Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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El silencio como modo de acción (V)

El encuentro con John Cage significó el retorno a un punto original: por un lado a un punto final, la decadencia de las vanguardias aparentemente renovadoras y concluyentes en si mismas, y por otro la propuesta de que el retorno al origen nos permite una revisión profunda de las estructuras, de los elementos y de los valores hasta el momento considerados intocables. John Cage es un renovador absoluto de estos valores, y un defensor acérrimo a esta vuelta al origen, donde se encontrará con los tres elementos fundamentales a su hacer: el ruido, el silencio, el sonido, por un lado, y por otro saca a las artes, todas, de su encasillamiento clasificatorio y propone una revisión a fondo del tiempo y del espacio, él los denominará el tiempo y espacio sonoro.

(el proceso de una investigación)

Alberto Caballero

acaballero@geifco.org

 

 

catálogo de la exposición

JOHN CAGE

Paisajes Imaginarios, Conciertos & Musicircus

Lugar: Espai d'Art Contemporani de Castelló EACC

Comisario: Joan Cerveró

Fechas: 3 de Octubre- 28 de Diciembre, 2008

Personas que intervienes en el catálogo:

Lorenza Barboni, Joan Cerveró, Francisco Ramos, Carmen Pardo, Richard Kostelanetz, Vicente Carretón Cano, José Iges y Llorenç Barber.

Editado por:  EACC

ISBN: 978-84-613-0079-2

 

        

 

Mecad, Esdi, Master en Comisariado y nuevos medios

asignatura:

Introducción a las teorías contemporáneas

El comisario: la instalación y su catálogo

 grupo de lectura e investigación:
Objeto:        Blanca Álvarez

Discurso:     Aída Esteve

Realidad:     Andrea Muñoz

Instalación:    Janire M. Cabrera

 

introducciones  Lorenza Barboni/ Joan Cerveró

 

artículos de  Francisco Ramos/ Carmen Pardo/ Richard Kostelanetz /Vicente Carretón Cano

 

partituras  de John Cage

 

biografía/ cronología/ Lista cronológica de obras/discografía/ bibliografía/filmografía

 

instalaciones /conciertos/ ópera/ danza

 

Encuentros, lecturas, conferencias, en conversación, taller, audiciones y conciertos pedagógicos

 

 

JOHN CAGE

Paisajes Imaginarios, Conciertos & Musicircus

 

el Objeto/ Blanca Álvarez

 

Con motivo de la exposición que el Espai d'Art Contemporani de Castellón (EACC) celebró entre el 3 de octubre y el 28 de diciembre del 2008 sobre la obra y figura de John Cage, músico, compositor y pensador norteamericano del pasado siglo, y comisariada por el también músico y profesor valenciano, Joan Cerveró, hemos intentado dilucidar algunos aspectos en torno a la misma, a decir: el objeto, el discurso, la realidad y la instalación.

 

En lo que a mi concierne, he tenido que enfrenarme con el germen de la muestra: el objeto que vértebra el resto de puntos. Debemos hablar de un objeto único y múltiple a la vez, pues el no poco ambicioso objeto con el que el comisario desea trabajar es con la obra de John Cage, terreno nada sencillo, y así observamos que su objeto, en principio único, se divide en distintas caras, que nos muestran las distintas facetas de la obra de John Cage.

 

Por un lado, tenemos un objeto real, compuesto por las instalaciones que durante casi tres meses ocuparon el EACC. Más de 30 piezas que se repartían por el gran cubo blanco del espacio, haciendo que este se volviese un poco más ese bosque por el que tanto le gustaba pensar en pasear a Cage, en el que poder mirar, tocar, sentir e interactuar con esos objetos físicos, presentes y, casi, ordinarios de cara a la realidad presentada.

 

Esta era una primera parte clave en la muestra que acercaba al público a lo más tangible del universo Cage, a sus piezas creadas por y para ser utilizadas, vistas y sentidas. ¿Qué pasaba cuando no había público o personas que interactuasen con estas piezas? Que el objeto se transforma, como pasaba en la misma mente de Cage, en un objeto simbólico, en partituras que también se podían ver y, para los más osados, interpretar dentro del mismo sistema expositivo. Esas partituras, que conforman el paso de lo pensado y de lo físico a una especie de nivel de código, de lenguaje si se quiere, para poder interpretar (término que hubiese detestado el propio artista) y entender la música y pensamiento de Cage. Como un niño que intenta denominar una pelota una y otra vez hasta que dota a esa relación de una dimensión simbólica, Cage muestra en sus partituras el intento constante de plasmar su pensamiento simbólico en las piezas musicales.

 

Pero no hay que olvidar la que tal vez sea la cara más representativa: su cara imaginaria. Las audiciones, posiblemente la columna vertebral en esta muestra, son la realización de los deseos y anhelos de Cage en cuanto a composición y música se refiere y Castellón lo comprendió totalmente. Quizás fuese la faceta musical del comisario o el deseo de que el Espai se convirtiese 'en un lugar donde estar en y con Cage', en sus propias palabras, lo que hizo que las audiciones tuvieran el papel más importante.

 

Más de 400 músicos, miles de visitantes y una sombra presente y sensible: la obra de John Cage. En las audiciones era donde Cage ponía todo la carne en el asador, si se me permite la expresión, pues toda la teoría y reflexión sólo tenían sentido en aquel lugar, sin tiempo ni espacio, que eran las audiciones, el aquí y ahora en el que público, artista, obra e intérprete se volvían uno y todos funcionaban de la misma manera en el desarrollo de la obra.

 

Porque, si como bien sabemos por el propio artista, 'el saber es el saber de lo que falta', la única manera de intentar rellenar este vacío es estando en el mismo, experimentando e interactuando con el mismo.

 

               

 

Al escoger la obra y figura de John Cage como objeto de la muestra, Joan Cerveró, deja claro que esta tiene múltiples facetas al explicar la intención de la muestra:

 

         “La intención era que el público pudiese pasear (fundamental para John Cage),

          buscar y encontrar sonidos (como si de setas en un bosque se tratase), tocar

         (un contacto físico con las obras totalmente inverso al espíritu museístico del

         do not touch – no tacar-), pensar, escuchar y convertir al EACC” . (Pág. 14)

 

 

La idea era clara y, el objeto diverso, la obra y figura de John Cage en toda su simpleza y complejidad. Ver al Cage músico, incitador, anarquista, azaroso, zen, lúdico, etc. En definita utilizar el espacio y una idea clara “estar en y con Cage”.

               

el discurso/ Aída Esteve

 

Para entender el discurso del comisario, Joan Cerveró, creó oportuno remitirse a la introducción del catálogo dónde justifica su proyecto aduciendo a la llamada de un deber interior; de  un deber de “hacer lo que se debe hacer” (remitiéndose a Cage). Alega una necesidad de crear este proyecto, por una parte, por su intensa y extensa relación con la interpretación y difusión de la música contemporánea (de la que Cage es figura básica). Y por otra parte, la constatación de que, a pesar de ser un autor fundamental para la historia de la música y del arte, la mayoría del público desconoce todo de él.

 

Es en esta línea que el comisario trabaja a partir de un saber, poniendo a disposición del público una propuesta de investigación: se pasa de la música a las artes visuales, de los espacios para las audiciones a los espacios para leer/ ver programando una serie de eventos por un lado y, por el otro, con un catálogo que contiene textos teóricos  sobre la obra de Cage. Con una intención divulgativa y sin una teorización extrema, contado y explicado por aquellos que tuvieron relación con él o que han sido estudiosos y defensores de su obra.

 

El discurso se divide en 4 puntos:

 

Como objeto principal se busca que el público escuche y que participe. La interpretación de la obra  de Cage se hizo de una forma profunda e interdisciplinar; no sólo por referencias teóricas, sino a través de la escucha de sus composiciones; unas composiciones que, como subraya Cerveró, han estado muchas veces citadas pero poco escuchadas.

 

“El saber es el saber de lo que falta” . El público asiste desde un vacío y con una necesidad de escuchar y participar. Con una intencionalidad divulgativa, el comisario quiere ofrecer una respuesta a partir de las ideas musicales, filosóficas, sociales, artísticas y políticas de John Cage. Siguiendo la idea del compositor, se busca que el público se enfrente con el sin sentido de la obra musical (Cage añadiría “el sin sentido de la existencia”). Hay una intención no sólo informativa sino formativa, una línea es la divulgativa, la escucha, la audición de buena parte de la obra de Cage y otra es la pedagógica...por la teoria, la enseñanza, las conferencias, del pensamiento de Cage.

 

Público como sujeto. Público que percibe e interpreta, participativo y activo, que se compenetra con la obra y encuentra en la exposición un saber que ignoraba. Público al que se le ofrece unas herramientas para conocer y reconocer la influencia y la obra de este importante músico y artista.

 

Y el objeto como auditivo: hay una clara intencionalidad de que el público escuche pero también vea. Ver la vida a través de la música, a partir de un personaje que irrumpió con una nueva y estimulante forma de ver, no sólo la música, sino el mundo. Con palabras de Joan Cerveró “convertir el Espai d’art Contemporani de Castelló (EACC) en un lugar dónde estar en y con Cage, en el más amplio sentido del término”.

 

En el  discurso se atisba la faceta de músico del comisario, queriendo que todo gire a través de la música; motivo y motor principal del proyecto. Como comenta Francisco Ramos en el catálogo, para Cage era importante la participación en el arte “el arte es algo social, no sólo obra de un creador en particular. Todos deben tener la oportunidad de hallar experiencias que de otra manera jamás hubieran sentido”. Es el mismo receptor el encargado de otorgar el auténtico significado a la obra, complementándola; que el espectador le de forma en su propia imaginación. Proponer el acto musical como un doble proceso: de interpretación para el ejecutante y de escucha para el receptor, quien participa como absoluto protagonista.

 

Esto es lo que el comisario quiso presentar, “mostrar, sin demostrar, la vigencia e importancia de John Cage en la historia de la música y el arte”.

 

la realidad/ Andrea Muñoz

La realidad ordinaria y la realidad virtual.

La instalación esta expuesta tanto en la construcción en el interior como en el exterior,  en la sala en un espacio de conciertos, alrededor de escenarios múltiples, transformando el lugar en uno de reunión y de encuentros de artista y público, donde se producirán acontecimientos de forma continua a partir de las obras de Cage.

El comisario Joan Cerveró, también músico dice:  “explora la relación de su música con sus ideas, adentrándose en su fascinación por el sonido, el azar, la probabilidad y el budismo Zen”, lo que hará que “el espacio museístico se transforme en un espacio de reflexión, de escucha, de encuentro con la visión de un Cage vivo; todo el espacio del EACC se convierte en un gran altavoz, simultáneo y actual; un ‘circus’, una celebración”. Esto consiguió que todo tipo de espectadores fuese a la exposición, periodistas, artistas, estudiantes de arte, hasta las  familias. En ese mismo instante  hace participe a “casi toda” la masa pública y esta disposición 'para todos' produce lo que se denomina una realidad ordinaria. Aunque, cada vez que se pasa de un registro a otro hay un cambio de realidad y este es el papel en los conciertos , talleres, operas, que operan en torno de un saber simbólico, más ligado a la realidad virtual. Es ahí donde la relación con la obra del músico norteamericano se convierte en 'saber'  que deja ver el vacío, por parte tanto del público como del propio artista, que no sólo son simples espectadores, sino que actúan de forma interpretativa y participativa.

 

En definitiva, el sonido de los altavoces es parecido al que llega producido por un camión que pasa junto al teatro , el espectador es el que tiene que desenmarañarlo, el que recrea realmente la obra al seleccionar con su oído entre ese ‘collage’ de melodías y diferentes reclamos sonoros que describen con precisión hasta el último detalle. Su puesta en escena podría parecer fruto de la improvisación o de la aportación de un intérprete experimental, pero va más allá, combinada condiferentes escenarios y con aparatos en sí ,el video “Water Walk”, la silenciosísima “4´33”. Todo ello es una suerte de imaginario concebido entre los años 40 y 60.

 

la instalación/ Janire M. Cabrera

 

El objetivo del comisario de la exhibición fue un homenaje al artista presentándolo al público de Castellón como un representante de las vanguardias de una de las disciplinas más relevantes del último siglo, y como promotor de otras disciplinas artísticas en auge, como la danza, la performance, el fluxus, el happening, la instalación o la videocreación.  “El proyecto funcionó en dos planos interrelacionados. Como antología y puesta en valor de la obra de uno de los compositores más relevantes del siglo XX y como muestra de arte contemporáneo que incita a la participación y la reflexión, debido a la interactividad consustancial al espíritu Cage”. [1]

 

Así, se puede mencionar que los responsables de la muestra definen a Cage como un revolucionario del ámbito musical y de distintos movimientos artísticos contemporáneos. Por ello, transforman el Espai d'Art Contemporani de Castelló en una caja de música  subrayando la importancia de la música, la percepción y la apreciación de su pensamiento a través del sonido de la obra de dicho artista norteamericano.

 

Una de las ideas centrales de la exposición recaía en divulgar y dar a conocer la obra fundamental de John Cage. Para llevar a cabo este fin, el EACC se transformó en un lugar multidisciplinar. Conciertos, danza, talleres, encuentros, lecturas, conferencias, charlas, audiciones y conciertos pedagógicos compartieron distintos espacios de la ciudad.

 

“Todo ha girado a través de la música que ha sido el motivo y motor principal del proyecto. (…) ¿Qué ocurriría en una sala que está pensada para que haya una actividad expositiva diaria y continua, cuando no haya concierto? La respuesta fue fundamentalmente creativa y condicionó todo el proyecto: dar a las diversas partituras de John Cage una dimensión escenográfica, recreándolas como instalaciones sonoras a modo de escenarios y como si de pequeños paisajes se tratara. La intención era que el público pudiese pasear (fundamental para John Cage), buscar y encontrar sonidos (como si de setas en un bosque se tratase), tocar (un contacto físico con las obras totalmente inverso al espíritu museístico del do not touch -no tocar-, pensar, escuchar y convertir el EACC en un lugar donde 'estar en y con Cage' en su más amplio sentido del término”.[2]

 

  

 

 

La muestra excluye cualquier tipo de jerarquía o de recorrido marcado. Todo se encuentra abierto al público para que pasee libremente sin un camino establecido. El tiempo en la muestra juega papel continuo y personal que permite al visitante formar parte de la instalación a su propio ritmo.

Silencios eternos, conexiones y desconexiones, ritmos inverosímiles que ahora reverberan gracias a este concierto-exposición donde se interpretaron, como se ha dicho al comienzo, más de cien obras de Cage (entre otros artistas dos allegados colaboradores suyos como son Irvine Arditti o Margaret Leng Tang), que resonaron aquí y allá deambulantes por los recovecos de este espacio. Paisajes imaginarios resultantes de la teatralización de los diferentes espacios y, además, diecisiete espacios expositivos donde se escenificó Living Room Music o su obra 33 1/2. Y, por supuesto, la realización de Musicircus, con un concierto simultáneo donde intervienieron más de cuatrocientos músicos (originalmente en 1967, se trató de una cita múltiple y multidisciplinar en el que distintos artistas interpretaban como deseaban las músicas propuestas). O las Europeras, óperas del autor por primera vez interpretadas en Europa y claro reflejo de su pensamiento estético que completaron, con una serie de conciertos y actividades paralelas, uno de los proyectos expositivos más apasionantes. La música tiene su propia presencia en el tiempo y en el espacio, tiene su propia grafía y nadie como él  lo ha podido explicar. Notación y representación, puro arte sonoro.

  


Por todo ello, el Espai d'Art Contemporani de Castelló y los habitantes de esta ciudad se convirtieron en los auténticos protagonistas de dicho homenaje al revolucionario de las vanguardias contemporáneas John Cage. La muestra se recuerda como un éxito que permitió acercarse y conocer un poco más al músico de los sonidos y del silencio.



[1]    Lorenza Barboni, Dirección. Página 10.

[2]    Joan Cerveró, Comisario de la exposición. Página 14.

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