Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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Signos Corrosivos

J-L. Parant “Las bolas-los ojos”
y la visión de Nicole Everaert-Desmedt

(2ª parte, concluye)

 

Y si el cuerpo fuera redondo como el sol y si el sol tuviera la forma del cuerpo sería el cuerpo entero el que volaría en el infinito                                                                                              J-L. PARANT (le mot boules)

 

César Horacio Espinosa V.

La doctora Nicole Everaert-Desmet, en su artículo “¿Qué hace una obra de arte? Un modelo peirceano de la creatividad artística”,  amplía sobre su método de interpretación del arte basado en la semiótica de C. S. Peirce:

Los humanos vivimos en la terceridad; estamos sumergidos en un universo de signos, y los signos estructuran nuestra manera de pensar, actuar y ser. El pensamiento humano es un pensamiento simbólico, por eso es capaz de operar una distinción entre lo real y lo posible. Sin embargo, esa distinción se realiza a costa de una separación. Para captar, distinguiéndolos, lo real y lo posible, se necesita un distanciamiento. De hecho, no tenemos un acceso inmediato a lo real, sino que más bien nos constituimos una representación de la realidad mediante una interpretación de orden simbólico. Tal interpretación descansa en unos códigos culturales compartidos, que han sido formados y evolucionan a lo largo de los procesos comunicativos. Esos códigos, esos lenguajes, funcionan como filtros: nos permiten captar lo real, pero se trata de una realidad filtrada, ya pensada, pre-interpretada.

 Nicole Everaert-Desmet

A partir de ahí, toda tentativa de pensar "diferente", de concebir de otra manera lo real, implica una actividad de deconstrucción y reconstrucción del lenguaje, de los códigos, para cambiar el filtro. Esta actividad caracteriza no sólo el uso poético de la lengua, sino también toda creación artística, sea cual sea el tipo de lenguaje utilizado: imágenes, gestos, espacios... Toda experiencia artística necesita a la vez el dominio del simbolismo establecido y su subversión (su modificación).

¿Cómo se realiza esa subversión?

La subversión del simbolismo se realiza bajo el impulso de lo posible (primeridad). La primeridad no se puede asir, formular, no puede tomar forma, sino a través de la terceridad, del simbolismo. Si no se formula, resulta indistinción, caos, locura. Pero sólo puede formularse descomponiendo el simbolismo existente. Del polo de la primeridad surgen fuerzas que se infiltran en los códigos y los empujan.

Una vez empujado, subvertido el simbolismo, el filtro que permite asir lo real se encuentra modificado. De ello resulta un conocimiento nuevo de lo real, todavía sin formular:

 

 

Pero, enseguida, lo posible viene recuperado por el simbolismo; se endurece, se fija en verdades establecidas, se convierte en simbolismo, que deberá, a su vez, ser impulsado por nuevas fuerzas posibles para producir conocimiento nuevo.

El proceso que acabo de describir me parece operar tanto en toda comunicación artística como en la investigación científica. La ciencia, como el arte, relaciona las tres categorías. Hay, tanto en la ciencia como en el arte, infiltración de lo posible, modificación del simbolismo y nuevo conocimiento de lo real. Pero la orientación del proceso es distinta en la ciencia y en el arte.

El objetivo del investigador es ampliar el conocimiento de lo real, conocer las leyes que rigen la realidad. Cuando una porción demasiado importante de la realidad aparece como irreductible, como incomprensible dentro del marco teórico, es decir del simbolismo existente, se acude a lo posible para modificar el marco teórico, con el objetivo de dar mejor cuenta de la realidad.

    

Para el artista, el objetivo consiste en captar no lo real, sino lo posible (la primeridad). Para alcanzar este objetivo, el artista procede, en su obra, a la modificación del simbolismo preexistente y la elaboración de un nuevo simbolismo. La consecuencia de la tentativa artística es una nueva percepción de lo real, que resulta de un filtro simbólico modificado.

Volviendo a mi esquema, puedo proponer una definición de la comunicación artística: es un suceso (por lo tanto, del orden de la segundidad) por el cual la primeridad se infiltra en la terceridad, o lo posible en el simbolismo.1

Continuamos aquí con la conclusión del capítulo del libro Interpréter l’art contemporain, de la misma Nicole Evereart, sobre la obra del artista J-L. Parant.
 

PARANT. ARTES PLÁSTICAS
Y ESCRITURA

(2, finaliza)

    

En tanto que hombres, disponemos de nuestras manos y nuestros ojos para mantenernos en equilibrio entre la tierra y el sol. Con las manos, podemos tocar la tierra y modelar las bolas; con nuestros ojos podemos ver el sol, pensar, escribir los textos y leer.

La hipótesis de J-L. Parant “las bolas y los ojos” resultó en hacer la combinación de otras dos oposiciones: las manos/los ojos, y las bolas/los textos. El sistema de los corolarios permite deslizarse sobre tres parejas de términos, que se encuentran en relación de oposición, pero también de similaridad y de complementareidad.

3.2 Las bolas y los ojos: oposiciones

A todo lo largo de los textos, las bolas y los ojos se oponen sistemáticamente en dos isotopías que se pueden resumir como sigue:

­­­bolas                                                                         ojos

manos                                                                      ojos

bolas                                                                         palabras

modelar                                                                    escribir

noche                                                                       día

oscuridad                                                                 luz

materia                                                                     vuelo

pleno                                                                        vacío

pesado                                                                     ligero

negro                                                                        blanco

tierra                                                                         sol

sexo                                                                          ojos

ojos cerrados                                                           ojos abiertos

tocable                                                                     intocable

invisible                                                                   visible

eternidad                                                                 instante

no saber                                                                   saber

desorden                                                                 orden

no-sentido, todos los sentidos                             un solo sentido

mover                                                                       no mover

ruido                                                                         silencio

derrumbamiento                                                     fuego

3.3. Las bolas y los ojos: similaridades y complementariedad

Si las bolas y los ojos pertenecen a dos isotopías opuestas, también cuentan con similaridades.

a)    Ante todo, los ojos son bolas. Eso es porque ellos pueden salir del cuerpo y “tirarnos fuera de nosotros” porque la bola del sol los atrae:

Y si el cuerpo fuera redondo como el sol y si el sol tuviera la forma del cuerpo sería el cuerpo entero el que volaría en el infinito (le mot boules, p. 20).

Tal como las bolas se lanzan, los ojos se proyectan.

b)    Entre las manos y los ojos hay un punto común: su apertura. Se abren los ojos para ver el cielo y escribir, como se abren las manos para tocar la tierra y modelar las bolas (les boules les yeux, p. 11).

Además, las manos como los ojos permiten contar: con las manos, habíamos podido contar las cosas una a una, tocarlas, marcarlas y dejar en ellas trazos. A su vez, los ojos han relevado a las manos, porque ellos calculan mucho más rápido y mucho más lejos (les boules les yeux, p. 11): los ojos son los «contadores» (Id., p.17).

c)    Los textos como las bolas son, para J-L. Parant, un medio de cálculo:

Los textos y las bolas son como dos cuentas en voz alta de las cuales una estaría en retraso de la otra en algunas cifras y que se embrollarían al escucharlas (les boules les yeux, p. 15). 

      

Jean-Luc Parant cuenta «como se cuenta para dormir» (Id., p. 15).          

Cuenta sus bolas y también los pedazos de bolas rotas, y los pequeños agujeros en sus bolas.

Cuenta las palabras en los textos: los compone de manera que dos textos paralelos contengan el mismo número de palabras, y que, por ejemplo, el número de palabras ojos en el texto sobre ojos sea exactamente el doble del número de palabras bolas en el texto sobre bolas. Los textos de J-L. Parant son una adición de palabras, de sintagmas, de frases sin puntuación. Son estructurados esencialmente por la conjunción «y». Comienzan y terminan con un «y». En ciertos pasajes los «y» se acumulan, conectan los sintagmas de niveles diferentes (como en los derrumbes –o acumulaciones de bolas–, éstas son de diferentes medidas):

Y mis textos no son más que una adición de frases con la  conjunción y no está allí más que para adicionar y hacer un total (les boules les yeux, p. 15).

La adición se hace, en los textos, para mantener el equilibrio entre dos cuentas, la de los ojos y la de las bolas: cada proposición concerniente a los ojos está seguida de una proposición correspondiente a las bolas, y recíprocamente. El texto funciona, pues, como un balance.

Con sus bolas y sus textos, J-L. Parant cuenta hasta el infinito, en el espacio y en el tiempo:

Estoy contando lo incalculable (les boules et les yeux, p. 15).

La adición es espacial:

Y yo deseo escribir una infinidad de líneas, fabricar una infinidad de bolas, que todos mis textos no formen más que una sola línea que pueda recorrer el universo todo entero, que todas mis bolas no formen más que un solo montón que pueda llenar el vacío sin fin (les boules les yeux, p. 16).

La adición es también temporal. Las bolas y los textos permiten «hacer provisiones de tiempo»:

Yo dejo pasar el tiempo y no tengo más (remedio) mi tiempo hace bolas y escribe textos sobre los ojos y yo no hago más que hacer rodar todo eso a medida que el tiempo fluye y empujo bolas de cera y proyecto textos de ojos las horas los días los años se amontonan y tengo la impresión de hacer provisiones de tiempo (les boules les yeux, p. 16).

En fin, las bolas y los textos resultan de un mismo movimiento giratorio.

Me parece que no escribo y que no hago bolas sino que solamente vuelvo sin cesar cualquier cosa en mis manos y delante de mis ojos (les boules les yeux, p. 17).

Jean-Luc Parant hace las bolas y escribe los textos al ritmo de la tierra que gira alrededor del sol, cada vuelta determinando una noche (luego, las bolas) y un día (luego, los textos).

Las bolas y los textos son equivalentes y complementarios: las bolas son los textos invisibles y los textos son las bolas intocables:

Y a los textos sobre los ojos por los ojos corresponden las bolas por las manos (…) y yo digo la misma cosa en las bolas que en los textos (…) y eso que está allá bajo las manos en las bolas es la repetición exacta de eso que está allá bajo los ojos en los textos (les yeux les boules, p. 13).

Las bolas y los textos alternan, como la noche y el día. Esta alternancia es como una «respiración» (les boules les yeux, p. 12).

d)    Además, tanto las bolas como los textos y los ojos presentan en sí  mismos una alternancia entre lo pleno y lo vacío.

    

La bola es un pleno que contiene un vacío, que contiene otro pleno, y así sin cesar. La bola está plena de su bola, dice Jean-Luc Parant. Se le ve bien en las bolas de cera que aparecen como una envoltura, en el interior de la cual lo vacío es remplazado por un volumen, él mismo perforado por pequeños agujeros (luego, de vacíos, Fig. 28). Y esos pequeños huecos llaman a la bola siguiente para delimitar la precedente:

Y cuando hago una bola voy siempre hacia otra bola porque su abertura no podrá ser delimitada más que por la próxima bola (…) el terminación de una bola no es más que el modelo de la siguiente (los ojos las bolas, p. 15).

La misma alternancia se encuentra en los montones de bolas y derrumbamientos, en los cuales los vacíos se cavan entre las bolas.

Como los ojos son bolas, ellos presentan igualmente la misma alternancia, y J-L. Parant lo muestra esculpiendo ojos en cera sobre madera. En los paneles plenos en madera, un vacío se ahueca bajo los párpados; en ese vacío se sitúa lo pleno del ojo, que contiene un vacío (lo blanco del ojo) en donde aparece un pleno (la pupila) que contiene un vacío (un agujero correspondiente al iris).

  

En cuanto a los textos, ellos son, para J-L. Parant, como las pilas de bolas. Él considera cada palabra ojos dentro de los textos como una bola, y todas las letras que siguen a una primera palabra ojos hasta la siguiente palabra ojos equivalen a los pequeños agujeros de la primera bola, y así continúa. Pues cada palabra ojos cierra el texto (o los pequeños agujeros) de la palabra ojos (de la bola) precedente (les yeux les boules, p. 14-15).

3.4. Las bolas y los ojos: un proceso sin fin

La alternancia de  los llenos y los vacíos en las bolas y en los textos dispara un proceso sin fin.

El proceso, una vez disparado (por la proyección de la hipótesis «las bolas los ojos» continúa sólo (por deducción, siguiendo sus propias reglas, que determinan una cascada de corolarios). Es así que la obra se construye de manera coherente, desarrollando todas sus virtualidades, bajo la guía del artista, pero sin más intervención de su parte que la de continuar el proceso, o bien dejar que continúe el proceso de producción.

(las bolas y los textos) se hacen como por sí mismos y yo continuó pero es como sin mí (les boules les yeux, p. 15).     

Las bolas resultan de los textos y los textos resultan de las bolas (los yeux les boules, p. 11).

Y el texto que estoy escribiendo las bolas ya lo han escrito y la bola que estoy haciendo los textos ya lo han hecho (les yeux les boules, p. 12).

4. LA INDUCCIÓN: EL TRABAJO REALIZADO

La última etapa del proceso de creación artística toma la forma de una inducción. Es el juicio del artista sobre su obra. Si el artista constata que la obra encarna un sentimiento razonable, considera su trabajo terminado.

A la cuestión que surge, de saber lo que sería para él la obra ideal, J-L. Parant responde que su obra es una especie de maquina alrededor de la cual él vuelve sin cesar, pasando de un lado para ver a otro para tocar. El entra por delante en la máquina para tratar de hacerla comenzar, y por detrás para tratar de repararla:

porque soy como con un juguete roto cuyo motor no marcha más; cuando llega a repararlo y hacerlo empezar habré hallado (1990, p. 80).

Para “reparar” la máquina, que es del tamaño de la tierra, él fabrica millares de bolas porque la tierra es tan grande bajo sus pies que se necesitaría una infinidad de bolas para hacerla rodar. Y para hacer arrancar la máquina, que debería recorrer el cielo, él escribe cientos de textos sobre los ojos, porque el cielo es tan desmesurado delante de sus ojos que se necesitaría una infinidad de textos para alcanzar a recorrerlo por entero.

La obra ideal sería una forma viva y equilibrada, a la vez cabeza y cuerpo, a la vez textos y bolas.

Cuando mis bolas tengan una cabeza o los ojos o el día, y mis textos un cuerpo o las manos o la noche y que mis bolas serán tocables… Yo habré creado una forma viviente (1990, p. 80).

El equilibrio será pues alcanzado por la conciliación de los contrarios, cuando las bolas serán convertidas en los textos, y los textos serán las bolas.

    

Y escribo hasta hacer bolas y hago bolas hasta escribir (…) y siempre acabo entrando en los texto hasta poderlos modelar y en las bolas hasta poderlas escribir (les yeux les boules, p. 11-12).

En realidad, el equilibrio ya se alcanzó: los textos de Jean-Luc Parant son derrumbamientos, él modela los textos en bolas, los construye como las bolas; y sus derrumbamientos son como los textos, sus bolas son a veces materialmente  hechas de textos, él ha materialmente puesto sus libros en bolas (Fig. 29). Ha realizado también bolas bibliófagas. Por la equivalencia entre las bolas y los textos, la obra de J-L. Parant hace sensible a lo inteligible de los textos, e inteligible el lado sensible de las bolas.

Puesto que el equilibrio se ha alcanzado, la obra está completa, y por lo tanto el trabajo del artista está terminado. ¿Por qué, entonces, J-L. Parant continúa  escribiendo sobre los ojos y haciendo bolas? Su obra está hecha, pero, paradójicamente, para mantenerse hecha ésta debe continuarse haciendo. Esto es debido a la naturaleza misma de su obra. Porque ella no consiste en palabras ni bolas, sino, más exactamente, en un texto y en un derrumbamiento. En un montón de bolas (un “derrumbamiento”), hay siempre una que está inacabada y que está esperando la siguiente que la terminará, pero no se sabe cuál, pues todas ellas están inacabadas: cada bola recurre a otra siguiente, al infinito. Sucede lo mismo con la palabra ojos en los textos de J-L. Parant:

Cada bola arrastra otra, como cada palabra ojos en mis textos acarrea otra y los textos como las bolas no pueden detenerse, no hay un límite a eso que hago no escribo palabras como no fabrico bolas escribo un texto que no finaliza como también fabrico derrumbamiento cuyo número de bolas es sin fin y he emprendido algo que no puede terminar porque nunca ha comenzado y mi trabajo quedará inacabado y lo puedo detener mañana o dentro de cien años eso no cambiará nada en su carácter interminable (les yeux les boules, p. 16).

    

Que él detenga su trabajo mañana o en cien años, dice, no cambiará nada en su carácter interminable. Sin embargo, él no puede detenerlo mañana porque, si lo hiciera, el movimiento de adición de las palabras y las bolas se invertiría en un movimiento de sustracción.

Si parara tendría la impresión de que todo se sustrae en cada vuelta, en cada noche cada día y que al fin no quedaría más ninguna línea, ninguna bola y sé que entonces no habría hecho nada y por lo tanto no me detendré para que los textos que he escrito no se borren para que las bolas que he hecho no desaparezcan y que el tiempo pueda pasar sin detenerse (les boules les yeux, p. 15-16).

Puesto que su obra es una manera de contar su tiempo, de “hacer provisiones de tiempo”, ella debe continuar hasta que ese su tiempo haya terminado.2

EL RESULTADO: UN HIPOICONO

Los textos de Jean-Luc Parant y sus instalaciones de bolas son hipoiconos, es decir, ensayos de materialización de una imagen mental, de un icono. Dicho icono, designado por “las bolas los ojos”, desborda toda materialización. No es posible materializar el infinito de bolas que él debería hacer para abarcar el círculo de la tierra, ni el infinito de textos que debería escribir para recorrer el cielo.

Como señala Peirce (C:P: 2.279), los iconos tienen un poder heurístico, el de revelar verdades inesperadas. Eso es ciertamente el caso del icono “las bolas los ojos”, que no termina de desplegar sus virtualidades a través de la obra de J-L. Parant. En cada página fluyen nuevas analogías de este icono, surgen nuevas ideas, que parecen permitir a su autor alcanzar la “respuesta a todo”.

La respuesta puede parecer abracadabrante cuando ella está aislada de su contexto, pero ella es siempre coherente dentro del sistema que destila la hipótesis inicial. Por ejemplo, tomemos al azar algunas afirmaciones de Le mot boules: 

Es mejor escribir las bolas con una s que sin s porque la bola lleva en sí misma otra bola que es la misma que la primera porque si no ella no sería bola (p. 21).

Toda bola es vidente y si no lo es de todo su entorno es que ella se ve a sí misma (p. 22).

Si las palabras no fueran bolas no podríamos leerlas porque los ojos no serían redondos (…) los ojos lo hacen todo bolas para ver y poder ser las dos bolas que conducen a todas las otras (p. 24).

Estas afirmaciones, sorprendentes fuera de su contexto, se integran sin embargo perfectamente en el interior del sistema de la obra. Ahora bien, el valor de una obra es medido por su coherencia interna, y no por su conformidad en relación con un referente externo. Una obra de arte es auto-referencial. J-L. Parant lo ha remarcado bien en una entrevista:

            CLAUDE MARGAT: ¿Qué respuesta aportas tú a un científico que te reprocha de afirmar cosas absurdas?

            JEAN-LUC PARANT: Que él no es más que un carnero que reprocha a los pájaros su canto (1990, p. 68).

    

Hemos considerado aquí algunos corolarios resultantes de la hipótesis “las bolas los ojos”, pero hay muchos otros que J-L. Parant ha desarrollado en su obra, por ejemplo en su reflexión sobre “la palabra bolas” y sobre “la palabra ojos”, o sobre la relación entre la “cabeza” y la “tierra”,3 o en sus cuadros que ponen en escena los animales.4

Resumamos en la tabla siguiente el proceso de producción de la obra de Jean-Luc Parant:

Primeridad

            Sentimiento: inadaptación, discontinuidad, desequilibrio.

Abducción

Formulación de hipótesis: las bolas los ojos.
Hacer bolas y escribir sobre los ojos sería una contestación apropiada al sentimiento de desequilibrio.

Deducción

            Proyección de la hipótesis en la obra → seguimiento de corolarios

Inducción

Equilibrio producido por la alternancia de las bolas y los textos, por conciliación de los contrarios; respuesta inteligible al sentimiento inicial de desequilibrio, más el carácter interminable de la obra: para continuar manteniendo el equilibrio.

Terceridad

Los textos sobre los ojos y las instalaciones de bolas = hipoiconos, tentativas de materialización del icono o la imagen mental de las bolas los ojos (que desborda toda materialización).

6. RECEPCIÓN DE LA OBRA:
    EL PENSAMIENTO ICÓNICO

El proceso de concepción de una obra determina el proceso de su recepción: la misma lógica rige las dos vertientes de la vida de una obra.

Puesto que la obra de J-L. Parant comporta dos componentes, las bolas y los ojos, realizados respectivamente con las manos y los ojos, ella apela igualmente a su recepción por las manos y los ojos:

Yo digo la misma cosa con las bolas que con los textos pero con las bolas para entender hay que abrir las manos mientras que con los textos hay que abrir los ojos (les yeux les boules. P. 13)

Las bolas son hechas para ser tocadas, apresadas en las manos, como los textos son escritos para ser leídos:

Inmóviles los ojos abiertos delante de las bolas son como los ojos cerrados ante un libro abierto (les yeux les boules, p. 14).

En los textos, J-L. Parant habla del placer de hacer bolas, de tomarlas y de lanzarlas:

hago bolas pero no son más que bolas de nieve que lanzo en el mundo para divertirme (…) mis bolas son las únicas obras de arte con las cuales se puede luchar (les boules les yeux, p. 16).

 En un texto intitulado “El vuelo de las bolas”, J-L. Parant explica que una bola es el volumen que se toma –pues se roba– mejor, y que se lanza –pues se levanta– mejor:

Una bola cabe tan bien en la mano que es lo que se lleva y se lanza mejor; lo que se roba y se levanta como si una bola estuviera tan bien en el hueco de la mano como en el hueco del vacío (…) Una bola es eso que vuela mejor cuando el hombre la  lanza, pero es también lo que se roba mejor cuando él la toma (1990, p. 103).

    

Sin embargo, mientras las bolas de J-L. Parant son expuestas el público no está invitado a tomarlas en las manos. Se podría sentir que las exposiciones de bolas no tienen ningún aspecto interactivo ni lúdico, que los visitantes no pueden lanzarse las bolas, ni manipularlas de ningún modo ni llevárselas.5

Si las bolas de J-L. Parant no pueden ser tocadas por los visitantes, ¿cómo pueden ser tomadas? Ellas pueden ser “tomadas” en el plano cognitivo. Sobre el modo de “como si” y de “hasta”. En efecto, esas dos expresiones determinan los textos de J-L. Parant. Toda su escritura, todo su pensamiento procede por analogías y rebasamiento de límites: límites espaciales, temporales, materiales y conceptuales (particularmente la oposición de contrarios).

Entrar en su obra es entrar pensando en términos de “como” y de “hasta” que es lo que se propone el pensamiento icónico. Hemos definido previamente el pensamiento icónico como aquel capaz de considerar una cualidad infinita, la cual está realmente sin poder ser realizada, porque ella desborda toda materialización.

Es de pensar en las bolas “como si” las tocáramos. Jean-Luc Parant nos explica cómo tocar las bolas:

Y falta cerrar los ojos y abrir las manos para tomar las bolas como uno se toma la cabeza para pensar (…) y falta abrir las manos luego sentir palpable el espacio entre ellas y llenar el vacío que forman las palmas de las manos entre ellas juntar sus manos alrededor de una bola (…) y tratar de pensar en eso que tocamos hasta ver lo que pensamos y ver dentro de nuestra cabeza la bola en nuestras manos porque (…) la cabeza ve incluso sin los ojos y la cabeza ve tanto con los ojos cerrados cuanto con los ojos abiertos y el pensamiento es su vista interior y falta ver en nosotros así como vemos todo alrededor (…) (2000, p. 154).

Hay que tocar las bocas en el pensamiento “hasta” leerlas y leer los textos “hasta” tocarlos… ¡Pero, no es al tocar concretamente una bola que podremos leerla, ni al leer simplemente un texto que podremos tocarlo! Para lograr una tal conciliación de contrarios hace falta entrar en la lógica de la obra, y voltear con ella, de las bolas a los textos, alternativamente y sinfín:

Mi trabajo está inscrito en una bola que gira en el vacío y no se le podrá dar vueltas sin ya no poder detenerse de darle vueltas hasta entrar y hundirse en ella hasta vaciarla de su texto interminable y desaparecer con él porque esta bola está formada de estratos sucesivos de textos sobre ella y no es más que un ojo que ve el infinito que no comienza ni termina (les yeux les boules, p. 16).

7. CONCLUSIÓN

Hemos visto cómo la hipótesis “las bolas los ojos” ha permitido a J-L. Parant expresar un sentimiento de inadaptación y desequilibrio, y corregirlo por una doble actividad: modelar bolas y escribir textos sobre los ojos. Modelar bolas es una actividad de las manos, del cuerpo; y escribir textos una actividad de los ojos, de la mente. Mediante la realización paralela de esas dos actividades, el  arte plástico y la escritura, J-L. Parant busca un equilibrio entre la tierra y el sol, la eternidad y el instante, el cuerpo y el espíritu.

La síntesis perfecta entre el cuerpo y la mente sería sin duda el globo ocular6: si el hombre lograra ser plenamente con su cuerpo, él sería una bola y podría estar en continuidad con la tierra; y si lograra pensar suficientemente, podría hacer que esta bola fuera un ojo, y así él podría proyectarse totalmente en el espacio y estar en continuidad con el sol.   

      

 


 

NOTAS:

1 “¿Qué hace una obra de arte? Un modelo peirceano de la creatividad artística”, Nicole Everaert-Desmedt. http://www.unav.es/gep/EveraertUtopia.html

2 Hemos encontrado la misma lógica en las monocromías de Yves Klein. El ideal de Yves Klein era lograr lo inmaterial, hacer irradiar en torno de él la “sensibilidad pictórica inmaterial”, ser un pintor sin otro deber que pintar en apariencia, sin deber realizar obras materiales, es decir, sin más deber que materializar lo inmaterial. Sin embargo, paradójicamente, para alcanzar ese estado de gracia y mantenerlo Yves Klein debió continuar, hasta el fin de sus días, pintando tableros monócromos.

3 Parant, 1990b.

4 En los cuadros de J-L. Parant los animales son como las bolas, en relación con la tierra, en la continuidad y la indistinción: ellos forman una cola sinfín que se interrumpe arbitrariamente en los bordes del cuadro; ellos avanzan en la oscuridad, se entredevoran, se sobreponen o son englobados unos a otros; a veces, apenas se distinguen del fondo del cuadro. 

5 Como en las exposiciones de Félix González-Torres (Catálogue,1996), donde los visitantes son invitados a conservar un pedazo de las obras: un confite o un cartel de las obras  formadas por “cantidades ilimitadas” de confites o una cantidad ilimitada de reproducciones impresas.

6 Se encuentra la misma concepción en la experiencia de “ver” de Castaneda bajo la dirección de un hechizo mexicano: “La totalidad de ser, que en mi estado consciente normal yo llamaba mi cuerpo, era capaz de percibirla como si yo fuera un ojo gigantesco que captara todo” (Castaneda, 1994, P. 241).

César Horacio Espinosa Vera. Mexicano. Escritor, docente, poeta visual. Creó y ha sido coorganizador de las Bienales Internacionales de Poesía Visual y Experimental (1985-2006). Autor de libros y ensayos sobre poesía, arte, política cultural y comunicación, uno de ellos -en coautoría con Araceli Zúñiga- La Perra Brava. Arte, crisis y políticas culturales, del cual una selección de textos aparece en Ediciones Especiales de esta revista virtual.

e-mail: poexperimental@gmail.com

Blog: http://profunbipoviex.blogspot.com

Blog:http://postart1.blogspot.com/

 

 

Escáner Cultural nº: 
149

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