Cuento. CONFESIÓN DEL VIENTO
CONFESIÓN DEL VIENTO
Desde Argentina: Luciano Carlos Cavido 2002
Cada vez que me sumerjo en el vaivén del canto de la mar, las gaviotas recelan mi suerte y me ignoran la existencia. Rechazando paradójicamente que soy yo; quien refresca y guía sus aleteos a través de ese desierto salado, quien reta (aunque en vano) al horizonte alcanzarlo algún día, quien le da el mayor significado a su condición, quien le otorga el más infinito de los caminos. Y nada me entristece tanto como la ruptura de ese complemento maravilloso, que los peces vivos y muertos me quitan al distraer y alegrar sus picos y estómagos, conviertiéndolas en sus buitres blancos.
Desde muy pequeñas me tienen. Quizás como un juguete más, invisible entre su plumaje y su dorso ceniciento. Pero siempre me han tenido. Sus chillidos, desapacibles para algunos, son para mí una halagadora compañía.