DIEZ PELÍCULAS, DIEZ HISTORIAS (2DA PARTE)
DIEZ PELÍCULAS, DIEZ HISTORIAS (2DA PARTE)
Fernanda Bargach-Mitre
ojoadicto@gmail.com
En esta oportunidad he elegido films profundos, de esos de los que no se sale ileso. He tomado nuevamente esta última década para destacar películas que marcaron pauta, de cita obligada para los buscadores del buen séptimo arte. Se trata de cine intenso, de contenido, que desafía el intelecto y mueve las emociones. Son fotogramas que se nos graban irremediablemente en la memoria y nos hacen festejar el mejor cine de autor.
DogVille(2003): Una propuesta arriesgada
Cuando hablamos de Lars Von Trier, hablamos de unos de los exponentes más importantes de este siglo en lo que a cine de autor se refiere. Su Dogma 95, que buscaba alejarse de las artificialidad estética de las producciones en serie, sostenía en uno de sus principios básicos la necesidad de que el cine se atuviera a filmar exclusivamente de manera realista o más aun, naturalista. Este director danés despierta polémica con cada uno de sus films y es amado y odiado en la misma proporción por los críticos y espectadores. Independientemente de las reacciones extremas que suscitan sus creaciones, estamos frente a un artista, un buscador, un genio del séptimo arte. Un director que constantemente intenta reinventar la narrativa cinematográfica, experimentar nuevas formas de contar una historia y producir películas únicas, que permanecen por muchos años en la memoria del espectador. En Dogville, se desmarca de la filosofía del Dogma 95 y se acerca al teatro de Bertold Brecht y su propuesta del distanciamiento, con la presencia de un narrador omnisciente que va llevando el relato y nos ayuda a alejarnos de las situaciones, para así reflexionar sobre las mismas. La Película se desarrolla íntegramente en un enorme escenario teatral donde la mayor parte de los edificios no existen, solo hay algunos muebles dentro de los límites de cada casa, dibujados en un piso negro, con pintura blanca. A nivel estético, destaca un excelente trabajo de luces y sonido, junto a una escenografía minimalista en extremo, sin duda con dejos teatrales. El manejo de la cinematografía es atrevido, con intensos, frecuentes y agresivos primeros planos, cenitales, caprichosos cortes, cámara en mano, barrido y travelings, todo dentro de los limites de la ciudad: un escenario rectangular y abierto donde podemos ver que están haciendo cada uno de los personajes. Al ya familiar elemento de la víctima, en esta caso Grace (Nicole Kidman) que llega huyendo a un pueblito perdido en las montañas llamado DogVille, se agrega el factor de la venganza. La ingenuidad, la capacidad de sacrificio, la dignidad, la degradación del hombre por el hombre, la vida en sociedad, el totalitarismo, pero por sobre todo la delgada línea entre el bien y el mal, son algunos de los temas trascendentales tratados en esta cinta.
Pollock (2000): Genio y Demonio
El reconocido actor Ed Harris se estrenó como director y productor, en Pollock, una película intensa, con actuaciones sólidas, que nos relata 15 años en la vida de este torturado artista, hasta su trágica muerte con aroma a suicidio, en 1956. Diez años le llevó a Harris parir este proyecto, que comenzó a obsesionarlo desde que leyera una biografía sobre el pintor. De allí en más, se dedicó a investigar sobre su vida, hasta que finalmente cayó en sus manos el libro ‘Jackson Pollock: An American Saga’ (Premio Pulitzer 1991), en el cual se basó el guión del film y que marcó un punto concreto de partida. Pollock, se desliza entre el retrato de un gran artista y el retrato de un rabioso y violento hombre, que podía autodestruirse (de hecho lo hizo) y ser sumamente cruel con sus seres queridos. En este punto y como toda biografía llevada al cine, Harris se adentra en terreno peligroso y en su relato parece dejar de lado las causas del sufrimiento constante del pintor pero más que nada el lado carismático del mismo.
El Jackson Pollock de Harris, es un ser sombrío, extremadamente tímido, inseguro, alcohólico, debatiéndose entre un reconocimiento que anhelaba y detestaba al mismo tiempo. Indudablemente Jackson Pollock, fue un revolucionario de su tiempo. Un vanguardista del Expresionismo Abstracto que dejó su huella en la historia del arte moderno. En esto, jugó un papel fundamental su esposa Lee Krasner, también pintora, excelentemente interpretada por Marcia Gay Harden, quien obtuvo el Oscar a la mejor actriz de reparto. Pollock fue el primer pintor abstracto norteamericano tomado en serio en Europa. Especialmente cuando en 1947 emergió su concepto de pintura en acción: no pintar imágenes sino acciones o lo que algunos llaman revelaciones de los estados inconscientes del artista. En vez de usar pinceles o brochas, fijaba el lienzo sobre el piso y usando palos y cuchillos, tomaba pintura directamente de la lata , empleado la técnica del goteo, a diferentes ritmos, olvidándose completamente de un motivo central, danzando en semi éxtasis alrededor de la tela, moviéndose con precisión, esparciendo color y forma hasta llenarlo todo. En las dinámicas escenas donde Pollock pinta, Ed Harris ofrece una representación integral, especialmente desde el punto de vista físico, ya sea que esté pintando con brocha, con dedos, directamente del tubo o con la técnica de goteo, el actor lo hace con naturalidad y soltura: la manera de torcer la cintura, de caminar semi danzando alrededor de la obra, el parecido físico entre ambos. Todos estos detalles conjugados, hacen de estas escenas un engranaje perfecto entre música, actuación e imagen. Ed Harris y Marcia Gay Harden, hacen una dupla impactante, en este film independiente, en el cual Harris invirtió su propio dinero y un esfuerzo de 10 años. Si bien, como cualquier autobiografía, puede ser criticada por dejar fuera esto o aquello, la película nos acerca al alma del artista, un espíritu creativo, como tantos otros de la historia, en el clásico contraste entre la adicción que lo destruía y el arte que lo reinventaba.
Sideways (2004): Los caminos de la vida
Sideways, dirigida por Alexander Payne, un interesante director de corte independiente que tiene en su haber películas con calidad dramática y pocos efectos especiales, como el sutil drama ‘About Schmidt’ o la cínica comedia ‘Election’. Un creativo enfocado principalmente en contar historias cercanas al espectador, que reflejan la condición humana en su faceta más realista y cotidiana. Considerado por muchos como un director de culto, ha logrado en Sideways (Entre Copas) un film sólido, que sin grandes despliegues de celebridades de renombre, logra excelentes actuaciones de sus protagonistas, actores casi siempre relegados a roles secundarios, que demuestran su pasta en base a un excelente guión que tiene la virtud de ofrecer la poesía de la vida, entre diálogos que expresan con precisión las vicisitudes y pensamientos de seres comunes y corrientes. La película cuenta la historia de dos amigos de la universidad que emprenden un viaje en auto por los viñedos californianos: Miles (Paul Giamatti), es un típico perdedor, profesor de primaria, medio depresivo, pesimista, pero que acaba de escribir su primera novela y tiene aspiraciones de publicarla y finalmente cumplir su sueño de convertirse en escritor. En contraposición su amigo Jack (Thomas Haden Church), es un actor fracasado pero optimista y aventurero, que está a punto de casarse y ve en este viaje la oportunidad de hacer algunas travesuras antes de pisar el altar. En el camino tropezarán con dos mujeres, una mesera llamada Maya (Virginia Madsen), que se sentirá atraída por el introvertido Miles y Stephanie (Sandra Oh) que iniciará un tórrido romance con Jack, ignorando que está comprometido. El personaje central, interpretado magistralmente por Paul Giamatti, es el corazón del film. Este dulce y atormentado ser, que encuentra placer solo en la catación de vinos, tema en el cual es un experto, logra tocarnos la fibra más profunda con sus inseguridades y su fragilidad emocional. El tema del vino, merece un párrafo aparte. A través de ricas metáforas, la catación de cada vino y la descripción que hacen los personajes de lo que sienten al probarlo, expresan significados profundos de la vida, estados de ánimo, actitudes ante cada día. Entre copas, el film se va colando y nunca pierde el ritmo a pesar de estar basado en las mismas anécdotas mil veces contadas, los mismos encuentros, desencuentros, amores y desamores. Con cámara certera y un guión sincero, Payne nos da una muestra del cine que nos representa a todos, en nuestra cotidianidad, nuestros fracasos y nuestros momentos felices. Sin artificios, ni complicados giros de trama, la película atrapa en su profunda simpleza, esa que nos refleja y que nos acerca más a lo que somos. Sideways es en suma, la demostración de que el cine basado en los personajes, sin grandes despliegues técnicos, pero con absoluta dedicación a la historia, da a luz un cine que se acerca a la realidad y por ende a nuestras propias vivencias.
Requiem for a Dream (2000): Atrapante pesadilla
Darren Aronofsky, quien ya había impresionado con su ópera prima ‘PI’ ratificó soberbiamente su talento con este film crudo, que afronta el tema de la adicción como producto de una sociedad plagada de aislamiento y soledad. La historia gira alrededor de Harry (Jared Leto), un drogadicto hijo de Sara Goldfarb (Ellen Burstyn), el mejor amigo de Tyrone (Marlon Wayans) y el novio de Marion (Jennifer Connelly). Sara es una viuda que pasa la mayor parte de su tiempo mirando televisión, comiendo chocolates o chismorreando con las vecinas. Un día recibe una llamada no esperada diciéndole que “ya ha ganado” y que participará en su show preferido de televisión. En un esfuerzo por perder peso y lograr “entrar” dentro de su único vestido elegante, comienza una dieta a base de píldoras que le prescribe un doctor “experto” (aquí la película hace una crítica a la industria médica y sus insensibilidades) . Rápidamente Sara queda enganchada en sus pastillas multicolor, entre ellas una versión ‘aprobada’ del speed, y poco a poco su salud mental comienza a tambalearse. Las historias de Harry, Tyrone y Marion poseen la misma relevancia temporal en el film y en múltiples ocasiones las actuaciones son excelentes. Sin embargo el relato es más convencional en su contenido (nada en Réquiem es convencional en estilo) ya que gira alrededor de la adicción a las drogas: cocaína, speed y especialmente heroína y el trágico mundo 'junkie' que las rodea. En cierta forma todos los personajes están tratando de llenar un vacío en sus vidas. Harry busca amor y felicidad para sentirse realizado. En la persona de Marion encuentra a la mujer cuya hambre emocional coincide con la suya. Pero el amor no es suficiente y la misma intensidad que los une los ata a sus adicciones. Por su parte Tyrone carga el vacío de haber perdido a su madre muy temprano y su anhelo es la seguridad que nunca tuvo cuando niño y que consigue saciar malamente como pequeño traficante y asiduo consumidor. La tragedia radica en que todos los personajes buscan unirse pero ninguno acaba por encontrarse. En la primera mitad de Réquiem, la dirección de Aronofsky es maestra, usa más efectos que Oliver Stone pero siempre al servicio de la historia: cámaras rápidas y lentas, edición tipo Hip-Hop para las escenas de consumo. Si bien se utilizan recursos conocidos como pupilas que se dilatan, jeringas que se llenan, cucharas calentándose, billetes enrollados, etc, la manera en que estos elementos están conjugados junto a una banda sonora poderosa, hace que prevalezca la originalidad sobre el lugar común. Cabe resaltar el magnifico trabajo de edición realizado por Jay Rabinowitz, quien no solo tuvo que entrelazar cuatro historias sino lidiar con múltiples recursos fílmicos usados por el director: pantalla partida al medio, súper close ups, edición ultra rápida, aceleramiento, vibrator-cam, heat-cam, 'sonri-cam' que se liga al cuerpo del actor generando un alto nivel de subjetividad y más de 100 efectos visuales. A nivel técnico esta película es excelente, pero más allá del talento que requiere utilizar la tecnología, lo importante en Réquiem es que la misma está en función de la historia, logrando atravesar la pantalla hasta llegar al espectador. Generalmente uno sale de una película medianamente buena con una cierta sensación, un pensamiento, una emoción. De esta película se sale totalmente movilizado, durante mas de 100 minutos el espectador es literalmente 'parte' de la historia, hasta el punto de sentirse afectado físicamente. Frenética, visionaria, perturbadora, una clase distinta de película de terror definitivamente no recomendable para los de gusto ligero o típicamente hollywoodense. Es una película para valientes y arrojados porque de ella no se sale ileso.
Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (2004): Originalmente Inolvidable
Charly Kaufman es la mente detrás de un guión ingenioso que nos muestra una historia de amor diferente, de esas que hablan del amor en serio, de la condición humana, de los recuerdos compartidos, de cómo somos entidades alimentadas por nuestra memoria. Un film para aquellos que se preguntan sobre las relaciones humanas, para los amantes del amor, para los nostálgicos y los existencialistas, para los de mente abierta, para los inteligentes y para todos aquellos capaces de remontar un viaje lleno de fantasía surrealista y reflexión. 'Eternal Sunshine Of The Spotless Mind', es la confirmación de que estamos ante uno de los guionistas más talentosos de Hoolywood, que en este caso acompañado del director Michel Gondry, dan vida a una comedia romántica sumamente original. El film parte de la premisa que es posible borrar de la memoria las malas relaciones de pareja. Clementine (Kate Winslet) decide eliminar de sus recuerdos a Joel (Jim Carrey), con quien tuvo una relación intensa y tumultuosa. Joel al enterarse de lo sucedido, acude al mismo doctor para borrar a Clementine de su vida y así poder recomenzar sin ella. El proceso de borrado lleva una noche, en la cual se monitorea el cerebro del paciente y se traza una ruta para borrar solo los recuerdos atinentes a la persona indicada. Durante el procedimiento, la mente de Joel descubre que no quiere borrar a Clementine, pero como se encuentra sedado no puede avisarle a nadie. Su cerebro comienza a buscar escondites para ubicar el recuerdo de su amada, donde la maquina no intente buscarlos. La película nos va narrando la historia de Clementine y Joel, en dos planos narrativos a partir de los recuerdos de este último. Así somos testigos de tanto la época crítica de la relación como de los momentos más felices. Michel Gondry, uno de los mejores directores de videos contemporáneos, nos brinda un film que plantea de manera no trillada el poder del amor y examina temas claves como el destino, la compatibilidad, la tolerancia y como la memoria nos hace lo que somos. El trabajo de fotografía, a cargo de la talentosa Ellen Kuras (Blow), le da aún más fuerza a la cinta, que desborda en colores intensos y ambientes surrealistas, especialmente cuando estamos dentro de la mente de Joel. 'Eterno Resplador', como todos los guiones de Kaufman, se pregunta sobre el sentido de la vida y el destino. Pero en su esencia es una increíble historia de amor, no porque sus participantes sean extraordinarios, sino porque muestra las relaciones de pareja, en su frágil felicidad, su profundidad y su mundana banalidad.
Mar Adentro (2004): La libertad de elegir
En este film el talentoso cineasta español Alejandro Amenabar nos introduce de manera inteligente en el tema de la eutanasia. Esta vez nos sorprende, cambiando radicalmente de género, más no de temática ya que repite el tema de la muerte, pero desde un ángulo completamente disímil. Mientras “Los Otros” era una película de suspenso, “Mar Adentro” es un drama descarnado, presentando con una sutileza tal que el tema de la eutanasia, realmente pasa a un segundo plano en esta película acerca de la libertad de elegir cómo vivir o cómo no hacerlo. El film trata de la vida de Ramón Sampedro, un marino gallego cuadrapléjico que se convirtió en bandera de lucha de quienes favorecen la eutanasia en España y llego a publicar un libro con poesías y pensamientos. A partir de esta premisa se desarrolla una trama sobre el amor, la vida y la muerte. Es la historia de un hombre complejo, interpretado genialmente por Javier Bardem, quien no deja de asombrarnos con su increíble talento. Sanpedro podrá haber estado paralizado de la cabeza para abajo, pero su mente, su encanto, su dignidad y su sentido del humor se mantuvieron en pie. Estos detalles de la naturaleza humana de este ser y de todos aquellos que lo rodearon, son los que conforman esta conmovedora película que nos hace recordar el sentido de vivir y nos hace reflexionar sobre el alcance de la libertad, dónde empieza y termina el respeto por la vida y por la dignidad humana. Verdaderamente la cinta logra meterse bajo la piel, más allá del tema de la eutanasia, está el tema de Ramón como una persona inteligente y creativa paralizado por una enfermedad cruel, que logra luchar por una causa y sentar un precedente en la historia de un país. La obra es un conjunto de detalles artesanales que conforman un todo delicado pero profundo, acompañado de una bella cinematografía y que sobre toda las cosas nos hace reflexionar sobre un tema importante como es el derecho a elegir como vivir o como morir. Imperdible!
Crash (2005): La intolerancia al desnudo
El productor y escritor Paul Haggis,nos trae con fuerza su ópera prima, Crash, que aborda el no muy simpático tema del racismo y la intolerancia en la ciudad de Los Ángeles. Con un formato narrativo arriesgado, de múltiples personajes y diversas situaciones que van ligándose entre sí , se nos presenta un universo de seres separados por sus creencias y roles sociales, unidos solo por su condición humana pero incapaces de reconocerla en el otro, considerando lo diferente como una amenaza potencial. El film se alzó con el Oscar a la Mejor Película ,Mejor Edición y Mejor Guión Original, demostrando que es buna tanto en su contenido como en su forma. El premio al mejor montaje es realmente merecido por la excelencia en la hilación de las múltiples historias y el galardón al Guión nos ratifica que se trata de una historia profunda. Definitivamente un film excelente que, como la serpiente que se muerde la cola, nos lleva en un viaje circular sobre el tema del racismo y la intolerancia. Al estilo de la genial película Magnolia, las historias se entrecruzan, ligadas generalmente a un accidente automovilístico (de allí el título del film).Así se nos van presentando los distintos personajes. Queda clara la premisa que hoy en día el racismo no se trata solamente del color de la piel, se trata de la diferencia y los estereotipos establecidos. Tenemos la oportunidad de saborear el amargo sabor de la intolerancia, que va desde mínimos detalles hasta actitudes realmente peligrosas. El film esta perfectamente estructurado y dentro de las diversas capas que envuelven a distintos personajes encontramos una sincronía convenientemente perfecta que abusa un poco de la casualidad en aras de mantener una sólida historia. Sin embargo el cometido se alcanza y la película logra impactar, mantener la atención el espectador y dejarlo reflexionando sobre este complejo tema de la discriminación. Quizás la película esté demasiado centrada en los conflictos raciales específicos que se dan en el caldero multi-cultural de los Estados Unidos, sin embargo funciona como muestra de una sociedad al borde de la paranoia, donde la tolerancia ha sido sustituida por el miedo, muchas veces justificado solo por concepciones estereotipadas de las distintas etnias que conviven entre sí. Destaca por consiguiente no solo este absurdo divisionismo en una ciudad cosmopolita, moderna y plagada de gente sino la soledad a que este conlleva, el encierro, el desconocimiento del otro y de todo lo que tienen que ofrecer justamente las diferencias que nos conforman y que hacen a la diversidad del ser humano.La película nos presenta a un grupo de seres comunes y corrientes, de distintas profesiones y status sociales, precisamente para ejemplificar que estas divergencias raciales son parte de la cotidianidad de Los Ángeles. No solo recomiendo el film por la calidad de su realización sino por su cruda temática, de la que nadie quiere oír pero de la que todos somos participes o cómplices.
Million Dollar Baby (2004): Un K.O. cinematográfico
Cuando tuve la oportunidad de ver Mystic River, quedé impactada por la capacidad de Clint Eastwood para contar historias al mejor estilo del cine clásico, pero sin perder en el proceso a la audiencia, usando un ritmo algo lento, que se entrelaza en historias dramáticas, casi siempre como subtexto de una trama desencadenante, que resulta ser la excusa para adentrarnos en los pasajes más oscuros y nobles de la condición humana. Aún tengo la sensación del drama descarnado de Mystic River y sus escenas de vez en cuando recorren mi memoria. Ese es el efecto que causa una buena película, se inserta en nuestros recuerdos como una vivencia de la cual se desprenden sensaciones y reflexiones que nos ponen a pensar. Million Dollar Baby no es una excepción en la filmografía de Eastwood, es la continuación de un estilo y la confirmación de un talento indiscutible del séptimo arte. Es impecable en su factura, con una fotografía algo ambigua que parece ser de cualquier época, pero de notable dramatismo en escenas claves, con interesantes juegos de luz y sombra. El ritmo en la edición es pausado pero certero, la narrativa algo lenta pero capaz de mantener el interés con giros en la trama que llegan justo a tiempo. La historia está inserta en el mundo del boxeo, pero no es una cinta pugilista sobre la auto superación, este es el mero telón, el subgénero que usa el director para plasmar lo que verdaderamente quiere decir. Se trata de un verdadero drama, que se desarrolla entre tres personajes, signados por la pérdida y un pasado difícil que encontraran en su vínculo una sensación perdida de familia que los llevará a enfrentar las circunstancias más adversas. Es un film movilizador, toca todas nuestras emociones con una trama fatalista y triste, que por momentos encuentra redención y descanso. Con un final polémico y abierto, dejará un dilema moral en el espectador. Imposible no mencionar las excelentes actuaciones de todo el reparto: Hilary Swank logra un personaje humano y creíble. Clint Eastwood está fantástico como el culposo entrenador y para cerrar un impecable Morgan Freeman.. Clint Eastwood, filmó esta película en poco más de un mes, estando envuelto en la producción, la dirección y la actuación. Logro un film sólido, que realmente estremece. Pero este no es el primero de su larga lista, que incluye títulos memorables como 'Bird', 'Los Puentes de Madison', 'Un Mundo Perfecto' y 'Los Imperdonables' y las más recientes como 'Banderas de nuestros padres' (2007)y Cartas desde Iwo Jima (2007) por citar solo algunas. Todas marcadas por un signo pesimista, altamente dramático, con personajes de oscuros pasados y dolorosos presentes….Un grande del cine clásico, profundo y melancólico de los últimos tiempos.
The 25th Hour(2002): New York, Hora 25, Zona cero
Spike Lee, ha sido uno de los directores que más polémica ha despertado dentro del cine norteamericano. Acusado de panfletario y provocador, de la mano de este director afroamericano, se han abordado grandes temas: los derechos civiles desde diferentes ángulos, la sectorización de las minorías, las relaciones interraciales, los inicios del jazz, la NBA con sus miserias y virtudes, etc. Definitivamente es un realizador que cuando filma, es porque tiene algo que decir. No se trata, simplemente de un narrador de historias sino de un realizador con voz propia y sentido social. ¿Hay que criticar su cine en función de sus ideas? No lo creo. Su obra exuda calidad tanto en su realización como en su contenido. El hecho que nos exponga a verdades que son difíciles de tragar, es otra historia: la de nuestra propia conciencia social. Su gran película, ‘The 25th Hour’ (La hora 25), no escapa del ojo del huracán sino que explota en su mero medio. Un film con un ritmo fascinante, donde por momentos las imágenes y la música conspiran contra nosotros, observadores atónitos de una danza sin igual de todos los componentes creativos. A la cabeza del reparto, encontramos un Edward Norton impecable que se luce a lo largo de todo el metraje. Ya desde el principio del film, una interesente mezcla de imágenes abstractas de luces azules sobre fondo negro van formando diferentes figuras que poco a poco se definen como dos enormes torres de luz, ubicadas en la zona cero. Spike Lee, hace las tomas típicas de noche en la ciudad de Manhattan, pero los enormes ases de luz que súbitamente se apagan dando lugar al vacío, nos muestran, desde el principio, que esa Nueva York es otra: le falta algo y ha sido herida, premisa que se siente a lo largo de toda la cinta.Basándose en la novela original de David Benioff, quien también elaboró el guión, se nos muestran las últimas 24 horas de libertad de un hombre: Monty Brogan (Edward Norton) condenado a siete años de prisión por narcotráfico. En su último día en libertad, Monty intentará reunirse con sus dos mejores amigos de juventud, Jacob (Philip Seymour Hoffman) y Slaughtery (Barry Pepper) y con su novia, Naturelle (Rosario Dawson), de la cual sospecha lo ha denunciado a la policía. Así mismo volverá a encontrarse con su padre (Brian Cox), quien nunca lo ha abandonado, ni en las buenas ni en las malas, siendo, como todos sus seres queridos, cómplices del destino que le espera, al haber permanecido callados con respecto a su ‘profesión’, aceptando los beneficios que ese dinero generaba. Monty se verá enfrentado, en esas últimas horas con toda clase de sentimientos encontrados: rabia, miedo, desesperación, arrepentimiento, desconfianza etc. Toda esa gama de emociones son explotadas al máximo por Edward Norton, quien nos lleva al extremo en un monólogo cargado de rabia hacia todo lo que New York representa, que fluye a partir de un espejo que tiene escrito la palabra ‘Fuck you’ .Monty ve su rostro joven y bien parecido reflejado y a sabiendas de lo que le espera en la prisión, explota en una verborrea mental, con una edición rítmica, imágenes crudas de la ciudad y frases que nos cachetean el rostro. La cinta, acompañada de una banda sonora cálida e hipnótica, sitúa su eje en el personaje de Norton, quien se encuentra bajo una situación limite a partir de la cual se desatará un drama de sentimientos, que nos lleva irremediablemente a la reflexión acerca de temas como la legalización de la marihuana, la amistad a través de los cambios, la lealtad, el falso pudor y otros dilemas morales de esta nueva sociedad que nos toca vivir. En el frío invierno de una Manhattan distinta, Monty deambula por las calles que se conoce de memoria, deseando haberse retirado cuando la conciencia lo exigía, reflexionando sobre el pasado y la incertidumbre del presente donde cada tic tac del reloj es el recordatorio de lo inevitable. Se sienta en el parque y piensa ‘Si tan solo el día tuviese 25 horas, si tan solo me dieran una segunda oportunidad…’ Spìke Lee nuevamente enciende la llama, con este poderoso drama existencial que nos recuerda uno de sus primeros y geniales trabajos: ‘Do the right thing’ (Haz lo correcto). Ambas películas transcurren en 24 horas y en ambos casos pasan varios días y uno sigue recordando el film porque nos desafían a pensar y re pensar nuestros valores éticos.
Lost in Translation (2003): La magia de Sofía
El Segundo largometraje de la talentosa Sofía Coppola: Perdidos en Tokio (Lost in Translation) no solo recibió el elogio unánime de la crítica internacional, sino que fue ganadora Globo de Oro como mejor película en la categoría de comedia-musical y del mejor guión y fue nominada para cuatro Oscares como mejor película, dirección, actor y guión original, oscar que la joven directora se llevó a casa. Vale decir, que Sofía es la tercera mujer y la primera norteamericana en ser nominada en la categoría de mejor película, después de la alemana Lina Wertmuller por Siete Bellezas en 1976 y de la neocelandesa Jane Campion por ‘El Piano’ en 1994. Este film se aleja, por sobre todas las cosas, de los convencionalismos, siendo un drama combinado con situaciones de ligera comicidad, que nos deja una profunda emoción por su lucidez, intensidad y capacidad para conmovernos. Es una trama verdaderamente humana, de comprensión y fuerte vinculación afectiva entre personajes aparentemente opuestos, pero íntimamente atados en sus soledades y vacíos. Sofía escribe, dirige y produce, un film que tiene la capacidad de captar a los seres cotidianos y crear atmósferas surrealistas, poéticas, por momentos imprecisas, que nos conmueven al punto de convertirse en anexos de nuestra memoria. Sus películas poseen un toque único, la huella de una realizadora con un impactante ojo fotográfico capaz de crear en imágenes y evidenciar un talento independiente y profundamente artístico. ‘Perdidos en Tokio’ nos cuenta la historia de un actor cincuentón, Bob Harris (Bill Murray), con la carrera en baja, que decide aceptar filmar un comercial de whisky en Tokio. Impactado por esa gran ciudad, se recluye en su hotel donde conoce a Charlotte (Scarlett Johansson), una joven mujer, cuyo marido es un importante fotógrafo cumpliendo una labor profesional. Bob y Charlotte se encontrarán en su soledad y a medida que se atreven a explorar juntos la acelerada urbe japonesa, van acercándose entre sí, reflexionando sobre sus vidas, anhelos, vacíos, desarrollando un intenso vínculo, que demuestra el abanico de las emociones en las relaciones humanas. Es una hermosa historia de amor, sustentada en un ingenioso y sólido guión, que toca el ámbito de lo profundo. Se complementa con un excelente reparto, donde a mi criterio más que el aclamado y ganador del Globo de Oro, Bill Murray, la que verdaderamente destaca es la joven Scarlett Johansson. Este film es capaz de traspasar la barrera entre creador y espectador, quizás porque recurre a temas elementales intrínsecos al ser humano como la pareja, la soledad y esa angustia existencial que en mayor o menor medida todos tenemos. Esto logra que sintamos que la cinta nos habla directamente a la cara, sin hipocresías, moviendo nuestro mundo emocional. Esta es la magia que Sofía le imprime a sus trabajos, la sutileza de los personajes y escenarios, las imágenes etéreas, las circunstancias apenas insinuadas y una niebla poética que lo envuelve todo, inclusive a nosotros mismos…
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