IMÁGENES DIPSÓMANAS, Registros de un montón de gente con sed. Por Johan Mijail
IMÁGENES DIPSÓMANAS.
Registros de un montón de gente con sed.
Por Johan Mijail
“Bébanse su romo, fúmense su vaina, pero no dejen de crear”-
Luis Dias
En una ciudad de sabor etílico el trabajo del fotógrafo Sepia Brindis indaga en los momentos donde esas imágenes cotidianas proporcionan una salida o una jaula en los comportamientos de los sujetos que motivados por lo ordinario del día y sus características intentan no morir consumidos por el hálito de la forma humana. Es ahí, quizás, donde estratégicamente indaga y sobrecoge la belleza de una periferia sudaca en constante contradicción con las estadísticas del progreso neoliberal que en una cruel complicidad con la dinámica del discurso capitalístico genera un ojo y una mirada despolitizada-alienada por la fuerza devastadora que ejercen los medios masivos de comunicación en los procesos subjetivos de los individuos. Todo esto en relación con la memoria política reciente del país chileno.
Captura, entonces, las imágenes dejadas pasar como desapercibidas en el loco ajetreo del espectáculo en una época desastrosa para la ecología y el planeta. Así nos regala, posiblemente, una alternativa de cómo vivir y percibir una búsqueda estética llena de sensibilidad y rigurosidad - algo así como aprender a caminar conscientemente las calles de una ciudad etílica, reitero-. Encontramos en esas imágenes las preguntas y las respuestas al momento de atribuirnos, sin miedo, el tiempo que necesitamos para hacerle luto al tiempo del capital.
Son esas fotografías, quizás, no lo sé, las imágenes que nos recuerdan que la “inteligencia es el gusto por las ideas y el arte seducción, no rapto”, como advierte Susan Sontag.
Hay en ellas espanto y sorpresa, la mirada desubicada en el nervio óptico de un cuerpo que después de una noche de fiesta o un día de trabajo, con pésimas condiciones laborales, tendrá, además, que hacerse cargo de la rabia de los perros quiltros del barrio, de su rabia aprendida en la constante violencia que reciben de los transeúntes. No es fácil habitar un planeta donde el especismo, sigue siendo normal.
Estas fotografías nos dan la sensación de que todavía debemos caminar las ciudades (y sus barrios marginados) con el objetivo de aprenderlas y enseñarles, a la vez, que sus calles no son simplemente caminos sino que también geografía que guarda la memoria y las huellas de los cuerpos que por ahí pululan.
En fin, este trabajo hace de las imágenes un registro de lo político de embriagarse con el fin de darle dignidad al gesto que excede la mesura de la civilidad en el dominio del “yo” en la sociedad, tomar para borrarse, para de alguna forma autodesapareferse, de la época desastrosa en la que vivimos.
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