IDENTARIO DE UN HEROE PATRIO ¿No será como mucho-tantito-bastante el parecido?
IDENTARIO DE UN HEROE PATRIO
¿No será como mucho-tantito-bastante el parecido?
Por: Carlos Osorio
Entre extraña, abrumada, aunque algo calma luce la ciudad esa fría mañana luego del vendaval y monumental chubasco, del chascarro y vergüenza en su traslado y la incomodidad de la nube negra que, como su hermana melliza, hace rato lo acompaña. En todo caso, se nota repuesto de sedantes y apretones de soga. Más suelto de cuerpo elonga sus achacadas neuras en sudadas jornadas físicas en el extenso patio de la residencia transformada en su nueva morada. Ya surten efecto sus primeros aprontes; afinidad que le llama; se hace acompañar por la resignada enfermera y otro loco que sueña correr el maratón de espaldas. Se da tiempo para repasar la pesadilla de los días previos, ya ni se acuerda en todo caso de las contracciones en su interior, sobre todo, porque luego-luego le viene la comezón, la tirria colectiva y los dolores de cabeza por ese asunto de la frecuencia tan fina y débil que posee, ni pensar en detenerse a analizar los instantes del zamarreo, de la humillación y maltratos que recibió de los envidiosos aunque heroicos gemelos paramédicos.
Que tampoco le vengan a sacar en cara de que no se esfuerza; se percibe más locuaz, incluso nota que pese al corto tiempo que ahí lleva, un par de días solamente, ha creado cierta ascendencia sobre el resto, sobre todo con quien se le aparece frente al espejo; su reflejo. Considera que ninguno de los maltrechos internos, por más se trate de prospectos patrios más acaudalados y de mejores familias que la suya, sería capaz de pisarle los talones, menos ponerse a su altura. De sobra se los lleva a todos por delante, si ya con el abultado busto que posee, demasiado pollo que le hizo le crecieran las tetas en forma desmedida, le da tiro y lado a sus nóveles rivales. En todo caso se hace a la idea que habrá que lidiar contra la envidia colectiva ahí amontonada, poner a prueba todas sus capacidades y encantos en pos de no ser sobrepasado por esa ola de próceres en barbecho y terminar mimetizado, destilado, inclusive, avinagrado.
Y como se siente bien astuto, no queda al margen de los noticiarios, de los despachos de prensa que hicieran desde la pileta los corresponsales enviados por la primera autoridad del peladero. y que no dan tregua al fisgoneo, desde muy temprano amontonan la oreja con tal de la imagen exclusiva, de los pormenores de su accidentado perfil, del hueso roto y duro de roer luego del zafarrancho con los enfermeros, aquellos que, sacando fuerza de quien sabe dónde, asaltaron el monolito en donde se encumbró convencido que su hora patria estaba por dar inicio, bajándolo por más opuso resistencia y poner en riesgo sus vidas, con todo y pilchas para su encierro definitivo. Para él, un viso de dureza, de estatura, de valentía de su porte, pese a la adversidad y celo profesional de sus captores… hasta ahí nomás el relato, no está dispuesto a ventilar detalles, a sabiendas que lo más probable es que le baje la ansiedad y por todos los medios buscar treparse junto al loco de atar que no se despega y hace las veces de ayudante y masajista.
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