Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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Signos Corrosivos

 

 

Silencio: el silencio

Ha muerto el poeta, ¡viva el poeta!

(…) en esa opción radical, la conversión del lenguaje al silencio y la disolución consecutiva que semejante decisión acarrea, se inicia la experiencia literaria moderna.

(…) Genett había advertido que “el lenguaje no se hace literatura sino al precio de su propia muerte, porque le hace falta perder su sentido para acceder al silencio de la obra. Este retroceso, esta remisión del discurso a su revés silencioso que es hoy, para nosotros, la propia literatura”.

Entre un discurso y un silencio ocurre la literatura.

Lisa Block de Behar, Una retórica del silencio.1

 

Desde México: César Horacio Espinosa V.

 

Antipregón posmoderno

Han muerto las poetas_ _ _ _ _ ///

_ _ _ _ _ Han muerto los libros ///

Han muerto las palabras_ _ _ _ _ ///

Más la poesía “inútil e innecesaria” ///

_ _ _ _ _ todavía deambula

por los muladares de la informática///

Y cada que pasa ///

_ _ _ _ _ en cada rostro de cada muerto ///

_ _ _ _ _ en cada palabra de cada rostro_ _ _ _ _

/// les traza una leve sonrisa en la cara

que_ _ _ _ _ sin embargo_ _ _ _ __ _ _

_ _ _ _ _ pues la versión del procesador de texto///

no ha sido actualizada// _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

_ _ _ _ _ ya no significa nada///

                                        Carlos Pineda

  

Escritor, editor, músico y poeta, Carlos Pineda presentó en noviembre pasado su libro Silencio: el silencio. Partitas de varia invención, que ofrece un conjunto de textos en contrapunto con partituras de obras musicales de las tendencias contemporáneas, desde lo atonal, dodecafónico y serial hasta lo electroacústico y sus acercamientos al a-artedigital, computarizado; por ello, en esa tesitura de borradura y desconstrucción, el volumen se abre y se cierra bajo la inspiración de 4’33’’, de John Cage, los minutos de elocuente escucha por parte del público en tanto los instrumentos callaban y que marca un momento de quiebra y de apertura en la confección del arte de los tiempos actuales. 

En la solapa del libro nos plantea: (…) en este poemario se exploran las conflictivas relaciones entre el silencio y lo dicho; entre el silencio y la música; entre el silencio y sí mismo. (Y añade) Su apuesta se aleja las más de las veces del coto de la logicidad para explorar los caminos del absurdo y del humor negro. (… por lo cual) resulta un poemario irreverente y lúdico en busca de nombrar las virtudes vastas que habitan en todo silencio. Escuchemos:

  

Desde la música, la idea de silencio se puede entender como la ausencia de sonido; en torno a la poesía, en analogía por su cualidad sonora, la ausencia proviene de la palabra; aquí la ausencia no trae consigo la carencia de posibilidades comunicativas, sino que el silencio se orienta a comunicar un decir distinto, gráfico y sonoro, más allá de relacionarse con lo inexistente y lo que no merece ser expresado.

Por ende, la aparición y el uso del silencio en la poesía está lejos de la afirmación de Wittgenstein en el Tractatus "De lo que no se puede hablar hay que callar", sino que aquí aparece como la dimensión de lo no expresado, de ver al silencio, como una pausa de diferentes tiempos, en los cuales el lector se plantee un cuestionamiento de la obra desde el título al que se enfrenta, como suma de las partes o recapitulación final.

  

¿En este sentido se puede anunciar que el silencio es la apertura de todo poema? ¿Al silencio se le considera un elemento útil en la construcción y desarrollo del poema por la ausencia de la palabra, hasta su aparición, que es cuando nos remite a la presencia de las cosas?2

En el libro presentado, las palabras se desgarran, se quiebran y se reconfiguran orientándose a la búsqueda posutópica que, desde la Muerte de Dios nietzscheana y la desaparición elocutoria del poeta preconizada por Mallarmé, en la segunda mitad del siglo XX  condujo al eclipse del autor, del poeta, como lo predica Pineda en su Antipregón posmoderno que presentamos al principio de este texto.

Vamos entonces, aquí, a darle la palabra al que, en virtud del libro presentado, aún se denomina autor a través de algunos de los textos del volumen (selección hecha por el firmante de este recuento), que el lector habrá de juzgar; antes de eso, invitamos al autor del Prólogo, el profesor y dramaturgo Ramón Córdoba, a hablarnos en torno al proyecto del libro:

   Carlos Pineda ha escrito un libro acerca de la imposibilidad, el silencio, la nada (…) Probablemente nada exprese mejor tal virtud que una par­titura, y como tal se presenta esta obra: música que sin apelar a los oídos de nadie va pasando con obvia intención por la sonata, el pregón, el dúo, la cantata, la suite: pauta, clave, signos silentes en negro sobre blanco que podrían representar sonidos pero quieren ser exactamente sus contrarios.

   Como método resulta muy interesante, pues además de coquetear con el arte del sonido –mediante señas, gestos y ademanes, digamos– presenta una propuesta para la secuen­cia de la lectura –silente, por supuesto– que iría de los pos­tulados: “El silencio fuera de su cauce” y “”No es quimera, el ruido” a las declaraciones: “Tango” y “Llanto simple” para, finalmente, tras “5 variaciones 5” arribar a una concluyente “Cantata bretoniana”.

En esta estrategia hay, al menos, un encanto: palabra por medio, todos los poemas y todos los versos van haciendo evi­dente su propósito de circundar la nada, el vacío, el silencio, para de ese modo hacerlo evidente; para que se deje escuchar.

 


Partitura de la pieza 4'33'', de John Cage

 

 

Silencio: el silencio.

Partitas de varia invención

a Marcel Marceau: mímico: músico de la nada:

El silencio es la virtud de los locos.

Francis Bacon
 

Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo.

Ludwig van Beethoven
 

Música no es otra cosa que saber el orden de las cosas.

Trimegisto en Esculapio

 

 
Variation I, John Cage 

 

TRÍPTICO SONORO “DARMSTADT”

(JOHN CAGE Y GÉRARD GRISEY CONVERSAN)

El silencio fuera de su cauce

4’33’’

John Cage

Ocasiones hay en las que el silencio abandona su cauce e inunda los dominios del sonido. Ocasiones son en que no percibimos el escándalo de sus armónicos al pasar delante nuestro y le suponemos perdida virtud del oído.

Así sea la creencia nuestra, mas quede constancia en actas y hágase público, cómo es que el silencio es un ser hermafro­dita; de ahí que a veces el oído se confunda y escuche algo nunca dicho, o ignore el grito de dolor que profiere la piel al ser abandonada por la caricia.

No ausencia el silencio: sonido fósil / rezo artesonado; heli­coide de aguamala, aguafuerte, aguardiente y cicuta, para los que aconsejan a los poetas cantar ripios nimios y carámbanas cacofonías.

Vano sea este silencio. Lingua franca que, bífida como es, mira con desdén al pentagrama de al lado que carece de dig­nidad y armadura.

Ahora que acaso y así sea su cauce y por siempre andare de reptílica manera: cata bien cómo es que de ahí nos viene la forma de nuestra oreja: retorcida, hecha como a mano, en ca­nales, para que el silencio espere, repose, medite, duerma… (Aquello del caracol que habita oído adentro, es asunto para otro día).

 

http://www.youtube.com/watch?v=wyhwlku7pgq  JOHN CAGE ~ but what about the noise...?

 

 

El quicio de la voz

 

L’Icone Paradoxale, hommage à Piero della Francesca

Gérard Grisey

 

Música empolvada, tendida de dorso, alargada por toda la pá­gina, por el sueño y la nada: mala carne de viento fosfatado por siempre en desgracia… este caer de palabras como agua de río adormecido, con el ritmo de la muerte marcando cadencia y compás: verbo que no quiso llamarse de esa manera, pero que tras cada coma atisba, acecha; y, agazapado, bien metido en el tuétano de lo dicho, de pronto salta y se trasmina por las dársenas de la partitura sin darnos cuenta.

Desde el quicio de la voz, tal nativa mirada, el ahora escor­zo de murmullo que gobierna la palabra es ceniza trazada, que siente, de pronto, cómo algo tibio le fluye por vez primera y desde muy adentro (sangre, me dicen, es como de común los asesinos le llaman). Plasma nítrico que se crispa frente a nosotros, cuando los dedos, temblorosos, pasan la página y deletrean la música dactilar de una orquesta sólo imaginada.

 

Partials pour 18 musiciens, Gérard Grisey

www.youtube.com/watch?v=kX77MC5oXDY   GERARD GRISEY "Partiels" 1/2

 

 

 

No es quimera, el ruido

Works of Calder

John Cage

 

No es quimera el ruido, ni el run run que alimentamos en­tre los labios cuando dormimos. No el compinche de la es­tridencia, que anda por el mundo con el hígado desmayado, dejando por todos lados muestras de su amor publívoro. No es aunque quisiera la corista fea del trío.

Es música booleana, tan parecida desde lejos a ese aire muerto que deja tras de sí el grito. Así el ruido, que en el nombre lle­va la prisa. Efímera goyesca futurística. Sanmariano lupanar onettista, do proxenetas de virtudes, potestades, serafines y tronos, juegan a las escondidillas en la hora justa de la misa.

También Argonauta, el ruido, que rió junto a Ulises ante el canto que tiempo atrás fue suyo, mientras contemplaban el hartazgo de la lontananza y el sexo húmedo del vacío.

No es que Ruido quiera ser lo que ha sido, es que no le gusta esta humanidad de veleidades estilísticas; es que prefiere la fá­brica abandonada y a los que desde los puentes se suicidan.

Por eso se refugia en la mirada líquida de los sordos, que ha­blan cuando miran y que escuchan (en secreto) el blanco ruido de fondo, el aplauso fauvista, en que nos ha convertido el exi­lio de la vida.

 

 

 

¿Qué pasa, qué pasaría

¿Qué pasa cuando la palabra se cansa, cuando le sucede lo que al acero y de pronto se fatiga ¿Qué pasaría si tuviera la consistencia de la sangre, del sollozo o la saliva ¿Qué pasa, qué pasaría, si la tinta que le otorga sustancia fuera cal viva, y viento el ojo que atento la mira ¿Qué pasa cuando es libro y cansada suspira, y se desmaya sobre la página y nada dice y no dice nada ¿Qué pasaría si la palabra, desnuda, nos dejara sin aire, sin agua; solos, frente a un horizonte suspensivo… ¿Qué pasaría?

?

 

 

 

Tras el tálamo de lo dicho

Porque de nada sirve aquí el olfato: tampoco escribir tras el tálamo de lo dicho a esta triste ciudad: quiromancia de la sucie­dad justificada por la emésima línea de la mano: vago adivina­torio de papel kraft y guturales autismos:

Ve: mira entre los pliegues amalgamados del estéril aluminio al estrógeno frustrado: al orgasmo que no se supo: que no se pudo:

Y es que hay que escribir ciudad como suspirando: evitando llenar los abismos nasales con materia fecal reciclada: escri­birla como si desde el exilio: buscando el gerundio de su ver­bo grisú conjugado al nervio hipostático:

Así escritura y ciudad: escolástica sintaxis del ser sin estar: puro prurito serial: jodida partita atonal.

 

 

 

Tetruco

Te truco y te trabas: y como que sé cosas del domar los armó­nicos y de travestir a los isobaras; y como que sé cómo sodo­mizar a la gramática frustrada…

Te truco al engañarte con el aéreo costillar del rumoroso hi­pogrifo que al viento se atornilla: simple narrativa de con­creto armado: esqueleto de afuera que en forma de canon se multiplica… puro truco de luz fría, de metonimias en gris y flemáticas florituras…

Ves, te lo dije, puro truco, el de la palabra, que le crees aunque no sepa, no quiera, no pueda decir nada…

 

 

 

Tango

a Vicente Quirarte

Sí, fui gallego, tano y conventillo

y la bralapa de un porteño fiolo;

luego soneto de un poeta colo

que en un alejandrino me dio su brillo.

“Deschave lunfa”

Tino Rodríguez

Recién vengo y luego me entero de que esto es tango, y es tanto, que desespera: porque precisa del oblicuo flirteo porteño y del perfume de la madera; del carbón vampírico, que bebe la sangre de la carne que sobre su hastío se desespera, y de aquel lunfardo piano: catrima, caradura, mujeriego, piantao y jugador.

Porque ese mar dulce que quiso ser río, cansado de venirse boca abajo por las laderas, llega a la Boca en vendimia domin­guera, para ofrecernos: chancho, choripán y vacío.

Luego uno se pasea por las dársenas sintiéndose muy hembra; muy hijo de un río que casi mar, casi tango, casi mito.

Así y apenas y uno sabe que eso que pasó por ahí con olor a confitería y vino, fue un tango a dos pies por tres tiempos, un bandoneón de álamo, un azul festivo.

Recién y uno parte y no entiende qué fue ese constante llanto, ese olor a melancolía en la piel que desde atrás enviaba a la nuca su resoplido… seguro era una mala milonga, porque el tango, como buen aire adelantado, siempre iba un paso de­lante mío.

 

 

 

Duende para Lorca distraído

Músicas hay con duende que hipnotizan, que raptan a la me­lodía entre los algoritmos de la clave y la cerradura para cora­je del oidor, que, desde el loto del lagrimal, las mira.

Músicas que tararean tarará, mientras aplastan a la cigarra y la fábula queda a la mitad de la cima (y sin rima).

Pero ha de morir el duende con todo y su versi versar sobre la pira, entre la quinta y la primera línea, ahorcado por el tono de inicio y la doble barra final. (El incrédulo bien mira de cer­ca la clave de sol ahora obscurecida: palo de ahorcado, rastro adelantado del ademán que dibujará en su agonía).

Mejor apaguemos el televisor.

Escuchemos la extremaunción de la soprano corolatura:

 

 

 

Milonga

a Macedonio Fernández

En los alrededores del zapallo-cosmos

Hay ciudades que uno no sabe si son más de papel, palabra y aire, que de sólida piedra; y si esa piedra que uno ve hecha ar­quitectura, y por tal, letra, está ahí como una coma, un punto y seguido que lleva la lectura de nuestros pasos por sus pies de imprenta. Como fuere y ya se ha dicho, toda ciudad es tan imaginaria como la neurosis de la pupila que la deletrea.

Por eso hay que desmenuzarla descalzo, con el paladar listo a catar la vendimia de sus calles. E ir por los callejas que nunca han ido a ninguna parte; por las callejuelas sombrecidas / ex­presionistas, y las avenidas-sentencia que nos cuentan cosas del asombro y de los barítonos ronquidos.

Por eso aquí (allá), uno nunca tiene la certeza de saber cuándo es pura piedra la piedra, y cuándo es la tinta la que le da vida y certeza.

Aunque de cierto es que no importa el distingo, sino saber que ahora (aquí) sólo estamos esperando que algo nos digan, que algo en ellas suceda…

 

 

 

5–variaciones–5

(Sobre “Composition1960 #10” de La MonteYoung)

a Stephen Hawking,

por la poesía matemática de las supercuerdas.

“Trace una línea recta y sígala”.

Composition 1960 #10

L. M. Y.

I

Sí, seguirla; pero que sea blanca y esté recostada como ce­bra sobre una mesa lo suficientemente alta: aspirarla con una pajilla: gozar: continuar hasta que aspiremos el tabique de la nariz sin darnos cuenta.

II

Ir tras ella hasta que se cruce consigo misma: saltar antes que comience a enrollarse y el tiempo se detenga (Hawking dixit)1.

__________

1 Cfr. El universo en una cáscara de nuez de Stephen Hawking.

III

Si tan recta como la justicia divina: seguir hacia cualquier lado: hacer lo que uno quiera.

V

 

www.youtube.com/watch?v=yfzzz58vuaw    LAMONTE YOUNG the second dream of the hightension line step

 

 

 

Estigmata

Troquelando en la mano el signo de la impostura; en hondo­nadas cada vez más profundas, más suyas, el poeta que a sí se engaña.

Troquela su paso, al andar por andar, al buscarse en la pupila del que estuvo y no está.

Troquel el poeta del (en el) mundo: pura impresión / sólo rasgo / falso estigma // papapléjica voz en cuarentena: sisma: nudo.

 

Treatise, Cornelius Cardew

 www.youtube.com/watch?v=6nroeyvyeda  CORNELIUS CARDOW treatise - cardew trio

 

 

 

Cuarta (in)justa

a George Gershwin

Cuando ando do, fa se encabrona, y utilizando alguna línea como liana, con un esƒƒuerzo doblemente sostenido, preten­de –sin éxito– saltar del pentagrama, para deslizarse sádica­mente sobre el vientre de mis ojos –o donde caiga.

(Con esa facia tan poco amable que le caracteriza: F de fascis­ta, fiera, felina, feroz, fea, etc., la experiencia puede ser poco agradable)

Aunque habrá que entenderla: fémina susceptible de meno­pausia prematura que nada sabe de las armonías aleatorias, ni del minimalismo frugal. Así que ¿qué se puede esperar?

Ella prefiere trabajar con el vals y el minué entreteniendo su virginal estupidez:

Un, dos, tres, pasito adelante. Un, dos, tres, pasito detrás.

—¡Uff !—

En fin, sólo por no dejar en muletas a la Octaviana escala, dejemos el asunto en santa paz. Así Gershwin, plenamente feliz, tocará el piano: entre el mi mantenido y el sol premolar.

Mass Black Implosion, Iannis Xenaxis

 

 

 

Stradivaria

Como violínico Guarneri (en contra a lo dicho en el título) el otoño de los párpados: ocre laberinto que se desborda en fósiles de luz: ocaso: paciente uva pisoteada la noche anterior por cíclopes y centauros.

Bestias sin patria, dioses sin consolación que, ya jubilados de la mitología, se dedican a la trata de blancas, al tráfico de an­fetaminas… a la vitivinicultura del hastío… a ser parias del desconsuelo y vender lágrimas disfrazadas como alfajores siempre dulcísimos. Sólo hoy, 2x1. Aprovechemos.

 

Spiral Galaxy Aquarius, George Crumb

http://www.youtube.com/watch?v=sy4p7JRbk_s   GEORGE CRUMB Ancient Voices of Children

 

 

Suspensa suite

Suspensa de una coma, de una interrogación, de un bemol en el tendedero de los índices ¿cómo saberlo? Suspensa de un bornéo bostezo (mal aullido venido a menos), así esta suite que no tiene sombra ni reflejo, y aún así, prosística, conversa.

Puro meroliquerío es y, transversa, pasa, toca-algo, fuma y luego brama, y prosa sólo asuntos acordados y luego de nuevo y al modo reverso.

Por eso mejor, así, suspensa, se nos pide ahora aquí que la dejemos.

Dejemos:

 

 

 

Falso pregón medioevo

¡Mire, vía con los sus oios neros! A la Selena, el Marte i la blanca Venuss, é sus mares sordomudos, cedientos; sus enan­nos rojos, pretos; sus aniios de virgo y mesnada, y los, sus, mys, vellos ¡Cate, vea! los sus mares-océanos de zargazos, la su pena, las sus manos de moro, los estos sus dos veces dos sus senos. ¡Mire, vía con los sus oios neros! a Selene la loca, el Marte cabaiero y la nuda Venuss, los tress con el pecado bien en lo suyo dentro, é con sus barbas mal faziendo, mal ajando las cosas que desde endenantes, como agora, iban diz que diz y mal diziendo.

 

Telephon Blues Opera, Luciano Ori

 

 

 

Para qué tanto canto

Llega un momento que de tanto canto cualquiera se cansa. ¿Que para qué tan poca y corta ala?, si es mejor tener raíces y profunda agua. Mejor es ser semilla, fruto, y no aires y nada.

Llega un momento en que “¿para qué tanto canto si bien se sabe que es el viento quien canta?”

¡Que cante!… aunque no diga nada:

 

 

 

Cantanta Bretoniana / Mardi Grass

Omnium scientiarum princeps, Salamantica docet.

Divisa de la Universidad de Salamanca

Es mayo.

Mayo de ícaros noctámbulos

que besan los muslos de las estrellas.

Mayo infanticida.

Mayo que celebra en los fiordos a Medea.

Es mayo el lacio lince del lienzo año,

de Clío y sus cometas barracos:

ebrias flemas del curvilíneo espacio.

Es noche de absoluciones tísicas:

penitente y confesor se invaginan.

Es momento en que la peste se fermente

en la entrepierna de las abuelas,

que las sombras tengan masa y la sal muera.

 

En algún lugar de la Mancha cae Caín con la quijada incrustada en el estenoides del Quijote. Sangra la península, sangra: dicen que don Quijano pronto recuperará la razón.

Es junio.

Pasa el tren con sus retrasos a cuestas,

te acuestas y no sueñas.

El retrato de Gray se apasa, vejeta.

Se siembra el camposanto con los cerdos muertos

sobre las durmientes maderas.

Es junio de la Nao,

junio del desembarco.

Juno desembarca tos ferina, retazos de bletemita,

dinamita en cinta,

negras amazónicas y/o perras monsónicas.

Junio de bendición simpática:

del ano a la copa y de la nica a la boca.

Dulcinea y Cagliostro cojen la clepsidra del súcubo vigía. Rabelais y Villon doman a las sanguijuelas del estiaje que vacían el tonel de vino, antes agua, antes nido. El resto es polvo, piel de la sed, trom­bosis algebraica de arena.

 

 

Es diciembre:

el pezón de Ericthea y la filosa carcajada de la hiena

se tumban bajo las sotanas:

rezán la fellatio caranvana.

Poco a poco el impulso del gótico se agota,

desaparece bajo el negruzco abseso de la abadesa

(Chantilly, llora).

Sancho, el Emperador Baratario, negocia con Cide Hamet una edi­ción genética de las aventuras de su Señor… el ISBN, aún en trá­mite, (parece) tendrá la marca de la bestia: 666.

 

Cae el anoal chaparrón de días con las manecilla trocidas.

Caen los meses como gargajos de alas gripientas

sobre un ojo de penincilina.

Cae un exabrupto:

funda la pedofilia.

Agripina es tornuda.

Cornudo, nudista, croa el perro andaobscuro,

le curo y anda luz (Buñuel y Dalí lo filman).

 

Cae febrero enfermo de fiebre bubónica.

El Bosco busca a su musa,

ella fornica en Tesalónica con la hermana y su prima.

 

De nuevo, otra ves: el hachis, el Tempranillo o un Riverita, el calimo­cho, los botellines infinitos. Luego los huevos rotos, las variaciones dementes de las patatas, mientras el Tormes ahí va, ahí sigue, como la Puerta de Alcalá, sin su Lazarillo que, a estas alturas de la ebrie­dad, se siente doctor en letras sólo por ser salamantino.

 

Cae una gota de abril envejecido.

Cae el mito, resbala,

siente la sien clavada en la quilla de la Historia.

Comienza la danza, avanza sobre el canto de la jícaras.

Bufa el bufo: buffffffffff.

La troupe encalla en el luto, las arpías cantan,

callan las arpas, la danza se incendia, avanza.

Ubú roi se desnuda, se masturba,

la turba de críticos recoge su aguamiel bendita

en tarros de cerveza.

El Miércoles se calcina bajo la ira divina:

ceniza queda, queda pura ceniza.

Las putas tendrán que cruzar el romano puente

y regresar hasta el lunes siguiente.

En algún lugar de Castilla / La Mancha, de cuyo nombre no quice acordarme, el Padre Putas canta esta cantata todos los Lunes de Aguas: “¡Cruzen cruzen cortesanas de la Casa de Mancebía! el hor­nazo está caliente y los bachilleres también.”

 

La batuta del jolgorio se quiebra:

Abril:

abril ha muerto bajo un desfiles de nalgas negras

(Remember T. S. Elliot)

 

Cross Sections and Color Fields, Earle Brown

 

Hasta aquí nuestro poeta, Carlos Pineda. Cerramos este trabajo con mi intervención en la presentación del libro y una entrevista con el autor de éste. Antes, un breve intermedio en calidad de intertexto y contrapunto de lo leído hasta aquí. ¡Música, maestro!!!

No importa lo que pase en el mundo. Lo único que importa es lo que sucede en las palabras, apunta Belén Gache (saludos, en donde esté dando cursos). Porque tal como ya lo establecía Humpty Dumpty en Alicia a través del espejo (1870), para determinar qué significan las palabras, lo único que hay que saber es quién es el amo. El lenguaje del poder es el que establece (ha establecido siempre y establecerá) los sentidos de las palabras, crea categorías, instituye qué es lo mismo y qué es lo otro, instaura relaciones causales preestablecidas a través de su sintaxis.

El arte y la poesía han buscado quebrar los automatismos del lenguaje convirtiéndose en máquinas de desorden y reacción frente a las pautas establecidas. Han buscado sensibilizar a la sociedad frente a los modos de representación que le son dados y que recibe de manera prácticamente inconsciente.

Han buscado desnaturalizar los estereotipos y clichés que circulan regularmente en el lenguaje y el imaginario cotidiano y que juegan un rol tan significativo en nuestra formación como sujetos sociales. Porque como todos sabemos, existen solo dos clases de cosas: el mundo y las palabras (que no tienen nada que ver con el mundo).3

Vómito de palabras, purgación del idioma infecto, comido y recomido por unos dientes cariados, basca donde nadan trozos de todos los alimentos que nos dieron en la escuela y de todos los que, solos o en compañía, hemos masticado desde hace siglos. (Octavio Paz, “trabajos del poeta” en La centena, Barcelona, 1969)

Rhyzome, Sylvano Bussotti

 

                                                                     EL SILENCIO EN EL SILENCIO:                                                                 La palabra y el sonido

César Horacio Espinosa V.

Carlos Pineda es un maestro de varias generaciones de aspirantes a escritores y demás adictos al licor de la palabra… Ahora nos propone el SILENCIO DEL SILENCIO, es decir, las puertas del infinito… Transcurrido poco más de un siglo de la MUERTE DE DIOS, nietzscheana, o bien el desplome de los fundamentos, secundado en la segunda mitad del pasado siglo por el fin de los grandes relatos, era inevitable que el lenguaje y su sentido cayeran en una situación de desfasamiento, de quebranto, de desgaste intenso y galopante.

Pero, ante tal augurio de autoexterminio de la poesía es que Pineda no está de acuerdo; Pineda retoma los proyectos refundacionales de las vanguardias y las posvanguardias y por ello nos ofrece un interminable minuto de SILENCIO. ¿En dónde se encuentra este ingente MINUTO de silencio?... En el cúmulo de juegos y rejuegos de lenguaje que nos va descubriendo en sus pequeñas pero intensísimas prosas,  donde las palabras se estiran o se entrecortan, brincan, reptan, copulan y aúllan de gusto: voraces, carroñeras. Muertas de risa. Palabras/enredadera, palabras-camaleón, palabras-sueño, palabras-luz…

A través del infatigable signo de “dos puntos” convertido en un túnel del tiempo, canal de la memoria, salidaentrada del laberinto, Pineda hace del silencio una imagen topológica, sinfín y múltiple, mucho más allá del uno y del final… Infinito doble, pero en nada limitado al mero dualismo; siempre a-través-del-espejo, pero no sólo como visiones especulares o autocomplacientes.

Luciano Ori

Desde tal tesitura gestacional, de autoprocreación, Pineda nos lleva a un escenario aparentemente muy conocido, casi hasta trillado: a la hermandad poesía-música y sus relaciones –sospechosas–  de talante incestuoso… Pero  Carlos Pineda es músico, compositor, y subtitula a su nuevo poemario: Partitas de varia invención… Entonces, no se contenta con buscar la tradicional, canónica musicalidad del verso; los textos ostentan un insinuante desvarío sinestético y de silabeantes aliteraciones, desde los cuales podemos reconocer el bosquejo melódico de las piezas evocadas.

Al mismo tiempo, desafía aquella tradición  al abrir cada sección del libro con una partitura de música contemporánea: serial, espacial, dodecafónica, electroacústica o digital… Con ese apadrinamiento, los textos transcurren por su a veces bufonesco o muy dramático desenfado para traernos el pregón, la balada, la cantata, el bolero, el tango, la milonga, desde el primero intitulado EL SILENCIO FUERA DE SU CAUCE con el epígrafe 4’33’’ de John Cage, cuya partitura culmina y cierra el libro.

En ese sentido, de modo deliberado y flagrante, el volumen se introduce dentro de lo que hemos llamado poesía experimental, a partir de las diez Bienales Internacionales de Poesía Visual Experimental que organizamos en México entre 1985 y 2009.

En la matriz de la experimentación poética se sitúan predominantemente los componentes de la voz y el sonido, también de tradición milenaria y más cercanamente a través de la poesía sonora, desde -Lautgedichten- el "ruidismo" futurista, el "zaum" ruso y las "ursonatas" dadaístas, hasta llegar a los implementos tecnológicos del último medio siglo que brindan recursos inéditos y prótesis expansivas al viejo soplo gutural o articulado.

¿Qué relaciones hay, desde esta perspectiva, entre el poema y el pensar? En todo momento, ambos caminos tienen como objetivo ampliar el conocimiento. (O los saberes, como lo hacen las ciencias.). Alain Badiou nos aclara cómo desde Aristóteles la poesía pasó a formar una disciplina regional, parcelaria, verdadero inicio de la idea de estética, donde el poema toma la calidad de objeto, aunque sus alcances a veces son universales y hasta cósmicos.

Lo que está claro es que las fronteras entre el arte y la literatura se difuminan... En realidad, la poesía no tiene por qué dejar de ser una obra de arte. De allí podremos asumir que la Poesía no es algo estrictamente verbal, sino que lo verbal es una de las formas de expresarla. Así lo ha admitido el poetólogo y filólogo Jean Cohen. Ya Octavio Paz lo había anticipado en El arco y la lira. La poesía, hoy, se convierte en un mensaje enciclopédico: todos los símbolos contienen, así y en sí, todas sus acepciones a través de su respectivo interpretante.

Lo transversal, la transdisciplinariedad, es producto de una nueva metaforología, en el marco de los emergentes paradigmas culturales; la pureza parece volverse imposible tanto en el mundo real como en el de las ideas. El poema multidimensional participa de la transmodernidad, que traspasa los simples retros e imitaciones sincréticas del amorfo posmoderno, para penetrar decididamente dentro de esta emergente redistribución del espacio poético y cognitivo.

El poema múltiple participa en toda plenitud del mestizaje medial (el medio como hacedor de realidades, no como simple fusión hegeliana ni mistificación), que vuelve patente la picto-gesto-textualidad verbo-voco-sonora de la obra. Simultáneamente, los avances en las tecnologías y la apropiación de las mismas por quienes intervienen en el campo de la creatividad artística han propiciado un gran avance en el ámbito de la poesía multitransdimensional.

 

La meditación, la evaluación, la auto-referencialidad y el estudio de este conjunto de trabajos se agudizan desde principios del siglo veinte. Es precisamente entonces cuando encontramos la producción consciente de  ruptura e invención, de autopoiesis, frente a los cánones establecidos. Terreno en el cual se instala este nuevo libro de Carlos Pineda, aunque no he tenido la suerte de conocer los anteriores.

Saludo entonces, para concluir, la aparición pública de SILENCIO: EL SILENCIO. Partitas de varia invención, con el cual Pineda avanza en la aventura de fundar nuevos espacios-tiempos con la embriaguez inteligente de textos llenos de sabor y carne, pero envueltos por el descarnado rigor algorítmico-musical que le permita reinventar el mito de lo poético y lo cognoscente.

 

Study for Vibration, Toru Takemitsu

 

DE LA PARTITURA AL ESTILÓGRAFO DE IDA Y VUELTA

 

PREGUNTA: ¿Cómo se dio en ti la fusión, la interrelación entre la formación musical y la literaria? Ha sido tradicional la conexión entre la poesía y la música, aunque en el arte actual, la poesía actual, esa conexión se ha tornado interconstitutiva, hay una interacción sígnica en donde lo simbólico aparece…

 

-Bueno, escritores que comenzaron su carrera artística como músicos no son raros; entre los nuestros cabe destacar a Eduardo Lizalde, cantante barítono, al crítico literario Evodio Escalante, en su momento jazzista; en la filosofía habría que llamar al estrado a Adorno, compositor, y, por supuesto, a James Joyce, tenor y pianista.   

 

¿Por qué se da esta alianza fatua que verá perderse a la mayoría de ellos entre los vericuetos lingüísticos en detrimento de los encantos de Euterpe? Cada uno tendrá sus razones; en mi caso, después de iniciar los estudios de composición musical en el Conservatorio Nacional de Música a fines de los ochenta, a los catorce años, y posteriormente la carrera en Investigación Biomédica Básica en la UNAM, nada hacía sospechar que, en cónclave, las musas del lenguaje: Calíope, Erato, Polimnia, Talía y Terpsícore, se confabulaban para, como quisieron hacer con Ulises, hacer que me perdiera gracias al canto de las sirenas del lenguaje. Pero lo hicieron.

 

-Así, con no poca conciencia del hecho, comencé a sustituir los tratados de contrapunto y el análisis biomatemático por los juegos de artificio, a través de la mirada esperpéntica del surrealismo y gracias a la cámara de Man Ray y el fotograma perturbador de Un perro andaluz de Buñuel, con los que Aldo Pelligrini convoca al lector en su Antología de la poesía surrealista. Rápida fue entonces mi militancia respecto en la poesía de vanguardia, sin perder de vista sus íntimas relaciones con la música experimental; las que, como un continuum, rigen hasta hoy día mi creación poética.

 

Entonces háblanos sobre tu ingreso y tu participación en la expresión escrita… ¿dejaste entonces la notación musical?

 

-Una vez instalado en las lindes “líricas” del lenguaje y habiendo siendo reconocido mi trabajo poético con el primer lugar en el Concurso Nacional de poesía “Rubén Bonifaz Nuño” (UNAM) y algún otro; de que el maestro de muchos: el republicano español Paco Ignacio Taibo I, me diera oportunidad de comenzar a publicar en la sección “Cronista de Guardia” del periódico El Universal, y a mi decisión por iniciar, tarde, claro está, una tercera carrera: Letras Hispánicas, la música (como buena amante y celosa que es) fue tomando distancia de mi horizonte creativo y se fue asimilando al quehacer literario. Y así pasaron más de quince años... hasta que, como los primeros orgasmos, la música regresó a tomar su lugar a la diestra del padre con inusitada fuerza y convicción.

 

Ahora estás viviendo una refundición de lo textual escrito y las formas sonoras, incluso te has adentrado en las complejidades de la notación electrónica…

 

-Hay filias de las cuales, por más que lo intentemos, uno no puede escapar; están ahí, latentes bajo la piel, esperando el momento justo para volver a saltar al primer plano de nuestra vida. Así, la música en mí, que si bien, como ya lo dije, la abandoné desde el punto de vista profesional-formal, siempre ha sido el eje rector tanto de mi vida privada como artística.

 

Así (de nuevo), y, hay que decirlo, gracias al estímulo recibido por la artista multimedia Vianney Cortés, pronto llegué a los cursos de música por computadora, en particular a los relacionados con los llamados open source, como la programación algorítmica con Supercollaider que se imparten a los “nerds” que así lo requieran en el Centro Multimedia del CENART (CONACULTA).

 

La experiencia fue seductora; tanto, que el “viejo” compositor que dormitaba en los jardines maltrechos del Conservatorio despertó con apetito de explorar el mundo de la música digital, de la escritura de música por computadora, de ampliar sus conceptos estéticos del fenómeno sonoro.

 

Tal ha sido mi interés en estos ámbitos, a su vez relacionados con la música visual, las partituras experimentales, la poesía virtual, sonora y pentagramática de las posvangardias,  que en este 2012 fui seleccionado como compositor-becario del “Octavo Festival Internacional de Música y Nuevas Tecnologías. Visiones Sonoras”, realizado por el Centro Mexicano para la Música y las Artes Sonoras (CMMAS) en Michoacán.

 

Bien, para concluir, ¿qué planes y proyectos tienes dentro de las dos o tres carreras?

 

-Como resultado de esta experiencia, actualmente estamos trabajando en la masterización de piezas de algunos de los becarios para conformar un volumen de música electroacústica mexicana. Así las obsesiones: después de tres lustros de abandono, la aún adolescente, suculenta y deseable Euterpe, me regala para 2013 la grabación de mi primera pieza de música sintética.

 

Pues bien, este trayecto de ida y vuelta a la partitura ha dejado sus huellas en el quehacer literario, el cual, ahora más que nunca ancla mucho de su significado en las relaciones inter y transtextuales con la música: como lenguaje, como objeto, como referente, como marco; pero, sobre todo, con la música como sujeto, como sí misma, como fin último del porqué poético.

 

Advierto que esto no tiene nada que ver con la mentada “musicalidad” de lo poético pregonada por los preceptistas clásicos y decimonónicos; tiene que ver con las exploraciones sonoras de una literatura expandida que no le teme a lo visual, a la complejidad del discurso; que no está hecha (por lo menos eso creo) para una lectura fácil de aeda “amoroso”; parte, sí, del nervio poético hacia los valles del pensamiento, donde las musas supraescriptas nos invitan a una orgía del lenguaje sobre el camastro, virgen, del pentagrama.

 

 

                                  

 

NOTAS:

1 Lisa Block de Behar, Una retórica del silencio. Funciones del lector y procedimientos de la lectura literaria. Siglo XXI Ed. , 2ª Ed. Corregida, mayo 1994, México.

2 Ramón Peralta, “El silencio en la poesía”. http://letras.s5.com/rp041205.htm

3. Belén Gache, “La poesía como máquina de resistencia”, 2011, http://belengache.net/obedeced.htm

 

César Horacio Espinosa Vera. Mexicano. Escritor, docente, poeta visual. Creó y fue coorganizador de las Bienales Internacionales de Poesía Visual y Experimental (1985-2009). Autor de libros y ensayos sobre poesía, arte, política cultural y comunicación, uno de ellos -en coautoría con Araceli Zúñiga-  La Perra Brava. Arte, crisis y políticas culturales, del cual una selección de textos aparece en Ediciones Especialesde esta revista virtual.

e-mail: poexperimental@gmail.com

Blog: http://profunbipoviex.blogspot.com

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FACEBOOK: PRO FUNDACIÓN BIENALES INTERNACIONALES DE POESÍA VISUAL/EXPERIMENTAL

 

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Escáner Cultural nº: 
154
César: Acabo de leer tu artículo sobre El Silencio, de Pineda - excelente, y muy clara tu paralelización con el silencio como concepto musical. El silencio y la página en blanco son temas de siempre en la poesía, pero en este momento me hace pensar si la logorrea/escritorrea, o el escribir a montones (enfermedad de que sufro yo, me parece) no es una forma de silencio - un ruido constante que por constante no se oye - Já! Tal vez me escucharían más si me callara? John M. Bennett

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