MARCELA DEL SOL, ESCRITORA DEL BEST SELLER CALEIDOSCOPIO
MARCELA DEL SOL, ESCRITORA DEL BEST SELLER CALEIDOSCOPIO.
No me traten de instigar a creer que para ser buena mujer, mi sexualidad debe ser escondida.
Por Daniel Zegers
¿Cómo era tu relación con la escritura antes de Caleidoscopio?
Antes de Caleidoscopio, mi relación entera con el mundo era una de segundo plano: más silenciosa y sin protagonismo. Escribía para otra gente; era un ejercicio más bien estructurado, con pautas y tiempos pre-establecidos lo cual se manifestaba de manera puntual, mucho más inflexible en términos de creatividad y expresión. Frustrante, además, de cierta manera. Sin embargo, estoy profundamente agradecida por la experiencia.
¿Cambió tu manera de escribir luego de despertar del accidente con un TID?
TID impactó en la manera en que empecé a vislumbrarlo todo. Tener un equipo interior me instauró con el desapego a vivir sometida a patrones sociales determinaos por otros, que no tienen cabida en el contexto de la realidad actual. Vivo con más atrevimiento a seguir mis pasiones, a dejar que se escucharan mis voces primero desde la seguridad de detrás de las puertas cerradas y, gradualmente, en maneras públicas valientes, un tanto ambiciosas en lo que respecta al entendimiento social que creí existente; acerca de diferencias humanas. Me deshice de lo establecido y me permití rugir.
En Australia eres una gran y reconocida activista por los derechos de las mujeres y personas que viven con TID, ¿cómo enfrentas este aspecto de tu quehacer?
Y de los niños, especialmente sobrevivientes de trauma!
Lo enfrento con mucha valentía y consecuencia. Creo que tener TID ha sido un aliado de mucha fuerza, de tremendo útero (por no decir bolas, esas duelen con un rodillazo) y soy tremendamente agradecida por haber encontrado gente y espacios que me han permitido aportar mi grano de arena, sembrar mis semillas y entregar herramientas que impacten el centro del ser, donde todo se origina y se desarrolla.
El prólogo y reseña del libro son escrita por artistas que promueven el feminismo, la disidencia sexual y la publicación de mujeres escritoras, ¿Cuál es tu vinculación con estos activismos que has sumado a la publicación de tu libro en Chile?
Mi discurso y lucha por respeto, reconocimiento, acceso y levantamiento de oportunidades reales, e igualitarias, vienen desde que muy pequeña. Me vi desarraigada de la realidad que vivía a diario, por ejemplo, provengo de una familia con mucha misoginia aún enraizada, pero a la vez donde la mujer ha sido sostén en casi todos los aspectos: una especie de mujer empoderada y fuerte, pero siempre con la contradicción de estar subyugada al temor de la presencia masculina, desafortunadamente. Una mujer sujeta al poder del hombre, pero consciente de la necesidad de reparar esta anomalía.
Crecí pensando en que era una situación inverosímil, cuestioné el comportamiento y el servilismo de mis pares en el colegio, por ejemplo. Sobre todo en mis bastantes años en un colegio de mujeres, regido por monjas alemanas, donde la misoginia se palpaba suprema y trans-generacionalmente.
Soy madre de dos hijos, una niña y un niño. Quiero un mundo de respeto para ellos, quiero que abracen sus identidades sin sentirse menoscabados por hacerlo, quiero que accedan a las mismas oportunidades por mérito y derecho, no por la posesión o la carencia de un falo entre las piernas.
También llevo mi experiencia de vida y contribuyo en la intervención humana en niñas que han sido, de variadas formas, vulneradas, para poder sembrar en ellas un puente entre el pensamiento para el que han sido instruidas y las tremendas capacidades reales que poseen. Confío fuertemente que las niñas heridas hoy, mañana serán mujeres fuertes, poderosas y aún más valientes.
Podríamos comprender, entonces, que además de trabajar un activismo por los derechos legales de la mujeres, instalas un empoderamiento sexual de género. ¿Qué es lo que persigues al establecer la importancia de esta autonomía sexual?
Un mundo donde esta pregunta no sea necesaria. Donde el mundo no sea de la mujer en el futuro, sino donde se reconozca que la mujer ya es, y siempre ha sido, el sostén de toda sociedad. La vida sucede a través del sexo, el sexo no es pernicioso ni funesto, pero las actitudes sociales con respecto a él, lo son.
El absolutismo debe ser abolido y los conceptos, revisitados. No debería ser aceptable el cuestionar si una mujer es “buena” si muestra su cuerpo y si abraza su expresión sexual. Estamos viviendo bajo sistemas de creencia retrógrados, se nos empuja fuera de los márgenes de lo “admisible” porque simplemente queremos estar donde pertenecemos: dentro de los mismos derechos a los cuales los hombres están sujetos. Se nos proveen responsabilidades y no derechos y esperan que podamos cruzar cuerdas flojas sin problemas.
Luego tenemos el mal entendimiento de que la sexualización es objetificación, lo cual es irrisorio. Ese es un punto crucial. Un hombre sexual no es visto como objeto, pero lo contrario sucede con nosotras; implícitamente se nos declara secundaria; servil al deseo del hombre, consecuentemente se nos denomina “objetos”, cercenado así nuestro derecho a abrazar nuestro sexo, se nos reprime sutilmente, la misoginia se infiltra de maneras tan tácitas que ni siquiera nos despierta inquietudes. ¿Por qué? Porque no se nos permite ejecutar, ni abiertamente admitir nuestros deseos carnales, esta es una diferencia básica, obtusa y contraproducente con el progreso de cualquier sociedad, limitando así las expectativas de desarrollo transversal, con un sinnúmero de impactos negativos: depresión, ciertos tipos de analfabetismo (especialmente financieros), perpetuación de comportamientos, etc.
Mi sexualidad me pertenece, de la manera en que yo decida controlarla, sin atisbos patriarcales ni moralismos innecesarios e imprácticos. No me traten de instigar a creer que para ser “buena mujer”, mi sexualidad debe ser escondida. Por favor!
Soy mujer, tengo deseos y un cuerpo que son míos. No quiero ser igual a un hombre porque sería caer en la reiteración incoherente de pensarlos mejores, no de manera plausible, sino automática. Tengo los mismos derechos que él, sí. Pero amo ser mujer, desnuda, vestida, masturbándome o no.
¿Cuáles son tus referentes literarios mundiales?
Más allá de sus obras, es la historia detrás de estas las que me ven inclinada a recorrer páginas de Virginia Woolf, Anais Nin, Frida Kahlo.
¿Qué rescatas de la tradición literaria chilena?
La perseverancia. Me llena de satisfacción ver escritores continuando grandes trayectorias, otros recién incursionando, otros expandiendo sus directrices pero todos con gran vigor. Me gustaría ver más amplitud en temáticas no solo expuestas, sino promovidas transversalmente. Me gustaría ver mas verdad desnuda y sin temores de ser soslayadas por su “irreverencia” o “mal gusto”. Ojala pudiésemos deshacernos de los arquetipos y de la tradición que hacen nada, sino esclavizarnos a lo que siempre ha sido.
También sueño con protagonismo literario, artístico en general, para/con mi género. Que se traspase esa invisible delimitación que establece, silenciosamente, que las mujeres escribimos “bonito” y los hombres “inteligentemente”. Mensajes ocultos, como este, encuentras en las listas de lecturas en las aulas, campañas de marketing, temáticas en demanda no solo por su naturaleza, sino por el spotlight puesto con gran desequilibrio de poder.
¿Cuál es tu relación actual con Chile?
Es mayormente humanitaria, trabajo con niñas vulneradas que un día serán grandes mujeres y con adultos que han experimentado obstáculos en sus vidas y necesitan adquirir herramientas sociales y humanas que contribuirán en un mañana mejor. Vengo a Chile una o dos veces al año y un día espero tener un nido donde reposar en satisfecha armonía con mis deseos mentales, espirituales y profesionales en alguna callecita de Santiago.
También es una relación egoísta porque cada momento en Chile, me permite usurpar historias. Las contradicciones, el miedo, pero la valentía y resiliencia de nuestra patria, me inspiran. Me recorren los sentidos hasta asfixiarme, a veces, luego me recuestan, plasmo, creo y despierto haciéndolo todo, nuevamente. Cómo no amar el viaje!
Mis viajes siempre han ocurrido en tiempos de crisis y es aquí donde encuentro un grado relevante de sanación. Chile es una poesía!
El libro se mueve entre Australia y Antofagasta, ¿nos puedes compartir cuál es tu vinculación atávica con esta ciudad?
Nací y viví en Antofagasta, luego en Santiago, hasta un par de años antes de partir a Australia. Fui niña y adolescente en esa ciudad y, como es propio de esas edades, descubrí mucho acerca de la vida (o cuanto puedes en un periodo tan pequeño, pero significante) cuando viví en ella. Creo que es una ciudad que me aturde, de cierta forma porque tengo recuerdos bastante penosos. De alguna forma también es un circulo abierto; una puerta que me invita a dar un paso dentro y seguir descubriendo.
¿Qué van a encontrar los lectores chilenos en Caleidoscopio?
Un libro no sujeto a rigores estructurales literarios, un mundo que parece imposible, pero existe, una tremenda lucha por sobrevivir, empoderamiento sexual femenino, mucha verdad y dolor. La historia de una mujer que es capaz de ser un universo entero, donde el poder sexual de una mujer es primario; su herramienta de sanación y la razón de una gran batalla que no termina.
¿Nos puedes contar de tus próximos proyectos literarios?
Estoy trabajando en dos cosas paralelamente (ves que a veces es bueno ser múltiple?): un ensayo de poesía erótica y un libro que habla de esas cosas que muchos no se atreven siquiera a nombrar en voz alta. Una historia de dolores infantes y perpetuos. Eso es hasta ahora, no se si el resto de nosotros comenzara a trabajar en otro proyecto mas, al mismo tiempo.
Creo y creo, no puedo sujetarme a inflexibilidad. Agradezco el poder tener la oportunidad de concretar lo que nos expande el alma y es por eso, aunque mi labor presente sea esta; no descarto el sumergirme en algo distinto o adicional a lo presente; algo que me tire los hilos del corazón y me llame a esculpirle.
Caleidoscopio
Marcela del Sol
TRK de Traukoeditores
Marcela Del Sol
Nacida en Antofagasta en 1973, es un escritora radicada hace 20 años en Australia. Posee estudios de Arte dramático en el National Institute of Dramatic Art, de Australia. Goza de una vasta experiencia como ghostwriter. También ha desarrollado un amplio trabajo en el activismo social. Ha publicado "Kaleidoscope: my life multiple reflections", libro inspirado en la experiencia de vivir con trastorno de identidad disociativa, condición con la que coexiste como resultado de experiencias adversas.
"Caleidoscopio" es la versión chilena, libro best seller que se encuentra en las principales librerías del pais, incluyendo la Feria Chilena del libro y Antártica.
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