LOS RINOCERONTES SE PASEAN POR LA AVENIDA
Carlos YUSTI A veces uno parece metido en un obra de Eugéne Ionesco. Fui a pagar el recibo de electricidad y cuando llego a la taquilla a las computadoras que procesan los datos de las facturas le ha infectado con un virus. Luego no me dejan salir debido a que un camión de seguridad descarga un dinero. Un hombre cae fulminado en la calle luego de sufrir un infarto. Se desata una lluvia repentina y el caos se apodera de todo. Un vehículo con una música a todo volumen coloca el ambiente musical. Se oyen unas sirenas a lo lejos. Llegan los bomberos y un desfile de tréboles y cisnes pasa, al son de un ritmo de calipso, celebrando la octavita de carnaval. El absurdo es un poco así: drama y humor machihembrados en una situación singular. Eugéne Ionesco captó en sus primeros relatos ese absurdo cotidiano. El libro "La foto del coronel" contiene algunos textos narrativos que de seguro sirvieron como base para sus obras teatrales más populares. Considerarlo como padre del absurdo no sería ni tan descabellado, aunque Franz Kafka ya había avizorado en novelas como "El Proceso" y "El Castillo" una atmósfera opresiva con tintes oscuros de absurdo. Cuando irrumpe Ionesco el teatro clásico aristotélico ha perdido su garra necesaria para dejar al desnudo los conflictos del hombre con los dioses parece agotado. El teatro necesita retomar ese espíritu de ritual, necesita enfocar su mirada hacia lo cotidiano, hacia esa angustia metafísica del hombre. Hay derrumbe estruendoso de valores y los nuevos valores propuestos por los avances tecnológicos no son siquiera paliativos para las angustias existenciales más recurrentes. El teatro del absurdo retoma ese sentido de callejón sin salida que a veces resulta la vida y antes que buscar respuestas se plantea evidenciar un vacío lento que va devorándonos. El teatro con Ionesco retoma su segundo aire y su obra "La cantante calva" sigue representándose en algún teatro de París y se calcula que lleva más treinta mil representaciones. Leí esta obra en el bachillerato, pero busqué  afanoso una cantante sin cabello, pero la búsqueda fue en vano. Ionesco puede ser considerado como el padre de la dramaturgia del absurdo, muy de moda hacia los años 60. Sus obras presentan escenas y situaciones increíbles y sorprendentes. "Rinocerontes" ocurre en Francia y sus escenas muestran cómo, poco a poco, todos los habitantes de esta ciudad gala se van convirtiendo en rinocerontes, es decir, se acomodan a la tiranía del borreguismo y del lugar común.