PANERO Y YO: POETAS DELIRANTES DE ESTUPEFACCIÓN
PANERO Y YO: POETAS DELIRANTES DE ESTUPEFACCIÓN
Por Mauricio Otero
Comenzaré diciendo, u orando (orare, orate) que mi admirado tempranamente Leopoldo María Panero no está 'loco', como se ha querido presentar por ciertos periodistas o editores. Puedo afirmar que en el mundo contemporáneo ES LA MENTE MÁS LÚCIDA QUE DIVISA LA TIERRA. (Divisa, porque no se puede pisar.) Como él -y lo digo sin presunción y con dolor- he sufrido trastornos similares desde mi primera juventud, con una internación en un hospital. De modo que si lo confieso podría ser quizás con vergüenza para la sociedad, pero de una remisión que me permite llevar una vida 'normal'. Desde mi experiencia personal en semejante afección y como vate del fin del mundo, puedo sostener categóricamente que Leopoldo no está demente. Se trata de un 'Paranoidista Crítico', como señaló Salvador Dalí. Es más, estamos ante seres con mayor coraje que hollan el planeta, lejos de otros locos más peligrosos que la están destrozando. Su semblante, de acuerdo a la fotografía que publicó El Mercurio, es el de un ser 'bloqueado' por los medicamentos, nublado, con un estrés traumático demasiado fuerte, que recuerda a un niño víctima de la guerra. El 'delirio', que es un estado de gracia, reverenciado en la antigüedad en los oráculos, como grandes maestros iniciados, es una forma de fuga del mundo de la locura verdadera, homicida, plutolátrica, que devasta a la Humanidad con todo lo que ella contiene.
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