Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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EL DAVID DE MIGUEL ANGEL EN BOGOTA

Por Ricardo Arcos-Palma

vistazo_critico@yahoo.fr

"La fotografía es más que la experiencia de lo trágico,

es la experiencia trágica de lo irreversible."

François Soulages.Estética de la fotografía.

 

 

Los profanos y entendidos del mundo del arte, cuando escuchan sobre "el David de Miguel Ángel", indudablemente piensan en la famosa escultura realizada en mármol blanco de Carrara entre los años 1501 y 1504 por el artista renacentista italiano Buonarroti. Pero en este vistazo crítico no nos referiremos a esa gran obra del arte universal, sino a la de otro Miguel Ángel, el artista colombiano, quien es sin duda uno de los más importantes de la actualidad y quien se apellida Rojas.

La obraelDavid de Miguel Ángel Rojas ( nacido en Bogotá 1946- ) realizada hace algunos pocos años se expuso en la retrospectiva que se le dedicó a este artista en las instalaciones del Museo de Arte del Banco de la República en Bogotá. Esta obra que, sin lugar a dudas se ha convertido en un referente importante del arte contemporáneo colombiano.

La obra está conformada por varios módulos fotográficos en blanco y negro de gran formato (escala natural) de una figura humana que se asemeja, en la pose, a la escultura del artista italiano. Vemos de frente a un joven hombre desnudo al que le falta parte de su pierna izquierda. Su brazo izquierdo está replegado sobre su hombro mientras todo el cuerpo descansa sobre la pierna derecha. Esta pose que encontramos en todas las esculturas griegas y romanas y, que los escultores renacentistas retomaron en sus obras, nos hace pensar en esas obras rescatadas de las ruinas de un lejano pasado. Un cierto ideal de belleza parece resurgir en estas imágenes como recordando un pasado glorioso del cual por obvias razones no fuimos testigos, pues este personaje alude, en realidad a nuestro contexto.

Sin embargo, bien sabemos que esta obra no alude a una escultura clásica, así el referente sea evidente, rescatada de un pasado lejano donde las obras clásicas nos hablan de un ideal estético; en donde las mutilaciones del tiempo, como la de la Venus de Milo, que parece ser bella, precisamente porque le hace falta sus dos brazos. Al contrario, en este caso, se trata de la imagen de un individuo al que la hace falta una pierna. Así de sencillo y paradógicamente trágico.

 

Sabemos que este individuo es un soldado profesional cuyo nombre es José Alejandro, víctima de una mina quiebra-patas, que están sembradas en grandes cantidades en nuestros campos y selvas; consecuencia directa del conflicto armado en el cual estamos inmersos desde hace más de medio siglo, por causas políticas profundas, así ahora, nuestro gobierno persista en desconocerlo. La obra en este preciso momento adquiere entonces otra lectura, la cual trataremos de poner en evidencia.

La belleza se mezcla promiscuamente, gracias a nuestra mirada crítica, con la realidad nacional, pues varios de estos personajes, así como la cientos de víctimas inocentes, han terminado en este estado lamentable, pues nuestro territorio en conflicto está sembrado de miles de minas antipersonales. Sembrado nefasto que ha sustituído la papa, la yuca, el plátano...etc, pues en una guerra, que parece durar aún más, dadas las circunstancias actuales, no hay cabida para el cultivo: la cultura (cultivare), como tenencia y cuidado de la tierra es la primera víctima de la guerra.

Esta lectura viene acentuada por la instalación que está dispuesta a los pies de estas imágenes fotográficas donde se puede leer la palabra "quiebramales", escrita con fragmentos de lápices que semejan detonadores y proyectiles. La relación entre la educación considerada como antídoto de la violencia se ve aquí transformada por una desafortunada decisión del curador de la exposición José Roca, en una interferencia con las fotografías de elDavid, pues “Quiebramales” fue concebida para estar dispuesta en el suelo y no colgada como un cuadro en la pared, como bien lo anotó en su crítica de la exposición el filósofo Jorge Peñuela.

Así el espectador, puede realizar varias lecturas, pero la primera que salta a la vista parecería ser la entronización de la violencia. El David se ve apoyado en una base donde la palabra “quiebramales” es fuente misma de la violencia instaurada y entronizada y no como un antídoto. Otra fue la lectura que se desprende de la instalación que realizó el propio artista con la galeria Al cuadrado, en un espacio no convencional donde, el estado de ruína del lugar (hoy es un almacen comercial luego de haber sido uno de los hoteles más importantes de Bogotá), le daba un carácter trágico a la obra. Las fotos tomadas por Fernando Cruz durante el montaje son realmente reveladoras.

Miguel Ángel Rojas, al realizar esta obra nos pone de frente a una situación bastante compleja, donde una vez más, al igual que en el Renacimiento, elDavid, deviene el símbolo de la República. En este caso, el gigante Goliath, es metáfora invisible de la guerra y dadas las condiciones históricas del presente, aún está lejos de ser vencido. Aquí radica la virtud de esta obra: mostrar y revelar cómo el símbolo de la República, en este caso, está herido; le hace falta parte de su pierna, es decir, parte fundamental de de su apoyo, que hace del equilibrio algo díficil e inestable; además no tiene ningún arma, ni honda, ni piedra en la mano, es decir que el héroe mítico ha perdido ya la batalla. Por lo tanto está lejos de vencer al monstruo, al gigante que es la guerra como pudo suceder en la escultura del artista renacentista en una apología humanista donde la esperanza de salir victorioso le muestra como un símbolo de la fortaleza de la República.

No es la violencia la encarnada en Goliath; al contrario es la guerra misma. David, es una víctima más de la guerra o dicho de otra manera es la República la que es víctima de este conflicto absurdo que parece regir no solamente el destino de nuestro país sino de gran parte del mundo, en esta cruzada contra el "terrorismo", pues la guerra, como bien sabemos, tiene profundos intereses económicos y muy fuertes. La guerra (Goliath) aunque ausente en la obra de Rojas, nos hace pensar en esos colosos grabados por Goya en su serie los desastres de la guerra; gigantes contra los cuales es imposible luchar, pues siempre arrazan todo a su paso, dejándo tras de si, desolación, desplazados, campos minados.

ElDavid de Miguel Ángel Rojas, deviene entonces el símbolo de la impotencia de la Républica (Estado) frente a la guerra, pues frente a una guerra se pierde siempre y no hay ganadores como bien lo ha demostrado la historia. Esta lección debería ser tomada por nuestros gobernantes que persisten en creer tercamente al igual que el Príncipe los banqueros y el Papa renacentistas, que la República se mantiene gracias a la guerra. Claro en esta relación dialéctica, ElDavid de Buonarroti sigue siendo el héroe gracias a Goliath; pero en el caso de la obra de Rojas, el David, ya no es un héroe sino una víctima. Los tiempos evidentemente han cambiado, así en nuestros Estados sigan existiendo Príncipes y Papas que hacen de la guerra un medio para seguir gobernando.

Sin lugar a dudas está obra se ha convertido en un referente importante del arte contemporáneo colombiano. Ella se inscribe en la temática, no de la violencia como equivocadamente se le ha querido encasillar, sino en la realidad misma. La obra de Miguel Angel Rojas y en particular esta obra, se inscribe dentro de lo que he llamado los post-realistas, que parecen desbordar la realidad, pero para indagar en lo más profundo de ella.

Bogotá, al final de la semana de pasión. 

 

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