EL CARRUSEL MEDIÁTICO DE BARTHES Y BABEL EN BROADWAY (GOCE Y HUMILLACIÓN DEL TEXTO)
EL CARRUSEL MEDIÁTICO DE BARTHES Y BABEL EN BROADWAY (GOCE Y HUMILLACIÓN DEL TEXTO)
Desde Nueva York, Silvia Banfield
¿Sabes que hace 25 años murió Roland Barthes? No, y no seas rebuscado, ¿quién era Barthes?. Le miré el rostro de interrogante, como sin desayuno, tan virgen, un futuro incierto. Que estas cosas sucedan en la redacción de un diario, sorprenden hasta quien hace la página de obituarios, la única que cuenta con protagonistas nada de ostentosos, más bien sobrios, quitados de bulla. Tal vez la humildad se base en un protagonismo no deseado. Aquí la línea de la vida termina siendo recta, finalmente. El zigzag de la genuflexión humana, seguirá viajando por el corredor de los vivos. La muerte en una curva, sólo espera. A Barthes se lo llevó el azar, como a esta conversación inútil, que sale por la ventana a una pequeña terraza y salta al vació, es paloma, es de nadie, voz en le desierto de la palabra. Me asomo y la veo caer suavemente en una escalerita de luz, doblándose en la cintura su cuerpo femenino, de esponja, en un suéter color pastel, y las formas del cuerpo van marcando cada escalón como idolatrando las sombras, su último, auténtico contenido. Y se detiene, vuela, cierro los ojos sobre la ventana, ya no me pertenece. Barthes, con su cara árabe, enigma de zorro parisino, sus signos de duende hosco, solitario, iluminado. Se siente a esta hora un sabio silencio, no de olvido, sino de la majestad de la ausencia del francés.
Enviar un comentario nuevo