CONJURO PARA LA LÚCIDA OCIOSIDAD
CONJURO PARA LA LÚCIDA OCIOSIDAD
Por Antonieta Villamil
En el ejercicio de volar encadenada, el ejercicio de volar con los brazos huesudos y raspados, acaso por el viento que añora la súbita quietud. El ejercicio de permanecer atónita y desmoronada para que el halcón venga a sembrar en mí su pico que recorre las alturas.
Halcón, toma
un pedacito
de mi ojo.
Llévatelo a donde la suma de frescas células se haga pelito de ala. Sólo esa sensación en el ejercicio de volar encadenada. A vuelo de pelo. Atenuada con esta música que hipnotiza las culebras, mi cuerpo deletrea un precipicio de ausencias. Se desvanece la tarde en disonantes notas y las lanzas de minutos se precipitan, alas de secas plumas en pies de andrajosos pasos que saltan anonadados entre los minados campos.
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