Realizar…la acción El silencio como modo de acción XI Alberto Caballero
Realizar…la acción
El silencio como modo de acción XI
Alberto Caballero
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El encuentro con John Cage significó el retorno a un momento original: por un lado a un punto final, la decadencia de las vanguardias aparentemente renovadoras y concluyentes en si mismas, y por otro la propuesta de que el retorno al origen nos permite una revisión profunda de las estructuras, de los elementos y de los valores hasta el momento considerados intocables. John Cage es un renovador absoluto de estos valores, y un defensor acérrimo a esta vuelta al origen, donde se encontrará con los tres elementos fundamentales a su hacer: el ruido, el silencio, el sonido, por un lado, y por otro saca a las artes, todas, de su encasillamiento clasificatorio y propone una revisión a fondo del tiempo y del espacio, él los denominará el tiempo y espacio sonoro.
El silencio como modo de acción (XI)
(el proceso de una investigación)
Alberto Caballero
acaballero@geifco.org
Los libros de John Cage
tercera parte
Las lecturas anteriores nos permiten leer con más detenimiento otros textos dedicados al pensamiento de este músico, hemos elegido el texto de Chantal Maillard por ser la autora filósofo, un filósofo contemporáneo, por ser especialista en el pensamiento postmoderno, lo que ella denomina pensamiento débil, por ser una autoridad en la relación entre el pensamiento occidental y el pensamiento oriental, por trabajar particularmente la relación entre pensamiento y arte, lo que ella denomina pensamiento estético. Todo esto nos permitirá ir aproximarnos al pensamiento de Cage, borde entre occidente y oriente, borde entre el pensamiento y el arte, y en particular por el uso de términos como silencio, vacío, suceso, evento, por la creación de un mundo nuevo no solo para la música sino para el arte de su época y la influencia radical que ha tenido y tiene en el pensamiento y arte contemporáneo.
La razón estética
Chantal Maillard
Editorial Laertes
Barcelona, 1998
De la misma manera que en las reseñas anteriores, seguimos interrogando a pensadores actuales sobre ‘esta razón’ entre el pensamiento y el arte, Chantal Maillard nos ha llamado inmediatamente la atención ante su propuesta sobre ‘la razón estética’ que trataremos de dilucidar en el desarrollo de la lectura.
Si es cierto que hay un pensamiento ético, que responde a conceptos y modos de formular y formalizar dicho pensamiento, uno a otro pensador sostienen dicha ética, aunque puedan variar en la interpretación o desarrollo de algunos de los conceptos: de Descartes a Nietzsche, pasando por Kant, Hegel y algunos más, significan el desarrollo no sólo del pensamiento occidental sino de la ética de dicho pensamiento, una manera de posicionarse ante dicho pensamiento. Lo mismo sucede en la antigua Grecia, y porque no en el pensamiento cristiano. Una escena importante del film Agora, de Alejandro Amenábar, España 2009, donde la protagonista se enfrenta al obispo cristiano y le dice: “Ud. y yo no podemos dialogar tenemos dos éticas diferentes, Ud. cree en la fe, no duda, no se pregunta, yo dudo, me pregunto”. Son dos éticas diferentes, la ética del saber y la ética de la fe.
Y por otro lado está la estética, en principio estudia lo relacionado al campo de la belleza, como su definición más conocida, pero si tomamos la etimología de la palabra est-éthique[1], o es-ética, incluye la palabra ética, es un modo de ver, de realizar, de hacer la ética. O sea la posición ética determina nuestra posición estética, determinada estética está determinada por una ética. Ejemplos muchos y fundamentales, el pensamiento griego y su mundo[2], el pensamiento cristiano[3] y su mundo, el pensamiento renacentista y su mundo[4], etc. son dos caras de la misma moneda.
Ya hemos hecho referencia a la posición ética de John Cage, no solo en su música sino en su pensamiento, cuando se refeiere a Beethoven, no se refiere solo a su música, sino a que posición ética responde con su música. Tenemos que tener mucho cuidado cuando nos referimos a conceptos que se usan en el arte, son usados por los artistas, en particular por artistas de la talla de JC, como por ejemplo vacío, silencio, suceso, acontecimiento o evento, porque estos conceptos se refieren a un modo de pensamiento y definen una posición ética en si mismos.
Con el trabajo de Chantal Maillard podremos dar cuenta de ello, que si para occidente vacío, silencio, nada, por ejemplo para Nietzsche, para oriente, por ejemplo para el budismo, o para Confucio, quiere decir algo distinto, ya que corresponden a una ética diferente. Haciendo referencia a nuestro artista, JC, formaba parte de la renovación de la música principio del siglo XX, pero su posición ética era radicalmente diferente a las de Schoenberg, Boulez, entre otros. Por lo tanto los resultados estéticos también son distintos. Con ello estoy intentando decir, que los conceptos que maneja JC no son solo aplicables a su particular técnica de escritura musical, sino que se han transformado en una posición ética, el silencio como ética. Ya no se trata de una ética de la interpretación, para mostrar otra manera de decir de la cosa, sino de una ética del silencio, incluso del corte, para poder escuchar la cosa y sus efectos. No se trata de velar la cosa, con movimientos musicales, del tipo que sea, sino de develar la música para que deje ver la cosa que oculta.
Empecemos entonces con la lectura del texto de Chantal Maillard. En la página 12 la autora dice: ‘La relación entre arte y estética, rota desde hace tiempo como consecuencia de la pretensión de un arte “no significativo”, debería reelaborarse….’
El primer capítulo lo denomina La razón postmoderna: ¿Pensamiento débil o razón estética? Con estos tres elementos ya podemos encuadrar el campo de pensamiento de la autora. Dice: ‘El objeto de la razón estética no es el ente o el fenómeno sino el suceso. El ser no es sino que su-cede dice Vattimo[5]…’, uno de los pensadores fundadores del pensamiento débil. ‘Si el suceso se entiende como conjunción de núcleos efímeros en el entramado universal, el individuo (el sujeto) pasa a ser la frágil consistencia de un instante. ‘…implica más bien el deslizamiento: desplazamiento en superficie.’
Lo que nos plantea, que desarrollará más adelante es la caída de la profundidad como objetivo último del pensar, pensar hasta este momento quería decir profundizar en el tema, en el concepto, un ir hacia adentro, salir de la superficie como algo que nos engaña, que es falso, la verdad la encontramos en la profundidad.
Dirá más adelante: ‘El arte de andar en superficie es el deslizamiento. Trazar con el roce de la propia existencia las conexiones que harán el gesto irrepetible a la vez que irá creando nuevos núcleos: espacios de aparición.’
Aquí nos señala dos cuestiones importantes, una el gesto, uno e irrepetible, entre lo real y lo imaginario, no se trata de la imagen, porque no se fija ni se puede repetir, o sea no tiene que ver con la representación, y por otro lado, espacios de aparición, ya no se trata del espacio de la representación, del espacio que contiene la imagen, que organiza la imagen, sino de un espacio propicio a la aparición, lo que parece ser pero no es, a una presencia, dirá más adelante, pero que no termina de fijarse, solo resulta ‘un gesto de…’.
En la página 34 entra de lleno en el tema de la razón: ‘la creencia en las posibilidades de la razón para obtener el control sobre la naturaleza.’ Es esta razón la que entra en crisis, y el problema que aparece es ‘el vacío de valores’, de los valores de la modernidad. Maillard lo explica así: ‘La crítica al modo de ser –o de no ser- actual se hace, indudablemente, desde la nostalgia de aquellos valores y de la seguridad que ellos mantenían, desde una filosofía del ser entendido como “deber ser”.’
Agrega: ‘La crisis de valores va acompañada de una crisis del sujeto. El sujeto era, aquello de lo cual puede predicarse algo, aquello que se da de algún modo. Uno de los modos (de ser) de ese sujeto es la capacidad de acción.’
Es muy preciso este punto, ya no es un sujeto a la significación, por un lado, ya no es un sujeto sujetado a una imagen (a un objeto), entre lo simbólico y lo imaginario, sino es un sujeto a la acción, quiere decir hay algo de lo real en juego que se presenta. El sujeto se ha desprendido de la significación de la imagen (las vanguardias estaban preocupadas por dar nuevas significaciones a las imágenes: los impresionistas, los surrealistas, los cubistas, los expresionistas, etc.) y se ha quedado con la acción que se desprende de ello. De allí, veremos más adelante, que no se trata de representar el cuerpo, en tanto imagen, sino de preentablo, de ponerlo en acción, desprendido de sus antiguos valores imaginarios.
Aquí deberíamos hacer un inciso, según Maillard se refiere a ‘una acción para pensar, la acción de pensar’, para ella ‘el sujeto es sujeto a un pensamiento de un objeto’. Refiriéndose a Kant[6] agrega que existen distintos tipos de juicios, entre ellos el juicio estético, entre el entendimiento y la imaginación. Agrega: ‘Antes que Kant, en el siglo XVIII los valores estéticos habían pasado de la esfera objetiva a la de la experiencia subjetiva.’
Maillard plantea claramente que la crisis de la razón tiene que ver con el surgimiento del romanticismo, más tarde con el existencialismo, con una conciencia trágica –que viene de Nietzsche- el romanticismo como la agonía del sujeto (del sujeto a la razón), el sujeto agoniza por el peso de la razón. Vamos a dejar por ahora estas cuestiones y vamos a retomar a la cuestión de la acción, que nos atañe para poder pensar la obra de John Cage.
Saltamos a la página 93 y al apartado: La recuperación del placer de la acción. ‘…su propósito reside en la actividad misma, no tiene en cuenta ni el producto ni la finalidad de la tarea, no se trata de la producción ni de la tarea, sino de la acción misma…cuya motivación y cuyo cumplimiento derivan de su propio impulso.’ En la página 95 agrega: ‘El fin del juego está en la acción misma’, y no en la competición ni en la ganancia, no implica la demostración de una valía.
Hemos pasado del gesto a la acción, y ahora de la acción al espacio: a ‘los espacios vacíos’ y a ‘la recuperación del silencio’. Allí donde nada sucede, y nada acontece, silenciar el eterno discurrir del pensamiento, agrega, no por callar implica silencio, pero solo por el silencio puede surgir la palabra. Recuperar el silencio y su espacio, el vacío, aquel donde el gesto pueda realizarse sin ser interpretado. ‘Le compete a la filosofía, aparte o además de dar testimonio, mostrar el territorio abierto del silencio, y para ello, ha de desaprender la técnica que lleva a la fácil acumulación de las palabras en el discurso y recuperar la actitud original’. Esta idea central ya la encontramos en el discurso de JC, dejar atrás el discurso acumulativo de la música, para volver a los orígenes.
Gesto, acción, espacio, y ahora la realidad, se trata de una realidad nueva. Saltamos a la página 141 donde dice: ‘…como si, atacando los fundamentos, vaciase su discurso de todo sentido que no fuese el de apuntar al silencio, o a otro tipo de entendimiento más cercano a lo estético’ Dice luego: ‘No se trata de interpretar una realidad dada, subyacente’, es cierto, es así, ya no se trata de una interpretación, de una representación, sino del vacío que subyace, al silencio, que permite el descubrimiento de una anterioridad a toda representación, a lo real en juego. Dice más adelante, que no se trata de la construcción de una realidad toda entera, ideal de las vanguardias, de la modernidad, debía explotar la realidad heredada del mundo antiguo, para la construcción de una nueva realidad, la moderna, sino de la imposibilidad de la construcción-toda de la realidad.
Todos estos pasos para introducirnos en la cuestión de la razón estética, objetivo final de su trabajo. En la página 147 dice: ‘…la construcción de la persona (del sujeto) no puede concebirse independientemente de la construcción de la realidad…’; ‘…tiene que desprenderse de esa oculta tragicidad…y…permitir la intervención de lo cotidiano: el suceso intempestivo, aparentemente trivial, el gesto o la palabra intrascendente, los ruidos de superficie.’ Así frase a frase nos va develando el mecanismo, las operaciones: ‘La diferencia entre la razón poética (María Zambrano) y la razón estética podría expresarse de la siguiente manera: mientras la razón poética asiste, la razón estética configura, construye el ensamblaje.’ Para la razón estética ‘la intervención de lo cotidiano es útil y conveniente. Con susuperficialidad lo cotidiano… puede señalar los matices que sobreviven en la evolución de las cosas, marcará a un tiempo la importancia de lo efímero, y el cumplimiento del suceso…’
En la página 150 dice: ‘La razón estética no interpreta el mundo (María Zambrano) sino que construye mundos. El arte de la razón estética consiste en que nada coagule en conceptos, que siga siendo líquida la palabra, que no pierda su ritmo y su resonancia: el don de la sugerencia.’ Ahora consolida su hipótesis, y dice: con la razón estética ‘hay que aprender a deslizarse en superficie… y consolidar el suceso… no se trata de un mundo consolidado sino que se va consolidando en su cotidianidad…de un mundo estetizado.’
Volvemos a pegar un salto y pasamos a la página 198, al final dice: ‘Cuando en el sujeto el objeto deja de ser conciencia-del-objeto y deviene presencia, entonces se manifiesta el orden de lo simultaneo. La simultaneidad no se manifiesta como extensión ni como acumulación, sino como lo que podríamos denominar “intensidad constituyente” (la intensidad como la cualidad de la presencia).’ Y agrega mas abajo: ‘…no hay suceso sin sujeto… y el gesto es la posibilidad de la visión del movimiento. Sin dejar de moverse…el sujeto…es percibido en el gesto… el gesto es suceso. No se trata de ver lo universal en lo particular, sino toda la dimensión de lo particular…’[7] Agrega al pie de página: ‘Pienso que la razón estética, considerada como un principio constitutivo del acontecer escapa al subjetivismo romántico y, por supuesto a una estética del gusto…’
Es en la página 202 que vuelve a la cuestión de la representación y dice: ‘La propuesta de la estatización del mundo procuraría burlar la trampa del dualismo evitando asumir tanto la noción de verdad como la de representación (en el sentido de copia) reemplazándolos, respectivamente por los de validez y presentación.’ Se podría agregar, si relacionamos validez y realidad, y realidad es aquello que se constituye cada vez, entonces es valido cada vez, con cada presentación, entonces la presentación no deja resto, no deja duda, no deja juicio de verdad, es solo valida esa vez.
Más adelante dice: ‘Si la idea de verdad y representación están relacionados, esto tiene que ver con la norma, cuando hay norma se apunta a lo universal. Hoy en día esto es una cuestión obsoleta…el grado de abstracción ha dejado de ser un problema, centrándose el interrogante en la cuestión de cómo distinguir entre el objeto ordinario y el objeto artístico.’ Se interroga: ¿Dónde acaba lo cotidiano y donde empieza lo artístico? Indudablemente la clave no está en el objeto sino en el sujeto. Desde los Reddy-made de Duchamp al object trouve y al arte objetual, ya no es posible hablar del objeto estético sino del sujeto estético. Lo artístico no tiene ya tanto que ver con la producción material…sino con la capacidad de organización de los elementos por parte de un sujeto que es receptor al mismo tiempo que creador.’
‘Artista es aquel que se sitúa en el límite: ahí donde la visión del ensamblaje es posible…es aquel que es capaz de ver la simultaneidad de lo que ocurre.’ Por lo que dice ‘que no hay objeto estético en sí. La esteticidad depende de la actitud estética del sujeto, y esta es independiente de la condición natural o artificial del objeto considerado.’ Más abajo agrega: ‘No se trata de una representación sino de una presentación. El mundo se presenta…en la actualidad del gesto. No lo sentimos, lo presentimos…los límites se desdibujan, los elementos dispares se juntan, la profundidad alcanza la superficie.’
[1] Jacques Lacan, La ética del psicoanálisis, Seminario
[2] Platón, El Banquete, En particular la posición ética de Sócrates frente al tema tratado, y posteriormente frente a ‘la polis’.
[3] San Pablo, Santo Thomas.
[4] Leonardo da Vinci
[5] G. Vattimo, Más allá del sujeto, Barcelona, Paidós, 1989
[6] I.Kant, Crítica del Juicio
[7] Gadamer, Verdad y método, Salamanca, Ediciones Sigueme, 1977
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