresado en términos de, dar lugar a, literalmente, provocar o ser causa de que algo suceda; o de ser o estar, en lugar de, en sustitución de algo, imagen de un vestigio, residuo, ruina; o estar, fuera de lugar, posición que no es adecuada o conveniente, por aquello de constituir un espacio susceptible de ser borrado de la memoria y reemplazado por otra novedad arquitectónica; o un lugar a dudas, un micro escenario sobre el cual puede superponerse, como telón de fondo, el teatro urbano del devenir citadino, con sus pasiones, encuentros y desencuentros cotidianos; o connotarse como un, lugar común, expresión trivial para un espacio aparentemente sin valor, usado, de dominio público, transitorio, anodino, que no es propio; o, tener lugar, sitio de contacto, social, propio de sucesos en determinado tiempo o espacio.”[9]

Encontramos en la siguiente cita que introduce el texto de Heidegger un campo de relaciones que nos llevarán a pensar y realizar observaciones sobre el arte, el espacio y el juego recíproco de ambos, para encontrar conexiones, vínculos y manifestaciones en cuanto a que: “Las figuras plásticas son cuerpos. Su masa, compuesta de diferentes materiales, está configurada de múltiples maneras. La configuración acontece en la delimitación, entendida como inclusión y exclusión respecto a un límite. Aquí es donde entra en juego el espacio. El espacio es ocupado por la figura plástica y queda moldeado como volumen cerrado, perforado y vacío. Cosa bien sabida y, sin embargo enigmática.”[10]

De lo anterior podemos deducir realizando una paráfrasis que la casa, el hábitat, como cuerpo habitado es una figura plástica que se encuentra configurada de múltiples maneras por los estilos arquitectónicos universales; propios de la reflexión y la dialéctica en el uso de la forma, las técnicas, los materiales, el período histórico y la región geográfica en el que surgen, y por los aspectos del contexto cultural en el cual acontecen.

    

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La casa, el habitáculo, el espacio que lo habita y lo circunda se nos presenta como un objeto semántico sobre el cual especular y realizar observaciones, preguntas, registros de transformaciones temporales, recolección y acumulación de fuentes que arrojen evidencias, indicios y vestigios; para responder al significado de la siguiente expresión: “la configuración acontece en la delimitación”,[11] como un juego entre la inclusión y la exclusión siempre buscando otorgarle un sentido particular, expresivo, a la noción de límite.

El límite entonces es ocupado, entre otros, por la figura plástica, del muro, el piso, la pared, el techo, la puerta, la ventana, que moldean el espacio y lo configuran como volumen cerrado, perforado y vacío, como frontera o forma divisoria; o por elementos que cumplen funciones de relación entre espacios arquitectónicos, con espacios urbanos o con la naturaleza, como las escaleras, las ventanas y las puertas.

El límite puede ser algo fugaz en cuanto a que la forma divisoria, no necesariamente tiene que depender estructuralmente de algo tangible, puesto que fenómenos y elementos de la naturaleza pueden delimitar y resignificar la manera tradicional en que el espacio arquitectónico es propuesto como linde o término de algo habitado.

Si la especulación proyectual sobre el espacio deviene en configuración arquitectónica, la pregunta que nos antecede nos lleva a reflexionar sobre situaciones presentes en las dinámicas de la actividad urbanística actual.

  

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El arquitecto de la Escuela de Chicago, Louis Sullivan define la tendencia del funcionalismo como corriente de la arquitectura moderna a partir del lema: “La forma sigue a la función”; para lo cual el proyectista debe necesariamente concebir

una obra arquitectónica basada en su función o finalidad, atendiendo las necesidades generales de la sociedad, esto es, el objeto a ser construido debe orientarse en términos de la utilización, delimitación y distribución del espacio racionalizado a partir de parámetros útiles como la solidez, el tamaño, la masa, la plasticidad, la comodidad del usuario.

En nuestras ciudades, si bien las teorías funcionalistas de la arquitectura hacen de la estricta adaptación de la forma a la finalidad en el diseño, persiguiendo un optimización y funcionalidad del espacio; se han mal interpretado al asociarlas a la producción e instalación de formas prefabricadas, baratas y comerciales de ocupar y cubrir un espacio, formalizando edificios de unidades residenciales instalados de manera urgente y reproducidos como un virus en el paisaje citadino.

Lo anterior determina de alguna manera una arremetida contra los bienes públicos e históricos del patrimonio inmueble local por aquello de que los arquitectos funcionalistas consideran a los ornamentos como objetos que no tienen o cumplen ninguna función.

Esta pérdida progresiva de valiosas piezas arquitectónicas así como de los elementos arquitectónicos desplazados, mutilados, ausentes o disfuncionales, entre ellos las partes utilitarias y ornamentales de una obra arquitectónica crean un vació simbólico ante la intromisión inesperada de obras de mal gusto con explícito carácter comercial.

  

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A sí mismo, nos lleva a reafirmar lo que Manuel Delgado explícitamente señala en su texto y capítulo sucesivamente: Sociedades Movedizas, De la ciudad concebida a la ciudad practicada: “Los arquitectos urbanistas trabajan a partir de la pretensión de que determinan el sentido de la ciudad a través de dispositivos que quieren dotar de coherencia a conjuntos espaciales altamente complejos. La labor del proyectista es la trabajar a partir de un espacio esencialmente representado, o más bien, concebido, que se opone a las otras formas de espacialidad que caracterizan la practica de la urbanidad como forma de vida: espacio percibido, practicado, vivido, usado... Su pretensión: mutar lo oscuro por algo más claro. Su obsesión: la legibilidad. Su lógica: la de una ideología que se quiere encarnar, que aspira a convertirse en operacionalmente eficiente y lograr el milagro de una inteligibilidad absoluta.”[12]

  

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BIBLIOGRAFÍA.

OLIVARES  y ASOCIADOS. Revista, EXIT. Imagen y Cultura. Brizzolis. MadridEspaña. Noviembre 2006 / Enero 2007.180p.

DELGADO, RUIZ. Manuel. Sociedades Movedizas. Editorial Anagarma, S.A. 2007.Barcelona. 275p.

Revista Co-herencia Vol 7, Nº 13 Julio – Diciembre 2010, pp. 305-307.Medellín, Colombia.

GUEDEZ, Víctor. Aproximación y comprensión del arte contemporáneo. Fundación Polar. Venezuela.

HEIDEGGER, Martin. El arte y el espacio. Herder Editorial. Barcelona, 2009.48p.

CIBER BIBLIOGRAFÍA.

http://www.myswitzerland.com/en/infra_anlagendetail.cfm?rkey=716&instance=50305&art=Museum

http://www.masdearte.com/index.php?view=article&catid=61&id=10790&option=com_content&Itemid=10