VOLTAIRE SIN FANATISMO
VOLTAIRE SIN FANATISMO
Carlos Yusti
Cuando era un descuidado lector barriobajero me convertí en un encarnizado fanático de Voltaire, un ilustrado hombre de letras de la ilustración francesa que desdeñó cualquier tipo de fanatismo. Paradoja aparte no aprendí nada de Voltaire, no obstante su estilo desprejuiciado y al vuelo de su Diccionario Filosófico se adhirió a los huesos de mi escritura.
Libros como “Cartas filosóficas” y el “Diccionario filosófico” me ganaron para su bando. Luego indagué sobre su vida, nada impoluta por cierto y con algunos atisbos de una exagerada ambición material, y el Voltaire escritor pasó a convertirse en un personaje envolvente y pirotécnico. Todo en el era brillo para encandilar, todo lleno de ruido y ese talante pendenciero de hagoloquemedelaganas proporciona la medida de su hoy vitalidad literaria.
Voltaire tenía un apego ferviente por la vida y podría decirse que fue el Truman Capote de su época sin la homosexualidad. De extracción humilde (sus detractores para descalificarlo lo tildaban como ese insoportable hijo de notario) tuvo la capacidad de codearse con reyes, duquesas, príncipes y princesas y al igual que Capote, quien se codeo con los ricos y famosos del cine y más allá, tan sólo haciendo gala de un ingenio demoledor y elegante.
Voltaire tiene una obra abundante, pero se le recuerda apenas por dos o tres libros. Sus cuentos se leen todavía con mucha frescura. Malgastó tiempo y talento en unas obras teatrales hoy soporíferas e irrepresentables. Existen como tres rasgos que distinguen su personalidad intelectual. Fue el primer escritor que buscó tener un público. Su actividad como escritor de libelos y panfletos le granjeaba muchos adeptos y enemigos, esto le permitía no pasar desapercibido y ganar lectores para sus libros supuestamente serios y filosóficos. Fue así mismo el primero en inmiscuirse en un juicio de dominio público. Con él se inventa eso de intelectual comprometido y su yo acuso en El caso Calas, comerciante jansenista que fue declarado culpable en un juicio deliberadamente amañado, y ajusticiado por un delito no cometido, marcó un hito ya que su único recurso para defender, en juicio tan desigual, fue su ingenio y su irrevocable ilustración como lo demuestra su libro “Tratado sobre la tolerancia con ocasión de la muerte de Jean Calas”.
También fue el primero en romper con ese estigma del escritor sufrido y muerto de hambre escribiendo su gran obra tras penurias extremas. Voltaire siempre le gustó vivir bien. Pocos años antes de morir era un anciano que había acumulado muchos bienes de fortuna, pero nada se comparaba a los honores y tributos que le dispensó Francia al reconocer a ese hijo de notario como un ilustre hombre de letras. Fue el primero es desmitificar a la filosofía y convertirla en algo mundano y al alcance de todos aunque haya escrito: “Los que aseguran que ha verdades que deben ocultarse al vulgo no pueden alarmarse. El pueblo no lee; trabaja seis días a la semana y el séptimo se va a la taberna. En una palabra, las obras de filosofía no son más que para los filósofos, y todo hombre honesto debe pretender ser un filosofo, sin ufanarse de serlo”. Voltaire fue primero en muchas cosas a pesar de ese cometario lapidario de Diderot : ¨Voltaire es el primer segundo en todo¨.
¡Aplastad al infame! Fue su grito de guerra. Se refería con ello al dogma y al fanatismo religioso que quemaba cuerpos por abrazar ideas contrarias a la del común. Para Barthes fue el último escritor feliz ya que supo distinguir a sus enemigos. Para Savater fue un maestro de todo y un gran experto en nada. Para mi fue ese escritor que nunca tuvo quietud y que tuvo claro su sentido de digustar, irritar, divertir, entretener y enseñar a través de la filosofía y la literatura o como él lo escribió en el prólogo de su Diccionario filosófico: “Las personas, sea cual sea su condición, encontrarán algo con lo que instruirse al tiempo que se entretienen”.
Muchas gracias por esta
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