EL DUENDE QUE SE ENCANTÓ. FEDERICO GARCÍA LORCA
EL DUENDE QUE SE ENCANTÓ. FEDERICO GARCÍA LORCA
Desde Panamá, Rolando Gabrielli
A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires:
La juzgo tan eterna como el agua y el aire
Jorge Luis Borges
EL DUENDE ANDALUZ se encantó con Buenos Aires, la grandeza de un escenario natural, el puerto, la urbe que lo aplaudió sin complejos hace siete décadas atrás. Federico García Lorca llegó de visita con su teatro y palabra seductora, un poeta ya conocido y dramaturgo igualmente popular. Sus planes eran quedarse dos semanas. El poeta del Romancero Gitano y Bodas de Sangre, tenía esa vaga idea de visitante temporal, pero Buenos Aires dispuso otra cosa con su magia, y el divino andaluz, la víctima emblemática del fascismo franquista, permaneció por seis largos meses que se le hicieron sal y agua de sus días.
Por esos días porteños, el poeta gitano, granadino, la gracia de España se presentaba con la emoción y la autenticidad del duende lorquiano, la fragancia de lo nuevo, sin maquillaje, puro como un paisaje desolado, llegaba como una bengala al puerto de Buenos Aires, luminoso como una ardiente estrella.
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