MURALISMO Y SUS VARIACIONES: MUROS QUE MIRAN EL MAR
Arte Mural y sus variaciones:
Muros que Miran el Mar
“Lo público” del Arte Público
Calificamos como arte público a aquél que se emplaza en espacios que no fueron creados expresamente para exponer arte, en espacios que se adecúan para cumplir una función expositora que originalmente les era ajena. Asimismo, en varios casos, el soporten en el cual se insertan las obras que se califican como arte público corresponde a uno que tampoco es propiamente artístico, tales como laderas de cerros, muros de roca, azoteas de edificios…etc. Del mismo modo que con el factor espacial, el arte público modifica este soporte “no artístico” para su utilización como sustento de una obra de arte.
Otra característica del arte público es que la obra debe situarse de manera tal que pueda ser perfectamente percibida por toda la comunidad local que es propietaria o usuaria del espacio donde la obra se inserta. Es decir, que el posicionamiento tanto espacial como social de la obra no involucre mayor restricción ni obstáculo para su calmada observación y para su consiguiente goce estético. Así, por ejemplo, las esculturas del Parque de las Esculturas de la comuna de Providencia en Santiago de Chile, son arte público pues para apreciarlas cercanamente no se requiere pagar entrada alguna, tan solo cumplir con el horario de apertura del parque, horario que por de lo más es bastante extenso. Otro ejemplo son los murales de Diego Rivera realizados en el edificio de la Secretaría de Educación Pública (SEP), institución ubicada en el centro histórico de la Ciudad de México. Estos murales no se aprecian sino una vez entrando al magnificente edificio de la SEP y recorriendo sus pasillos exteriores. Sin embargo, para proceder a contemplarlos tan solo hay que registrarse en la puerta del la SEP con los oficiales de turno, pasar el equipaje que uno traiga por una revisión…y entrar.
A través de estos ejemplos, vemos que lo que tiene “de público” el tipo de arte que calificamos como público (valga la redundancia), puede presentar matices y variaciones que no lo hacen perder su calidad de tal. No obstante, en todos los casos, el arte público debe procurar ser apreciable por todo observador sin grandes limitantes de tipo económico ni social, sin perjuicio de las limitantes horarias y geográficas que en cada caso puedan existir. Como otro rasgo propio de este tipo de manifestaciones y debido a sus dimensiones y a la naturaleza ya descrita del espacio y del soporte que ocupan, las obras de arte público son públicas en cuanto a su situación legal: no son bienes comerciables ni susceptibles de propiedad privada. Pertenecen a la comunidad toda, que reside en el sector donde se insertan, al menos en la gran mayoría de los casos (salvaguardando las posibles excepciones que confirman la regla, por supuesto).
“Lo público” en el Muralismo
Dentro del arte público, encontramos al muralismo…en los casos en que este es público. Esta distinción es importante de hacer, porque, aunque lo más común es que el muralismo sea público, lo cierto es que estas obras visuales de gran formato que ocupan como soporte muros de una obra arquitectónica, sí pueden ser solicitadas por comisarios privados para ser realizadas dentro de residencias particulares. Se puede hablar entonces, de muralismo público y de muralismo privado, según sea de propiedad pública o privada, la obra arquitectónica donde se plasma la obra de arte mural.
El arte muralista de carácter público, encuentra su antecedente más remoto en las pinturas rupestres, aquellas realizadas en tiempos ancestrales sobre superficies rocosas. Muchas obras exponentes de pinturas de este género constituyen verdaderos “murales rupestres”, en cuanto la composición de las mismas es de una complejidad y de unas dimensiones que la hacen equivalente a lo que conocemos como arte muralista en la actualidad. Desde los ancestrales tiempos de ejecución de estos murales de arte rupestre, las composiciones muralistas han sido pensadas para ser impregnadas en muros y en grandes dimensiones. La figuración y el contorno de los elementos de la obra se diseñan en gran formato, de manera que la figuración plasmada en la obra mural se adecúe tanto estilística como temáticamente al tamaño del muro e incluso la ubicación del mismo. Es por esto que los resultados son armónicos con el contexto arquitectónico y/o físico en el cual se realiza el mural y a su vez son fácilmente apreciables por el espectador común, desde varios ángulos de observación.
Desde el punto de vista de su contenido, el significado general de los murales públicos (es decir, su tema de base) debe ser también de fácil comprensión para el espectador común. Esto, porque al ser planeados en relación con su soporte (muro) y con su espacio de ubicación (entorno público), la temática de los murales públicos se planea para ser aprehendida por todos los observadores que frecuentan dichos espacios de exposición, que son a su vez públicos, heterogéneos e inclusivos. De este punto de vista, un mural público cuyo contenido es críptico (es decir, de difícil comprensión) no está cumpliendo con su carácter de tal a cabalidad, porque aunque está siendo público en su soporte y en su ubicación, no lo está siendo en su contenido y en su relación con el espectador ante el cual intencionalmente se expone. Interesantemente, esto rara vez ocurre, debido a que al planear una obra mural, el artista muralista relaciona todos los elementos y factores que interactuarán en su obra. De hecho, en esto consiste básicamente la específica maestría de los maestros muralistas: en procurar integrar armónicamente en una misma creación la materialidad y dimensiones del soporte de la obra (muro), los materiales de ejecución pictórica, el entorno natural y social donde la obra quedará emplazada y el contenido temático de la misma.
Entre muros y entre estéticas: Muros que Miran el Mar
En la ciudad de Viña del Mar, desde mediados del año 2011, se encuentra terminado un proyecto muralista denominado “Muros que Miran el Mar”. Detallada información e imágenes de este proyecto están disponibles en el sitio web del mismo: http://www.murosquemiranalmar.org/. Quienes visitan, viven o vivíamos en la V Región pueden ir a contemplar en directo estas pinturas en mural, cuya realización fue iniciativa del poeta y abogado Gonzalo Villar y de la galerista Miryam Parra, directora de galería de arte Casa Verde, ubicada en el sector de Recreo. Los muros fueron pintados por el artista muralista Claudio Francia, asistido por alumnos de la escuela de muralismo de la cual Claudio Francia es maestro.
¿En qué consisten estas obras murales? Son reproducciones de obras en mediano formato de artistas chilenos contemporáneos que Galería Casa Verde comercializa. Las reproducciones son de obras de artistas chilenos buenos y de reconocido prestigio, de la talla de Benjamín Lira, Gonzalo Cienfuegos y Guillermo Núñez, entre varios otros. Por consiguiente, cada una de las composiciones visuales que conforman "Muros que Miran el Mar" fue creada en un espacio distinto a Recreo, en diversos sitios y contextos, pues una obra de mediano formato se compone pensando en convertirse en un bien artístico de carácter mueble y comercial, esto es, susceptible de transporte y de comercialización y por esto no conectado con un espacio arquitectónico y con un entorno urbano determinado. Desde este punto de vista, estas reproducciones murales de "Muros que Miran al Mar" son murales en cuanto "se pintaron en muros", pero ¿son murales en cuanto a su clasificación artística? Me parece que están en un limbo de indefinición, pues en estricto rigor son reproducciones de pinturas de mediano formato, hechas sobre muros. Composicionalmente, no fueron pensadas ni diseñadas para plasmarse en esos particulares muros ni en muros de ninguna índole, como sí sucede con el estilo de arte muralista tal cual como lo conocemos a través de la mayoría de sus exponentes.
En el arte, así como en todas las áreas del conocimiento, es bueno experimentar, hacer cosas nuevas y salirse de las clasificaciones convencionales. De alguna manera, este proyecto “muralista pero no muralista”, es eso; una experimentación. Es muralismo porque es pintura sobre mural, pero no es muralismo considerando su proceso creativo porque las composiciones visuales que lo componen no se pensaron para ser murales sino para pintura sobre lienzo. Por otro lado, sí se puede decir que esta manifestación estética es pública, pero no puede calificarse como “arte público” puesto que, como expresamente reconocen sus realizadores, estos murales son reproducciones, no creaciones artísticas. Por esto, no se les puede calificar como arte pues dicho calificativo se reserva para creaciones ya sea cien por ciento originales o bien para sean reinterpretaciones creativas de otras obras, no siendo las obras que componen "Muros que Miran el Mar" ninguno de estos dos casos. Podríamos decir que "Muros que Miran el Mar" es entonces, una manifestación estética pública con características muralistas. Es, en otras palabras más precisas; es un híbrido; sin que esto constituya un defecto ni una virtud, sino una mera característica.
"Muros que Miran el Mar": la dificultad de “reformatear” el arte
El resultado plástico de esta experimentación no me es del todo gratificante. Y es que no es llegar y trasladar una composición artístico-visual de formato y de contexto sin analizar, imagen por imagen, si realmente corresponde a un traslado adecuado y si el resultado final será una reinterpretación que ensalzará y aportará una nueva perspectiva a la creación original. No digo que los realizadores de este proyecto no hayan tomado esta previsión (eso no lo sé) pero sí planteo que estéticamente varias obras de esta serie no concluyeron en obras murales de calidad sino en meras “copias en muros”; en composiciones visuales que una vez plasmadas en los muros perdieron valor estético y accesibilidad temática para el espectador, en vez de ganarla o al menos conservarla. Una problemática análoga a esta, la cual es probablemente más familiar para el lector y que por ende puede ser útil para hacer más compresible esta idea, es la de los libros que se “hacen” películas. No todas las novelas son susceptibles de representarse cinematográficamente e incluso cuando se decide hacerlo, no es una transferencia fácil y por ello no es siempre exitosa. No obstante, en los casos es que dicho traslado de formato funciona bien, constituye un gran acierto. Esta misma dificultad se presenta en la serie de obras “Muros que Miran el Mar”, pero con respecto a la traslación de una obra de pintura de caballete a una pintura mural, claro.
Por respeto a sus realizadores, en el presente artículo solo menciono y pongo imágenes de las obras de la serie "Muros que Miran el Mar" cuyo traslado de formato “de caballete” a formato mural sí me pareció asertivo. El mural "Gato Gurba", reproducción de la obra del artista Francisco Núñez y el mural "Iguana", reproducción de la obra de Klaudio Vidal (cuyas imágenes ya están en este artículo) fueron por mucho las que más me convencieron. Estas composiciones visuales no se “pierden” en el muro y el aumento de dimensión les viene bien. Se ven claramente desde cualquier ángulo, incluso desde una considerable distancia. Quizás "Iguana" se ve un poco descontextualizada en el contexto viñamarino, pero está simpática y muy original de todos modos.
Las demás obras de esta serie, la verdad, no me gustaron mucho. Parecen “pinturas agrandadas” en un soporte para el cual no fueron pensadas. Tampoco veo que la mayoría de ellas se relacionen estilística, cromática ni temáticamente con el entorno natural, urbano y humano en el cual se insertan, siendo esto último tan crucial en el análisis de estas obras como su apariencia estética. De la serie “Muros que Miran el Mar” el único de caso de originalidad sería el mural de Claudio Francia, el cual es de su propia autoría y creado para ser pintado en el muro mismo donde se expone.
Prefiero los murales hechos “para ser murales”: cuyo tema, composición visual y organización cromática está en relación con el contexto arquitectónico y urbano dentro del cual se les da vida. Prefiero que las pinturas murales destaquen el potencial creativo de sus artistas muralistas ejecutores; de quienes realmente los pintaron, en vez de que sean tributo (o más bien, publicidad) para artistas y para obras que poco o nada tuvieron que ver con el lugar donde estos muros están y que, por lo demás, ya gozan de fama y de renombre de sobra. Prefiero, por último, pensar que así como en el Museo Cielo Abierto de Valparaíso y en el Museo a Cielo Abierto de San Miguel, los artistas de la zona de Recreo sí gozan de la creatividad suficiente como para crear ellos mismos su propia propuesta de muralismo, aunque esta vez no hayan querido (¿o no hayan podido?) llevarla a cabo. Ojalá en el futuro lo hagan.
Me gustaría saber cuál es la opinión que de esta serie de murales tienen los demás espectadores. La ubicación exacta de las obras está indicada en el sitio web respectivo: http://www.murosquemiranalmar.org/. Quienes no puedan (todavía) confrontar directamente los "Muros que Miran el Mar", pueden apreciar la referencia visual de esta serie de trabajos en el respectivo sitio web. Cuando lo hayan hecho, si quieren me comentan qué perciben, sienten o piensan de estas obras, ya sea bajo este mismo artículo, o bien directamente a mi correo electrónico.
Ximena Jordán
Master in Art Curatorship, Melbourne University
Licenciada en Estética PUC
Imágenes: Ignacio Bahna (www.ignaciobahna.cl), Marco González Valdéz a través de Víctor Bravari, Ximena Jordán. Dos imágenes del sitio web http://www.murosquemiranalmar.org/.
Referencias: http://www.murosquemiranalmar.org/
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http://revista.escaner.cl/node/5423 y http://revista.escaner.cl/node/1193
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