FOTOENCUENTRO 2007 EN LA PAZ (I parte)
FOTOENCUENTRO 2007 EN LA PAZ (I parte)
Por Ricardo Arcos-Palma
arcosnomade@yahoo.com
Existe en América Latina un boom de la fotografía bastante importante. Basta con recordar la pasada bienal de Sao Paulo, para darnos cuenta del lugar preponderante que ocupa la fotografía en la escena del arte. A eso se le suma grandes eventos como el de Fotología y el de Fotográfica en Bogotá y el FotoEncuentro en La Paz. Estos eventos tiene la particularidad de hacer visible lo más selecto de la producción nacional y además reune grandes nombres a nivel internacional. Este mes de aniversario de Escaner Cultural, echaremos un vistazo crítico al evento boliviano impulsado por Sandra Boulanger, quien además de ser artista fotografa, es una excelente promotora cultural. Este evento realizado con esfuerzos descomunales, se realizó en su segunda versión. Sin duda todos los trabajos fueron relevantes pero hubo algunos que marcaron en mi un impresión muy fuerte. A esos trabajos fotográficos dedicaremos un vistazo este mes y el mes siguiente otro, pues este evento merece que nos atardemos un poco.
Alejandra Delgado
Alenjandra Delgado es una jóven artista boliviana, quien fue ya premiada en en la bienal de arte SIART en versiones anteriores. Tube la fortuna de conocerla mientras ella asistió a mi seminario sobre crítica de arte. Ella presentó en la Fundación esART una serie de fotografías que muestran fragmentos del cuerpo femenino. Bajo el título “Opera Rouge”, los fragmentos del cuerpo como una mano, un pie, el cuello, el ombligo un dedo, se recubren de sera roja asignándole a la anatomía una nueva dimensión: drama, sensualidad, esas fotos están cargadas de un gran enigma donde el deseo y el crimen prodrían habitar en el recuadro de la iamgen fotográfica. Cuerpo framentado y resaltado por la mancha roja. Esa obra roja, se acerca a la dimensión de lo sobrenatural, donde le cuerpo, dado a su extremada blancura pudo haber sido algo viviente, ahroa quizá es muestra de algo que fue. Elucubraciones sin lugar a dudas, pero fue lo que me sugirió esta serie de imágenes de esta brillante artista, quien sin duda seguirá sorprendiendonos por mucho tiempo con su obra.
Otra de las obras que llamó mi atensión fue la de Antonio Suarez “Toni”. El se dice no artista, pues su fuerte es la fotografía de reportaje como lo demuestra su obra publicada en el magnífico libro que me obsequió “Arte popular en Bolivia”. Pero varios coinciden en que su obra desborda el terreno del reportaje para situarse con mucha facilidad en el campo del arte. Así mientras almorzábamos unos rabiolis en compañia de su familia, y hablamos de política, recordé sus obras expuestas en la Galeria El Salar, que está situada justo al frente de la Fundación Simón I. Patiño. Las imágenes que el crea, se recomponen a partir del fragmento, generando una visualidad total, algo deformada, por el intento de atrapar más que el instante, como si el espacio fuese también una obsesión para el ojo del fotografo. Una panorámica y giro con la cámara, recompone el objeto fotografiado pero interpretándolo. Sus fotos son verdaderas deconstrucciones de la realidad. Como cuando vemos a esos personajes que duermen en la parte tracera del automóvil mientras, gracias al artificio podemos ver al que ocnduce como si estuviesemos al lado del conductor. Y eso es lo que sucede en las fotos de Toni, nosotros podemos entrar con facilidad en sus imágenes pues no hay barreras.
A Cecilia Lampo esta vez sólo la ví pasar mientras tomábamos algo con Alejandra Delgado y su compañero el artista peruano Jean-Paul Zelada en la terraza de un restaurante en el sur de La Paz. Pero conocía su obra cuando estuve en el 2003 en la capital boliviana. Vi expuestos su “Lugares” en el Museo Tambo Quirquincho. Unos lugares que nos revelaban esa ausencia del ser humano. Cumbres recubiertas de nieveque representan para la artista un “ingreso a un espacio atávico y mítico”. La foto que compartimos con los lectores de Escaner, hace referencia a otros lugares, más artificiosos e intevenidos por el ser humano y que nos hablan de una cotidianidad de lo urbano: un vaso de cristal, un plato a medio acabar de sopa de pezcado, uan cesta de peces y un arrume de zapatos. Dispuestas las fotos a manera de mosaico, encontramos un equilibrio formal: el arrume de peces se equilibra con el arrume de zapatos mientras el vaso que reposa solitario en una mesa concuerda con la sopa a medio terminar: consumo es la palabra que emerje de estáas imáges.
Cecelia Lampo
Cecilia Paredes, la artista peruana, se inscribe dentro de lo que he llamado: pequeña historia de la animalidad. Su “devenir animal”, por parafrasear a Deleuze y a Guattari, es una constante en su obra. Ella crea una especie de simbiosis entre el cuerpo animal y el cuerpo humano. En ocasiones vemos como ella deviene batracio, o como su cuerpo se recubre de pinzas de cangrejo como generando una coraza. En otras sus manos deviene verdaderos tentáculos; el artificio con el juego de la naturaleza está presente en su obra, la cual no solamente es un canto a la animalidad que duerme en todo ser humano, sino también una apología a esa simbiosis tan antigua entre lo racional y lo irracional, entre lo pensante y lo sensitivo, enntre el hombre y el animal. Pues, como bien lo explicaron Deleuze y Guattari, los devenires animales no son imaginarios sino verdaderamente reales.
La artista chilena Cristina Alemparte nos ofreció una serie en blanco y negro titulada “El bosque de los sueños”. Una chica en traje de noche deambula por un lugar sin nombre, donde los árboles son los únicos testigos de su sueño. En ocasiones ella aparece tirada sobre el cesped, en otras, ella diáloga con las ramas de un árbol que parece acariciarle el rostro. En otra de sus fotografías vemos como parecen surgir de su espalda una cantidad de ramas, como si fuesen tranformándose en posibles alas. En el mundo de los sueños todo es posible parece insistir esta serie de imágenes, mientras “la bella duermiente” sigue anidando en el imaginario colectivo. Estas imágenes parecen sacadas del libro de Yasunari Kawabata, “Las bellas duermientes” solo que el viejo Eguchi ha dejado la morada para siempre.
Cecelia Paredes Cristina Alemparte
Quizá una de las obras que más me gustó y me atrajo por lo propositiva a nivel de la fotografía como objeto, fue la obra de Carolina Delpiano y Alexandra Edwards de Chile. “Aseo y Ornato” es una mirada crítica a la intimidad domestica femenina. La mujer aun niña, ya esta confinada al espacio de la casa. El juego como parte fundamental de la infancia deviene una atadura que lleva luego al suicido de la “ama de casa” quien termina metiendo su cabeza en el horno de gaz. Su cuerpo se emparenta a esos juguetes que la niña se dipone a meter al horno, como para no olvidar que el ritual del alimento deberá asumirse como un juego, en un mundo donde el machismo aun impera. Mujer-niña, una constante en la obra de estas artistas del Sur, que nos invitan a reflexionar sobre el papel de los roles caseros y de esos espacios impuestos por naturaleza a la mujer.
La cuestión de la identidad fue revelada por el boliviano Diego Gullco . El paisaje urbano de La Paz se refleja en los rostros de las paceños. Estos personajes que guardan una tradición indígena que parece resistir al tiempo, ocultan sus rostros con imágenes que al mismo tiempo contienen otros rosotros donde no hay nadie, sino la misma ciudad. El problema de la identidad tan arraigada hoy en Bolivia, se ve magistralmente tratada en esta imágen fotográfica. La ciudad al fondo de esa pareja, parece resguardarles de la mirada del otro. Una imágen hibrida que señala de frente los abusos de la opología de la identidad.
Erika Ewel de Bolivia realiza una instalación fotográfica bastante singular donde la nostalgía parece haberse instalado: En una primera foto vemos un paisaje marino y luego la silueta de tres mujeres que posan frente a la cámara. Es una foto antigua:en la tercera foto vemos solamente las tres damas sobre un fondo blanco. En la cuarta foto vemos las mismas damas sobre el paisaje marino. Detrás se pueden ver las olas del mar que viene y van. Frente a este conjunto de fotos, sobre un sócalo blanco, encontramos una pecera con agua sobre la que flota una pequeña embarcación. Esta fotoinstalación cobra gran fuerza cuando sabemos que Bolivia perdió el acceso al mar con la guerra entre sus vecinos en particular con los chilenos. La nostalgía es entonces aun más fuerte.
Lisa Robinson de Estados Unidos nos muestra esos paisajes transformados por el ser humano y recreados por la naturaleza. Un silencio propio de estos parajes glaciales nos hace pensar en que la naturaleza tiene su propia música y, que nosotros si tenemos los oidos para ello, podremos escucharla. Existe un cierto minimalismo en estas imágenes casi irreal, donde el paisaje deviene una verdadera escultura. La fotografía de esta artista nos hace pensar, como se insinuó en el catálogo, en el silencio propio de la poesía japonesa, donde los poemínimos apuntan a crear un atmósfera que termina eliminando todo ruido.
Finalmente, las fotografías de la serie “New York Hotel Story” de Nathalie Daoust de Canadá, muestran la experiencia de la artista cuando fue invitada a habitar ese espacio que ha sido intervenido por varios artistas. Su residencia duró 2 años y las fotos fueron luego recopiladas en un libro que tiene el mismo título de la serie. Las imágenes de las habitaciones crean una amalgama con figuras dentro un cierto onirismo, asignándole un lugar preponderante a la fantasmagoría. Esas fotos nos acercan a esos cuartos llenos de poesía visual donde el tiempo que se fue parece cobrar vida y donde los que han pasado por allí se encuentran en el recuerdo.
Bogotá, Ciudad Universitaria, 2007.
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