DECLARACION TRAFKINTU KURAREWE RESPECTO DE PRIVATIZACIÓN DE ESPECIES NATIVAS Y TRADICIONALES
DECLARACION TRAFKINTU KURAREWE TIEMPO RIMÜ 2017
EL SABADO 06 DE MAYO DE 2017 EN LA RUKA DE LA COMUNIDAD WALÜNG DE KURAREWE, SE REUNIERON ALREDEDOR DE CIENTO CINCUENTA PERSONAS DE DISTINTAS COMUNIDADES MAPUCHE Y ORGANIZACIONES CAMPESINAS DEL TERRITORIO DE WALL MAPU; EN ESTE ENCUENTRO SE CONVERSO Y DECLARO LO SIGUIENTE,
RESPECTO DE LOS PROCESOS DE PRIVATIZACIÓN DE ESPECIES NATIVAS Y TRADICIONALES
Ya han pasado algunos años desde que en mayo de 2011 se aprobara nuestra adhesión al convenio más actual de la UPOV, su versión 91, y aunque se decía que no significaría grandes cambios para nuestras semillas tradicionales, lo que vemos es una loca y desenfrenada carrera de las instituciones en convenio con privados por privatizar nuestro alimento tradicional, si bien es cierto todo comenzó con la Kinwa y su primer derecho de obtentor el año 2001 (Considerada hoy 2017 como de dominio público) a la empresa Von Baer (que no es más que una patente que permite descubrir, no exige inventar, por lo tanto es más grave e injusta), ¿Quién sabe de verdad si fue “creada”? y no descubierta en los campos de nuestros hermanos que lucharon por mantenerla como alimento a pesar de las amenazas y burlas por consumirla, sin embargo hoy es reconocida como el alimento del futuro, como producto gourmet, dándole la razón a nuestros ancianos, sin embargo en vez de devolvérnosla como alguna vez nos la quitaron, el Estado con INIA siguen en sus afanes privatizadores.
Luego vino la privatización de variedades de murtilla de la mano del INIA (www.elmerc.com/Campo/Noticias/2014/04/02/Murtilla), con recursos públicos, para terminar en un bien privado, que solo le sirve en la actualidad a grandes empresarios, sin embargo en el estudio de su diversidad se nos hizo parte, fuimos los donantes e informantes, y cuando se escogieron las dos variedades fuimos completamente eliminados de cualquier participación y tipo de beneficio, por un alimento que hemos recolectado por siglos, nuevamente estamos ante un “descubrimiento”, porque si no ha sido vendida o no está en publicaciones oficiales “para el mundo no existe”, aunque nuestros abuelos las hayan consumido, cuidado y estudiado con su gran sabiduría, para este sistema sencillamente no existe, y se vuelve a repetir el descubrimiento de América, como si no hubiese habido acá centenares de culturas avanzadas antes de la llegada de los españoles. Esta forma de comprender la vida a estas alturas nos parece retrógrada.
Seguimos luego con el caso del maqui, una especie sagrada para nuestra cultura, base de nuestra alimentación ancestral, hoy con tres solicitudes de derecho de obtentor de la Universidad de Talca (http://www.utalca.cl/link.cgi/SalaPrensa/Investigacion/10201), hablan de clones cuando en términos sencillos no son más que estacas sacadas de maquis que cumplen con los requerimientos del mercado, hablan de hacer sustentable su manejo, cuando a la hora de sacar miles de ellos para poner pinos y eucaliptus no existe ningún cuestionamiento. Nuestra gran pregunta es ¿porque estos procesos nunca terminan en un beneficio real para nosotros sus verdades dueños?, ¿si se usan recursos públicos, por qué no se busca el beneficio colectivo?.
Hoy es nuestro tradicional poroto manteca el que con todas las ventajas productivas que presenta, por tener supuestamente un virus, pasa a ser “mejorado” por especialistas del INIA, con millonarios recursos públicos, lo cual sin duda alguna terminará en la variedad “manteca INIA” y tendrá que ser comprada, y tendrá derecho de obtentor por 15 o tal vez 20 años, por sencillamente hacer selección, técnica que usamos ancestralmente.
Por otra parte son diversas las instituciones públicas y privadas que llegan a nuestros territorios para invitarnos a formar parte de estos procesos, sin embargo como pueblo reconocemos que estos llamados recursos fitogenéticos son de mejora y propiedad colectiva, pero por otra parte también encontramos absolutamente injusto que otros lucren y obtengan beneficios con nuestras plantas.
A pesar de reconocerse a nivel internacional la pérdida de nuestras semillas, se nos intenta convencer de que guardadas en refrigeradores, el problema parece solucionarse, y que en caso de catástrofe podremos asegurar nuestra alimentación, pero ya nos parece una catástrofe que más del 75% de nuestras semillas tradicionales hayan desaparecido en las últimas décadas y que sean millones las personas que aún mueren de hambre en el mundo, la semilla debe volver a los campos a las manos de aquellos que las hemos mantenido vivas, por lo demás muchos investigadores han reconocido que estos sistemas no brindan las garantías que prometen (http://www.fao.org/docrep/013/i1500e/Uruguay.pdf)
Sabemos también que la otra estrategia es patentar principios activos encontrados en los vegetales como el caso de los antioxidantes de maqui en la Universidad de Santiago y vemos como la competencia por patentes entre casas de estudio públicas está declarada (http://www.vridei.usach.cl/universidad-de- santiago-se-consolida-como-la-instituci%C3%B3n-p%C3%BAblica-que-m%C3%A1s-patenta), mientras nosotros de protagonistas en el cuidado y conocimiento de nuestro lawen pasamos a ser unos testigos ignorados.
En consideración a lo anteriormente expuesto exigimos lo siguiente:
1. Que el conocimiento tradicional sea un argumento legalmente válido a la hora de determinar si una especie es nueva o no, evitando que se sigan descubriendo variedades que históricamente han estado en nuestro territorio y en nuestras mesas.
2. Que se dejen de destinar recursos públicos que fomenten las patentes y derechos de obtentor, se supone que una de las bases de las patentes era que el inventor recuperase los recursos invertidos en su investigación previa que le llevaron a la invención, en estos casos no hay inversión, hay subvención, por lo tanto inversión de recursos públicos, que finalmente se destinan para el beneficio de unos pocos.
3. Exigimos que el llamado Protocolo de Nagoya sea consultado de forma participativa, ya que supuestamente trataba sobre la distribución equitativa de beneficios con las comunidades como en los casos anteriores, pero que en ninguno de sus artículos las reconoce como tales, solo lo hace en su presentación. Por otra parte todos los derechos de las comunidades locales dependen de la legislación nacional, que en nuestro país es inexistente (en lo que respecta a reconocer la propiedad y derecho de las comunidades indígenas sobre su conocimiento tradicional y los llamados recursos fitogenéticos), por lo cual no nos brinda absolutamente ninguna garantía. Finalmente sabemos que terminará siendo de beneficio solo para instituciones públicas o privadas que seguirán lucrando con nuestro conocimiento tradicional y nuestras semillas.
4. Que de una vez por todas se comience a trabajar una línea de protección sui generis, eslogan tan usado y publicitado por diversos especialistas pero que en nuestro país ni siquiera comienza a discutirse. Es urgente que se reconozca la propiedad colectiva de los pueblos sobre sus recursos fitogenéticos y conocimiento tradicional y de querer sacarse beneficio de los tales, existan acuerdos aceptados por ambas partes que por sobre todo resguarden nuestro medio ambiente y cultura, y que de generar beneficios económicos, estos también alcancen a las comunidades que han resguardado y mantenido los llamados por ustedes “recursos”.
5. Que nuestros programas de gobierno promuevan el reconocimiento y rescate de nuestras semillas tradicionales y dejen de ser los principales compradores y promotores de semillas comerciales, caras, que no dan buena semilla, privadas, asociadas al uso de agroquímicos contaminantes, que no se adaptan a nuestro territorio y que por lo demás han sido las que han reemplazado a nuestras semillas ancestrales que continúan extinguiéndose.
6. Considerando que son nuestras semillas, las que por décadas distintas instituciones han recolectado y guardado en los refrigeradores de sus llamados “bancos de germoplasma ex situ”, y asumiendo que muchas de las semillas que hoy no están en nuestros campos se encuentran ahí, dormidas, perdidas e inaccesibles para nosotros que fuimos sus custodios por siglos. Exigimos que dichos bancos se abran a las comunidades como siempre debió ser, es ilógico pensar que las semillas se recuperarán fuera de los campos y lejos de las manos que por siglos les dieron vida, no comprendemos tanto secretismo al respecto. ¿Por qué existe tanto temor de que la semilla vuelva a los campos?.
7. Que el trafkintu sean reconocidos como un patrimonio cultural de los pueblos indígenas, considerando su importancia en la transmisión oral del conocimiento ancestral, la activación de las economías locales (no basadas solo en dinero), la práctica de la soberanía alimentaria y en el resguardo y mantención de la biodiversidad que hoy se encuentra amenazada.
8. Queremos tener acceso a la información que instituciones de gobierno como INIA y varias universidades han levantado en nuestros territorios, debiese ser una exigencia de los proyectos que involucren recursos obtenidos en territorios de comunidades, el tener que mantener a las comunidades informadas y hacerlas parte de sus resultados y beneficios. Tenemos el derecho de formar parte de las decisiones que involucren cualquier aspecto de nuestras vidas. De hecho muchos de estos proyectos debiesen ir a consulta indígena según el art, N° 6 de la OIT., ya que sin dudas están afectando nuestros territorios y realidades.
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