DESPUÉS DE ALMORZAR DOS CODORNICES ESCABECHADAS
DESPUÉS DE ALMORZAR DOS CODORNICES ESCABECHADAS
Robert Red “dinamita paraguaya” Ramírez es un cuento para después del almuerzo, léase con mesura, no quemar, destilado fuerte añejado en roble. Acompañar con carnes de caza, aves aderezadas con cerezas y tabaco.
Parecidos a un conjunto sevillano nos acercábamos al encuentro con la tribu sagrada del este, justo donde se terminan las vías del tren subterráneo de la ciudad que se proyecta mas allá de las montañas, por debajo del gran océano. Ahí donde buda se inicio en las artes amatorias del kamasutra y yo me lamentaba de las prácticas forenses.
Seguíamos las series del cable. Los diccionarios. Los almanaques.
¿Porque competir en los deportes?, los teléfonos.
Me acuerdo que era madrugador. A las 9 estaba tocando piano.
Después de almuerzo dormía siesta.
Bulerias:
Volaban las uñas de Muñoz-Méndez maquilladas con oro, diamantes y brillantinas de la cajita sorpresa del cumpleaños de una de las hijas del vecino; que es cuñado de la señora de la amiga del primo de mi mujer.
Salvatore le regalo a Muñoz-Méndez una guitarra Andaluza.
Lejanos lamentos desprovistos. Frases desarmadas. Como metáforas, como metáforas.
Había ganado las loterías más importantes del mundo. Leyeron los números en Afganistán a las tres de la tarde. Eran las diez de la noche en Singapur, la una de la mañana en el Vaticano. Todo coincidía en mi vida, el cáncer, la separación y el dinero.
Siempre me había sido esquivo el dinero. Estuve varios días en la UCI. Ese día llovía.
Hace dos semanas en un semanario, en ninguna parte. Leandro Salazar Sarmiento, corregidor inscrito del voluntariado lejano del deseo y Callao. Se arreglo la corbata, el traje le quedaba pequeño.
El miope lleva calcetines negros, pantalón mil rayas de verano, camiseta blanca manga larga XL por supuesto, una polera con franjas horizontales. Polar sin mangas.
Menciona a Domínguez, el libro se llama gran cocinero, una doctrina elemental.
Boris era Ingeniero pero trabajaba de travestí en un buen barrio a horarios razonables, fue al único que el sistema de transportes no mando a la cresta, mejoro su negocio. Gano plata. Se caso con Anita Devora de Rizopatrón y Paredes, otro travestí del barrio. De ellos proviene el linaje de Gomaugundo. Y el barrio Inostroza. Centro cívico de la vigésimo octava periárea de la ciudad. Segundo nivel. Pasillo catorce, después del casino de los inmigrantes…
Cara de cerdo cae en redada salesiana.
Estas seguro Gomes que el gran señor…
estoy seguro que se equivocaron de escenario. Achúntale diosito.
Hoy te fui a ver. En un momento de aflicción y de pena, profunda pena.
Necesito ayuda. Pastillas….
No quiero ver señales en la memoria.
Como los testarudos… los imaginarios….
Hoy sucederá el milagro.......Con errores.
Dolores Incomunicada Albatros. Presidenta de empresas “Pirámide de Queso Albatros”. Llegaba en su auto del cuarenta, con su chofer de toda la vida a la reunión anual de los senescales del conglomerado que ella presidía desde hace 45 años.
James dile a Orson que quiero el café de Papua con tostadas de Mari Ann para el desayuno, confites belga, algo de tabaco, oporto en bazos pequeños. No grandes… pequeños….
Y se fue James con cara de pregunta.
Dolores Albatros paso de su condición de veterana y golfa a insultar de vez en cuando en un latín de la baja Sajonia, que se hablaba en los monasterios benedictinos y perduro en las redes espirituales del bajo mundo. Apropiaciones. Elementos:
¡¡Hay de los elementos!!. Los metales. Impronunciables los metales.
Salí de la casa algo mareado. Llovía a las 5 de la mañana. Eran las tres de la tarde. Después de almorzar dos codornices escabechadas, me masturbe en el baño. Luego me cambie por cuarta vez de ropa; de mi primo segundo tome prestado un chaleco sin mangas turquesa de cachemir egipcio, muy gay. Un pantalón de rombos azules, una camisa alemana abierta y rota, dos alpargatas azul cerúleo dibujadas y un buen abrigo liviano Burberries. Un sombrero de ala ancha estilo Tudor y un Longines de acero con la esfera incrustada sobre cerámica. Había que sorprender a los periodistas. Y para eso el look era importante. Muy importante. En segunda fila una mujer escuchaba atentamente, se movía despacio. Como detenida en el aire. En su memoria se confundían los números. Las consonantes. Era su nombre el que pronunciaban los flashes de las cámaras. Había sido hace mucho, antes de que todo fuera, antes del amor, antes de la era del hielo; porque su recuerdo estaba escrito en sus huesos, no en su cabeza. Ella despertó y todos se dieron cuenta. Del olfato. Del sonido de su camino. Del movimiento de las piernas, del tamaño de las manos. De la forma de las manos. Encontraron a la virgen. La divina aparición de una santa, a la mayor de las promesas. Y el tiempo se detuvo. Y dejé de escribir.
Volvió!
Ya era hora! Se le extrañaba por aquí!
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