VOLTAIRE SIN MATICES
VOLTAIRE SIN MATICES
Desde Venezuela, Carlos Yusti
En el Índice de Libros Prohibidos que poseo Voltaire, aparece con una veintena de títulos, incluyendo sus obras completas en varios tomos. En vida este sempiterno autor de la ilustración francesa, siempre resultó un escritor salido del propio averno y sus libros fueron prohibidos, censurados cuando no arrojados a la hoguera. A él como pensador tampoco le fue color de rosa y cuando no estaba preso, exiliado (o golpeado por sus opositores) andaba siempre huyendo, abjurando de sus libelos y panfletos. Amó a las mujeres y a la vida de una manera exagerada. Fue un hedonista, un intelectual que nunca guardó su lugar; un trampista, un trepador, un advenedizo genial que no tuvo medida ética a la hora de hacerse con un dinero mal habido. Al final del capítulo de su turbulenta existencia toda Francia se rindió a sus pies. Honores, medallas y reconocimientos para un amasijo de años que parecía ya no hacerle daño a nadie.
Hoy su filosofía resulta un puñal sin filo y sin punta, un cuchillo, que dijera Lichtenberg, al cual le falta el mango y la hoja. Sus cuentos tienen más de fábulas pequeñoburguesas, que de lección profunda. Cuentos como Cándido y El ingenuo se leen como curiosidad literaria y como inigualables ejemplos de lo que no debe ser un cuento. Su teatro es irrepresentable por barroco y ampuloso. Su “Diccionario filosófico” y “Las Cartas Filosóficas” perduran de una obra desproporcionada, como era casi todo en Voltaire, comformada por más 50 volúmenes.
Voltaire no fue la figura más importante en la foto de la ilustración francesa, pero fue el que más ruido hizo, el más egocéntrico y quien primero se hizo de una audiencia, de un publicó que lo leyó sin regatearle admiración y respeto. Siempre fue a su aire y todo lo relacionado con él tenía la marca inigualable del jolgorio, de la francachela.
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