Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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Lemon Pie


EL TATIO

Jessica Parra

Sin una cabeza visible y reconocible por todos los del pueblo, las voces más conocidas que están a favor de la conservación del Tatio y la paralización definitiva de las obras de la geotérmica se han reunido en varias ocasiones para manifestar su negativa a los avances de las prospecciones. Ana María Barón (arqueóloga y ex alcaldesa de San Pedro), Amelia Mamani Charcas (Presidenta de la Comunidad Indígena Sumaj Llajta) y Sonia Ramos (Presidenta de la Sociedad de Cultores de Medicina Indígena Lickanantay) son las mujeres que mueven los hilos para evitar la construcción de la central en los Geysers del Tatio, a ellas se suma Tatio.org encabezado por Haroldo Horta.

Han pasado dos semanas de manifestaciones en que las buenas intenciones son lo prioritario. Movilizando muy poca gente, con pocos recursos y una voz poco experta en la materia que resta credibilidad para los que conocen un poco mas del tema de energías sustentables, manejando el tema con una campaña del terror (no se ve a Barón o Mamani a la cabeza de las manifestaciones en la calle, si podemos encontrar a Haroldo que posee una visión muy romántica del asunto y jóvenes ligados que van por la vía violenta). Como si fuera una película de humor absurdo, la falta de información sobre el tema medioambiental, de energía y ciencia, se contrapone con la enorme cantidad de investigación científica que se realiza en la zona, con proyectos como ALMA a pocos kilómetros de San Pedro.

 



San Pedro ha reaccionado como pueblo de cuento, pataleando, pegando carteles con papeles tamaño carta que dicen Muere el Tatio con lápiz tinta y delineado ondulado, insultando por micrófono a los personeros de gobierno que se encuentran dentro de una oficina de la alcandía, provocando que la alcaldesa salga a quitar el micrófono y regañe a la gritona. O el señor del agua embotellada que cambia sus toneles arriba de su triciclo por un féretro que es seguido por una veintena de personas con banderas blancas y wiphalas (bandera de los pueblos indígenas). También hay de los que han ido a romper instrumentación de la empresa encargada de la central y que dicen que van a empezar a quemar cosas, siendo que acá las cosas se queman solas y hace menos de 5 días se quemo una hostal completa.

Se puede escuchar en las calles la gente reclamando porque no podrán visitar el Tatio, cuando la verdadera tragedia es la falta de cultura y desinformación. Son muy pocos los que reclaman por como se esta usando el agua de esa zona, el uso que se le daría a esa energía eléctrica o los malos tratados que se han realizado a cambio de la utilización de esas tierras. Todos acá se quejan de la falta de agua y luz, de la no pavimentación de los accesos a lugares como Talabre y muy poco se hace para generar vida más allá de las vías turísticas. Es sabido que el Tatio es emblema y principal atracción turista de la región y del país, que si lo destruyen es un daño patrimonial significativo, que el turismo se iria a pique y que la tierra ancestral será profanada. Pero, cómo sostendrán estos pueblos sus necesidades, de dónde sacaran energía. Todo esta parafernalia de geotérmica ha sido planteada para la necesidad global de país, de alimentar mineras, mineras que finalmente alimentan más que una región pero que a la vez alimentan el PIB mal repartido y por sobre todo a privados. Indudablemente el manejo de imagen de Geotérmica del Norte ha sido mala, dejando una emanación de agua y gases de un tamaño descomunal, no preocupándose de realizar un trabajo de aceptación de la comunidad, no entregando energía a la zona, desperdiciando el agua prístina de las cámaras subterráneas o no prometiendo un trazado del tendido eléctrico que no perjudique la vida turística y por ultimo prometiendo cero daño ambiental, al turismo y a los Geyser.

 

Que hubiese ocurrido si las promesas hubiesen sido las siguientes: El tendido eléctrico será subterráneo en las áreas turísticas, entregando energía a los poblados de San Pedro de Atacama, Toconce y Talabre; el agua será reingresada a sus napas y no será utilizada para la minería, en cambio se construirán centros de reutilización y limpieza de aguas servidas en los poblados y esas aguas serán las que irán hacia la minería; la planta bajará o detendrá su actividad durante las horas en que el turismo se realiza, etc. Este panorama menos árido que el actual, seguramente disminuiría los resquemores pero debilitaría la defensa del Tatio como centro ancestral y del turismo. Las alternativas energéticas son acotadas, pero se podría apelar a un nuevo escenario, de mayor responsabilidad, tal como lo seria la generación de energía por vía solar o eólica. Sin embargo tal escenario es tirado constantemente a un debate sin fecha límite dando un loop durante el cual prolifera el oportunismo. En Chile solo pensar en la compra de paneles solares genera escepticismo por su costo y la gran cantidad de energía que debe emplearse para la fabricación de estos. Y si se fabricaran en nuestro país la subvención del estado a la creación de estos componentes debería ser fabulosa, regulando la utilización de la energía ya existente para fundir el silicio. Ni pensar en plantas nucleares o plantas de agua salina y centrales de paso, ya que, el gobierno seguirá planteando excusa tras excusa y los ecologistas también.


Hay que notar que la regulación ambiental en Chile es vana, lo que se suma a la imposibilidad de poder reclamar con fuerza y la poca idea que se tiene sobre los derechos de las personas. Por ejemplo, en la zona afectada, las empresas ligadas al turismo no han presentado ni un solo recurso de protección, basándose en la imposibilidad de ejercer su labor y a pesar del tiempo que ha pasado no hay recursos de protección interpuestos por las asociaciones pro defensa del Tatio, pero según Ana María Barón se iniciarán pronto a nivel nacional e internacional.



El problema del Tatio si bien no es tan enorme como el de Aysén, representa de manera mucho más visible la desidia nacional y la falta de compromiso con los tratados ambientales. Además demuestra la poca capacidad de resolución de conflictos del gobierno regional y central, la falta de expectativas laborales de las regiones y la poca unión para generar soluciones seguras, no transgresoras y que respeten la convivencia saludable de las personas con su entorno. Y finalmente, de personas desprovistas de cultura y fundamentos, lo que genera luchas de buena fe, insostenibles, tanto como la mayoría de los proyectos que se desarrollan en nuestro país, dejando un vacio en la sociedad que es más difícil de suplir que un litro de agua.

 

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