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REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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Ritmos de Vida. Llano de la Paciencia, desierto de Atacama, Chile.

Ritmos de Vida en Chile

Tercera Parte: Ritmos de Vida, la obra original

Por Ximena Jordán: ximejordan@gmail.com

El símbolo

El geoglifo creado en Atacama titulado Ritmos de Vida es el que le da el nombre a la trilogía de los tres geoglifos en Atacama como conjunto. Al mismo tiempo, es nombre de la gran obra total, considerando las obras emplazadas en los demás países que componen el proyecto Andrew Rogers a nivel mundial. Para comprender, aunque sea parcialmente, el geoglifo Ritmos de Vida, es indispensable conocer la historia de la creación del símbolo ilustrado en él.

La forma nombrada “Ritmos de Vida” nace en el año 1999. El escultor Andrew Rogers (Melbourne, Australia), crea esta forma abstracta con el fin de representar visualmente un concepto intangible, ideado por el artista. Este símbolo corresponde a una forma abstracta mediante la cual Rogers aspira a expresar visualmente la dinámica de los ciclos de vida, muerte y regeneración que dirigen la vida humana hacia impredecibles destinos. Estos ciclos son perpetuos a lo largo de la existencia; están constantemente sucediendo tanto en la vida de cada uno de nosotros como afectando, proporcionalmente, la evolución del mundo en su totalidad. “Esta forma encarna los cambiantes ritmos de la vida, reflejados en la yuxtaposición de forma y línea, generando ritmos que conforman un impredecible viaje a través de la vida”, comenta el artista.

Figurativamente hablando, el símbolo Ritmos de Vida está compuesto por una circunferencia central que representa el origen de los ciclos de cambio vital; ésta corresponde al centro de energía que todos tenemos dentro, donde se concentran y desde donde se dirigen nuestros deseos y nuestra voluntad. Conectada a esta circunferencia se encuentra trazada una línea diagonal, que simboliza los movimientos unidireccionales que emprendemos desde nuestro centro de energía, es decir, las decisiones, planes y proyectos que tomamos en consecuencia con nuestros anhelos y capacidades. Esta línea diagonal es interceptada por una línea curva y aparentemente movediza, que ilustra los imprevistos sucesos que están fuera de nuestro control y que desvían nuestros movimientos unidireccionales hacia otra trayectoria, cuyo destino es desconocido e inesperado por nosotros. Corresponde al momento en el cual dejamos de tener el control de nuestras vidas y pasamos a formar parte del plan trazado por la vida misma (o por Dios, o por la Divina Providencia, o por el destino, etc., según sean las creencias de cada uno). Posterior a esto, obtenemos resultados y ese ciclo de vida se concluye, lo que nos hace regresar al punto de concentración (circunferencia inicial), donde nos mantenemos hasta que se renueve la  energía para empezar un nuevo movimiento direccional que será interceptado nuevamente por la curvi-línea. Y así, “rítmicamente” una y otra vez.

Rogers simboliza el proceso vital interior recién descrito en esta forma abstracta que titula Ritmos de Vida. Poco tiempo después, esta escultura se convierte en una escultura de formato grande, emplazada en el centro cívico de la ciudad de Melbourne y de Sídney, entre otras.

Ritmos de Vida, la obra global 

Con posterioridad a la creación del símbolo Ritmos de Vida, pero dentro del mismo año 1999,  Andrew Rogers es invitado a una residencia de artistas en Israel, durante la cual se le ofrece la posibilidad de hacer una obra de grandes dimensiones en el desierto de Arabia. Antes de esta oferta, Rogers no sospechaba que proseguiría su investigación estética y su carrera artística en el género del arte de la tierra.

Es así, como en pleno desierto de Arabia, Andrew Rogers construye el primero de sus geoglifos, la letra Chai del alfabeto árabe que significa “a la vida”. Con esta primera obra empezó esta osadía artística que recién termina el año 2008, con la completación de los geoglifos situados el Gobi Desert de EE.UU. El total de la obra global corresponde a 32 geoglifos repartidos en 12 países a lo largo de los 5 continentes. Esta completa obra de arte de la tierra, la más grande en su categoría, lleva el nombre de Ritmos de Vida. Del mismo modo, se denomina Ritmos de Vida al sitio en cada uno de los 12 países donde se localizan los geoglifos que la componen, seguido del nombre del país respectivo. Así, en el caso chileno, el sitio se denomina Ritmos de Vida en Chile y está en el llano de la Paciencia, desierto de Atacama.

En cada uno de los 12 países Rogers creó entre 2 y 4 obras de arte de la tierra. Sólo una de ellas es de total creación de Rogers: el geoglifo Ritmos de Vida, que representa el símbolo que acabamos de conocer y que es el único geoglifo que se repite, al menos en cuanto a su forma, en los 12 países incluidos en la obra total. El geoglifo Ritmos de Vida es el que vincula a todos los países donde se sitúa esta obra, como pertenecientes a una única obra global que lleva el mismo nombre. El geoglifo Ritmos de Vida es algo así como el sello distintivo de la obra en su totalidad, pues es la forma desde la cual se gestó este proyecto de arte a nivel mundial y es el único geoglifo que es de la completa autoría de Rogers. Desde este punto de vista autoral, podríamos decir que el geoglifo Ritmos de Vida es la obra de Rogers y que el resto de los geoglifos se le anexan a él, constituyendo un trabajo conjunto con la comunidad originaria local, tanto como un tributo a la misma.

Los geoglifos de origen local ilustran iconos, símbolos y/o valores culturales propios del pasado originario de las sociedades que actualmente habitan en sus sitios. Por este motivo, fueron ideados por las propias mentes y construidos por las propias manos de los miembros de estos pueblos. Al respecto, dice Rogers: “Quise dejar al mundo el mensaje de la importancia de la memoria. Quise re-construir bloques de civilización a través de mi arte. Ritmos de Vida es una reflexión acerca del tiempo, del espacio y de la interconectividad existente entre todos los seres humanos. De eso se trata mi obra”.[1]

Ritmos de Vida, la obra en Atacama

Ritmos de Vida es una obra de complicado acceso tanto para el visitante local como para el foráneo a la zona. Está en la cima de una loma que se desprende de la Cordillera de la Sal, a la cual se puede subir desde el llano de la Paciencia. Una caminata de al menos 15 minutos es necesaria para llegar a su sitio ubicado a 2.603 metros de altura; arribo que es muy reconfortante debido a la deslumbrante belleza del paisaje donde se inserta.

La obra es imposible de contemplar es su totalidad de una sola mirada; como lo es propio de las creaciones de arte de la tierra sus dimensiones son extensas: 40 metros de largo por 30 de ancho. Por otro lado, debido a lo arenoso y empinado del terreno donde se encuentra, no es posible construir un mirador que facilite su observación. No obstante, su resistente materialidad hace posible recorrerla “por encima”, es decir, caminando sobre los curvos y rocosos muros que la componen.

Las piedras con las cuales está construida esta obra son más grandes y más blancas que las de los otros dos geoglifos de este sitio (los cuales veremos más adelante) pues son obtenidas de la misma loma donde se sitúa, la que corresponde a una extensión de la Cordillera de la Sal. Interesantemente, estas piedras no están adheridas la una a la otra por ningún barro o pegamento, mas están “calzadas” entre ellas con una experticia tal que forman una estructura sorprendentemente estable. El mecanismo de edificación empleado en Ritmos de Vida es de tradición indígena atacameña y fueron maestros en el uso de la piedra atacameños quienes construyeron esta obra de arte.

Además de la interesante apreciación que se puede hacer de su técnica de construcción, caminar sobre Ritmos de Vida da la asombrosa posibilidad de apreciar el entorno que acoge a esta obra, comprendido por la Cordillera de la Sal a un lado, seguida del majestuoso Valle de la Luna, llegando hasta el imponente Valle de la Muerte. Estos tres hitos del desierto son claramente apreciables con su juego de tonos de colores que se transforma en cada una de las horas del día. Todo este espectáculo tiene como panel de fondo a la Cordillera de los Andes, con el volcán Licancabur que luce con sus perfectas formas; las mismas que le dieron el carácter divino de templo natural de la Pachamama[2], con el cual aún es identificado.

De los 3 geoglifos que conforman el sitio Ritmos de Vida en Chile, el llamado Ritmos de Vida es el más representativo del estilo de arte al cual pertenecen todas las estructuras que conforman esta obra; el arte de la tierra. La obra Ritmos de Vida no está situada sobre el paisaje, sino que parece nacer espontáneamente de él. La obra no parece beneficiar ni perjudicar el panorama visual existente en su sitio previo a su construcción. Esto debido a que, como es propio en el arte de la tierra, la obra se asimila a una fisonomía más en el paisaje, armonizando con los colores y las formas de éste, sólo que dentro de un espacio organizado con intenciones estéticos por la mano del hombre.

  • Ximena Jordán

  • Máster en Curaduría del Arte, Melbourne University
    Licenciada en Estética PUC

  • ximejordan@gmail.com

Notas al pie

[1] Ver imágenes de los 32 geoglifos construidos en los 12 sitios de la obra total en www.andrewrogers.org

[2] Nombre andino para la deidad de la Tierra.

Acerca de este artículo:

Este artículo está basado en la tesis para la obtención del grado de Magíster en Curaduría del Arte de la Universidad de Melbourne, finalizada en Mayo del 2010.

Más información en el artículo: http://www.tell.cl/modules.php?op=modload&name=News&file=article&sid=2056, en el artículo de la revista Chile Magazine 2010, pág. 26 en http://www.chilemagazine.com.au (rescatable en pdf desde ese sitio) y en el sitio web del artista http://www.andrewrogers.org

Imágenes: Ximena Jordán y Andrew Rogers. Permisos y derechos reservados.

Referencias bibliográficas:

  • Andrew Rogers (2010). “Land-art”. Retrieved January 2010 from http://www.andrewrogers.org/
  • Beardsley, John (2006). Earthworks and Beyond. New York, Abbeville Press Publishers. Fourth Edition.
  • Bourdon, David (1995). Designing the Earth: the Human Impulse to shape nature. New York: Harry N. Abrams, Incorporated Publishers.
  • Carrasco,Ana María (2009). “Representations of the body, sex and gender in Aymara Communities of Northern Chile”.  Revista Chungará 41 (1): pp 83-100 Arica, Chile.
  • Christo and Jeanne Claude (2009). “Common Errors: Christo and Jeanne Claude respond”.Retrieved on December, 2009 from http://www.christojeanneclaude.net
  • Danvers, John (2006). “The Knowing Body: Art as an integrative System of Knowledge”. In Hardy, Tom(2006).Art education in a postmodern world: collected essays.Bristol, UK:  Intellect Editions.
  • Gallardo, Francisco (1999). “Riders on the Store: rock art in the Atacama Desert”. World Archeology. Vol. 31(2): 225-242.
  • Gortias, Bernard (2003) “The Abstraction Paths: From Experience to Concept”. PhilosophicalTransactions: Biological Sciences. Vol. 358, No. 1435, pp.1241-1249.
  • Greene, Maxine (2001) Variations of a Blue Guitar. New York: Teachers College, Columbia University.
  • Greene, Maxine (1995) Art and imagination: reclaiming the sense of possibility. Phi Delta Kappaz Jan 1995, v76, n5, p.378.
  • Greene, Maxine (1995). Releasing the Imaginations: Essays on Education, the Arts and Social Change.  San Francisco, California: Jossey-Bass Publishers.
  • Gundermann, Hans (1984). “Ganadería Aymara, Ecología y Forrajes: Evaluación regional de una actividad productiva andina”. Revista Chungará,Nº 12: pp 99-123.  Arica, Chile. 

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