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REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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Pensar y clasificar; Georges Perec, escritor y trapecista.

 

Dr. Adolfo Vásquez Rocca
Pontificia Universidad Católica de Valparaí­so - Universidad Complutense de Madrid

fo Vasquez Rocca

Introducción

... el resto es literatura.

Clasificando el mundo para comprenderlo a su modo, Perec no cesó de trastocar las convenciones de lo sensible y las jerarquí­as establecidas. Su mirada confiere a la trivialidad, a los seres y a las cosas cotidianas una densidad inesperada que nos turba y nos maravilla.

 

Perec es uno de los escritores más interesantes e imaginativos del siglo XX que, además de haber sido el creador de los crucigramas semanales de la revista Le Point, de Parí­s, realizó guiones cinematográficos, varias novelas, poesí­as, ensayos literarios y sorprendentes piezas teatrales. Perec, continua siendo casi desconocido para el gran público, a pesar de que existen traducciones de sus obras a 15 idiomas y goza de celebridad entre autores –para quienes constituye una inspiración– como es el caso de Raúl Ruiz1, al modo como Jean Genet lo constituyo para Sartre.

 

La imagen que Perí¨c dejó tras de sí­ es mitológica. Hombre de infatigable libertad, para quien las palabras eran el medio de imponer eternidad a los objetos, fue perfeccionando con minucia el retrato que iba a dejar a la posteridad.

 

Desde hace más de una década, Parí­s ha sido poseí­do por el culto a Perí¨c, que se refleja en los incontables grupos teatrales, asociaciones de vecinos y clubes con su nombre. Todo autor francés de crucigramas ha desafiado alguna vez a sus lectores con los palí­ndromos, anagramas, heterogramas, homofoní­as, "bolas de nieve" y demás dramas alfabéticos en los que Perí¨c era un consumado maestro. Quienes lo conocieron dicen que era un hombre extraño, tierno, alegre, atento, curioso, con una inusual conciencia de su lugar en la historia.

 

Vestí­a siempre una camisa de cuello alto, se cortaba el pelo al rape y sus enormes ojos verdes, que centelleaban ante la menor respiración de la vida, le conferí­an un cierto aire seductor, disipado por los infinitos lunares y verrugas en las mejillas y las orejas apantalladas.

 

Dos años después parecí­a otra persona. Se habí­a dejado crecer una barba desflecada en la mandí­bula, que casi en seguida se volvió gris. El pelo enmarañado sobre la frente y los ojos, cada vez más abiertos, cada vez más asombrados, dominaban una cara radiante de tierna lucidez.

 

  

 

 

 

 

 

Desde comienzos de los 60, Perí¨c trasegaba las calles de Parí­s en busca de lo que él llamaba "las hierbas perdidas de la ciudad": balcones, sillas de café, señales del metro, melodí­as cantadas por los vagabundos, frases hechas, listas de compras, sellos postales, boletas de supermercado.

 

De su infancia desgarrada dará cuenta mucho más tarde, en una obra de tí­tulo enigmático, W. Allí­ evocará Isy, al padre que murió combatiendo en junio de 1940, y a Cyrla, la madre desaparecida tres años después en los crematorios de Auschwitz. Evocará la carencia de amor y la sorprendente felicidad de no necesitar el amor.

 

Unos tí­os a los que casi nunca veí­a, le permitieron graduarse como sociólogo y trabajar como investigador en el célebre Centre National de la Recherche Scientifique. Todo el resto es literatura.

 

A fines de los 50, devorado por una fugaz fiebre polí­tica, publicó artí­culos combativos en las revistas Partisans y Cause commune, y con un dúo de amigos, Roland Barthes y Henri Lefevbre, fundó el grupo 'Argumentos', cuya única finalidad era conversar.

 

Luego, los tres se apartaron para escribir. Lo hací­an frenéticamente, con saña, como si el próximo minuto de vida dependiera de la próxima palabra. En 1965, Perí¨c publicó Les choses. Su éxito fue fulgurante.

 

 

1.- Perec o la Literatura como Arte Combinatoria.

 

 

Una lista de las pinturas colgadas en una galerí­a de arte, 81 variaciones sobre una receta de cocina para principiantes, una simple enumeración de cosas o de suposiciones, una serie de datos precisos acerca de sucesos intrascendentes, no parecen configurar la estructura ideal para el trabajo de un escritor.

 

¿Que interés artí­stico puede tener la simple enumeración de algunas de las infinitas posibilidades de ordenar los libros de una biblioteca...? Es difí­cil que un amante de los crucigramas, los acrósticos y las fugas de vocales pueda llegar a considerar a estos trabajosos pasatiempos como formas literarias. Sin embargo en obras como La vida instrucciones de uso2 (1978) Perec3, escritor y trapecista, escritor de culto y amigo de Raúl Ruiz, demuestra a través de una sucesión de descripciones –articuladas según el arte combinatoria– una apasionante forma de describir el universo partiendo sólo de lo hallado en una casa.

 

 

En 1965 Perí¨c obtiene el premio Renaudot por su primera novela –Les choses Las cosas4 donde narra la progresiva desaparición de un joven matrimonio de diletantes parisinos entre sus aspiraciones sociales y sus ansias revolucionarias. En 1967, junto al extraordinario novelista Raymond Queneau5 –miembro del Colegio de Patafí­sica6, director de la Encyclopédie de la Pléiade– y el matemático Franí§oise Le Lionnais forma OULIPO (Ouvroir de Littérature Potentielle "Taller de literatura potencial"), que entre sus miembros llegó a contar con figuras como Ní¶el Arnaud, Marcel Bénabou, Italo Calvino, Marcel Duchamp, Luc í‰tienne, y Albert-Marie Schmidt entre otros. El objetivo del grupo era explorar el potencial combinatorio de aquellas coerciones formales como la gramática y las reglas de estilo, persiguiendo siempre la expansión del campo de posibilidades narrativas. Explorar los juegos y las combinatorias posibles dentro de las reglas convencionales de la literatura.

 

 

 

 

 

 

 



El inclasificable talento narrativo de Perí¨c crece bajo la influencia, precisamente, de los experimentos realizados al interior del OULIPO. Oulipo fue una de las últimas vanguardias, o una de las primeras neovanguardias, capaz de abrir las ventanas de la ficción al aire puro de la ciencia y la combinatoria matemática, y cuyo Atlas de littérature potentielle acaba de reimprimir 'Gallimard', un catálogo de máquinas textuales para la creación literaria (palí­ndromos, como el de 5.000 palabras pergeñado por el propio Perí¨c, anagramas, lipogramas como el que da razón de su novela La disparition, crucigramas, juegos de repetición y recurrencia, caligramas, estructuras combinatorias y otros mecanismos a los que el lector se podrá asomar en el manual de Mí rius Serra, Verbalia. Juegos de palabras y esfuerzos del ingenio literario (Pení­nsula, 2001).

 

En 1969 Perí¨c presenta su novela La Disparition7 (El Secuestro), una novela policial que relata la misteriosa desaparición de Tonio Vocel y una secuencia delirante de maldiciones, asesinatos, incestos, venganzas y todos los componentes de una tragedia pequeño burguesa: banquetes, accidentes de tránsito, pistas falsas, policí­as rudos, informes desclasificados de inteligencia, variaciones del Zahir borgeano, paráfrasis a Melville, citas a un desconocido poeta chileno, descripciones de vestidos Chanel color gris o blanco, discusiones sobre arte moderno, variaciones sobre música docta, la utilización arbitraria de algunas palabras, cartas testimonio delirantes, y la desaparición o secuestro de la letra "e" (la más utilizada en la lengua francesa), que en el excelente trasvasije del equipo traductor derivó en la desaparición o secuestro de la letra "a" en nuestra lengua castellana, tan omnipresente como su contraparte francesa. Perec construyó su obra a base de desafí­os y artificios: escribir una novela prescindiendo de la letra "e", la vocal más común en francés, o construir una narración siguiendo los pisos de un edificio. Ahora se publican por primera vez en español Me acuerdo, unas peculiares memorias en las que se prescinde de la cronologí­a para acumular casi 500 frases que empiezan con las dos palabras del tí­tulo.

 

La obra de Perí¨c decodifica su brillante imaginerí­a para construir un relato en que las formas y sus limitaciones se convierten en un organismo expresivo que expande y contrae al mismo tiempo las reglas de la escritura novelí­stica, arrastrando esa ilusión pictórica que es la pequeña historia natural del hombre hacia registros de diversa naturaleza, hacia una polisemia textual, al modo de las paradojas en el cine chamánico de Raúl Ruiz, el Zahir borgeano, el alfabeto Creador, el arte combinatorio, todo esto, cruzado por citas de un desconocido poeta chileno que prefiere "emanar una identidad velada" así­ como por la práctica de la intertextualidad.

 

Ahora bien, se pueden tener fundadas presunciones acerca de que este poeta no es otro que Juan Luis Martí­nez8, el autor de la Nueva novela9, entre las que se cuentan el carácter experimental de su poesí­a, su juego desestabilizador de estructuras y géneros narrativos, la inclusión de puzzles, crucigramas y caligramas de poesí­a china, pero sobretodo el tí­tulo, en La nueva novela, de uno de sus poemas y la dedicatoria de otro de ellos, a saber, en el primer caso "La desaparición [La Disparition] de una familia" y, en el segundo, la dedicatoria del poema o artefacto "La grafologí­a" a Franí§oise Le Lionnais – el matemático y fundador junto a Queneau del Ouvroir de Littérature Potentielle.

 

Tras este breve excursus volvamos sobre la obra de Perí¨c, ahora para referirnos a la que es, seguramente, su obra más importante, La vida instrucciones de uso.

 

 

 

2.- La vida instrucciones de uso.

 

 

La vida instrucciones de uso no es más que una descripción de una finca, pero tan barroca y pormenorizada que llegará a cubrir buena parte de la historia, geografí­a, polí­tica y bellas artes del último siglo.

 

Cada uno de sus breves capí­tulos está dedicado a una estancia del edificio, el comedor del tercero a la derecha; el dormitorio de los Foulerot; un tramo de escaleras y consiste en una descripción meticulosa y exacta de la habitación y de los objetos allí­ presentes: mobiliario, adornos, cuadros y estampas, cualquier cosa nos será dibujada con palabras, tantas como sea necesario para evitar ambigí¼edades: las descripciones de centenares de objetos podrí­an ser recuperadas para un catálogo de venta por correo, siendo más fieles y vivaces que muchas fotos. Si, por casualidad, se encontrase alguien en la pieza bajo estudio (persona, animal o recuerdo de antiguo inquilino), también nos será descrito, con menos énfasis en lo fí­sico que en sus ocupaciones y breve biografí­a. En caso de existir anécdotas interesantes protagonizadas por el personaje, o por alguien muy próximo, nos serán relatadas en este momento.

 

Algo no muy distinto a lo que ha hecho Ruiz al adaptar al cine En búsqueda del tiempo perdido de Proust.

 

Capí­tulo a capí­tulo, el libro se enriquece con una variada colección de objetos, personas e historias que poco a poco, al establecerse nexos entre ellos, van dibujando algo mucho mayor que una simple aglomeración de habitaciones, tal como las teselas de un mosaico van formando una figura: una "novela de novelas", riquí­sima, con interesantes personajes cuyas aventuras se extienden, durante décadas, por varios océanos y continentes. Dentro de todas ellas, un par de metáforas de la novela: el pintor que quiere representar en un gran lienzo a todos los inquilinos de la casa, presentes y pasados, y el inglés excéntrico que dedica su vida a no dejar huella, mediante un complicadí­simo procedimiento en el que los puzzles juegan el papel principal. Como prueba del abrumador contenido del libro, varios í­ndices al final: de nombres, cronologí­as e historias.

 

Es en el preámbulo a su La vida instrucciones de uso nos ofrece como clave de la novela una defensa del hecho epistemológico del puzzle o rompecabezas (es el conjunto el que determina a los elementos), seguido de una sucinta descripción de las piezas que lo constituye.

 

La vida instrucciones de uso10 se pretende la mirada parcial pero totalizadora de un edificio, sus lugares y sus habitantes. Cada nuevo capí­tulo supone la descripción exhaustiva de un espacio, según sean los objetos dispuestos sobre las mesas (según sean estas mesas y el resto del mobiliario), los cuadros sobre las paredes (y lo que en ellos queda ilustrado). Dispuesta la escena, según sea el momento, se sucede la posibilidad de una historia, ya sea de lo que acontece o lo que ha acontecido, a partir de lo cual revisa antecedentes o consecuencias.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El estilo de Perec es muchas veces árido, semejante al de un acta policial, notarial o forense. El autor intenta mantenerse neutral frente a lo descrito, por lo que, para no discriminar lugares, objetos o personas, lo retrata todo con la misma meticulosidad, nos parezca o no relevante.

 

En la reiteración obsesiva de sus descripciones, enumeraciones y clasificaciones de objetos se puede advertir un fijar la atención minuciosa y escrutadora sin menoscabo del carácter provisorio que bajo su mirada adquiere cualquiera realidad.

 

Es en este sentido que la obra de Perec tiene la vocación del catálogo. Es por eso que resulta tan fascinante como el hecho del catálogo mismo, armado en función de un propósito, cual ordenamiento arbitrario de la realidad (o una parte de ella) para quedar como su referente, profuso en la descripción de su escenario.

 

El catálogo siempre nos sobrepasa, en su extensión no cabe agotarlo; como el diccionario, se convierte en referencia y, al margen de su naturaleza, como ilustración que lo sitúa y determina en el paisaje de lo escrito. Se trata de una lista convenida, el resultado de una pesquisa hecha en función de uno o varios parámetros. Se asume convenida a pesar de que, en primera instancia, pudiera parecer aleatoria. Y es en tales términos que se convierte en un reto, a partir de los objetos, personas o ideas que son puestos en evidencia, ordenados de tal o cual modo que uno debe descubrir los lineamientos que hacen posibles el rigor del catálogo. Se trata entonces, como en la novela policí­aca –otra máquina de rigores– de un juego en el que queda representada la gesta trágica del héroe, desdoblada en sus alcances sobre el lector, quien –en una continuidad de parques– acaba por recorrer (y ser parte de) el laberinto, trampa que esconde el último sinsentido de toda historia.

 

Aquí­ el espacio circunscrito por la narración tiene rasgos próximos a las escenas oní­ricas donde nuestra vitalidad se nutre de la obliteración sucesiva de la conciencia, alejándonos de este modo de nuestra historia, hundiéndonos en una oscuridad que advertimos como falla constitutiva de la memoria.

 

La escritura puede, sin embargo, dispensar a nuestra memoria, a la consciencia de nuestro vivir: las palabras le brindan consistencia a los itinerarios vanos del movimiento por el que las cosas se digieren a sí­ mismas en nosotros. Así­, esta necesidad de enumerar y clasificar, de pensar y describir, bien puede resultar la irrenuencia de una aspiración de ser. Sin embargo, hecha esta concesión, es preciso señalar que lo que resta en la escritura no es el sujeto ni su historia, el yo ni las cosas, sino el vací­o de una historia, su mero itinerario sin rumbo definido ni finalidad. De modo que la aspiración de ser no significarí­a ya el ser que aspira a constituirse o permanecer, sino el que resulta aspirado en la escritura quedando tan sólo la huella impresa del vací­o que el mismo ser es.

 

En la obra de Perí¨c existe una vocación de arqueólogo de lo sentimental. A lo largo de sus páginas, los personajes cobran consistencia gracias al catálogo que determina sus vidas, situándolos en medio de intrigas melodramáticas, misteriosos ví­nculos con objetos y sí­ntomas compulsivos que dan lugar a aquellos particulares diagnósticos, heredados de la patologí­a de autores de la modernidad decimonónica11. Se trata de un breve museo í­ntimo que servirá para anclar la existencia de estos personajes al inventario a partir del cual se reconocen y alinean. El catálogo, pues, determina las posibilidades de su historia, y su lugar en la trama.

 

 

3.- Las cosas.

 

 

Así­ también en su novela Las cosas12 los actos pueden leerse -como caligramas- en las cosas, viene dicha, en varios niveles, su procedencia y su uso. Distendido, pero con vocación clí­nica, Perí¨c hace la descripción que enumera y significa los objetos según una acción que se sucede en la inercia que supone el misterio revelado detrás de su enlistado. Dos mundos quedan superpuestos en tal descripción, el de las cosas, que en tal orden y sucesión suponen una expectativa (y por tanto, una carencia), un gusto (y por tanto una mirada), un conocimiento (y por tanto, una cifra). Esta el mundo de las cosas y el mundo que dice a las cosas, separación que parece arbitrarí­a en la tensión paradójica de su mutua dependencia.

 

En Las cosas, la rí­gida separación sucesiva del catálogo es desleí­da en una descripción que suple -a la manera de Balzac en de Zapa- una mirada posible, recorrido que podrí­a ser emulado por una cámara, para que el lector, como entendido, lea en la disposición del escenario la naturaleza del crimen. Al igual que en un grabado de Durero, donde cada cosa y disposición le dice algo al entendido. Hay una vocación irresistible de Perí¨c por el signo, tan lleno de posibles referencias -o claves- en uno u otro contexto -no siempre dicho- inerme en su sentido para quien no puede o no tiene una lectura exhaustiva, y por tanto, perdido por omisión de su intención original.

 

En las primeras páginas de Las cosas, Perí¨c se dedica a describir lo que nos revela después como un anhelo aún no conseguido, por los dos personajes centrales (y su cí­rculo de amigos) que viven a través de los objetos que acumulan, desechan, añoran y consiguen. Son las cosas en su sucesión las que permiten la acción de la novela, desposeí­da de finalidad última (una desvirtuada felicidad en términos aristotélicos) que constituyen el grado cero de la novela burguesa, sin redención posible, desesperada en una acumulación frente a la nada.

 

Pero ante el vací­o queda la posibilidad de sostenerse (o de menos, asirse) en la cuerda floja del texto, novelado en su agotamiento como negación que señala y evidencia sus mecanismos, como máquina revelada desde la que cabe descifrar la naturaleza de lo sagrado, que se escurre en el trazo del plano cartesiano que da un lugar a cada elemento que constituye al paisaje narrado. Es en la perversidad natural de este esquema -en la necesidad que se tiene de un ordenamiento a pesar de se inutilidad final- que Perí¨c redime al mundo, desde el gesto hecho signo, de sus coordenadas. Roto, fragmentado, el plano cartesiano pierde sentido, cada mí­nimo espacio de la cuadricula cumple con una taxonomí­a pero no con un sentido. De ese trazo, Perí¨c deriva al que produce un rompecabezas.

 

 

 

4.- W o el recuerdo de la infancia.

 

 

 

Otro ejemplo de catálogo en Perí¨c lo tenemos en su novela W o el recuerdo de la infancia13 donde Perí¨c realiza lo que se podrí­a entender, por una parte, como la práctica del comentario exegético propio de la hermenéutica judí­a, y por otra, como una aproximación a una narrativa de estructura hipertextual14.

 

Aquí­, en primera instancia no es posible establecer una secuencia lineal en la que ocurren los acontecimientos, sino, a lo menos, tres ejes de narración: el relato del rastreo de un hombre con falsa identidad al que se le encomienda una misión; la descripción institucional –sistemas de valores, leyes y costumbres– de una comunidad fueguina fanática del deporte llamada W; y las ensoñaciones de un hombre que presenta su infancia manipulando los recuerdos de su niñez.

 

 

 

 

 

 

 

En esta última secuencia es que Perí¨c bifurca el ya bifurcado texto central, realizando comentarios y comentarios de comentarios; generando con ello una estructura cada vez más compleja en la que se desplaza constantemente el centro de atención. Esto plantea desafí­os al lector que deberá primero sobreponerse a la creencia de que es un libro mal escrito, y segundo deberá ser capaz de transitar de una secuencia narrativa a otra encontrando los puntos de intersección que comuniquen de un modo casi siempre no explicito las unidades de lectura. De este modo, el lector también deberá atenerse a la posibilidad de que el texto se multiplique exponencialmente, atisbando con ello una mirada al infinito; o hacia varios infinitos pues la geometrí­a tanto cabalí­stica como hipertextual establece constructos ordenados con varios centros.

 

Sin embargo, si se tratara de descubrir un mismo fondo a partir del cual se articulan las distintas secuencias narrativas, éste serí­a, el problema del poder. En efecto se advierte una preocupación fundamental acerca de las instituciones y los totalitarismos polí­ticos, incluso cercanos:

 

"He olvidado las razones que me hicieron escoger, a los doce años, Tierra del Fuego para instalar allí­ W: los fascistas de Pinochet se han encargado de dotar a mi fantasma de un último eco. Hoy varios islotes de Tierra del Fuego son campos de deportados"15.

 

El orden interno de la obra serí­a, entonces, el de la meditación sobre el poder desde distintas perspectivas, logrando con ello una visión desde la marginalidad.

 

 

Adolfo Vásquez Rocca PhD

 

1VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, "Raúl Ruiz, l'enfant terrible de la vanguardia parisina; la poética del cine" en Almiar -© Margen Cero- Madrid, 2006 <http://www.margencero.com/articulos/articulos2/raul_ruiz.htm>

2PEREC, Georges, La vida instrucciones de uso, Ed. Hachette, Madrid, 1987.

3Perec nace el 7 de marzo de 1936 en Parí­s, de padres polacos.

4PEREC, Georges, Les choses, Paris: Julliard, 1965.

5 QUENEAU, Raymond, escritor y matemático francés. Tras un primer contacto con el surrealismo, Queneau inició una evolución más personal que se caracterizó por la tendencia a tomar el lenguaje como elemento de experimentación formal, cuya máxima manifestación serí­an los Ejercicios de estilo (1947), que presentan hasta 99 formas distintas de contar un mismo y trivial episodio ocurrido en un autobús. Su pasión por las matemáticas, los enigmas y los juegos estratégicos, le sirvió para construir mundos cientí­fico-imaginarios que él denominaba "patafí­sicos": Les temps míªlés (1941), Saint Glinglin (1948). Autor poco dado a las confesiones y a las intimidades, a pesar de algunas novelas que podrí­an considerarse autobiográficas, su universo literario está construido con grandes dosis de humor inteligente e ironí­a, que a veces roza el absurdo, como en Zazie en el metro (1959).

6 VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, Artí­culo "Alfred Jarry: patafí­sica, virtualidad y heterodoxia" Zona Moebius, United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization, año 3 / noviembre - diciembre 2005.

< http://www.zonamoebius.com/02.nudos-y-senales/avr_1004_jarry.htm>

7PEREC, Georges, La Disparition, Denoel Editions, 1969.

8Juan Luí­s Martí­nez (1942-1993), poeta que a fines de los 70 y principios de los 80 irrumpió en la escena lí­rica chilena con una poesí­a rupturista, escéptica e iconoclasta, incomprendida por buena parte de la crí­tica y rechazada por más de un editor. Los versos de Martí­nez han circulado por más de 20 años como fotocopias, aunque ahora la situación empieza a cambiar. La Nueva Novela –curiosamente a pesar del nombre– obra paradigmática de la vanguardia poética chilena se ha convertido en un objeto de un nuevo culto, el de la tacha de la autorí­a y la disolución del autor. Ver Artí­culo "La reconfiguración del concepto de autor. Alteridad e Identidad en la poesí­a de Juan Luis Martí­nez" En Cyber Humanitatis Nº 33 (Verano 2005), Revista de la Facultad de Filosofí­a y Humanidades, Universidad de Chile ISSN 0717-2869.

<http://www.cyberhumanitatis.uchile.cl/CDA/texto_simple2/0,1255,SCID%253D14316%2526ISID%253D512,00.html>

9En La nueva novela, obra paradigmática de la neovanguadia poética chilena, J. L. Martí­nez anticipa la escritura hipertextual, bajo el soporte de un libro para armar, desentrañar, recorrer, en algún sentido completar o construir, esto a partir de las tareas poéticas que aparecen allí­ prescritas, o los diversos enlaces con los que están tejidos problemas de fí­sica y matemática con otros de gramática, sintaxis e incluso ética.

Es imposible reseñar todos los juegos fantásticos del pensamiento, de la palabra, del contexto tipográfico y autoral, que esta obra nos presenta. Los textos de La nueva novela tienen la estructura del problema lógico, fí­sico o matemático, con un espacio en blanco para su resolución, o con la solución misma a pie de página.

10 PEREC, Georges, La vida instrucciones de uso, Ed. Hachette, Madrid, 1987

11Como Poe, baste como ejemplo la minuciosa descripción que hace de la habitación de Roderick Usher en La caí­da de la Casa Usher.

12PEREC, Georges, Las Cosas, René Julliard, 1965.

13PEREC, George, W o el recuerdo de la infancia, Ed. Pení­nsula, Barcelona, 1987.

14Ver "El Hipertexto y Las nuevas retóricas de la postmodernidad; textualidad, redes y discurso ex –céntrico" Adolfo Vásquez Rocca, en PHILOSOPHICA, Revista del Instituto de Filosofí­a de la Pontificia Universidad Católica de Valparaí­so, Chile, Volumen 27, 2004.

15PERíˆC, Georges, W o el recuerdo de la infancia, Parí­s-Carros-Blévy.

 

 

Adolfo Vásquez Rocca PhD

 

Adolfo Vasquez Rocca

 


Doctor en Filosofí­a por la Pontificia Universidad Católica de Valparaí­so; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofí­a IV. Áreas de Especialización Antropologí­a y Estética. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofí­a de la PUCV; Profesor de Antropologí­a en la Escuela de Medicina y de Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello, UNAB. Profesor asociado al Grupo Theoria Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado.

Director de la Revista Observaciones Filosóficas

http://www.observacionesfilosoficas.net/

 

 

  • Miembro del Consejo Editorial Internacional de 'Cuadernos del Seminario' - Revista del Seminario del Espacio ISSN 0718-4247 Vicerrectorí­a de Investigación y Estudios Avanzados Pontificia Universidad Católica de Valparaí­so.

  • Director del Consejo Consultivo Internacional de Konvergencias, Revista de Filosofí­a y Culturas en Diálogo, Argentina. ISSN 1669-9092 http://www.konvergencias.net/

  • Columnista y colaborador permanente en Staff de Revistas y publicaciones españolas, entre las que se cuentan:

    A PARTE REI ISSN: 1137-8204 -Revista de la Sociedad de Estudios Filosóficos de Madrid-

    Ní“MADAS Revista Crí­tica de Ciencias Sociales y Jurí­dicas ISSN 1578-6730 - Universidad Complutense de Madrid.

    EIKASIA, Revista de Filosofí­a, ISSN 1885-5679 – Oviedo, España.

    DEBATS, Revista de Filosofí­a y crí­tica cultural, ISSN 0212-0585, Institució Alfons el Magní nim, Valencia, España .

 

 

Artí­culos relacionados del autor


 

Adolfo Vásquez Rocca. Cine, literatura y arte combinatorio : Ensayos sobre la Postmodernidad Perí¨c, Greenaway y Aronofsky. Nómadas: revista crí­tica de ciencias sociales y jurí­dicas, ISSN 1573-6730, Nº. 11. 2005.

 

Adolfo Vásquez Rocca. Perec o La literatura como arte combinatoria : Instrucciones de uso. En Margen Cero, Madrid


http://www.margencero.com/articulos/articulos2/georgesperec.htm

Reseñados en Atlas de littérature potentielle, France


http://perso.orange.fr/jb.guinot/pages/GPoulipo.html

Adolfo Vásquez Rocca / GEORGES PERÈC; PENSAR Y CLASIFICAR

... el resto es literatura.

 

Introducción

Clasificando el mundo para comprenderlo a su modo, Georges Perèc no cesó de trastocar las convenciones de lo sensible y las jerarquías establecidas. Su mirada confiere a la trivialidad, a los seres y a las cosas cotidianas una densidad inesperada que nos turba y nos maravilla.

Georges Perèc es uno de los escritores más interesantes e imaginativos del siglo XX que, además de haber sido el creador de los crucigramas semanales de la revista Le Point, de París, realizó guiones cinematográficos, varias novelas, poesías, ensayos literarios y sorprendentes piezas teatrales. Georges Perèc, continua siendo casi desconocido para el gran público, a pesar de que existen traducciones de sus obras a 15 idiomas y goza de celebridad entre autores –para quienes constituye una inspiración– como es el caso de Raúl Ruiz[1], al modo como Jean Genet lo constituyo para Sartre.

La imagen que Perèc dejó tras de sí es mitológica. Hombre de infatigable libertad, para quien las palabras eran el medio de imponer eternidad a los objetos, fue perfeccionando con minucia el retrato que iba a dejar a la posteridad.

Desde hace más de una década, París ha sido poseído por el culto a Perèc, que se refleja en los incontables grupos teatrales, asociaciones de vecinos y clubes con su nombre. Todo autor francés de crucigramas ha desafiado alguna vez a sus lectores con los palíndromos, anagramas, heterogramas, homofonías, “bolas de nieve” y demás dramas alfabéticos en los que Perèc era un consumado maestro. Quienes lo conocieron dicen que era un hombre extraño, tierno, alegre, atento, curioso, con una inusual conciencia de su lugar en la historia.

Vestía siempre una camisa de cuello alto, se cortaba el pelo al rape y sus enormes ojos verdes, que centelleaban ante la menor respiración de la vida, le conferían un cierto aire seductor, disipado por los infinitos lunares y verrugas en las mejillas y las orejas apantalladas.

Dos años después parecía otra persona. Se había dejado crecer una barba desflecada en la mandíbula, que casi en seguida se volvió gris. El pelo enmarañado sobre la frente y los ojos, cada vez más abiertos, cada vez más asombrados, dominaban una cara radiante de tierna lucidez.

Desde comienzos de los 60, Perèc trasegaba las calles de París en busca de lo que él llamaba “las hierbas perdidas de la ciudad”: balcones, sillas de café, señales del metro, melodías cantadas por los vagabundos, frases hechas, listas de compras, sellos postales, boletas de supermercado.

De su infancia desgarrada dará cuenta mucho más tarde, en una obra de título enigmático, W. Allí evocará Isy, al padre que murió combatiendo en junio de 1940, y a Cyrla, la madre desaparecida tres años después en los crematorios de Auschwitz. Evocará la carencia de amor y la sorprendente felicidad de no necesitar el amor.

Unos tíos a los que casi nunca veía, le permitieron graduarse como sociólogo y trabajar como investigador en el célebre Centre National de la Recherche Scientifique. Todo el resto es literatura.

A fines de los 50, devorado por una fugaz fiebre política, publicó artículos combativos en las revistas Partisans y Cause commune, y con un dúo de amigos, Roland Barthes y Henri Lefevbre, fundó el grupo 'Argumentos', cuya única finalidad era conversar.

Luego, los tres se apartaron para escribir. Lo hacían frenéticamente, con saña, como si el próximo minuto de vida dependiera de la próxima palabra. En 1965, Perèc publicó Les choses. Su éxito fue fulgurante.

 

 

1. Georges Perèc o la Literatura como Arte Combinatoria

 

Una lista de las pinturas colgadas en una galería de arte, 81 variaciones sobre una receta de cocina para principiantes, una simple enumeración de cosas o de suposiciones, una serie de datos precisos acerca de sucesos intrascendentes, no parecen configurar la estructura ideal para el trabajo de un escritor.

¿Que interés artístico puede tener la simple enumeración de algunas de las infinitas posibilidades de ordenar los libros de una biblioteca...? Es difícil que un amante de los crucigramas, los acrósticos y las fugas de vocales pueda llegar a considerar a estos trabajosos pasatiempos como formas literarias. Sin embargo en obras como La vida instrucciones de uso[2] (1978) Georges Perèc[3], escritor y trapecista, escritor de culto y amigo de Raúl Ruiz, demuestra a través de una sucesión de descripciones –articuladas según el arte combinatoria– una apasionante forma de describir el universo partiendo sólo de lo hallado en una casa.

En 1965 Perèc obtiene el premio Renaudot por su primera novela  –Les choses–  Las cosas[4] donde narra la progresiva desaparición de un joven matrimonio de diletantes parisinos entre sus aspiraciones sociales y sus ansias revolucionarias. En 1967, junto al extraordinario novelista Raymond Queneau[5] –miembro del Colegio de Patafísica[6], director de la Encyclopédie de la Pléiade– y el matemático Françoise Le Lionnais forma OULIPO (Ouvroir de Littérature Potentielle “Taller de literatura potencial”), que entre sus miembros llegó a contar con figuras como Nöel Arnaud, Marcel Bénabou, Italo Calvino, Marcel Duchamp, Luc Étienne, y Albert-Marie Schmidt entre otros. El objetivo del grupo era explorar el potencial combinatorio de aquellas coerciones formales como la gramática y las reglas de estilo, persiguiendo siempre la expansión del campo de posibilidades narrativas. Explorar los juegos y las combinatorias posibles dentro de las reglas convencionales de la literatura.

El inclasificable talento narrativo de Perèc crece bajo la influencia, precisamente, de los experimentos realizados al interior del OULIPO. Oulipo fue una de las últimas vanguardias, o una de las primeras neovanguardias, capaz de abrir las ventanas de la ficción al aire puro de la ciencia y la combinatoria matemática, y cuyo Atlas de littérature potentielle acaba de reimprimir 'Gallimard', un catálogo de máquinas textuales para la creación literaria (palíndromos, como el de 5.000 palabras pergeñado por el propio Perèc, anagramas, lipogramas como el que da razón de su novela La disparition, crucigramas, juegos de repetición y recurrencia, caligramas, estructuras combinatorias y otros mecanismos a los que el lector se podrá asomar en el manual de Màrius Serra, Verbalia. Juegos de palabras y esfuerzos del ingenio literario (Península, 2001).

En 1969 Perèc presenta su novela La Disparition[7] (El Secuestro), una novela policial que relata la misteriosa desaparición de Tonio Vocel y una secuencia delirante de maldiciones, asesinatos, incestos, venganzas y todos los componentes de una tragedia pequeño burguesa: banquetes, accidentes de tránsito, pistas falsas, policías rudos, informes desclasificados de inteligencia, variaciones del Zahir borgeano, paráfrasis a Melville, citas a un desconocido poeta chileno, descripciones de vestidos Chanel color gris o blanco, discusiones sobre arte moderno, variaciones sobre música docta, la utilización arbitraria de algunas palabras, cartas testimonio delirantes, y la desaparición o secuestro de la letra “e” (la más utilizada en la lengua francesa), que en el excelente trasvasije del equipo traductor derivó en la desaparición o secuestro de la letra “a” en nuestra lengua castellana, tan omnipresente como su contraparte francesa. Georges Perèc construyó su obra a base de desafíos y artificios: escribir una novela prescindiendo de la letra “e”, la vocal más común en francés, o construir una narración siguiendo los pisos de un edificio. Ahora se publican por primera vez en español Me acuerdo, unas peculiares memorias en las que se prescinde de la cronología para acumular casi 500 frases que empiezan con las dos palabras del título.

La obra de Perèc decodifica su brillante imaginería para construir un relato en que las formas y sus limitaciones se convierten en un organismo expresivo que expande y contrae al mismo tiempo las reglas de la escritura novelística, arrastrando esa ilusión pictórica que es la pequeña historia natural del hombre hacia registros de diversa naturaleza, hacia una polisemia textual, al modo de las paradojas en el cine chamánico de Raúl Ruiz, el Zahir borgeano, el alfabeto Creador, el arte combinatorio, todo esto, cruzado por citas de un desconocido poeta chileno que prefiere “emanar una identidad velada”, así como por la práctica de la intertextualidad.

 

 

 

Ahora bien, se pueden tener fundadas presunciones acerca de que este poeta no es otro que Juan Luis Martínez[8], el autor de la Nueva novela[9], entre las que se cuentan el carácter experimental de su poesía, su juego desestabilizador de estructuras y géneros narrativos, la inclusión de puzzles, crucigramas y caligramas de poesía china, pero sobretodo el título, en La nueva novela, de uno de sus poemas y la dedicatoria de otro de ellos, a saber, en el primer caso “La desaparición [La Disparition] de una familia” y, en el segundo, la dedicatoria del poema o artefacto “La grafología” a Françoise Le Lionnais – el matemático y fundador junto a Queneau del Ouvroir de Littérature Potentielle.

Tras este breve excursus volvamos sobre la obra de Perèc, ahora para referirnos a la que es, seguramente, su obra más importante, La vida instrucciones de uso.

 

 

2. La vida, instrucciones de uso

La vida instrucciones de uso no es más que una descripción de una finca, pero tan barroca y pormenorizada que llegará a cubrir buena parte de la historia, geografía, política y bellas artes del último siglo.

Cada uno de sus breves capítulos está dedicado a una estancia del edificio, el comedor del tercero a la derecha; el dormitorio de los Foulerot; un tramo de escaleras y consiste en una descripción meticulosa y exacta de la habitación y de los objetos allí presentes: mobiliario, adornos, cuadros y estampas, cualquier cosa nos será dibujada con palabras, tantas como sea necesario para evitar ambigüedades: las descripciones de centenares de objetos podrían ser recuperadas para un catálogo de venta por correo, siendo más fieles y vivaces que muchas fotos. Si, por casualidad, se encontrase alguien en la pieza bajo estudio (persona, animal o recuerdo de antiguo inquilino), también nos será descrito, con menos énfasis en lo físico que en sus ocupaciones y breve biografía. En caso de existir anécdotas interesantes protagonizadas por el personaje, o por alguien muy próximo, nos serán relatadas en este momento.

Algo no muy distinto a lo que ha hecho Ruiz al adaptar al cine En búsqueda del tiempo perdido de Proust.

Capítulo a capítulo, el libro se enriquece con una variada colección de objetos, personas e historias que poco a poco, al establecerse nexos entre ellos, van dibujando algo mucho mayor que una simple aglomeración de habitaciones, tal como las teselas de un mosaico van formando una figura: una "novela de novelas", riquísima, con interesantes personajes cuyas aventuras se extienden, durante décadas, por varios océanos y continentes. Dentro de todas ellas, un par de metáforas de la novela: el pintor que quiere representar en un gran lienzo a todos los inquilinos de la casa, presentes y pasados, y el inglés excéntrico que dedica su vida a no dejar huella, mediante un complicadísimo procedimiento en el que los puzzles juegan el papel principal. Como prueba del abrumador contenido del libro, varios índices al final: de nombres, cronologías e historias.

 

 

Es en el preámbulo a su La vida instrucciones de uso nos ofrece como clave de la novela una defensa del hecho epistemológico del puzzle o rompecabezas (es el conjunto el que determina a los elementos), seguido de una sucinta descripción de las piezas que lo constituye.

La vida instrucciones de uso[10] se pretende la mirada parcial pero totalizadora de un edificio, sus lugares y sus habitantes. Cada nuevo capítulo supone la descripción exhaustiva de un espacio, según sean los objetos dispuestos sobre las mesas (según sean estas mesas y el resto del mobiliario), los cuadros sobre las paredes (y lo que en ellos queda ilustrado). Dispuesta la escena, según sea el momento, se sucede la posibilidad de una historia, ya sea de lo que acontece o lo que ha acontecido, a partir de lo cual revisa antecedentes o consecuencias.

 

El estilo de Georges Perèc es muchas veces árido, semejante al de un acta policial, notarial o forense. El autor intenta mantenerse neutral frente a lo descrito, por lo que, para no discriminar lugares, objetos o personas, lo retrata todo con la misma meticulosidad, nos parezca o no relevante.

En la reiteración obsesiva de sus descripciones, enumeraciones y clasificaciones de objetos se puede advertir un fijar la atención minuciosa y escrutadora sin menoscabo del carácter provisorio que bajo su mirada adquiere cualquiera realidad.

Es en este sentido que la obra de Georges Perèc tiene la vocación del catálogo. Es por eso que resulta tan fascinante como el hecho del catálogo mismo, armado en función de un propósito, cual ordenamiento arbitrario de la realidad (o una parte de ella) para quedar como su referente, profuso en la descripción de su escenario.

El catálogo siempre nos sobrepasa, en su extensión no cabe agotarlo; como el diccionario, se convierte en referencia y, al margen de su naturaleza, como ilustración que lo sitúa y determina en el paisaje de lo escrito. Se trata de una lista convenida, el resultado de una pesquisa hecha en función de uno o varios parámetros. Se asume convenida a pesar de que, en primera instancia, pudiera parecer aleatoria. Y es en tales términos que se convierte en un reto, a partir de los objetos, personas o ideas que son puestos en evidencia, ordenados de tal o cual modo que uno debe descubrir los lineamientos que hacen posibles el rigor del catálogo. Se trata entonces, como en la novela policíaca –otra máquina de rigores– de un juego en el que queda representada la gesta trágica del héroe, desdoblada en sus alcances sobre el lector, quien –en una continuidad de parques– acaba por recorrer (y ser parte de) el laberinto, trampa que esconde el último sinsentido de toda historia.

Aquí el espacio circunscrito por la narración tiene rasgos próximos a las escenas oníricas donde nuestra vitalidad se nutre de la obliteración sucesiva de la conciencia, alejándonos de este modo de nuestra historia, hundiéndonos en una oscuridad que advertimos como falla constitutiva de la memoria.

 

 

La escritura puede, sin embargo, dispensar a nuestra memoria, a la consciencia de nuestro vivir: las palabras le brindan consistencia a los itinerarios vanos del movimiento por el que las cosas se digieren a sí mismas en nosotros. Así, esta necesidad de enumerar y clasificar, de pensar y describir, bien puede resultar la irrenuencia de una aspiración de ser. Sin embargo, hecha esta concesión, es preciso señalar que lo que resta en la escritura no es el sujeto ni su historia, el yo ni las cosas, sino el vacío de una historia, su mero itinerario sin rumbo definido ni finalidad. De modo que la aspiración de ser no significaría ya el ser que aspira a constituirse o permanecer, sino el que resulta aspirado en la escritura quedando tan sólo la huella impresa del vacío que el mismo ser es.

En la obra de Perèc existe una vocación de arqueólogo de lo sentimental. A lo largo de sus páginas, los personajes cobran consistencia gracias al catálogo que determina sus vidas, situándolos en medio de intrigas melodramáticas, misteriosos vínculos con objetos y síntomas compulsivos que dan lugar a aquellos particulares diagnósticos, heredados de la patología de autores de la modernidad decimonónica[11]. Se trata de un breve museo íntimo que servirá para anclar la existencia de estos personajes al inventario a partir del cual se reconocen y alinean. El catálogo, pues, determina las posibilidades de su historia, y su lugar en la trama.

 

 

3.  Las cosas

Georges Pèrec - Les Choses

Así también en su novela Las cosas[12] los actos pueden leerse -como caligramas- en las cosas, viene dicha, en varios niveles, su procedencia y su uso. Distendido, pero con vocación clínica, Perèc hace la descripción que enumera y significa los objetos según una acción que se sucede en la inercia que supone el misterio revelado detrás de su enlistado. Dos mundos quedan superpuestos en tal descripción, el de las cosas, que en tal orden y sucesión suponen una expectativa (y por tanto, una carencia), un gusto (y por tanto una mirada), un conocimiento (y por tanto, una cifra). Esta el mundo de las cosas y el mundo que dice a las cosas, separación que parece arbitraría en la tensión paradójica de su mutua dependencia.

En Las cosas, la rígida separación sucesiva del catálogo es desleída en una descripción que suple -a la manera de Balzac en de Zapa- una mirada posible, recorrido que podría ser emulado por una cámara, para que el lector, como entendido, lea en la disposición del escenario la naturaleza del crimen. Al igual que en un grabado de Durero, donde cada cosa y disposición le dice algo al entendido. Hay una vocación irresistible de Perèc por el signo, tan lleno de posibles referencias -o claves- en uno u otro contexto -no siempre dicho- inerme en su sentido para quien no puede o no tiene una lectura exhaustiva, y por tanto, perdido por omisión de su intención original.

En las primeras páginas de Las cosas, Perèc se dedica a describir lo que nos revela después como un anhelo aún no conseguido, por los dos personajes centrales (y su círculo de amigos) que viven a través de los objetos que acumulan, desechan, añoran y consiguen. Son las cosas en su sucesión las que permiten la acción de la novela, desposeída de finalidad última (una desvirtuada felicidad en términos aristotélicos) que constituyen el grado cero de la novela burguesa, sin redención posible, desesperada en una acumulación frente a la nada.

Pero ante el vacío queda la posibilidad de sostenerse (o de menos, asirse) en la cuerda floja del texto, novelado en su agotamiento como negación que señala y evidencia sus mecanismos, como máquina revelada desde la que cabe descifrar la naturaleza de lo sagrado, que se escurre en el trazo del plano cartesiano que da un lugar a cada elemento que constituye al paisaje narrado. Es en la perversidad natural de este esquema -en la necesidad que se tiene de un ordenamiento a pesar de se inutilidad final- que Perèc redime al mundo, desde el gesto hecho signo, de sus coordenadas. Roto, fragmentado, el plano cartesiano pierde sentido, cada mínimo espacio de la cuadricula cumple con una taxonomía pero no con un sentido. De ese trazo, Perèc deriva al que produce un rompecabezas.

 

 

4. W, o el recuerdo de la infancia

Otro ejemplo de catálogo en Perèc lo tenemos en su novela W o el recuerdo de la infancia[13]  donde Perèc realiza lo que se podría entender, por una parte, como la práctica del comentario exegético propio de la hermenéutica judía, y por otra, como una aproximación a una narrativa de estructura hipertextual[14].

Aquí, en primera instancia no es posible establecer una secuencia lineal en la que ocurren los acontecimientos, sino, a lo menos, tres ejes de narración: el relato del rastreo de un hombre con falsa identidad al que se le encomienda una misión; la descripción institucional –sistemas de valores, leyes y costumbres– de una comunidad fueguina fanática del deporte llamada W; y las ensoñaciones de un hombre que presenta su infancia manipulando los recuerdos de su niñez.

En esta última secuencia es que Perèc bifurca el ya bifurcado texto central, realizando comentarios y comentarios de comentarios; generando con ello una estructura cada vez más compleja en la que se desplaza constantemente el centro de atención. Esto plantea desafíos al lector que deberá primero sobreponerse a la creencia de que es un libro mal escrito, y segundo deberá ser capaz de transitar de una secuencia narrativa a otra encontrando los puntos de intersección que comuniquen de un modo casi siempre no explicito las unidades de lectura. De este modo, el lector también deberá atenerse a la posibilidad de que el texto se multiplique exponencialmente, atisbando con ello una mirada al infinito; o hacia varios infinitos pues la geometría tanto cabalística como hipertextual establece constructos ordenados con varios centros.

Sin embargo, si se tratara de descubrir un mismo fondo a partir del cual se articulan las distintas secuencias narrativas, éste sería, el problema del poder. En efecto se advierte una preocupación fundamental acerca de las instituciones y los totalitarismos políticos, incluso cercanos:

“He olvidado las razones que me hicieron escoger, a los doce años, Tierra del Fuego para instalar allí W: los fascistas de Pinochet se han encargado de dotar a mi fantasma de un último eco. Hoy varios islotes de Tierra del Fuego son campos de deportados”[15].

El orden interno de la obra sería, entonces, el de la meditación sobre el poder desde distintas perspectivas, logrando con ello una visión desde la marginalidad.

 

ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PH.D  

Adolfo Vásquez Rocca - Doctor en Filosofía

Adolfo Vásquez Rocca

Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Universidad Andrés Bello UNAB
Universidad Complutense de Madrid
Tlf. (56) 32 - 2333475 | E-mail: adolfovrocca@gmail.com
   

TRAYECTORIA ACADÉMICA
  Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, mención Filosofía Contemporánea y Estética. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello UNAB. Profesor de la Escuela de Periodismo, Profesor Adjunto Escuela de Psicología y de la Facultad de Arquitectura UNAB Santiago.  – En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la 'Fundación Hombre y Mundo' y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias en México.  – Miembro del Consejo Editorial Internacional de la 'Fundación Ética Mundial' de México. Director del Consejo Consultivo Internacional de 'Konvergencias', Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina.  Miembro del Consejo Editorial Internacional de Revista Praxis – Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional UNA, Costa Rica. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil y del Cuerpo Editorial de Sophia –Revista de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador–.  –Secretario Ejecutivo de Revista Philosophica  PUCV. –Asesor Consultivo de Enfocarte –Revista de Arte y Literatura– Cataluña / Gijón, Asturias, España. –Miembro del Consejo Editorial Internacional de 'Reflexiones Marginales' –Revista de la Facultad de Filosofía y Letras UNAM. –Miembro de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF) con sede en Bruselas, Bélgica.  Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. – Profesor visitante Florida Christian University USA y Profesor Asociado al Grupo Theoria –Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado– UCM.  Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Universidad Andrés Bello. Artista conceptual. Ha publicado el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, Nº 28, Editorial  de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España,  2008.  Invitado especial a la International Conference de la Trienal de Arquitectura de Lisboa | Lisbon Architecture Triennale 2011

PUBLICACIONES
 
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[1]  VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, Raúl Ruiz, l'enfant terrible de la vanguardia parisina; la poética del cine en  Almiar  -© Margen Cero- Madrid,  2006

[2]  PEREC, Georges,  La vida instrucciones de uso, Ed. Hachette, Madrid, 1987.

[3]  Georges Perèc nace el 7 de marzo de 1936 en París, de padres polacos.

[4]  PEREC, Georges, Les choses, Paris: Julliard, 1965.

[5]  QUENEAU, Raymond,  escritor y matemático francés. Tras un primer contacto con el surrealismo, Queneau inició una evolución más personal que se caracterizó por la tendencia a tomar el lenguaje como elemento de experimentación formal, cuya máxima manifestación serían los Ejercicios de estilo (1947), que presentan hasta 99 formas distintas de contar un mismo y trivial episodio ocurrido en un autobús. Su pasión por las matemáticas, los enigmas y los juegos estratégicos, le sirvió para construir mundos científico-imaginarios que él denominaba “patafísicos”: Les temps mêlés (1941), Saint Glinglin (1948). Autor poco dado a las confesiones y a las intimidades, a pesar de algunas novelas que podrían considerarse autobiográficas, su universo literario está construido con grandes dosis de humor inteligente e ironía, que a veces roza el absurdo, como en Zazie en el metro (1959).

[6]  VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, Artículo Alfred Jarry: patafísica, virtualidad y heterodoxia, Zona Moebius, United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization, año 3 / noviembre - diciembre 2005.

[7]  PEREC, Georges, La Disparition,  Denoel  Editions,  1969.

[8]  Juan Luís Martínez (1942-1993), poeta que a fines de los 70 y principios de los 80 irrumpió en la escena lírica chilena con una poesía rupturista, escéptica e iconoclasta, incomprendida por buena parte de la crítica y rechazada por más de un editor. Los versos de Martínez han circulado por más de 20 años como fotocopias, aunque ahora la situación empieza a cambiar. La Nueva Novela –curiosamente a pesar del nombre–  obra paradigmática de la vanguardia poética chilena se ha convertido en un objeto de un nuevo culto, el de la tacha de la autoría y la disolución del autor. Ver Artículo “La reconfiguración del concepto de autor. Alteridad e Identidad en la poesía de Juan Luis Martínez”, En Cyber Humanitatis Nº 33 (Verano 2005), Revista de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile ISSN 0717-2869.

[9]  En La nueva novela, obra paradigmática de la neovanguadia poética chilena, J. L. Martínez anticipa la escritura hipertextual, bajo el soporte de un libro para armar, desentrañar, recorrer, en algún sentido completar o construir, esto a partir de las tareas poéticas que aparecen allí prescritas, o los diversos enlaces con los que están tejidos problemas de física y matemática con otros de gramática, sintaxis e incluso ética.

Es imposible reseñar todos los juegos fantásticos del pensamiento, de la palabra, del contexto tipográfico y autoral, que esta obra nos presenta. Los textos de La nueva novela tienen la estructura del problema lógico, físico o matemático, con un espacio en blanco para su resolución, o con la solución misma a pie de página.

[10]  PEREC, Georges, La vida instrucciones de uso, Ed. Hachette, Madrid, 1987

[11]  Como Poe, baste como ejemplo la minuciosa descripción que hace de la habitación de Roderick Usher en La caída de la Casa Usher.

[12]  PEREC, Georges, Las Cosas,  René Julliard, 1965.

[13]  PEREC, George, W o el recuerdo de la infancia, Ed. Península, Barcelona, 1987.

[14]  Ver  “El Hipertexto y  Las nuevas retóricas de la postmodernidad; textualidad, redes y discurso ex –céntrico”, Adolfo Vásquez Rocca, en PHILOSOPHICA, Revista del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile, Volumen 27, 2004.

[15]  PERÈC, Georges, W o el recuerdo de la infancia, París-Carros-Blévy.

 

ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PH.DDoctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, mención Filosofía Contemporánea y Estética. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello UNAB. Profesor de la Escuela de Periodismo, Profesor Adjunto Escuela de Psicología y de la Facultad de Arquitectura UNAB Santiago.  – En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la 'Fundación Hombre y Mundo' y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias en México.  – Miembro del Consejo Editorial Internacional de la 'Fundación Ética Mundial' de México. Director del Consejo Consultivo Internacional de 'Konvergencias', Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina.  Miembro del Consejo Editorial Internacional de Revista Praxis – Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional UNA, Costa Rica. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil y del Cuerpo Editorial de Sophia –Revista de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador–.  –Secretario Ejecutivo de Revista Philosophica  PUCV. –Asesor Consultivo de Enfocarte –Revista de Arte y Literatura– Cataluña / Gijón, Asturias, España. –Miembro del Consejo Editorial Internacional de 'Reflexiones Marginales' –Revista de la Facultad de Filosofía y Letras UNAM. –Miembro de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF) con sede en Bruselas, Bélgica.  Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. – Profesor visitante Florida Christian University USA y Profesor Asociado al Grupo Theoria –Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado– UCM.  Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Universidad Andrés Bello. Artista conceptual. Ha publicado el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, Nº 28, Editorial  de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España,  2008.  Invitado especial a la International Conference de la Trienal de Arquitectura de Lisboa | Lisbon Architecture Triennale 2011

  ENTREVISTA:

“La Filosofía como teoría erótica. Entrevista a Adolfo Vásquez Rocca PhD". Entrevista en 'ALCANCES' Vol.I, Nº 1, año 2010 – REVISTA DE FILOSOFÍA – de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNIVERSIDAD DE CHILE.
http://www.alcances.cl/ver-articulo.php?id=81

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LIBROS
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo

Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, Nº 28, Editorial  de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España,  2008. 221 páginas | I.S.B.N.: 978-84-7822-523-1

 

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Adolfo Vásquez Rocca / GEORGES PERÈC; PENSAR Y CLASIFICAR

... el resto es literatura.

 

Introducción

Clasificando el mundo para comprenderlo a su modo, Georges Perèc no cesó de trastocar las convenciones de lo sensible y las jerarquías establecidas. Su mirada confiere a la trivialidad, a los seres y a las cosas cotidianas una densidad inesperada que nos turba y nos maravilla.

Georges Perèc es uno de los escritores más interesantes e imaginativos del siglo XX que, además de haber sido el creador de los crucigramas semanales de la revista Le Point, de París, realizó guiones cinematográficos, varias novelas, poesías, ensayos literarios y sorprendentes piezas teatrales. Georges Perèc, continua siendo casi desconocido para el gran público, a pesar de que existen traducciones de sus obras a 15 idiomas y goza de celebridad entre autores –para quienes constituye una inspiración– como es el caso de Raúl Ruiz[1], al modo como Jean Genet lo constituyo para Sartre.

La imagen que Perèc dejó tras de sí es mitológica. Hombre de infatigable libertad, para quien las palabras eran el medio de imponer eternidad a los objetos, fue perfeccionando con minucia el retrato que iba a dejar a la posteridad.

Desde hace más de una década, París ha sido poseído por el culto a Perèc, que se refleja en los incontables grupos teatrales, asociaciones de vecinos y clubes con su nombre. Todo autor francés de crucigramas ha desafiado alguna vez a sus lectores con los palíndromos, anagramas, heterogramas, homofonías, “bolas de nieve” y demás dramas alfabéticos en los que Perèc era un consumado maestro. Quienes lo conocieron dicen que era un hombre extraño, tierno, alegre, atento, curioso, con una inusual conciencia de su lugar en la historia.

Vestía siempre una camisa de cuello alto, se cortaba el pelo al rape y sus enormes ojos verdes, que centelleaban ante la menor respiración de la vida, le conferían un cierto aire seductor, disipado por los infinitos lunares y verrugas en las mejillas y las orejas apantalladas.

Dos años después parecía otra persona. Se había dejado crecer una barba desflecada en la mandíbula, que casi en seguida se volvió gris. El pelo enmarañado sobre la frente y los ojos, cada vez más abiertos, cada vez más asombrados, dominaban una cara radiante de tierna lucidez.

Desde comienzos de los 60, Perèc trasegaba las calles de París en busca de lo que él llamaba “las hierbas perdidas de la ciudad”: balcones, sillas de café, señales del metro, melodías cantadas por los vagabundos, frases hechas, listas de compras, sellos postales, boletas de supermercado.

De su infancia desgarrada dará cuenta mucho más tarde, en una obra de título enigmático, W. Allí evocará Isy, al padre que murió combatiendo en junio de 1940, y a Cyrla, la madre desaparecida tres años después en los crematorios de Auschwitz. Evocará la carencia de amor y la sorprendente felicidad de no necesitar el amor.

Unos tíos a los que casi nunca veía, le permitieron graduarse como sociólogo y trabajar como investigador en el célebre Centre National de la Recherche Scientifique. Todo el resto es literatura.

A fines de los 50, devorado por una fugaz fiebre política, publicó artículos combativos en las revistas Partisans y Cause commune, y con un dúo de amigos, Roland Barthes y Henri Lefevbre, fundó el grupo 'Argumentos', cuya única finalidad era conversar.

Luego, los tres se apartaron para escribir. Lo hacían frenéticamente, con saña, como si el próximo minuto de vida dependiera de la próxima palabra. En 1965, Perèc publicó Les choses. Su éxito fue fulgurante.

 

 

1. Georges Perèc o la Literatura como Arte Combinatoria

 

Una lista de las pinturas colgadas en una galería de arte, 81 variaciones sobre una receta de cocina para principiantes, una simple enumeración de cosas o de suposiciones, una serie de datos precisos acerca de sucesos intrascendentes, no parecen configurar la estructura ideal para el trabajo de un escritor.

¿Que interés artístico puede tener la simple enumeración de algunas de las infinitas posibilidades de ordenar los libros de una biblioteca...? Es difícil que un amante de los crucigramas, los acrósticos y las fugas de vocales pueda llegar a considerar a estos trabajosos pasatiempos como formas literarias. Sin embargo en obras como La vida instrucciones de uso[2] (1978) Georges Perèc[3], escritor y trapecista, escritor de culto y amigo de Raúl Ruiz, demuestra a través de una sucesión de descripciones –articuladas según el arte combinatoria– una apasionante forma de describir el universo partiendo sólo de lo hallado en una casa.

En 1965 Perèc obtiene el premio Renaudot por su primera novela  –Les choses–  Las cosas[4] donde narra la progresiva desaparición de un joven matrimonio de diletantes parisinos entre sus aspiraciones sociales y sus ansias revolucionarias. En 1967, junto al extraordinario novelista Raymond Queneau[5] –miembro del Colegio de Patafísica[6], director de la Encyclopédie de la Pléiade– y el matemático Françoise Le Lionnais forma OULIPO (Ouvroir de Littérature Potentielle “Taller de literatura potencial”), que entre sus miembros llegó a contar con figuras como Nöel Arnaud, Marcel Bénabou, Italo Calvino, Marcel Duchamp, Luc Étienne, y Albert-Marie Schmidt entre otros. El objetivo del grupo era explorar el potencial combinatorio de aquellas coerciones formales como la gramática y las reglas de estilo, persiguiendo siempre la expansión del campo de posibilidades narrativas. Explorar los juegos y las combinatorias posibles dentro de las reglas convencionales de la literatura.

El inclasificable talento narrativo de Perèc crece bajo la influencia, precisamente, de los experimentos realizados al interior del OULIPO. Oulipo fue una de las últimas vanguardias, o una de las primeras neovanguardias, capaz de abrir las ventanas de la ficción al aire puro de la ciencia y la combinatoria matemática, y cuyo Atlas de littérature potentielle acaba de reimprimir 'Gallimard', un catálogo de máquinas textuales para la creación literaria (palíndromos, como el de 5.000 palabras pergeñado por el propio Perèc, anagramas, lipogramas como el que da razón de su novela La disparition, crucigramas, juegos de repetición y recurrencia, caligramas, estructuras combinatorias y otros mecanismos a los que el lector se podrá asomar en el manual de Màrius Serra, Verbalia. Juegos de palabras y esfuerzos del ingenio literario (Península, 2001).

En 1969 Perèc presenta su novela La Disparition[7] (El Secuestro), una novela policial que relata la misteriosa desaparición de Tonio Vocel y una secuencia delirante de maldiciones, asesinatos, incestos, venganzas y todos los componentes de una tragedia pequeño burguesa: banquetes, accidentes de tránsito, pistas falsas, policías rudos, informes desclasificados de inteligencia, variaciones del Zahir borgeano, paráfrasis a Melville, citas a un desconocido poeta chileno, descripciones de vestidos Chanel color gris o blanco, discusiones sobre arte moderno, variaciones sobre música docta, la utilización arbitraria de algunas palabras, cartas testimonio delirantes, y la desaparición o secuestro de la letra “e” (la más utilizada en la lengua francesa), que en el excelente trasvasije del equipo traductor derivó en la desaparición o secuestro de la letra “a” en nuestra lengua castellana, tan omnipresente como su contraparte francesa. Georges Perèc construyó su obra a base de desafíos y artificios: escribir una novela prescindiendo de la letra “e”, la vocal más común en francés, o construir una narración siguiendo los pisos de un edificio. Ahora se publican por primera vez en español Me acuerdo, unas peculiares memorias en las que se prescinde de la cronología para acumular casi 500 frases que empiezan con las dos palabras del título.

La obra de Perèc decodifica su brillante imaginería para construir un relato en que las formas y sus limitaciones se convierten en un organismo expresivo que expande y contrae al mismo tiempo las reglas de la escritura novelística, arrastrando esa ilusión pictórica que es la pequeña historia natural del hombre hacia registros de diversa naturaleza, hacia una polisemia textual, al modo de las paradojas en el cine chamánico de Raúl Ruiz, el Zahir borgeano, el alfabeto Creador, el arte combinatorio, todo esto, cruzado por citas de un desconocido poeta chileno que prefiere “emanar una identidad velada”, así como por la práctica de la intertextualidad.

 

 

 

Ahora bien, se pueden tener fundadas presunciones acerca de que este poeta no es otro que Juan Luis Martínez[8], el autor de la Nueva novela[9], entre las que se cuentan el carácter experimental de su poesía, su juego desestabilizador de estructuras y géneros narrativos, la inclusión de puzzles, crucigramas y caligramas de poesía china, pero sobretodo el título, en La nueva novela, de uno de sus poemas y la dedicatoria de otro de ellos, a saber, en el primer caso “La desaparición [La Disparition] de una familia” y, en el segundo, la dedicatoria del poema o artefacto “La grafología” a Françoise Le Lionnais – el matemático y fundador junto a Queneau del Ouvroir de Littérature Potentielle.

Tras este breve excursus volvamos sobre la obra de Perèc, ahora para referirnos a la que es, seguramente, su obra más importante, La vida instrucciones de uso.

 

 

2. La vida, instrucciones de uso

La vida instrucciones de uso no es más que una descripción de una finca, pero tan barroca y pormenorizada que llegará a cubrir buena parte de la historia, geografía, política y bellas artes del último siglo.

Cada uno de sus breves capítulos está dedicado a una estancia del edificio, el comedor del tercero a la derecha; el dormitorio de los Foulerot; un tramo de escaleras y consiste en una descripción meticulosa y exacta de la habitación y de los objetos allí presentes: mobiliario, adornos, cuadros y estampas, cualquier cosa nos será dibujada con palabras, tantas como sea necesario para evitar ambigüedades: las descripciones de centenares de objetos podrían ser recuperadas para un catálogo de venta por correo, siendo más fieles y vivaces que muchas fotos. Si, por casualidad, se encontrase alguien en la pieza bajo estudio (persona, animal o recuerdo de antiguo inquilino), también nos será descrito, con menos énfasis en lo físico que en sus ocupaciones y breve biografía. En caso de existir anécdotas interesantes protagonizadas por el personaje, o por alguien muy próximo, nos serán relatadas en este momento.

Algo no muy distinto a lo que ha hecho Ruiz al adaptar al cine En búsqueda del tiempo perdido de Proust.

Capítulo a capítulo, el libro se enriquece con una variada colección de objetos, personas e historias que poco a poco, al establecerse nexos entre ellos, van dibujando algo mucho mayor que una simple aglomeración de habitaciones, tal como las teselas de un mosaico van formando una figura: una "novela de novelas", riquísima, con interesantes personajes cuyas aventuras se extienden, durante décadas, por varios océanos y continentes. Dentro de todas ellas, un par de metáforas de la novela: el pintor que quiere representar en un gran lienzo a todos los inquilinos de la casa, presentes y pasados, y el inglés excéntrico que dedica su vida a no dejar huella, mediante un complicadísimo procedimiento en el que los puzzles juegan el papel principal. Como prueba del abrumador contenido del libro, varios índices al final: de nombres, cronologías e historias.

 

 

Es en el preámbulo a su La vida instrucciones de uso nos ofrece como clave de la novela una defensa del hecho epistemológico del puzzle o rompecabezas (es el conjunto el que determina a los elementos), seguido de una sucinta descripción de las piezas que lo constituye.

La vida instrucciones de uso[10] se pretende la mirada parcial pero totalizadora de un edificio, sus lugares y sus habitantes. Cada nuevo capítulo supone la descripción exhaustiva de un espacio, según sean los objetos dispuestos sobre las mesas (según sean estas mesas y el resto del mobiliario), los cuadros sobre las paredes (y lo que en ellos queda ilustrado). Dispuesta la escena, según sea el momento, se sucede la posibilidad de una historia, ya sea de lo que acontece o lo que ha acontecido, a partir de lo cual revisa antecedentes o consecuencias.

 

El estilo de Georges Perèc es muchas veces árido, semejante al de un acta policial, notarial o forense. El autor intenta mantenerse neutral frente a lo descrito, por lo que, para no discriminar lugares, objetos o personas, lo retrata todo con la misma meticulosidad, nos parezca o no relevante.

En la reiteración obsesiva de sus descripciones, enumeraciones y clasificaciones de objetos se puede advertir un fijar la atención minuciosa y escrutadora sin menoscabo del carácter provisorio que bajo su mirada adquiere cualquiera realidad.

Es en este sentido que la obra de Georges Perèc tiene la vocación del catálogo. Es por eso que resulta tan fascinante como el hecho del catálogo mismo, armado en función de un propósito, cual ordenamiento arbitrario de la realidad (o una parte de ella) para quedar como su referente, profuso en la descripción de su escenario.

El catálogo siempre nos sobrepasa, en su extensión no cabe agotarlo; como el diccionario, se convierte en referencia y, al margen de su naturaleza, como ilustración que lo sitúa y determina en el paisaje de lo escrito. Se trata de una lista convenida, el resultado de una pesquisa hecha en función de uno o varios parámetros. Se asume convenida a pesar de que, en primera instancia, pudiera parecer aleatoria. Y es en tales términos que se convierte en un reto, a partir de los objetos, personas o ideas que son puestos en evidencia, ordenados de tal o cual modo que uno debe descubrir los lineamientos que hacen posibles el rigor del catálogo. Se trata entonces, como en la novela policíaca –otra máquina de rigores– de un juego en el que queda representada la gesta trágica del héroe, desdoblada en sus alcances sobre el lector, quien –en una continuidad de parques– acaba por recorrer (y ser parte de) el laberinto, trampa que esconde el último sinsentido de toda historia.

Aquí el espacio circunscrito por la narración tiene rasgos próximos a las escenas oníricas donde nuestra vitalidad se nutre de la obliteración sucesiva de la conciencia, alejándonos de este modo de nuestra historia, hundiéndonos en una oscuridad que advertimos como falla constitutiva de la memoria.

 

 

La escritura puede, sin embargo, dispensar a nuestra memoria, a la consciencia de nuestro vivir: las palabras le brindan consistencia a los itinerarios vanos del movimiento por el que las cosas se digieren a sí mismas en nosotros. Así, esta necesidad de enumerar y clasificar, de pensar y describir, bien puede resultar la irrenuencia de una aspiración de ser. Sin embargo, hecha esta concesión, es preciso señalar que lo que resta en la escritura no es el sujeto ni su historia, el yo ni las cosas, sino el vacío de una historia, su mero itinerario sin rumbo definido ni finalidad. De modo que la aspiración de ser no significaría ya el ser que aspira a constituirse o permanecer, sino el que resulta aspirado en la escritura quedando tan sólo la huella impresa del vacío que el mismo ser es.

En la obra de Perèc existe una vocación de arqueólogo de lo sentimental. A lo largo de sus páginas, los personajes cobran consistencia gracias al catálogo que determina sus vidas, situándolos en medio de intrigas melodramáticas, misteriosos vínculos con objetos y síntomas compulsivos que dan lugar a aquellos particulares diagnósticos, heredados de la patología de autores de la modernidad decimonónica[11]. Se trata de un breve museo íntimo que servirá para anclar la existencia de estos personajes al inventario a partir del cual se reconocen y alinean. El catálogo, pues, determina las posibilidades de su historia, y su lugar en la trama.

 

 

3.  Las cosas

Georges Pèrec - Les Choses

Así también en su novela Las cosas[12] los actos pueden leerse -como caligramas- en las cosas, viene dicha, en varios niveles, su procedencia y su uso. Distendido, pero con vocación clínica, Perèc hace la descripción que enumera y significa los objetos según una acción que se sucede en la inercia que supone el misterio revelado detrás de su enlistado. Dos mundos quedan superpuestos en tal descripción, el de las cosas, que en tal orden y sucesión suponen una expectativa (y por tanto, una carencia), un gusto (y por tanto una mirada), un conocimiento (y por tanto, una cifra). Esta el mundo de las cosas y el mundo que dice a las cosas, separación que parece arbitraría en la tensión paradójica de su mutua dependencia.

En Las cosas, la rígida separación sucesiva del catálogo es desleída en una descripción que suple -a la manera de Balzac en de Zapa- una mirada posible, recorrido que podría ser emulado por una cámara, para que el lector, como entendido, lea en la disposición del escenario la naturaleza del crimen. Al igual que en un grabado de Durero, donde cada cosa y disposición le dice algo al entendido. Hay una vocación irresistible de Perèc por el signo, tan lleno de posibles referencias -o claves- en uno u otro contexto -no siempre dicho- inerme en su sentido para quien no puede o no tiene una lectura exhaustiva, y por tanto, perdido por omisión de su intención original.

En las primeras páginas de Las cosas, Perèc se dedica a describir lo que nos revela después como un anhelo aún no conseguido, por los dos personajes centrales (y su círculo de amigos) que viven a través de los objetos que acumulan, desechan, añoran y consiguen. Son las cosas en su sucesión las que permiten la acción de la novela, desposeída de finalidad última (una desvirtuada felicidad en términos aristotélicos) que constituyen el grado cero de la novela burguesa, sin redención posible, desesperada en una acumulación frente a la nada.

Pero ante el vacío queda la posibilidad de sostenerse (o de menos, asirse) en la cuerda floja del texto, novelado en su agotamiento como negación que señala y evidencia sus mecanismos, como máquina revelada desde la que cabe descifrar la naturaleza de lo sagrado, que se escurre en el trazo del plano cartesiano que da un lugar a cada elemento que constituye al paisaje narrado. Es en la perversidad natural de este esquema -en la necesidad que se tiene de un ordenamiento a pesar de se inutilidad final- que Perèc redime al mundo, desde el gesto hecho signo, de sus coordenadas. Roto, fragmentado, el plano cartesiano pierde sentido, cada mínimo espacio de la cuadricula cumple con una taxonomía pero no con un sentido. De ese trazo, Perèc deriva al que produce un rompecabezas.

 

 

4. W, o el recuerdo de la infancia

Otro ejemplo de catálogo en Perèc lo tenemos en su novela W o el recuerdo de la infancia[13]  donde Perèc realiza lo que se podría entender, por una parte, como la práctica del comentario exegético propio de la hermenéutica judía, y por otra, como una aproximación a una narrativa de estructura hipertextual[14].

Aquí, en primera instancia no es posible establecer una secuencia lineal en la que ocurren los acontecimientos, sino, a lo menos, tres ejes de narración: el relato del rastreo de un hombre con falsa identidad al que se le encomienda una misión; la descripción institucional –sistemas de valores, leyes y costumbres– de una comunidad fueguina fanática del deporte llamada W; y las ensoñaciones de un hombre que presenta su infancia manipulando los recuerdos de su niñez.

En esta última secuencia es que Perèc bifurca el ya bifurcado texto central, realizando comentarios y comentarios de comentarios; generando con ello una estructura cada vez más compleja en la que se desplaza constantemente el centro de atención. Esto plantea desafíos al lector que deberá primero sobreponerse a la creencia de que es un libro mal escrito, y segundo deberá ser capaz de transitar de una secuencia narrativa a otra encontrando los puntos de intersección que comuniquen de un modo casi siempre no explicito las unidades de lectura. De este modo, el lector también deberá atenerse a la posibilidad de que el texto se multiplique exponencialmente, atisbando con ello una mirada al infinito; o hacia varios infinitos pues la geometría tanto cabalística como hipertextual establece constructos ordenados con varios centros.

Sin embargo, si se tratara de descubrir un mismo fondo a partir del cual se articulan las distintas secuencias narrativas, éste sería, el problema del poder. En efecto se advierte una preocupación fundamental acerca de las instituciones y los totalitarismos políticos, incluso cercanos:

“He olvidado las razones que me hicieron escoger, a los doce años, Tierra del Fuego para instalar allí W: los fascistas de Pinochet se han encargado de dotar a mi fantasma de un último eco. Hoy varios islotes de Tierra del Fuego son campos de deportados”[15].

El orden interno de la obra sería, entonces, el de la meditación sobre el poder desde distintas perspectivas, logrando con ello una visión desde la marginalidad.

 

ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PH.D  

Adolfo Vásquez Rocca - Doctor en Filosofía

Adolfo Vásquez Rocca

Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Universidad Andrés Bello UNAB
Universidad Complutense de Madrid
Tlf. (56) 32 - 2333475 | E-mail: adolfovrocca@gmail.com
   

TRAYECTORIA ACADÉMICA
  Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, mención Filosofía Contemporánea y Estética. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello UNAB. Profesor de la Escuela de Periodismo, Profesor Adjunto Escuela de Psicología y de la Facultad de Arquitectura UNAB Santiago.  – En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la 'Fundación Hombre y Mundo' y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias en México.  – Miembro del Consejo Editorial Internacional de la 'Fundación Ética Mundial' de México. Director del Consejo Consultivo Internacional de 'Konvergencias', Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina.  Miembro del Consejo Editorial Internacional de Revista Praxis – Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional UNA, Costa Rica. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil y del Cuerpo Editorial de Sophia –Revista de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador–.  –Secretario Ejecutivo de Revista Philosophica  PUCV. –Asesor Consultivo de Enfocarte –Revista de Arte y Literatura– Cataluña / Gijón, Asturias, España. –Miembro del Consejo Editorial Internacional de 'Reflexiones Marginales' –Revista de la Facultad de Filosofía y Letras UNAM. –Miembro de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF) con sede en Bruselas, Bélgica.  Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. – Profesor visitante Florida Christian University USA y Profesor Asociado al Grupo Theoria –Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado– UCM.  Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Universidad Andrés Bello. Artista conceptual. Ha publicado el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, Nº 28, Editorial  de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España,  2008.  Invitado especial a la International Conference de la Trienal de Arquitectura de Lisboa | Lisbon Architecture Triennale 2011

PUBLICACIONES
 
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[1]  VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, Raúl Ruiz, l'enfant terrible de la vanguardia parisina; la poética del cine en  Almiar  -© Margen Cero- Madrid,  2006

[2]  PEREC, Georges,  La vida instrucciones de uso, Ed. Hachette, Madrid, 1987.

[3]  Georges Perèc nace el 7 de marzo de 1936 en París, de padres polacos.

[4]  PEREC, Georges, Les choses, Paris: Julliard, 1965.

[5]  QUENEAU, Raymond,  escritor y matemático francés. Tras un primer contacto con el surrealismo, Queneau inició una evolución más personal que se caracterizó por la tendencia a tomar el lenguaje como elemento de experimentación formal, cuya máxima manifestación serían los Ejercicios de estilo (1947), que presentan hasta 99 formas distintas de contar un mismo y trivial episodio ocurrido en un autobús. Su pasión por las matemáticas, los enigmas y los juegos estratégicos, le sirvió para construir mundos científico-imaginarios que él denominaba “patafísicos”: Les temps mêlés (1941), Saint Glinglin (1948). Autor poco dado a las confesiones y a las intimidades, a pesar de algunas novelas que podrían considerarse autobiográficas, su universo literario está construido con grandes dosis de humor inteligente e ironía, que a veces roza el absurdo, como en Zazie en el metro (1959).

[6]  VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, Artículo Alfred Jarry: patafísica, virtualidad y heterodoxia, Zona Moebius, United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization, año 3 / noviembre - diciembre 2005.

[7]  PEREC, Georges, La Disparition,  Denoel  Editions,  1969.

[8]  Juan Luís Martínez (1942-1993), poeta que a fines de los 70 y principios de los 80 irrumpió en la escena lírica chilena con una poesía rupturista, escéptica e iconoclasta, incomprendida por buena parte de la crítica y rechazada por más de un editor. Los versos de Martínez han circulado por más de 20 años como fotocopias, aunque ahora la situación empieza a cambiar. La Nueva Novela –curiosamente a pesar del nombre–  obra paradigmática de la vanguardia poética chilena se ha convertido en un objeto de un nuevo culto, el de la tacha de la autoría y la disolución del autor. Ver Artículo “La reconfiguración del concepto de autor. Alteridad e Identidad en la poesía de Juan Luis Martínez”, En Cyber Humanitatis Nº 33 (Verano 2005), Revista de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile ISSN 0717-2869.

[9]  En La nueva novela, obra paradigmática de la neovanguadia poética chilena, J. L. Martínez anticipa la escritura hipertextual, bajo el soporte de un libro para armar, desentrañar, recorrer, en algún sentido completar o construir, esto a partir de las tareas poéticas que aparecen allí prescritas, o los diversos enlaces con los que están tejidos problemas de física y matemática con otros de gramática, sintaxis e incluso ética.

Es imposible reseñar todos los juegos fantásticos del pensamiento, de la palabra, del contexto tipográfico y autoral, que esta obra nos presenta. Los textos de La nueva novela tienen la estructura del problema lógico, físico o matemático, con un espacio en blanco para su resolución, o con la solución misma a pie de página.

[10]  PEREC, Georges, La vida instrucciones de uso, Ed. Hachette, Madrid, 1987

[11]  Como Poe, baste como ejemplo la minuciosa descripción que hace de la habitación de Roderick Usher en La caída de la Casa Usher.

[12]  PEREC, Georges, Las Cosas,  René Julliard, 1965.

[13]  PEREC, George, W o el recuerdo de la infancia, Ed. Península, Barcelona, 1987.

[14]  Ver  “El Hipertexto y  Las nuevas retóricas de la postmodernidad; textualidad, redes y discurso ex –céntrico”, Adolfo Vásquez Rocca, en PHILOSOPHICA, Revista del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile, Volumen 27, 2004.

[15]  PERÈC, Georges, W o el recuerdo de la infancia, París-Carros-Blévy.

 

ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PH.DDoctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, mención Filosofía Contemporánea y Estética. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello UNAB. Profesor de la Escuela de Periodismo, Profesor Adjunto Escuela de Psicología y de la Facultad de Arquitectura UNAB Santiago.  – En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la 'Fundación Hombre y Mundo' y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias en México.  – Miembro del Consejo Editorial Internacional de la 'Fundación Ética Mundial' de México. Director del Consejo Consultivo Internacional de 'Konvergencias', Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina.  Miembro del Consejo Editorial Internacional de Revista Praxis – Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional UNA, Costa Rica. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil y del Cuerpo Editorial de Sophia –Revista de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador–.  –Secretario Ejecutivo de Revista Philosophica  PUCV. –Asesor Consultivo de Enfocarte –Revista de Arte y Literatura– Cataluña / Gijón, Asturias, España. –Miembro del Consejo Editorial Internacional de 'Reflexiones Marginales' –Revista de la Facultad de Filosofía y Letras UNAM. –Miembro de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF) con sede en Bruselas, Bélgica.  Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. – Profesor visitante Florida Christian University USA y Profesor Asociado al Grupo Theoria –Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado– UCM.  Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Universidad Andrés Bello. Artista conceptual. Ha publicado el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, Nº 28, Editorial  de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España,  2008.  Invitado especial a la International Conference de la Trienal de Arquitectura de Lisboa | Lisbon Architecture Triennale 2011

  ENTREVISTA:

“La Filosofía como teoría erótica. Entrevista a Adolfo Vásquez Rocca PhD". Entrevista en 'ALCANCES' Vol.I, Nº 1, año 2010 – REVISTA DE FILOSOFÍA – de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNIVERSIDAD DE CHILE.
http://www.alcances.cl/ver-articulo.php?id=81

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LIBROS
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo

Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, Nº 28, Editorial  de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España,  2008. 221 páginas | I.S.B.N.: 978-84-7822-523-1

 

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VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, "GEORGES PEREC; PENSAR Y CLASIFICAR", en Revista ADAMAR, Nº 26, 2007, Sitio incluido en el Directorio mundial de literatura de la UNESCO. Introducción Clasificando el mundo para comprenderlo a su modo, Georges Perèc no cesó de trastocar las convenciones de lo sensible y las jerarquías establecidas. Su mirada confiere a la trivialidad, a los seres y a las cosas cotidianas una densidad inesperada que nos turba y nos maravilla. Georges Perèc es uno de los escritores más interesantes e imaginativos del siglo XX que, además de haber sido el creador de los crucigramas semanales de la revista Le Point, de París, realizó guiones cinematográficos, varias novelas, poesías, ensayos literarios y sorprendentes piezas teatrales. Georges Perèc, continua siendo casi desconocido para el gran público, a pesar de que existen traducciones de sus obras a 15 idiomas y goza de celebridad entre autores –para quienes constituye una inspiración– como es el caso de Raúl Ruiz[1], al modo como Jean Genet lo constituyo para Sartre. La imagen que Perèc dejó tras de sí es mitológica. Hombre de infatigable libertad, para quien las palabras eran el medio de imponer eternidad a los objetos, fue perfeccionando con minucia el retrato que iba a dejar a la posteridad. Desde hace más de una década, París ha sido poseído por el culto a Perèc, que se refleja en los incontables grupos teatrales, asociaciones de vecinos y clubes con su nombre. Todo autor francés de crucigramas ha desafiado alguna vez a sus lectores con los palíndromos, anagramas, heterogramas, homofonías, “bolas de nieve” y demás dramas alfabéticos en los que Perèc era un consumado maestro. Quienes lo conocieron dicen que era un hombre extraño, tierno, alegre, atento, curioso, con una inusual conciencia de su lugar en la historia. Vestía siempre una camisa de cuello alto, se cortaba el pelo al rape y sus enormes ojos verdes, que centelleaban ante la menor respiración de la vida, le conferían un cierto aire seductor, disipado por los infinitos lunares y verrugas en las mejillas y las orejas apantalladas. Dos años después parecía otra persona. Se había dejado crecer una barba desflecada en la mandíbula, que casi en seguida se volvió gris. El pelo enmarañado sobre la frente y los ojos, cada vez más abiertos, cada vez más asombrados, dominaban una cara radiante de tierna lucidez. Desde comienzos de los 60, Perèc trasegaba las calles de París en busca de lo que él llamaba “las hierbas perdidas de la ciudad”: balcones, sillas de café, señales del metro, melodías cantadas por los vagabundos, frases hechas, listas de compras, sellos postales, boletas de supermercado. De su infancia desgarrada dará cuenta mucho más tarde, en una obra de título enigmático, W. Allí evocará Isy, al padre que murió combatiendo en junio de 1940, y a Cyrla, la madre desaparecida tres años después en los crematorios de Auschwitz. Evocará la carencia de amor y la sorprendente felicidad de no necesitar el amor. Unos tíos a los que casi nunca veía, le permitieron graduarse como sociólogo y trabajar como investigador en el célebre Centre National de la Recherche Scientifique. Todo el resto es literatura. A fines de los 50, devorado por una fugaz fiebre política, publicó artículos combativos en las revistas Partisans y Cause commune, y con un dúo de amigos, Roland Barthes y Henri Lefevbre, fundó el grupo 'Argumentos', cuya única finalidad era conversar. Luego, los tres se apartaron para escribir. Lo hacían frenéticamente, con saña, como si el próximo minuto de vida dependiera de la próxima palabra. En 1965, Perèc publicó Les choses. Su éxito fue fulgurante. VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, "GEORGES PEREC; PENSAR Y CLASIFICAR", en Revista ADAMAR, Nº 26, 2007, Sitio incluido en el Directorio mundial de literatura de la UNESCO. Adolfo Vásquez Rocca PHD.
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