SOBRE INFLAMADAS DE RETÓRICA, DE JORGE DÍAZ Y JOHAN MIJAÍL (2016)
Sobre Inflamadas de retórica, de Jorge Díaz y Johan Mijaíl (2016)*
por Carolina Benavente Morales
Universidad de Valparaíso
cbenavem@gmail.com
Un buen libro es una trama de afectos que, en los mejores casos, envuelve el lector, especialmente si ha sido construido en base a un diálogo o construcción entredos que lo implica como a un tercero participante. De esta manera, un buen libro deriva hacia una conformación trialógica que lo hace rebalsar la bidimensionalidad del papel. La superficie de escritura se espesa, al quedar impregnada de esta otredad volumétrica donde la autoría se difumina sin desaparecer y prolifera sin desperfilarse, quedando sus artífices como creadores conceptualistas de un contenido en movimiento, mediante un experimento susceptible de lecturas cruzadas en tanto reescrituras.
El genoma poético de Inflamadas de retórica. Escrituras promiscuas para una tecno-decolonialidad, de Jorge Díaz y Johan Mijaíl, comporta este afán otrialógico que lo hace lucir enrarecido y ambiguo desde la primera mirada. Me interesa este libro en su esqueleto de tintas, hojas, grafías e imágenes tanto como el código que organiza la disposición de estos huesos editoriales, la carne que los recubre y los órganos que le permiten inhalar, exhalar y circular por el campo cultural, aun con sobresaltos. Un campo expandido a la virtualidad donde, a pesar de habernos desnudado innumerables veces, la imagen de dos cuerpos “al natural” como la que nos recibe en la portada sigue pareciendo ominosa a los ojos de la autoridad virtual que bloquea a sus performers. Se impide así un tipo específico de contagio viral por las redes sociales, aunque la fuerza de la costumbre nos ayude a encontrar tretas para vadear esta vigilancia aparentemente banal de dos cuerpos anestéticos que se hallaron y aliaron en el laberinto de la choledad.
En cuatro capítulos diferentemente constituidos, las escrituras promiscuas de Jorge Díaz y Johan Mijaíl se deslocalizan geográfica y culturalmente, para manchar el disciplinamiento literario por medio de una corporalidad resistente. A través de palabras e imágenes que incorporan referencias transfeministas, decoloniales y criollizantes a Gloria Anzaldúa, Ana Mendieta, Édouard Glissant y un puñado de chilenas organizadas en protesta en los ochenta, entre otros, la opacidad identitaria es reivindicada en su valor. Y el entorno urbano y doméstico, en esta operación, deja de ser exactamente igual a como lo percibimos en escrituras previas.
En los textos redactados por las autoras en e.mails, chats, posteos y otras textualidades bastardas, subsisten remanentes del estupor y el desamparo lírico-lárico de la poesía previa. Sin embargo, la sensación de extrañamiento se acendra, al enfocarse críticamente sobre el nexo entre genoma y fenoma. El ojo clínico y analítico se vuelca sobre esta relación tenaz entre lo oculto codificante y su visibilidad, mediada por la cultura. Es decir, esta sensibilidad compartida interroga la interacción de los códigos genéticos, sus síntomas corporales y sus regimentaciones simbólicas en el orden de la disciplina, el género, la raza, la nación.
El resultado es la experiencia de una crisis de lugar, pero también la resistencia de sujetos que, al no hallarse ni aquí ni allá, se ponen a la tarea de urdir nuevos y hospitalarios territorios, donde el organismo enfermo de miseria y violencia logre sanar.
* Presentación realizada en el marco del Foro Ciudadano de la Universidad de Valparaíso el 10 de noviembre de 2016.
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