DECIO PIGNATARI Y WALDEMAR CORDEIRO, VIAJE AL CONGRESO INTERNACIONAL DE INTELECTUALES POR LA PAZ, CHILE 1953.
DECIO PIGNATARI Y WALDEMAR CORDEIRO,
VIAJE AL CONGRESO INTERNACIONAL DE INTELECTUALES POR LA PAZ,
CHILE 1953.
Por David F. Maulen
Waldemar Cordeiro es ampliamente conocido por su condición de pionero del arte electrónico, el cual formuló a través de su manifiesto Arteonica[1], en Sao Paulo del año 1971, poco tiempo antes de morir.
De manera excepcional, además, representa una opción radical de las vanguardias del arte constructivo en su evolución a las relaciones producidas a través de los nuevas tecnologías digitales de la información.
Su reflexión, compleja en su aproximación social de la ciencia, el arte y la tecnología, además tuvo puntos de complementariedad con las primeras investigaciones entre arte y nuevas tecnologías informáticas, como ha quedado desarrollado en la investigación de Margit Rosen[2].
Pero una circunstancia poco documentada, como en general ocurre con las tendencias del arte constructivo en Chile, fué la vista que organizaron el poeta Neo Concreto Decio Pignatari, y el coautor del Manifiestro de arte Neo Constructivista “Ruptura”[3], al Congreso Internacional de Intelectuales por la Paz, en Santiago de Chile, el año 1953.
Decio Pignatari falleció en diciembre del año 2012, con motivo de su recuerdo a continuación se reconstruye un testimonio de su viaje.
El poeta Pablo Neruda había sido declarado reo pocos años atrás en virtud de la llamada “Ley de defensa de la Democracia”, que proscribió a los militantes del Partido Comunista, incluído el hecho de ser removido el fuero parlamentario al Poeta-Senador después de su discurso dedicado al “traidor” Presidente Radical, Gabriel González Videla.
Luego de un par de años en la clandestinidad, y un viaje a Argentina por pasos fronterizos, le fué levantada la orden de aprehensión, y el vate se sumó a las iniciativas que en esa época, en diferentes países, organizaban artistas e intelectuales progresistas en contra de una posible tercera guerra mundial. A la reunión organizada en Chile llegaron representates desde China a Estados Unidos, y entre ellos fué invitado el poeta Neo Concreto de Brasil, Decio Pignatari.
En esa época los artistas más vinculados al Partido Comunista tenían mayor cercanía al arte lírico, y al realismo muralista, en la reunión también estuvo presente Diego Rivera.
Decio Pignatari optó viajó junto al carismático líder del movimiento de artistas constructivos de Sao Paulo, Waldemar Cordeiro, más bien de orientación “gramsciana” que “stalinista”.
En esta reunión Cordeiro se tranzó en una fuerte discusión con Rivera. Este hecho, como muchos otros del arte constructivo chileno, no quedó registrado, y luego de su participación ambos artistas partieron a Buenos Aires a encontrarse una vez más con Tomás Maldonado, hasta entonces influyente líder del movimiento Neo Concreto porteño, antes que partiera a Alemania donde se desarrollaba la idea de una “nueva Bauhaus”, la HfG de la ciudad de Ulm.
Fué asi como años después la investigadora brasileña Dra. Aracy Amaral, consignó este hecho en su libro: “Arte para qué?. La preocupación social en el arte brasileño 1930 - 1970”, cuya primera edición es del año 1983, y cuenta con una segunda edición revisada del año 2004.
Gracias a este trabajo es posible entender de manera excepcional el contexto en que se desarrollan estas tendencias, e intercambios. En este sentido es de agradecer a la profesora Amaral el trabajo realizado por ayudar a recomponer episodios tan significativos del arte del extremo Cono Sur Pacífico. Pero hay más, desarrollando esta referencia, poco tiempo después de la reedición de “arte para qué?” fué posible para quien suscribe tomar contacto con D. Pignatari, el cual remitió un artículo de su autoría, sin referencias de la publicación, donde expone su testimonio y reflexiones, al correr de los años.
Doblemente agradecido de la disposición de un miembro del movimiento Neo Concreto Brasileño de esta proyección, a continuación se expone una traducción del mencionado texto, testimonio de una voluntad de época por la “construcción” de un sistema de sentido atada por ideales colectivos, y variables culturales propias, más allá de chauvinismos nacionalistas:
“(...) fué un viaje de viajes con Cordeiro, si mal no recuerdo las cifras sin alucinación, eran once mil cruzeiros (valor de 1953) entregadas por el Partido Comunista de Brasil, para un supuesto gran congreso cultural latino-americano en Santiago de Chile, en el mes de mayo[4].
Incongruente colección de personas: él, yo y Alfonso Schmidt.
El Conte Grande - ¿este sería el nombre? - era un viejo ex barco italiano de lujo, que todavía tenía tres clases: nosotros estábamos en segunda clase, con algunas pocas incursiones a primera clase, gracias a la romanidad de nuestro líder, su tamaño físico imponente y su encantadora voz dulce baritonal abierta oportunamente a la risa . Fiel escudero verbal y ayudante a las órdenes del jefe, sentí un cierto espíritu de audacia y desafío de aires exhuberantes, que me exigía cierta planificación de ejercicio disciplinario e intrepidez, a la vista de este gran viaje, que era vestibular y anclado de un buen trabajo de enciclopedia verbetista (acababa de comprar, increiblemente, una imagen estupenda de mi admirado Emil Nolde, expuesta en el Museo de Arte de Sao Paulo (MASP), la primer exposición del grabado alemán de la posguerra), y una cabeza de visión más amplia, lo que implica un bagaje y un equipaje más estructurado.
En cambio, todo lo que Alfonso tomó de ropa era un traje y una corbata, un jersey sin mangas, que llevaba enrollado bajo el brazo, y un pañuelo en el bolsillo.
Como olvidar o recordar de otra manera, el comedor y la fiesta de un barco irreal, pocas figuras en trajes de antigua velada circulando entre varios espejos, una enorme pista de danza, en torno a las mesas revoloteaban bailando al son de violines, "Celos", y “frizzante” vino nebiolo, que nunca volví a tomar ni degustar, acaso por desinterés. La iluminación en el interior de la nave que iniciaba a vislumbrar la entrada a la “Bahía de los Santos”, hacia el final de la playa, bordeando la colina que se interpretaba empinada, como un edificio blanco, en la misma noche, unos fantasmales letreros de marquesina que decían ANTARTICA, me hicieron “descaipirizar” un poco más, al tiempo que vino un impulso primitivo de defensa, como un objetivo a cumplir, con una voluntad rabiosa que no aceptaría de que no se cumpliera.
En Buenos Aires, el “lumperonismo” acababa de incendiar el Club de Jockey, por ahí pasamos hablando con la mitad de voz y a media cabeza gacha-, dirigidos por Tomás Maldonado, el W. Cordeiro de Argentina - más hábil, más inteligente y seductor - y el olor de dos trabas carbonizadas que brillaban como estrella de día, me daban vuelta las fosas nasales, la mezcla con el aroma del chaleco de Borges de muy discreto color gris azulado.
Buenos Aires era una Paris porteña en los que se refiere a contactos (siendo W. Cordeiro ya un topo literario-musical): el personal del diario “A Partir De Cero”, E. Bailey, hermano de T. Maldonado, el generoso Mario Trejo, el escultor Latorre (nos sumergíamos en surrealistas conversaciones, muy largas), o con el personal de la avanzada revista “Nueva Visión”.
Con la misión de comprar billetes de tren me demoré, Cordeiro veía espías peronistas y trotskistas en todas partes, que seríamos detenidos en el camino. dentro y fuera del pasillo antiguo vacío del hotel de enceradas tablas. W. Cordeiro expulsó a Latorre, supuesto provocador y espía, luego me tomó del brazo en la sala diciendo: "Y los boletos, y los pasajes." Jugueteo en su cara. En el rápido nocturno a Mendoza, el “jefe” (W. Cordeiro) de nuevo interrumpió mi conversación con un argentino, “obvio” agente peronista.
Me desperté viendo unas monedas tintineantes y relucientes, dos plátanos orientales otoñales, dos planos de estribaciones sobre Los Andes.
No eran de oro y brillaba antes de la incorporación de las rocas en el sol como las desmesuras de la escarpada Cordillera, donde sentía el pulso y la corteza del planeta Tierra. En el tren, el escorrente e imposible resfríado de Alfonso, en la cima de Las Cuevas, la primera nevada de mis ojos, y en las rocas, la amenaza de una nueva runa amenazante del señor militar: “Perón cumple, Evita dignifica”.
Nuestro congreso duró no más de cuarenta y ocho horas, llegamos a la penúltima jornada. Rivera hablando, proponiendo incluso murales en las piscinas de baldosas. W. Cordeiro creyéndose Andino escribió quince líneas, arrasando en contra del arte inferior pseudo-revolucionario que quería venderse al metro cuadrado. Casi nadie entendía su portugués italianado. En la fiesta de clausura, Tulio de Lemos cantó "Mujer Rendeira". Desganado Neruda leyó un poema que terminaba con "rosas de Mañana". En las calles de Santiago encontré amabilidad de pueblo, todos me parecían jóvenes[5].
Regreso a Buenos Aires, me compré (con mi dinero) una capa fabulosa, soñando con otros inviernos, europeos. El jefe se puso enojado, calculó mal, el dinero apenas nos alcanzó para un pasaje en un cargero mixto, el “Princesa Highland”. Hubo un intento de levantarse contra el capitán: el desayuno de los británicos y sus asociados contaba con un número mayor que el nuestro (té contra café). El Capitán comprendió la revuelta, nos dio té, lo detestamos.
En los Andes, Cordeiro me hizo un retrato, a lápiz, expresionismo vigoroso (siempre ironizaba cuando pintaba figuras) que sorprendió mi vanidad con admiración. En particular destacaba el sobretodo, se vengó con una carga de tinta indeleble, en el dibujo una etiqueta de precio enorme colgaba de mi cuello”.
En memoria de Decio Pignatari, Jundía 1927 – Sao Paulo 2012.
David F. Maulen
Valparaíso/Santiago
[1] Acceso al texto íntegro Arteonica (Sao Paulo, 1971), en el siguiente link: http://www.leonardo.info/isast/spec.projects/cordeiro.html
[2] “A Technological Difference, Not a Difference of Method. Waldemar Cordeiro and the New Tendencies”, in: Ausst.-Kat. Waldemar Cordeiro & Franz Mon, Ludlow 38, Leipzig: Spector Books, 2011, 20–23
[3] Acceso al borrador del Manifiesto del grupo Ruptura (Sao Paulo, 1952) en el siguiente link: http://p.php.uol.com.br/tropico/html/textos/1357,1.shl
[4] El actor chileno Antonio Sepúlveda, de la Compañía de Teatro “La Patogallina”, conserva un cuaderno chino con firmas de varios asistentes al encuentro, incluyendo participantes de Norteamérica y Oriente.
[5] Un grupo de jóvenes arquitectos comunistas, que habían participado de la Reforma en los planes de estudio el año 1946, fueron activos colaboradores de este encuentro. En esta época aún editaban el Boletín “Nueva Visión”. Testimonio de Ricardo Tapia Chuaqui y Miguel Lawner, 2007.
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