Crónica. ANODINOS Y ADOCENADOS
ANODINOS Y ADOCENADOS
Desde Chile, Gonzalo León.
Llevamos casi doce años de gobiernos democráticos y muchos de nuestros dirigentes piensan que esto es motivo de alegría o, al menos, de complacencia, especialmente cuando el bicentenario de nuestra Independencia se encuentra a la vuelta de la esquina. Lo cierto es que para el Plebiscito de 1988, yo -como muchos jóvenes de mi edad- luché y estuve en las calles por una democracia. Sin embargo, lentamente este concepto transformado de pronto en realidad, me defraudaron completamente.
Ya en 1989, cuando se llevó como candidato seguro al anodino Patricio Aylwin, todo ese interés por participar en la llamada vida política fue desapareciendo. O sea, mi lucha no fue anodina; ahí estaba yo, bajándome de un auto en marcha frente a un paradero de buses, en pleno día, y poner un inmenso NO en un muro, en Viña del Mar. Ese gesto, como el de muchos otros jóvenes, no era anodino, pero el candidato que tuvimos -y que creo no merecimos- sí lo era.
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