Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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Entrevista

ENTREVISTA ROBERTA REQUENA.
SIN CULPA... EL TONO DE UNA INTENCIÓN.

Por Adita Gonzáles M

“Sin culpa…el tono de una intención”

La artista visual Roberta Requena presentará este diciembre en La Biblioteca de Santiago, una muestra de esculturas e instalaciones que ironizan con la forma en que se acomoda la vivencia del rito religioso con nuestra idiosincracia.

Una propuesta deconstruccionista que se desarrolla en ocho obras escultóricas donde la metodología de desarticulación es la ironía, el humor, la exploración de la vivencia del rito, el peso de la norma y el ajuste sintético pragmático de su práctica para seguir en carrera, por la vía rápida hacia la consecución de los tan ansiados valores morales.

Teniendo como eje la observación de tópicos dentro de una religión  desmitificada desde su propia vivencia, y abierta a la reflexión, que instala una forma de develamiento de las necesidades que tiene el ser humano en torno a los conceptos morales-ético-religiosos y el natural acomodo de circunstancias que en muchos casos nos identifica.

Pero cómo nace “Sin culpa…”, Requena nos responde desde lo general a lo particular desde su propia práctica y vivencia.

-¿De qué se trata esta exposición?

-La muestra propone una relectura de la iconología de ciertos ritos y símbolos de nuestras creencias. En el tono y algunas intenciones revisaré la suerte de sincretismo contemporáneo pop en que se mueven en el entono nacional la doctrina, y la práctica común de un ser humano, con mis divagaciones, cuestionamientos y sin duda, irreverencias.

De alguna forma es el  reciclaje de la imagen genérica biográfica al investigar la relación de la culpa entre mis cuentas personales y la de la cultura general.

En el título del “Sin culpa…” subyace la pregunta… si ésta existe o no… Me empecé a preguntar desde distintos ámbitos si el catolicismo que como se sabe además de profundamente arraigado y para muchos formativo de la identidad nacional se vive con culpa en la actualidad…el Vaticano preocupado como indica por la secularización de la sociedad, relativismo y creciente hedonismo lanza desde Octubre de éste año 2012 “La nueva Evangelización” para América –donde tradicionalmente se concentra la mitad de la población católica del mundo- y Europa con la esperanza de neutralizar este proceso.

-¿Qué materiales trabajas?

-Soy muy política con mis materiales; son los que tienen que ser por el significado y por el sentido que tienen. El de nivel doméstico y popular, pero también el intelectual. La fuerza que emanan, la simbología que nos evocan. Jabón por ejemplo; en él hay todo un cuento, está el aroma, la higiene, el tratar de lavar lo hecho, de blanquear las circunstancias, de hacerlas desaparecer aunque sea mentalmente, ritualmente. Plomo, tóxico, pesado, y a veces aunque suene a dicotomía…protector. Pero siempre una carga difícil. Virutilla, cortante, sacrificio, es portátil, va desapareciendo con el tiempo, la humedad. Plástico, vidrio; el vidrio me fascina, ha sido durante mucho tiempo un material fetiche al que siempre vuelvo de alguna forma. Lo he estudiado varios años, su comportamiento y las distintas formas para transformarlo y malearlo. También uso brea, papel. Otras veces me encuentro con algo industrial y es perfecto, o algo en la carretera me hace bip bip, freno y ahí está, era ése el material que significa todo lo que necesitaba…o me hace repensar la pieza, el concepto; darle un giro. No me puedo quejar de mi pega, es maravillosa, una mezcla de investigación, revisión, mucho esfuerzo físico, transpiración-inspiración. Creo que era Picasso, el que decía que la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando y así es…todo pasa en el taller.

 Hay obras en las que puedo estar pegada mucho tiempo, requieren  fundición, desbaste, tallado, pulido. Cambio de escala, en fin. Mucho que hacer y pensar.

-De dónde sacas la inspiración para cada pieza que creas?

-Hay ciertos temas que me interesan, que son recurrentes hace rato, a los que siempre les estoy dando vuelta. Me interesa absolutamente mi tiempo, lo que pasa ahora; que viene de atrás obvio; mucho, pero que está viviéndose hoy. Se podría decir que en mi obra hay una constante plástica, que se manifiesta en que siempre estoy interviniendo y cuestionando las estructuras de poder, principalmente las provenientes de los estereotipos culturales que circundan lo femenino, la religión, y la política; sus ambivalencias y violencia simbólica. Usando la ironía, en las formas, la escala y en el uso de  materiales experimentales, industriales hasta “tradicionales”. Con todo busco establecer un punto de inflexión cómplice con el espectador donde se vinculen lo local con lo universal. Ésos temas en que no importa el país o la nacionalidad, son de todos, nos importan a todos.

-¿Cuánto tiempo te lleva realizar cada escultura?

-Depende, de muchas cosas, de cuánto me tome madurar la idea, de ciertos acontecimientos que me hacen ponerla en mirada de una forma distinta. De la contingencia, que me haga volver a ella, y seguir hasta realizar una serie, como en éste caso de “Sin culpa…”

Cuando la presente en La Perrera el 2011, tenía como subtítulo, las exigencia protocolares de la fe. Este año 2012, al llevarla al Museo de La Ligua era “Sin culpa…” a secas…

Ahora es “Sin culpa…” el tono de una intención. El tono en términos musicales y en un sentido Bourdieuniano es muy amplio, abarca muchas cosas, tantos como intenciones y trasfondos.

También depende del material que haya escogido, y de las pruebas en maqueta de escala, color. Si es una obra para un lugar específico. Si necesito ayuda, como muchas veces pasa, de un ingenio, de motor, un tratamiento específico, de fundición a la cera perdida o a la arena por ejemplo. Hay algunas técnicas que son más complejas que otras. Tallar granito por ejemplo, es algo que lleva lo suyo, de hecho ahora, estoy en una pieza hace rato, y voy a continuar mucho más. A veces se produce la magia, y hay un encuentro entre idea y material “re masterizado”, industrial o encontrado. Y la obra sale muy rápido, un mes o un par de meses. Es muy relativo.

 

-Cuánto tiempo te lleva en idear y montar una exposición como esta que estás presentando?

-Bastante, primero la idea, la reflexión, el remojo, investigar, encontrarse con los materiales. El trabajo que requieran, maquetear, adecuar las escalas –varias veces…a veces- Después lo más difícil, la autocrítica; pensar que lo hiciste está bien, y que se puede mostrar…

Luego,  encontrar la galería o el espacio que sintonice con las obras, donde se establezca un recorrido; en mi caso en que las obras son bien simples, y pulcras;  que sin necesidad de artilugios de escena ni iluminación, permita  en silencio, conectarse, e idealmente sonreir con uno mismo.

Como dije antes, con la cosa irónica que siempre está presente. Con el reconocimiento de que lo que pensamos es generalmente muy distinto de lo que hacemos; y que algo de eso hay en seguir las pautas, aunque sea de dientes para afuera, seleccionando sólo algunos ítems, en continuar el estereotipo, con la defensa corporativa…las cosas que estan en los temas que trabajo.

-¿Cada una tiene su historia? ¿cuál es?

-Así es. En ésta serie “Sin culpa…” el tono de una intención. Cada una de las ocho esculturas e  instalaciones responde a una ritualidad de la religión católica, sincretizada por nuestra idiosincracia, la rapidez que se le exige a todo, las huellas que aún quedan de la evangelización española. Y nuestra tendencia  natural a acomodar a las circunstancias, a la creencia bien sentida y más para la exportación cuando se necesita pedir algo. Y en el caso de “Gracias”, que hace referencia a las animitas de la síntesis popular llevada al máximo; un rito que aunque es totalmente ajeno se valida por decirlo de alguna forma asociándose a ésta religión, en la forma de capillita, en la ceremonia que se rodea de imágenes, cruces.

-Esta relación con la religión ¿dónde y cómo nace?

 
Como muchos chilenos, y latinoamericanos, fui criada y socializada en la religión católica. Y desde siempre me han llamado la atención los ritos, lo apegados que somos a ellos, y como los perpetuamos; pero como con todo y desde la colonia a la chilena. Siguiendolos, pero a través de una resignificación, seleccionando partes, editando y sincretizando. Para esta serie he ido contextualizando y contrastando estas afirmaciones y supuestos con una mirada amplia, pero, consultando principalmente a la historia, la sociología, la antropología, también la etnología. A lo que sumo claro mis observaciones. Desde el aspecto conceptual, matérico y técnico al soporte de obra.

-¿Cómo ha sido la reacción de las personas a tus obras?

-Muy, muy interesante, y enriquecedora. En las muestras algunas personas me han contado, que no habían visto las cosas desde ésa perspectiva, pero que en ningún caso se habían sentido complicadas, u ofendidas. Se habían puesto a pensar...

Creo de todas maneras que toda obra de arte debe entrañar una provocación, para que no pases de largo y ya. La que encuentras en mi obra pretende conectarse con el espectador a través de la ironía que subyace en el uso de los materiales, el tema reflexionado desde un objeto industrial. La agresión efectista que encuentras en un artista como Kippenberger, por ejemplo no me interesa para nada. Éso me parece muy barato, muy fácil.

-Dónde has presentado antes esta exposición?

-Primero en el Centro de Arte Experimental Perrera Arte, en Santiago, y luego en el Museo de la Ligua, en la Ligua. Dos lugares muy distintos, pero en los que se dio una muy buena puesta, y se armó un espacio importante para la reflexión, muy bueno.

-¿Qué buscas expresar con cada una de tus esculturas y tus exposiciones en general?

-Creo que lo que todo artista, establecer un diálogo. Reflexionar y comentar. Durante mucho tiempo pensé que el lugar de las obras era el taller. Hoy entiendo que hay que entregar las obras, es necesario; parte del proceso de crear.

Adita González Martínez

Periodista.

Universidad Viña del Mar

Magíster en Ciencia Política

Escáner Cultural nº: 
153

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