EN ESTE PAÍS NO QUEREMOS SALVAJES
EN ESTE PAÍS NO QUEREMOS SALVAJES
Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge
En América Latina, sobre todo en el Caribe, siempre hemos tenido la creencia de que los europeos que habitan las orillas del Mediterráneo son descuidados con su aseo personal. Aquellos de la Europa noratlàntica y central, como los alemanes, tienen fama de vivir abrumadoramente obsesionados con la limpieza. Y aquellos de la Europa oriental han llegado a ser tristemente célebres por el variado coctel de malos olores que son capaces de producir.
Entre tanto, nosotros, por estos lados de América, en el Caribe caliente, exótico y sensual, desde tiempos "pre-colombinos" hemos hecho de la higiene cotidiana de nuestros cuerpos, aunque no tanto de nuestras almas, un ritual perfecto en el gozo que produce el contacto con el agua, los perfumes y los aceites con que nos regala nuestra voluptuosa y prolífica naturaleza.
Una vez, invitado por el Gobierno de la Repùblica Federal Alemana, entre octubre de 1989 y febrero de 1990, como académico extranjero en una universidad de ese país, me encontré con la particular situación de que, no más llegando, un generoso y precavido amigo mío, que hacía un postgrado en Berlín, me facilitó el bellísimo departamento de la mujer con la que iría a casarse en Ámsterdam.
Enviar un comentario nuevo