Navidad y Estética Local: una vulnerable relación
Navidad y estética local: Una vulnerable relación
Por: Ximena Jordán
ximejordan@gmail.com
Estéticamente navideños, casi todos
No voy a empezar el presente artículo con el típico adagio de que la Navidad "es puro comercio", que el personaje histórico de Jesucristo no nació el 25 de Diciembre y que el árbol de Navidad tiene su origen en una fiesta ancestral pagana de la zona germánica en tiempos pre-cristianos. Indagar en el origen de los elementos que conforman las festividades navideñas occidentales actuales ciertamente es útil e interesante, sin embargo, y debido a la misma razón, tales temáticas son consultables en otros accesibles e intrigantes artículos que ya están en línea. Por eso, en este artículo hablaré particularmente de estética actual de la Navidad; no de los orígenes de esta estética, sino de la representación navideña que durante el último y el primer mes de cada año se encuentra en todos los espacios donde nos desenvolvemos a diario, ya sean estos domésticos, laborales, comerciales, sociales, incluyendo, por supuesto, a los espacios virtuales y, en algunos casos, hasta los espacios naturales.
Desde la perspectiva de la apreciación y apropiación individual, el constituirse en sujeto de percepción de la estética de la Navidad es prácticamente inevitable en todas las zonas occidentales y medianamente urbanas. A diferencia de otras estéticas calendárico-estacionales, tales como las correspondientes a las efemérides históricas, nacionales o religiosas, la percepción sensible que todo sujeto hace de las formas navideñas es algo que está destinado a suceder en cada periodo navideño. Consecuentemente, si usted decide no adornar su hogar, se impregnará de la estética navideña de todos modos. Y esto no lo digo desde la teoría, sino desde la experiencia personal, puesto que muchos años de mi vida no he dispuesto de tiempo ni de espacio para adornar “navideñamente” mi lugar de residencia. No obstante, incluso en aquellos años he percibido a diario la sensorialidad de la Navidad, entendiéndose por esto las formas visibles, tangibles, audibles e incluso comestibles a través de las cuales la Navidad cobra forma durante el transcurso de su periodo calendárico y social. Dentro de esta percepción, cuando hablamos específicamente de estética navideña, nos referimos a lo que tiene la Navidad de audible y de visible, considerando (para fines de este artículo) la delimitación académicamente convencional de "lo estético" a lo que es susceptible de ser percibido por la vista y por el oído.
¿Cuál es la Navidad que vemos y escuchamos en las ciudades grandes y pequeñas de los países de América Latina? Al parecer, es la Navidad de los neoyorquinos. En Ciudad de México, donde vivo yo ahora, no nieva y que yo sepa nunca ha nevado, al menos no en forma frecuente ni dentro de un ciclo meteorológico normal. Cae nieve en zonas cercanas a la ciudad, como en las faldas del volcán Popocatepetl, por ejemplo. No obstante, estas zonas donde cae nieve quedan al menos a dos horas de la ciudad y las poblaciones que se encuentran en ellas son pequeñas, puesto que, por razones obvias, se prefiere ubicar los centros demográficos lejos de las zonas donde periódicamente cae nieve. Del mismo modo he observado que ocurre en el resto del territorio mexicano, en el chileno y en el australiano, que son los países donde he vivido. Se hace evidente que si la opción de vivir lejos de la nieve efectivamente existe, esa opción es justamente la que toman la mayoría de los asentamientos humanos porque lo cierto es que el manto blanco más lo que complica la vida que lo que la facilita.
Entonces, y regresando al tema de la Navidad, ¿cuál es la relación de montoneras de monos de nieve, osos polares y casitas nevadas como alegóricas de la Navidad? Alegóricas de la Navidad ¿de quién? De quienes viven en zonas nevadas, claro. Sin embargo, en Australia la Navidad transcurre en el inicio del verano, así como en todo el resto del hemisferio sur. En México la Navidad sí nos encuentra en el inicio del invierno, claro que sin nieve asociada, al menos en la gran mayoría del territorio. Por consiguiente, la abundancia de decoración de colores, motivos y personajes nevados se hace un poco absurda. Y es que póngase a pensar señor lector: el disparate que significaría que tuviéramos una Navidad nevada en las zonas que hace milenios están en verano en las correspondientes fechas e incluso acá en México, adonde sí es Navidad en invierno, pero en el cual no cae nieve (al menos en la porción mayoritaria del territorio nacional poblado). Sería una de las más complicadas y poco felices navidades de nuestra historia. Consecuentemente, si nosotros vivimos la Navidad con otro clima y en otro ecosistema diferente al clima invernal nevado, ¿por qué no priorizar la representación estética navideña propia y local, de manera que ésta sea más evocativa de nuestra Navidad y no de una Navidad que ocurre quizás con el mismo regocijante espíritu, pero a considerables millas marinas de distancia?.
Navidad Local v/s Navidad Global
Ahora bien, lo crucial a considerar aquí es que una estética local de la Navidad sí existe. Es decir, nadie puede refutar mi propuesta asumiendo que la estética de la “blanca Navidad” es “la” estética de la Navidad y que, consiguientemente, si no representamos la Navidad de blanca manera, dicha celebración se queda sin estética asociada. Nada más lejano de ser cierto. La estética de la blanca Navidad no es la estética esencial de estas fiestas de fin de año, sino tan solo una de las múltiples variaciones de cómo a lo largo del globo la Navidad se nos presenta.
Desde el punto de vista de su origen pagano-germánico, la estética propia de la Navidad occidental es la asociada al árbol de Navidad, componiéndose éste de elementos tales como lucecitas, estrella en el tope del árbol, esferas de colores y guirnaldas brillantes. Desde el punto de vista de su relación con el mito cristiano, la estética particular de la Navidad son las representaciones visuales del nacimiento del Niño Jesús entre las cuales encontramos imágenes tales como: el arcángel de la Anunciación, pesebre, pasto pajoso, cielo estrellado con su estrella orientadora y los personajes tanto humanos como animales que son característicos participantes en las escenas relacionadas con el nacimiento. Las demás estéticas asociadas a la Navidad (entre ellas, la de la nieve) varían considerablemente de acuerdo con las diferentes zonas donde esta fiesta se celebra.
El aparecimiento de esta Navidad “de tipo polar” tiene su origen en Santa Claus, el Papá Noel, Viejo Pascuero o como lo quieran llamar. Dicho personaje vive en el Polo Norte, así como también su mujer, ayudantes y renos. Fantasía fundamental de fomentar tanto local como internacionalmente, porque es la que activa (por no decir la que enloquece) la microeconomía de fin de año. Comprendo entonces que la estética de la blanca Navidad cumpla un rol crucial en el comercio y que de ella estén impregnadas las plazas comerciales y los anuncios publicitarios de todo tipo. Con todo, que esta “estética navideña comercial” se extienda a ámbitos que no son comerciales creo que sería un fenómeno al cual debemos poner atención y ojalá, ponerle límite. Esto, con la finalidad de no dejar de apropiarnos de nuestras celebraciones en lo que las caracteriza a nivel local, validándolas como lo que exclusivamente son para nosotros mismos. Entiendo que estamos en un mundo globalizado y que esta condición conlleva la adopción de estéticas foráneas, no obstante, también es beneficioso procurar cultivar nuestra estética navideña local para que cada poblado y hogar tenga a su vez su "propia" navidad, diferente a la de las tiendas y centros comerciarles.
Es decir, que cada Navidad a lo largo del globo no deje de poseer su modo único de ser, expresarse y disfrutarse, al mismo tiempo que conserve las características Navideñas compartidas por varias sociedades al unísono.
¿Cómo llevar esto a cabo? No necesitamos decorar nuestras casas con monitos de nieve porque contamos con artesanos que hacen hermosos pesebres, piñatas y adornos cuyo colorido y patrón estilístico se relaciona más armónicamente con nuestro entorno cultural y natural. Asimismo, gozamos de una extensa y meticulosa variedad manufacturera de nacimientos cristianos, hallables en los más diversos estilos y materiales. Lo ideal sería, entonces, que nuestras opciones estéticas a nivel doméstico sean alternativas a la estética navideña comercial. Del mismo modo, sería apropiado que las decisiones tomadas por nuestros gobernantes en lo que inversión en decoración pública respecta fueran también tomadas en una línea estética evocativa de tradiciones locales y no comerciales. Esto último puede parecer una preocupación por un gasto mínimo y excepcional, sin embargo, la ambientación navideña a nivel público puede llegar a ser cuantiosamente más onerosa de lo que se piensa. Tan solo recuerde la pista de patinaje en hielo que hace algunos años financia cada Navidad el gobierno federal de Ciudad de México y piense en la multiplicidad de situaciones análogas a lo largo del mundo en las cuales las autoridades priorizan exhibir alegorías festivas foráneas en vez de enaltecer las locales.
Independientemente de las creencias religiosas de cada quien, preferir un angelito, un nacimiento o una estrella fugaz a un mono de nieve o un Viejo Pascuero es preferir una Navidad vivida en vez de una importada. Es, desde este punto de vista, una opción estéticamente más realista y consecuente con la vida propia; vida que es justamente la que celebramos cada Navidad. Transculturalmente, la Navidad es metáfora estética y ecosistémica de la renovación del espíritu. Renovación entonces, de una vida que es únicamente nuestra, vida espiritual que no podemos importar, producir en serie ni estetizar al gusto ajeno.
Y la Navidad al estilo comercial pues que siga siendo, porque las conductas comerciales son parte de la libertad opcional de cada uno. Y cuando los niños la quieran disfrutar, será fácil: un paseo por la plaza comercial y ya la vieron, la conocieron y hasta se sacaron fotografía con Santa Claus y sus renos.
Imágenes: Verónica Jordán, Ximena Jordán y una de ellas de la liga http://www.puebla.travel/destino/12/chignahuapan.
Corrección de estilo: Mtra. Sara Jordán P.
ahhh....xime que articulo más
Estimada Ximena. Me dio que
Acuerdo con Hernán en que los
Hola, yo nuevamente (la
Me gusto el articulo
Querida Xime, comparto tu
Nunca había pensado en lo
Creo que la navidad ha sido
La verdad es que ya me había
Estoy totalmente de acuerdo
Yo también ya había pensado
A pesar de ser una verdadera
Estoy de acuerdo con la idea
Acerca de este texto, me
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