Poesía: La soledad del hombre último
La soledad del hombre último
Ángel Cruchaga Santa María*
Último hombre del mundo, último hombre,
cuando no quedes más que tú solo bajo los cielos
frente a las montañas de incienso azul dormido,
cuando hayan muerto las ciudades y los pueblos
y sobre las tumbas ya no vuelen los pájaros
ni los aviones azoren locos el firmamento.
Hombre último del mundo viviendo entre cenizas
bajo el arco trizado de humo del recuerdo.
Cuando ya las ciudades se desmoronen solas
y vivas hondo, como un timón en el tiempo
y la eternidad te atraviese de flechas
y claves los ojos como los leprosos o los perros.
Hombre dueño de todo, de los valles, del río,
de las ciudades donde florecen los almendros,
de las torres con su campana que se ahorca
en la mirada gris de la muerte y del viento.
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