JUAN ANTONIO NAVARRETE, un Kafka anticipado
En nuestro país, en el siglo XII para ser más especifico, un fraile franciscano llamado Juan Antonio Navarrete escribió una obra, compuesta por 17 volúmenes en folio. Escrita a mano y con una letra compacta de hermoso acabado caligráfico. Obra que jamás mordió la maquinaria de imprenta alguna y cuyo destino final, según voluntad de su autor, era el fuego inexorable. Debido a que extraño azar el fraile Navarrete no cumplió su cometido se desconoce. Quizá no tuvo la entereza necesaria para echar al fuego tantas páginas escritas. También pudo ser que la muerte lo sorprendiera en alguna hora incomoda y repentina.
Tanto en Kafka como en Navarrete se cumplió ese absurdo supremo de la creación literaria y la filosófica: Escribir con tenacidad e irracional pasión para luego entregar a la hoguera folios y páginas escritas con gran celo y desvelo. Lichtenberg lo postulo en uno de sus aforismos: "Darle los toques finales a una obra, es decir quemarla".
El gran maestro Juan García Bacca es quien nos descubre a Navarrete, le desempolva el olvido y trae de oscuros anaqueles una obra escrita con el singular titulo "Arca de letras y teatro universal". una obra extraña, escrita por el puro gusto de hacerla o como el mismo Navarrete lo escribe: "Yo no escribo sino para mi utilidad. Quémese todo después de mi muerte, que así es mi voluntad en este asunto; no el hacerme autor o escritor para otros".
García Bacca proporciona algunos datos sobre este singular escritor: "...fraile franciscano caraqueño: fr. Juan Antonio Navarrete, exlector de artes, filosofía y sagrada teología, doctor teólogo de la Universidad primada de las Indias de la Isla de Santo Domingo, hijo menor de la Orden Seráfica, en la Provincia de la Santa Cruz. Tomó el hábito en 1770 (...) parece que debió morir hacia 1814, a juzgar por la interrupción del diario..."
Así mismo García Bacca ofrece una relación de las obras escritas por Navarrete done encontramos títulos bastantes excéntricos: "Margarita canónica"; "Nova aquila"; "Aquila grandis"; "Llave magistral"; "Anatomía sagrada"; "Diario y directorio municipal"; "Tabulario magno"; "Puntero astronómico"; "Púlpito ilustrado". García Bacca explica que dichos títulos eran normales gracias a la moda del barroquismo y que pertenecían no a capítulos, sino obras en cuarto, y con centenares de páginas, escritas a mano con pulcro y minucioso cuidado.
Navarrete concibió dos libros que en lo personal me parecen fuera de serie. Primero porque utilizan el juego como acicate para filosofar. En segundo termino porque son textos interactivos donde el lector tiene una participación directa que va más allá de la simple lectura.
En el libro "El juego de la paz y de la guerra" mezcla la baraja española con la adivinación, la enseñanza de valores y en la que se distingue una desprejuiciada manera para abordar ciertos espinosos temas. Este juego de la paz y de la guerra consta de siete lances y tres capítulos. Los lances se denominan como guerra, guerra mayor. Guerrilla y guerra imperial.
El carácter lúdico de este libro no desmerece sus intenciones morales ni religiosas. García Bacca explica: "A la guerra y a la paz,-parece querer enseñarnos discretamente, en juego y mediante un juego, Navarrete-, los hombres hemos de jugar en juego; Dios en serio. Pero no hemos de perder de vista, jugando a Paz y Guerra en juego, que al tomar nosotros los humanos Guerra y Paz en serio, somos instrumentos, piezas o peones, de un juego divino de la divina providencia".
El otro libro "Tratado curioso de la rueda de la fortuna" posee menos trasunto teológico y según palabras de Navarrete es de pura curiosidad, y no se debe el hombre gobernar por ella ni creer positivamente las respuestas que encontrare a sus preguntas. García Bacca destaca sobre las preguntas que no dejan de esconder una ingenua malicia:
6. Si llegaré a ser monja.
12. Si corresponderá mi amante
19. Cuantos serán mis amantes
Las respuestas de Navarrete, por otra parte, no se quedan a la saga en sabiduría picaresca.
Juan Antonio Navarrete fue un escritor bastante alejado de esa visión bien redactada que tenemos de un hombre de letras y pensador. Su erudición no es pedante ni profesoral. De seguro quería quemar su obra debido a que como lector tenía una visión crítica y en profundo de ese asunto de escribir. No obstante en Navarrete tenemos un lector fogueado con los estilos y autores de su tiempo. Su obra no es más que un altar a la buena y heterodoxa lectura.
El mundo de las ideas y la literatura esta atiborrado de personajes y situaciones que escapan a los parámetros de la normalidad. José Antonio Navarrete es una curiosidad intelectual y representa un antecedente insólito de nuestro acontecer intelectual y filosófico.
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