¿QUIÉN NO HA RAYADO UNA PARED?
¿QUIÉN NO HA RAYADO UNA PARED?
Pintura Mural, Grafiti y Esténcil
Por: Ximena Jordán
ximejordan@gmail.com
¿Quién no ha rayado una pared? Si hacemos esta pregunta en público, probablemente la respuesta será negativa por parte de la mayoría de los presentes. Siendo "no" la respuesta más posible, al mismo tiempo probablemente esta no sería, en la mayoría de los casos, la respuesta más verídica. Sin perjuicio de la vergüenza que implicaría reconocer la falta de urbanidad que involucra hacer ilustraciones sobre una pared, lo más seguro es que la mayoría de nosotros sí lo ha hecho.
Los niños rayan paredes de manera casi instintiva. Y todos alguna vez fuimos niños. Los pequeños, en algún momento de sus viditas, se ven tentados a agarrar una tiza, plumón, lápiz de cualquier tipo, algún tipo de salsa, merengue...cualquier sustancia levemente pigmentante para ocuparla a modo de pintura y para que sus manitas hagan las veces de pincel. Probar cómo quedaría impregnada a través de la sustancia elegida una figuración de su autoría en la pared, es francamente un impulso incontrolable y, por qué no decirlo, un impulso bueno. En cuanto creativo y aventurero, a este rayado de pared no se le puede negar su bondad…aunque tengamos que frenar a sus autores por motivos socializantes, económicos y educativos.
Fragmento de mural. Sitio Nourlangie, territorio del Norte, Australia. Foto: Ximena Jordán.
De la acción de probar cómo quedarían nuestras ideas ilustradas en un soporte sólido, vertical y ciertamente de tamaño más grande que nosotros, nace la primera forma de representación visual de la cual se tiene conocimiento hasta la actualidad. Esta representación artística visual primaria y ancestral, es conocida como arte rupestre, definiéndose este como aquellas expresiones visuales bidimensional plasmadas en un soporte de naturaleza rocosa. Fascinantemente, los niños siguen espontáneamente replicando esta forma de expresión en el ciclo XXI, como si no hubiera pasado "nada de tiempo" desde el acto creativo del hombre de las cavernas que dio origen a las primeras formas artístico-visuales y el desarrollo cognitivo de los niños de hoy en lo que comprensión visual del mundo respecta.
Y es que, al parecer, las paredes o murallas, ya sean de roca, de piedra, de madera, de adobe y de la más imaginable variedad de materiales, son una irrefrenable tentación a la creatividad visual del ser humano. Podríamos deducir que nuestros ancestros que vivían en cavernas de roca, ilustraban en los muros rocosos de las mismas porque aún no era momento de la historia en la cual contar con viviendas construidas artificialmente por las manos humanas. Si no aún no construían sus propias moradas, menos aún iban a fabricar superficies idóneas en las cuales plasmar en forma permanente las imágenes por ellos compuestas. Este último podría sería entonces, el motivo principal de por qué el ser humano quiso comenzar por pintar en la roca misma: porque aún no contaban con otro tipo de superficie dónde plasmar imágenes que permanecieran indelebles al menos por un periodo considerable de tiempo. Distintamente, los demás soportes para pintar ofrecidos por la naturaleza, tales como troncos de árboles, arena de suelo y la piel de los cuerpos de los mismos seres humanos, eran esencialmente efímeros en su función. A pesar de esto, estos soportes efímeros también fueron ocupados por el hombre prehistórico para plasmar aquellas imágenes que no tuvieran una urgencia de permanecer observables por un lapso largo de tiempo. Estas imágenes plasmadas en soportes efímeros no eran necesariamente imágenes con una trascendencia cultural menor que las plasmadas en las rocas. Simplemente cumplían una función cultural distinta que no ameritaba una resistencia contra su desaparecimiento natural. En cambio, las ilustraciones que quería vencieran el paso del tiempo, esas, se hacían en soportes rocosos.
El Pescador. Fragmento de mural. Sitio Incahuasi, Desierto de Atacama, Chile. Foto: Ximena Jordán.
A partir del razonamiento previo y tomando en cuenta los miles de años que han trascendido a esta situación ¿por qué continuamos el rayado de todo tipo de murallas durante toda la posteridad de los tiempos? A pesar de que poco después de la época de las cavernas, el ser humano comenzó a generar una sorprendente diversidad (aún creciente) de idóneos soportes para sus creaciones artísticas, ¿por qué seguimos rayando, dibujando y creando en las paredes?
La respuesta a esta interrogante es que el rayar, pintar o dibujar en las paredes cumple una función creativa y comunicativa particular, la cual no es reemplazable por la función ejercida por los múltiples soportes para arte visual que han ido aumentando las posibilidades técnicas con que cuentan los artistas conforme avanza la historia del arte. Esta particularidad en su función, hizo que el "rayado de paredes" deviniera en varias otras expresiones de arte visual que se sumaron al poco tiempo a la primera de ellas; el arte rupestre. Entre estas expresiones, podemos mencionar como las más desarrolladas hasta nuestros días al muralismo, el grafiti y el esténcil. En esta trilogía, y en su evidente relación con las formas de artes visuales más primarias, indagaremos a lo largo del desarrollo del presente artículo, del cual esta parte es solo la introducción.
Esténcil en muro de Iglesia La Matriz, Valparaíso. Autor desconocido. Foto: Ximena Jordán.
¿Qué será lo que tienen las paredes? Varios factores pueden influir en que la predilección que generan como depositarias de mensajes visuales. Son muy grandes; por lo general nos superan ostensiblemente en tamaño. Cumplen la función de albergarnos a nosotros mismos o de sostener la infraestructura que nos ampara. Las murallas nos son soportes importantes e imprescindibles. Son sólidas y resistentes, no son fáciles de derrumbar. Aunque sabemos que se puede acabar con ellas, como con cualquier cosa material, al mismo tiempo nos consta que esto en el corto plazo, probablemente no sucederá.
¿Será entonces que el impregnar de formar artísticas las paredes nos es atractivo por la sensación de permanencia que estos soportes nos transmiten? Asimismo, las murallas son potencialmente eficientes al ser ocupadas como medio de comunicación visual, ya que quienes habitan o pasan tras ellas no pueden evitar observarlas. La imagen plasmada en una muralla se vuelve una imposición al transeúnte o al habitante del espacio conformado por estas paredes, según sea el caso. Por causa de esto, aumenta ostensiblemente la cantidad de observadores ante los cuales se verán inevitablemente expuestos los mensajes visuales figurados en un muro.
Símbolo desconocido. Fragmento de mural. Sitio Incahuasi, Desierto de Atacama, Chile. Foto: Ximena Jordán.
Interesantemente, los dos argumentos recién planteados tienen que ver con la expresión inevitable de nuestro ego, ese aspecto tan intrínseco como innegable a nuestra condición humana. Que lo que ilustremos "no se borre en mucho tiempo" y que lo que comuniquemos "sea recibido por la mayor cantidad de personas posible". ¿Qué puede ser más egocéntrico que estas razones? Y es que, aunque a veces nos pese a los profesionales del área de las artes, lo cierto es que el arte es una actividad que necesariamente proviene (al menos en parte) del desarrollo y de la expresión del ego de su autor. Ese ego que nos hace sentirnos solo nosotros mismos y no otra cosa ni otro ser. Ese ego que nos hace ilusoriamente percibirnos como seres importantes e imprescindibles, aunque nos baste pensar breves minutos con nuestra mera lógica para darnos cuenta de que en realidad, "tan" importantes y "tan" imprescindibles definitivamente, no somos.
Retomando el análisis con respecto al arte rupestre, resulta inquietante darnos cuenta de que estas cavernas dibujadas, cuyos motivos en la actualidad se nos hacen difíciles de descifrar, no son sino una manifestación visual de la consciencia que desde inmemoriales tiempos tiene el ser humano de sí mismo. La expresión de esta consciencia es, paradojalmente, la lógica racional detrás de esta actividad de rayado en la pared rocosa, la cual nos consta científicamente que comenzó a ser realizada por los habitantes cavernarios hace aproximadamente unos 30.000 años, al menos en algunos lugares del globo.
Serpiente o ciempiés. Fragmento de mural. Sitio Incahuasi, Desierto de Atacama, Chile. Foto: Ximena Jordán.
Cuando el desarrollo de las disciplinas racionales de interacción con el mundo tales como la medicina, la arquitectura y la mecánica, aún estaban en su más incipiente estado, el ser humano ya siente la necesidad de expresar visualmente la consciencia que tiene de sí mismo y de la cual no puede desprenderse, aunque en ocasiones, sin duda así lo quisiera. Y expresa dicha consciencia, dibujando en las murallas que lo resguardan. Rayando la pared.
Ximena Jordán
Master in Art Curatorship, Melbourne University
Licenciada en Estética PUC
ximejordan@gmail.com
Twitter: @ximenili
Imágenes: Ximena Jordán
Imagen de Portada: Guerrero águila en caballo blanco. Detalle de mural: Del Porfirismo a la Revolución. Muralista David Alfaro Siqueiros, 1966. Foto: Ximena Jordán.