LAS POTENCIAS DE LOS FLUJOS EN EL RITMO. Pequeña cavilación sobre una performance en Bolivia.
Las potencias de los flujos en el ritmo. Pequeña cavilación sobre una performance en Bolivia.
Samuel Ibarra Covarrubias.
“Es el agua de espítitu sano,
líquida transparencia con nervios,
Cuerpo del cielo”
Gamaliel Churata
Cuando recibí la invitación de Alejandra Dorado y Douglas Rodrigo Rada para participar de la versión 2016 del Festival Cimientos comencé a pensar en una obra atingente a la cartografía espacial y existencial donde se emplaza este importante encuentro andino.
Hace rato venía reflexionando sobre la intensidad de la cultura boliviana. Con un grupo de amigos y poetas entre ellos Marcia Mogro, Néstor Sepúlveda, Andrés Ajens y Emma Villazón, veníamos desarrollando encuentros de solidaridad y dialogo con la cultura y el arte boliviano. En el año 2015 un masivo encuentro cultural se realizó en Santiago: CHIBO le denominamos. La idea era pensar la correspondencia entre estos dos pueblos, tensionados por las maquinarias estatales, en particular y de manera más virulenta por mi país de origen, que se niega a todo dialogo que tenga en la agenda la mediterraneidad como tema. Es un tema de aguas.
La obra que presenté en Cimientos 2016 tiene por tema la cultura, el cuerpo de la cultura. Ese espacio movedizo, contradictorio, zigzagueante e inestable que define nuestro hoy desde la paradoja y la contradictoriedad. Hablar contemporáneamente de cultura supone pensar colisiones y conatos, tensiones de sentido y de espesor simbólico. Pensar la cultura y lo cultural desde una idea de flujo, es dejarse atravesar por los movimientos de las hablas y las imágenes que modelan el ethos y el pathos de cuerpos y palabras. Pensar la cultura desde una estructura de movimiento podría parecer un lugar común pero en verdad significa metaforizar intensivamente un friso vital compuesto por nombres, relatos, texturas, plumas, pinceles, puños. Sangres y derrotas, tormento, excesos y palabras, todo en un constante y problemático devenir.
Entonces me vestí de azul y confeccioné una escena en esa clave cromática como una suerte de mareógrafo, de cuerpo canal que mezcla torrentes de diversas procedencias. Un equilibrista de aguas dulces y saladas.
Consideré el concepto de diferencia señorial con que el pensador social René Zavaleta Mercado lee la historia sociocultural de Bolivia. Un activo contraste heredado por la violencia colonial y su afán higienizante y clasificador para establecer una modernidad paradójica y excluyente. Por un lado modelos ancestrales de vida, por otro, vanguardias extractivas productivistas. En esa tensión el arte y la cultura boliviana ha debido hacer su pertinencia no sin sobresaltos y desfases, en un contexto deslocalizado y en quiebre de referencialidades y marcos de sentidos.
Entonces, me vestí de azul. Activé nombres de artistas, intelectuales y pensadores bolivianos y los presenté desde el agua. Mi obra fue cómplice con el agua. Por que lee desde la estrategia líquida la organización de un saber social y cultural de pensamientos que merodean las profundidades. Por que el arte y la teoría social boliviana son eso: praxis y palabras de “antiguos caminantes” que recorrieron los espacios andinos y amazónicos en pos del “buen gobierno” y del “buen vivir”.
La estrategia líquida y movimental me posicionaba como una estructura corporal utópica e inestable, frágil que aspiraba a la desorganización de las tramas significantes de lo cultural como relato paradigmático de lo civilizador y racializante, pilares de la modernidad boliviana.
Recurrí a nombres claves, nombres en la historia de la letra, a las figuras de un pensamiento complejo. Caóticamente dispuestos, entreverados, trenzados en la humedad de lo líquido en un cuerpo que esta de paso, hakeando la diplomacia nacional egoísta y vigilante.
Medinacelli, Urzagasti, Sanjines, Bartolina Sisa, Jaime Sáenz, Tupak Katari, Yolanda Bedregal, Luis Antezana, Fausto Reinaga, Villalpando, Luzmila Carpio, Galo Coca, Dorado, Ugalde, Bartolomé Arcanz, Ayoroa, Vizcarra, El hipopero Ukamau Bohojorquez, Silvia Rivera Cusicanqui, Carlos Rimassa, Valcarcel, Gamaliel Chuarata, Blanca Wiethuchter, Mariaca, Hilda Mundi, más, muchos más. La idea era desorganizar las épocas y tendencias del historicismo local apelando a una polifonía polémica, heteroclitica.
Ya se sabe que Bolivia entró desde hace casi 10 años a un proceso revolucionario. Un inédito trayecto político que ha revolucionado las categorías politológicas existentes y que ha creado una situación para la que no hay palabras ni conceptos. Tampoco genealogías para asimilarlas ni categorías para circunscribirlas. Es un proceso único en el planeta. Una individualidad desafiante que ha demandado inventar conceptos y redefinir radicalmente procedimientos. Ese procedimiento es plural, se debe a la pluralidad pues toda producción teórica es ante todo una producción colectiva.
Potencia Flujo Ritmo es una obra que pone en riesgo la economía administrativa de una cultura al desestabilizar la clasificación taxonómica occidentalizadora como índice regulador, pues apela a la reconfiguración y a la invención utópica de otro régimen de lo sensible. Celebra la mezcla y aspira a proponer una interpelación conceptual para pensar la cultura de manera plebeya. Fuera del canon y de disposición del ordenamiento liberal, colonial y occidental. Vale decir que la obra propone pensar las ideas en el movimiento y el éxtasis, en una hermenéutica carnavalesca, como en los desplazamientos de un danzante.
En esta obra de performance, el cuerpo se dispone de voces y a su vez ellas transportan bagajes, trayectorias y vocabularios, los celebra en la humedad azul del flujo, dejan atrás la fosilización de sus conocimientos y los re-entiende en el cambio y el movimiento, ahora en formas mudables, cambiables, estratégicamente ubicadas, activando lugares distintos de identidad. Entonces, desde la hibridación, lo heterodoxo y multiforme, podría agenciarse una transformación del lenguaje. El cuerpo pasa a ser así también un cuerpo de palabras que coaccionan en la invención de situaciones de acción, buscando herencias mas allá de lo aparente, en una teoría que está por hacerse, para nombrar otras formas políticas, deseadas epifánicamente y en combate por la construcción de pluriversos estéticos y políticos, cada vez en mayor expansión.
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