Crónicas de la desesperación: postsexualidad en el mundo COVID- 19
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Crónicas de la desesperación: postsexualidad en el mundo COVID- 19
Por @detectivemaleron
En memoria de #missmiami QUEPD
Tres días antes de que quedara la cagada (¿Cuándo quedó realmente la cagada?) tuve mi último encuentro sexual de Badoo. Digo el último porque fue el último offline, y porque hablar de últimas veces hoy ya no es una exageración, sobre todo en lo que respecta al WOB= the world of before.
Sí, eran días en los que varios en este país ya estaban recluídos voluntariamente, y días en los que la policía de la moral de las redes, los coronafachos, como les empecé a llamar, ya andaban vigilantes, de lo que hacías, no hacías, a donde ibas, si es que ibas, si es que te comportabas “mal”, si eras poco “responsable”, poco “consciente”, poco “aséptico”. En esos días me pegué el último revolcón, cuerpo a cuerpo, con sudor, harto besuqueo y lengua, con ganas. Le conté sólo a mis amigos más cercanos; a esos que me dirían bien ahí, aprovechaste, te quedaste con un lindo recuerdo de WOB. Revelarlo a alguien más podría significar mi apedreo virtual, weona es super peligroso lo que hiciste. Peligroso ya no era follar sin condón, peligroso era follar -y peor- besar.
Al día siguiente, en la tienda erótica, me regalaban una bolsa llena de vibradores de última generación y múltiples lubricantes de sabores, texturas, olores. Habíamos preparado una serie de videos sobre “masturbación en tiempos de crisis”[1], y poco sabía entonces hasta qué punto pasaríamos, quizás PARA SIEMPRE, masturbándonos y sobre- utilizando estos juguetitos y estos ungüentos, viendo porno de WOB y recordando los sabores, texturas y olores no de las cremitas y los objetos, sino de los besos, las pieles, las musculaturas, los pelos.
Recordé que, apenas unos días antes, nos reíamos de cómo si llegaba el coronavirus, todas las mujeres de Chile que habíamos estado saltando en pelota y besuqueándonos el 8M íbamos a estar contagiadas. Me reí de eso con varios pre- coronafachos. Una de ellos, mandó hace unos días un mensaje alarmista a un grupo de wsp: “todes les que habíamos estado en esa marcha, debíamos ir a hacernos el test y demandar al estado -como se estaba haciendo en España-por la imprudencia de haber acaso permitido esa marchaaaaaaa”. A ella, la respetaba. Abandoné ese chat.
Luego, la gente empezó a subir actividades online. Creo que eso es lo que más me ha gustado y me ha servido estos días de encierro. Tomo todas las clases que puedo, de mindfulness, de yoga. Los profes de crossfit empezaron a enviar rutinas. Las he hecho todas. Todos los putos días. Si no tuviera casi 40 años, diría que tengo el estado físico que tenía a los 25. Sólo que ahora soy Sarah Connor, y entreno para matar zombies en el apocalipsis. Me falta aprender a programar, a disparar metralletas y a ponerle un cornete bien puesto a alguien. Seguro al menos 2 de estas 3 cosas también las aprendo online. Challenge accepted.
El último día que salí al mundo exterior, antes de la qarentena comunal, vi cómo la gente se separaba al cruzarse en la calle, me miraban raro por no usar mascarilla (sigo sin encontrar ninguna información SERIA que diga que es necesario usarla si no tienes síntomas o contacto con enfermos), todo estaba cerrado, ni una cafetería o panadería abierta. Recordé las fiestas llenas de cuerpos sudados a las que íbamos con el Ale y JP, cómo lo dábamos todo, como nos agarrábamos con desconocidxs, antes incluso de la Revolución, cuando ya tuvimos proto- reclusiones: los toques de queda post dictadura. Recordé cómo me ponía tacones y poleras de plumas y maquillaje de drag queen, cómo tomábamos cocteles en la playa, en los bares, los encuentros fugaces e intensos de siempre. Me sentí como en el “Cuento de la Criada”. Creo que ahí decían algo parecido a esta idea del WOB. Ahí también planteaban un mundo en el que la gente poco a poco iba pidiendo reclusión, moral, comportamiento saludable… y luego… bueno, lean el libro, vean la serie. (Series se pueden seguir viendo en el WON= world of now). En ese paseo, lo que más me afectó, lo que me llevó al borde del llanto, al cierre del pecho, a la sentencia muda, fue la idea de que esto sería PARA SIEMPRE. Y luego -ya en cuarentena total- apareció esta cita:
In this new reality, those among us who had lost love or who had not found it in time -that is, before the great mutation of covid- 19- were doomed to spend the rest of our lives totally alone. We would survive but without touch, without skin [:..] What seemed like a temporary lockdown would go on for the rest of our lives.[2]
PARA EL RESTO DE NUESTRAS VIDAS.
No es la soledad lo que me asusta. Mucha gente ha dicho estos días: -lo duro es contactar contigo misma.- Bullshit, welcome to my life. Toda la vida he estado en contacto con esa fibra interior (tal vez demasiado, pero eso es otra historia). Tampoco me asusta la soledad en el sentido de sin amor. Amor ya tuve, check en el checklist de la vida, next.
Lo duro, y de lo que nadie habla, o de lo que al menos los coronafachos no hablan (porque quizás son anorgásmicos, quién sabe), es la pérdida del contacto humano: “we would survive but without touch, without skin…” Y aquí otros coronafachos me vendrán con webadas como ay pero si a ti te gusta tanto la vida online. Y sí, pasaba y paso horas en internet, he dedicado mi vida profesional a la cultura digital, estoy escribiendo este texto PARA internet, tengo todos los días videollamadas y carretes con gente online. Pero me AFECTA no tener cuerpos. Y aquí no me refiero -solamente- a lo sexual, hablo de poder abrazar a alguien, estar con otra persona en 3D y no en una pantallita.
Cuando empecé mi libro de @cuerpospoliamorosos---
Retrocedamos
---cuando proyecté @cuerpospoliamorosos, eran dos cosas las que me interesaban: una, las nuevas sexualidades, afectividades y representaciones que surgían en las dating apps. Dos, la emergencia de nuevas corporalidades, abiertas a la experimentación, que me parecía percibir estaban emergiendo. En fiestas, en las propias apps, en la VIDA. Escribí entonces, hace como dos años (y ahora me autocito y hago un spoiler del libro):
"Un cuerpo poliamoroso es un cuerpo en vibración. Es un cuerpo en constante búsqueda de sexualidad, de ser tocado y besado, agarrado, manoseado y sentido. También de ser querido. Es un cuerpo en necesidad de afectos, de expresión sensible, puro estremecimiento. Podríamos pensar, un cuerpo poliamoroso es un cuerpo promiscuo, pero ante todo es cuerpo dispuesto y anhelante de placeres.
El cuerpo poliamoroso no es un cuerpo ni inmaterial ni voluble, sino que extrae energía digital del mismo modo que se vale de cables, prótesis, energía química y vegetal, animal o incluso extraterrestre para proporcionarse placer. No es un cuerpo post- cárnico, sino una corporalidad expansiva y transhumana que, al envolverse en su nube emocional y erótica, requiere volver a contactarse con su propia conciencia y experiencia del sudor, el hálito y la genitalidad. Incluso su contacto con sofisticados aparatos y diversos productos para la autosatisfacción sigue esta misma línea, constantemente explorando opciones para encontrarnos a nosotros mismos como otredad de afecto y placer".[3]
Mi idea siempre fue que, de algún modo, la condición trans (la condición híbrida y relacional entre el humano y la máquina, concepto que desarrollé por ahí por el 2015) seguía siendo clave para pensar-nos sexoafectivamente en estos espacios. La condición trans, espacio intersticial de contacto, de espesuras tensionantes entre cuerpos y tecnologías, nos permitiría leer incluso las modalidades de sexo online: siempre en un ir y venir, siempre en tránsito, siempre en retorno hacia el cuerpo. Hacia mi cuerpo, mi carne, mi placer, mis sentimientos-sensaciones. Y hacia el cuerpo del otro, por cierto, cuyo contacto, aunque fuera a través de un dispositivo, existía a través de una red energética de conexión. De algún modo, pensaba, estas prácticas alternativas de la sexualidad, entendidas en cuanto tales, como alternativas, no reemplazarían (alerta tecnofóbica activada), al menos no todavía, la posibilidad de la carne. Serían mutaciones, derivas, tangentes, devenires de un cuerpo trans. Un cuerpo que buscaría espacios trinchera, dentro y fuera de la red, para contagiarse de la otredad. (Contagio: otra palabra prohibida estos días…)
Escribí una fokin tesis doctoral sobre la wea[4]. Sobre la puta condición trans.
Y llevo 5 de 6 capítulos escritos de un nuevo libro sobre sexualidad digital, en esta misma clave.
Y ahora, la sentencia del PARA SIEMPRE del mundo covid-19 me obliga, forzosa y anticipadamente, a pensar en la facticidad de lo post. Ya no del“más allá”, del “a través” y de “cambio” del prefijo trans que defendí por años, sino de la actualidad de la condición post. Porque las posibilidades futuras son realidades presentes.
Ya lo había adelantado y previsto de algún bizarro modo: la investigación que se viene (y para la que supongo estoy hasta financiada, si es k el país no explota antes) es justamente sobre los nuevos modelos sexoafectivos con robots e inteligencias artificiales.
Eso me asusta.
Por primera vez, eso me asusta.
Y no me asusta por la tecnofobia contra la que siempre he batallado. Me asusta por pensar que quizás un mundo, donde el sexo maquínico ya no es una alternativa sino LA única alternativa, comienza a imponerse. Donde el contacto con otros ya es SOLO mediado, o el otro es un objeto, o un código. Y lo peor: el retorno al propio cuerpo es también una amenaza. No te toques, la cara, la boca, los ojos. Lávate las manos para tocar tu propio cuerpo. Autosanitízate. Tu propio cuerpo es canal de autocontagio.
Me asusta porque esto me está pasando a mí, y porque eso me contacta con mi fachito interior. No mi coronafachito, mi fachito, a secas, aquel que quiere quedarse con lo conocido: el conservador. El que conserva -mantiene- ideas que le parecen correctas y está imposibilitado de abrirse a lo nuevo.
Y aquí ojo, no me refiero a la incapacidad de tener otras prácticas sexuales mediadas, o tecnologizadas, o posthumanas… o incluso de disfrutarlas (me di vuelta el celular a sexting post toques de queda octubre 2019, mi Shegasm[5] es mi mejor amigo estos días y dios salve a Pornhub premium gratis), sino de realmente abrirse, instalarse en la realidad que implica ese PARA SIEMPRE del postcuerpo. Parece que no estoy preparada.
Porque lo que implica este mundo son orgasmos programados, gente.
Porque estos aparatitos son de alta efectividad, oh sí.
El chiquillo este de Badoo incluso me preguntó si hacían la pega mejor que las personas. -La hacen bb- le respondí. -Humanos absolutamente superados.- Aprietas un botón, mueves una ruedita, te pones creativo y en menos de 1 minuto, garantizado, te corriste al menos una vez.[6] El orgasmo sigue siendo corpóreo, vaya que sí, implotación del yo máxima, etc., ufff, pero viene de una vibración plástica y dura, de un zumbido, que garantiza una máxima efectividad. Lean “El sex appeal de lo inorgánico” de Perniola. 100%.
¿Y es quizás el éxito aburre? A mí al menos por eso no me gustan los zorrones. Creo que necesitamos un coeficiente de falla. Un coeficiente sí, no todo (no se ceben tampoco). Pero algo de imperfección. Quizás lo que te cague, a un nivel más interno (mental, si se quiere), es haber vivido en el WOB. Quizás lo que te cague es la puta condición trans. Es querer habitar el intersticio, saber que se puede -que se podía- tirar en un mundo cyborg, “en tránsito entre una configuración y otra”. No en el mundo robot que es la vida coronafacha covid.
Fantaseábamos con mi padawan @dulcesfluor (nuevamente, en el WOB) que el verdadero momento de insurrección maquínica sería cuando ellas empezaran a masturbarse, y lograran autogenerar un placer de endogamia energética eterno. No necesitarían entonces más de nosotros y, siendo realmente autónomas, podríamos vivir en un entorno paralelo sin esclavitudes ni jerarquías entre personas y tecnologías.
¡Mujer, robot, la liberación, viene de la mano de la masturbación!– Eso gritamos el 8M.
Derechos para las máquinas. Placer transespecie. Pero con ello vuelvo de nuevo a lo trans. Y en este mundo de la nueva asepsia antihumanos, no puedo- como decía mi profe- estirar el argumento de la condición trans. No da. En el mundo post tal vez las máquinas no necesiten de nosotros, pero nosotros nos volvamos más que nunca dependientes de ellas. Porque sólo con ellas nos contactamos con otros humanos. Ahí si tecnofobia extrema.
Las apps de citas se volvieron el descampado más absoluto estos días. Las conversaciones, si es que existen, se detienen en el -bueno y ¿de donde eres? -De Stgo centro, pa lo que importa jajajaj-, o -¿qué te gusta hacer?- Que me gusta, o que me gustaba ajjaja.- Siempre el jajaja, por supuesto. De ahí, o se evaporan o directamente a las dickpics, con qué ropita estás, te estás masturbando. Y lo dicho, del sexting vengo de vuelta, al menos por ahora. Y me pongo a pensar que estoy terminando un libro sobre dating apps, que estoy en el último capítulo de un libro en el que investigué como estos espacios cuestionaban el modelo sexoafectivo imperante, cómo emergían nuevas performatividades de la seducción, como cambiaban los encuentros. Porque, siempre, siempre, el objetivo final era ese, el encuentro. Entretenerse, por supuesto -objetivo mencionado en la encuesta que hicimos en el numero 1 numero 1 numero 1- pero para, eventualmente, concretar una cita offline. Tomar algo, ir al puto parque (yo no, pero alguna gente) y/o tirar. Y ahora eso no se puede. Y cuando se pueda, si es que eso se puede, la gente habrá quedado con miedo. Capaz que no se quieran dar besos por meses, que se laven las manos a cada rato.
Coitus interruptus con alcohol gel. Let us see.
Ayer la Melina me envió un link, en el que un gringo narraba su experiencia de entrar a una Zoom sex party[7]. Llámemoslo así: básicamente, una videoreunión sexual por ZOOM, organizada por un productor de fiestas en NYC. Narraba su experiencia en el encuentro, de las reglas implícitas, de cómo no se mostraban la cara, del tipo de nudes e imágenes que aparecían en cada uno de los cuadritos de la app. ¿Esas serán ahora las fiestas, en la era COVID? Blondie y Lemon Lab ya organizan playlists y fiestas #quedateentucasa. Es como un mal chiste. La mejor de las intenciones, obvio y gracias, pero wea más fome que una fiesta solo en tu casa. Yo al menos estoy sola. ¿A lo mejor es entrete para los que están acompañados? Los leo, gente.
Capaz las nuevas generaciones (se viene baby boom, ya lo sabemos) que nazcan en este mundo profiláctico sepan divertirse en esta nueva realidad. Ellos quizás, desarrollen nuevas tecnologías de asepsia y vivan en sus departamentos burbuja masturbándose sólo en la ducha con harto jabón. O quizás empiecen, como los cuicos, a tirar con sus primos o con quien vivan en la casa (miedoooo), o se organicen expediciones sexuales, controladas, por cierto, para follar con otros individuos sanos y profilácticos que también están encerrados pero limpios o inmunes con el puro fin de procrear. Porque en el mundo post- covid 19, igual se seguirá necesitando de esclavos que muevan el nuevo orden mundial. Espanto.
A los cuerpos poliamorosos de WOB, solo nos queda obligatoriamente sumarnos o morir.
El futuro es ahora.Y deliramos sobre esas quimeras posibles que vertiginosamente se nos vienen encima. A veces, imaginamos demasiado. Otras, pensamos que la realidad superó a la ciencia ficción.
Hoy pienso que mi libro, porque lo terminaré, porque lo estoy terminando, quedará como una especie de testimonio, una historia del amor y el sexo en tiempos del WOB. Desfaces de lo que ya fue. Y quisiera haberlo terminado ya, para que la gente pudiera leerlo ahora, en cuarentena, y reírse de cómo las personas éramos ridículas para conseguir ligar con alguien a través de internet. Pero no, saldrá después. Cuando quizás ya nadie quiera leer libros. Quizás use este texto como prólogo. Quien sabe. Otros futuros.
Nota de la autora: siguiente escena descubren la vacuna de esta wea MAÑANA. Si es así, este texto se autodestruirá.
[1] Puedes verlos en el IGTV de @cuerpospoliamorosos
[2] Texto de Preciado, The losers conspiracy. Acá: https://www.artforum.com/slant/the-losers-conspiracy-82586
[3] Esto lo escribí yo mismita. ¿Suena bacán verdad? Espérate el libro que #seviene
[4] ¿Quieres leerla? Really queen? Weno ya. Descárgatela aquí: http://repositorio.uchile.cl/handle/2250/136759
[5] Te iba a darte el dato del super succionador de clítoris, pero na po, busca Shegasm en Google.
[6] Creo que se puso celoso de mis juguetes, me dijo: bueno, al menos lo pasarás bien estos días. En fin.
[7] https://slate.com/human-interest/2020/03/sex-party-zoom-coronavirus-quarantine.html
** qué bacán imagen, de a dónde la sacaste? de aquí: https://www.google.com/search?q=beso%20mascarilla%20magritte%20covid&tbm=isch&ved=2ahUKEwjC8tDxltToAhUVLrkGHfRbAtgQ2-cCegQIABAA&oq=beso%20mascarilla%2...
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