Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
Little Chilean Thoughts


Clamton y los cardos
"Clamton y los cardos". Fotocomposición de Carolina Benavente a partir
de retrato fotográfico ideado por Clamton y tomado por Ricardo Peralta.

 

Una isla en el Mar de la Nada: Clamton, el cómic y el pensar vegetal

 

por Carolina Benavente Morales

cbenavem@gmail.com

 

Más conocido por el seudónimo de Clamton, Claudio Galleguillos es el autor de una obra excepcional dentro del cómic chileno. Tanto, que dio origen al primer libro de cómic nacional, Historias. Planetas, cerebros y átomos, publicado en Santiago por Trauko-Fantasía el año 1990 y convertido en objeto de culto con el pasar del tiempo. Este dibujante y escritor chileno nació el 4 de marzo de 1968 en La Serena y falleció el 6 de enero de 1994 en Rancagua, ciudad a la que su familia se trasladó a vivir cuando él tenía cinco años. Al morir, tenía veinticinco. Poco a poco, su vida y su obra están siendo recuperadas e intentaré contribuir a este rescate perfilando lo que podría llamar su "pensar vegetal" y subrayando lo inusual que éste resulta en el ámbito del cómic y en el del arte chileno en general.

Debido a la intensidad de su nexo sensible con el mundo, las cosas no fueron sencillas para Clamton. Fue adepto al dibujo y la escritura desde muy joven, desarrollando varias de sus ideas y prácticas estética junto a su compañero y amigo Jorge Mariscal o Matterscal, y el año 1986 ingresó a la Escuela de Artes de la Universidad de Chile. Como en otros frentes de la vida, y pese a que hoy en día parte de su obra está alojada en el servidor web de esta institución, se topó allí con una gran incomprensión. Crecientemente despreocupado de las convenciones sociales, dejaría sus estudios sin finalizar, pero en esos años ya se había conformado un circuito artístico alternativo donde pudo encauzar su búsqueda estética. Este circuito es el de revistas como TraukoMatucana o Bandido que impulsaron el cómic underground local, apoyándose para ello en la realización de eventos y fiestas y en la difusión en algunos programas televisivos juveniles. Por medio de la Trauko, creada por iniciativa de Pedro Bueno y Antonio Arroyo, la movida española se hizo presente en el país, propiciando el destape a la chilena. Clamton era reconocido entre sus colegas por tener la propuesta más original, y los europeos gestionaron la publicación de su libro, alentándolo a seguir creando. Las palabras de un actual cultor y promotor del género, Carlos Reyes, pemiten formarse una idea general acerca de esta obra y su impacto:

 

Y ciertamente sus paisajes oníricos, y a veces pesadillescos, están llenos de alusiones conscientes o inconscientes a órganos, plantas, espinas, células, virus y seres fantásticos rodeados por la indiferencia y crueldad de una naturaleza despiadada, lanzada en un cotidiano avance hacia la entropía, como si el dibujante quisiera descifrar esos mundos poblados de vida y muerte que habitan nuestros cuerpos. Clamton podría ser un hijo bastardo del cineasta Canadiense David Cronenberg, pues al igual que éste, anuncia el cambio, la mutación y la enfermedad que subyace bajo nuestra carne y dentro de nuestras mentes. Sus cómics disectan el espacio y la carne con una lucidez lapidaria. Leer a Clamton provoca y afecta.
(Carlos Reyes, SF. "La verdad sobre plantas y átomos". Ergocomics.cl. el sitio del cómic chileno y latinoamericano).


Clamton. Historias. Planetas, cerebros y átomos (portada). Santiago: Trauko-Fantasía, 1990

Además de colaborar con las revistas emblemáticas del cómic chileno, las que todo el mundo leía, Clamton desarrolló una abundante obra en su mayor parte inédita que se encuentra dispersa en diversas colaboraciones gráficas, poéticas y sonoras con colegas y amigos, así como en cuadernos, croqueras, fanzines, cartas, grabados, dibujos, cassettes, etc. En el sitio dedicado a él en Facebook se puede acceder a imágenes de algunos de estos materiales, así como a fotografías y dibujos de su mejor personaje, o sea, él mismo, con sus anteojos, su frente amplia, sus cejas pobladas, su delgadez y su trajecito formal. Varios de estos materiales han sido recopilados por Rodrigo Araya en el marco de una investigación audiovisual en curso sobre la Trauko. He tenido acceso a ellos porque Rodrigo los publicó en dicho sitio, que hoy administramos conjuntamente y que creé para homenajear a Clamton. Tuve la suerte de conocerlo personalmente el año 1990, después de que un día cualquiera me abordara, como a otras chicas, en la calle, en Providencia, y por eso yo también conservo algunas cartas y dibujos que él me regaló.

Pese a su enorme producción, no podría decirse que Clamton fuera un trabajador infatigable. Era más bien un artista insaciable en sus ansias de explorar nuestra realidad y sus mundos paralelos, lo que hacía con una minuciosidad, una ironía y una ternura extremas. El arte en sí no parecía interesarle, sino la posibilidad de mantener una comunicación genuina con la gente que lo rodeaba, aunque ésta difícilmente lo entendiera. Por eso, se dedicaba al género epistolar con una dedicación estética inusual, en momentos en que Internet estaba a punto de virtualmente acabar con esta práctica gratuita que tiene mucho de artesanal. Es como si, presintiendo que iban a desaparecer, todas las palabras escritas se hubiesen puesto de acuerdo para infiltrarse entre nosotros por la punta de su lápiz. Además, Clamton exploraba diferentes formatos, pues el año 1991 me envío una carta en un cassette, por lo cual la califico como una “carta sónica”, y en ella comenta una convocatoria de mail art mostrándose interesado en participar. Escritas o habladas, sus comunicaciones seguramente no dejaban indiferente a nadie ni en el contenido, ni en la forma, con su caligrafía extremadamente minúscula y apretada que a veces se agrandaba, y donde las letras o las vocales se convertían en personajes de las fantasiosas historias narradas, así como de la constante y provocadora interpelación al lector. Las palabras que me escribió hacia el final de una carta de despedida del año 1990 –después nos veríamos de nuevo, por poco tiempo más- son elocuentes a este respecto:

Hey babe, take a walk on the wild side. ¿Qué pasará finalmente contigo? Quizás finalmente te estrelles en el Mar de la Nada, como todos mis estúpidos amigos. Quizá te ilumine finalmente un resplandor divino y encuentres una isla en el Mar de la Nada. Poca gente. Asimilemos la “Realidad” He He...
(Carta de Clamton a Carolina Benavente fechada el 4 de septiembre de 1990)


Clamton. Introducción de carta a Carolina Benavente fechada el 4 de septiembre de 1990.

Este fragmento, ubicado en la introducción a una carta larguísima de 13 planillas, y que se hace aún más larga por lo comprimido de la letra, es bastante ilustrativo de su obra y de su actuar. Mientras los autores de su generación se volcaban al escrutinio posmoderno del entorno urbano y la cotidianidad, Clamton eludía la referencialidad, localizando sus historias en espacios cósmicos y microscópicos que nos hacen cruzar umbrales hacia dimensiones expandidas de la conciencia, a la vez que evocan a Chile mediante multitud de metáforas abiertas a diferentes interpretaciones. No estaba desconectado del mundo real, muy por el contrario, estaba atento a todo lo que pasaba a su alrededor: veía películas, hojeaba los periódicos, escuchaba mucha música, leía muchos libros, iba a fiestas, ingería bebidas espirituosas y drogas alucinógenas, sabía de búsquedas estéticas contemporáneas, criticaba el contexto dictatorial y hasta tuvo un hijo, Franco, cuyo estado embrionario le inspiró el personaje de Qumz, el que figura en una de sus Historias.

Sin embargo, Clamton habitaba este mundo de una manera diferente. Secuaz del Conde de Lautréamont, Clamton no hacía concesiones de ningún tipo. Despedazaba nuestros mitos colectivos y, mediante una imaginación desbordante, los recomponía mediante un humor cáustico en cuyo revés reinventaba lo que entendemos por belleza. Por ejemplo, escribía cosas como ésta, a propósito de la beatificación de la chilena Sor Teresita de Los Andes:

Era virgen, y se presentó DIOS, y DIOS era una fina lluvia de semen que la penetró por cada poro en un orgasmo celestial. Y DIOS estuvo en su vientre, y sobre la nubosidad tuvo Teresa de Jesús a DIOS en su interior. Entonces bajó del cielo un serafín con una lira, y revoloteando en torno a ellos la tocaba, y luego bajó otro, de gruesos labios, y acercándose con sus alitas en movimiento se posó entre las piernas de la Santa y comenzó a lamer su vagina, lubricándola por vez primera en su vida para precipitar la salida de DIOS. Y salió DIOS en gloria y majestad y la vagina de la Santa se abrió como la boca de una caverna para dejarlo salir, levitando, rodeado de una corte de ángeles y pequeños serafines de todas las razas.
(Clamton, “La Beata Teresa de Jesús” [fragmento], La preciosa nativa Nº7, 1990, imagen publicada en Facebook por Hans Braumüller).


Clamton. "La Beata Teresa de Jesús de Los Andes". La preciosa nativa Nº7, 1990.

Pero la imaginación de Clamton no necesitaba de grandes temas para ponerse a funcionar. Situaciones banales como cruzar Santiago Centro o tomar once donde unas tías también lo hacían despegar hacia universos donde la fantasía no tenía por misión sustituir la realidad, sino extremarla, deformarla y transfigurarla. Si bien la esquizofrenia que se le habría gatillado después de pasar varios días ingiriendo drogas con otra amiga contribuyó a aumentar su capacidad fabulatoria, las alucinantes visiones de Claudio se sustentaban en un pensamiento propio. Dentro de su locura, nunca perdió la lucidez, y esto podía volver aún más insoportable la interacción con él, ya que sus piezas parecían sintonizar extrañamente entre sí, dentro de un entramado mayor que podía perturbar en exceso. Su muerte se debió a que cruzó pastillas antiesquizoides con alcohol y, si algunos acusan un descuido de la familia, parece ser que finalmente murió en su ley.

El pensamiento de Clamton Clam se fue desplegando por medio de la práctica misma del cómic, lo que es atípico si se considera que se trata de un género "menor", pese a que hoy en día el cómic artístico y experimental cuenta con numerosos otros exponentes en Chile. Para entender esto más cabalmente, sería necesario considerar el cruce gráfico entre dibujo y escritura, la articulación narrativa entre ambos, y la apropiación contracultural del cómic mismo. En esta otra clase de poesía visual, el conjunto se aprehende de manera progresiva, de página en página, de recuadro en recuadro, y de renglón en ilustración, por medio de historias que se nos cuentan. Sin duda, también la llamada poesía visual tambien leerse en clave narrativa, pero ésta se encuentra más marcada en el cómicConsiderando que Clamton nos contó sus historias en plena caída de los macrorrelatos, en medio de un vacío de sentido que, en muchos casos, intentó ser colmado por el mencionado recurso a la cotidianidad, su mérito fue el de no renunciar a una perspectiva total que implica un redimensionamiento mental a la vez cósmico y atómico, y que nos concierne y nos incluye como personajes que interactúan en planetas de múltiples entrañas y superficies. Entre las influencias de Clamton probablemente se cuentan los biólogos Francisco Varela y Humberto Maturana, quienes al filo de los 1990 eran muy seguidos en Chile, y también podría pensarse en un influjo del antropólogo chamánico Carlos Castaneda, así como de los filósofos esquizoanalíticos Gilles Deleuze y Félix Guattari, quienes apuntan a propósito de la "distinción viviente entre 'Tonal' y 'Nagual'" observada por Castaneda:

Lo tonal parece tener una extensión heteróclita: es el organismo, pero también todo lo que está organizado y es organizador; también es la significancia, todo lo que es significante y significado, todo lo que es susceptible de interpretación, de explicación, todo lo que es memorizable bajo la forma de algo que recuerda a otra cosa; por último, es el Yo, el sujeto, la persona, individual, social o histórica, y todos los sentimientos correspondientes. En resumen, lo tonal es todo, incluido Dios, el juicio de Dios, puesto que "construye las reglas mediante las cuales aprehende el mundo, así, pues, crea el mundo por así decir". Y sin embargo, lo tonal sólo es una isla. Pues lo nagual también es todo. Y es el mismo todo, pero en tales condiciones que el cuerpo sin órganos ha sustituido al organismo, la experimentación ha sustituido a toda interpretación, de la que ya no tiene necesidad. Los flujos de intensidad, sus fluidos, sus fibras, sus continuums y sus conjunciones de afectos, el viento, una segmentación fina, las micropercepciones han sustituido al mundo del sujeto. Los devenires, devenires-animales, devenires-moleculares, sustituyen a la historia, individual o general. (...) Pero lo importante es que lo tonal no se deshace destruyéndolo de golpe. Hay que rebajarlo, reducirlo, limpiarlo, pero sólo en determinados momentos. Hay que conservarlo para sobrevivir, para desviar el asalto de lo nagual. Porque un nagual que irrumpiera, que destruyera lo tonal, un cuerpo sin órganos que rompiese todos los estratos, se convertiría inmediatamente en cuerpo de nada, autodestrucción pura sin otra salida que la muerte: "lo tonal debe ser protegido a toda costa".
(Gilles Deleuze y Félix Guattari. Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. 9ª ed. Valencia: Pre-Textos, 166-167)

Clamton - Qumz, 1990
Clamton. "Qumz". Historias. Planetas, cerebros y átomos.
Santiago: Trauko-Fantasía, 1990

En su prólogo a Historias, Clamton alude al TODO como un universo sin principio ni final que se trama densamente en infinitas interconexiones planetarias, cerebrales y atómicas o, siguiendo a Deleuze y Guattari a propósito del nagual, en infinitas conjunciones de flujos, fibras y fluidos de intensidades y afectos, como una fina lluvia de semen penetrando a una santa sobre las nubes en el cielo. En los nodos de esta trama se va constituyendo el YO -tomo este "yo" mayúsculo de un microrrelato de Clamton en su carta sónica-, la isla tonal, encontrada gracias a un resplandor divino. Ambos conviven, el YO, el TODO, y se articulan en una lucha contra la NADA circundante. Ésta aparece constantemente en la obra de Clamton, aunque menos como mar que como desierto lunar.  En el mar, Clamton se convierte en el Pharista que ilumina. En el desierto aparece Qumz, que es una sola conciencia fraccionada en infinitas esporas que renacen una y otra vez de sí mismas, de manera autopoiética, varelo-maturanamente.

Al igual que en la región de Atacama, al Norte de Chile, este desierto es florido, pues el pensar total de Clamton es también un pensar vegetal. Su forma de habitar el mundo tiene por modelo a las plantas y sobre todo las flores, con una predilección por los coloridos y espinosos cardos. Estas flores crecen en parajes agrestes, pero poblados de pequeñas ideas corpóreas que se agitan y nos hacen señas, además de hacernos reír por la ridiculez de esta ocurrencia representativa permitida por el género cómic. Asimismo, en la escritura de quien las dibuja, los conceptos no están separados del habla ni de la grafía, como no lo está la mente del cuerpo ni de su geografía porosa e irregular, por medio del cerebro. La obsesión de Clamton por el detalle lo hacía penetrar en las características de sus personajes y en la caligrafía, las palabras, los trazos y los sonidos mediante los cuales los animaba. En su obra se conjugan inusualmente surrealismo y arte concreto, articulando plano simbólico y plano material de manera que el significante de la palabra –la letra, el habla- se convierta en un personaje, es decir, de manera que el tonal se vuelva nagual, y éste a su vez se tonalice, y así sucesivamente de manera fractal, en una constante desorganización del cuerpo que se reorganiza con la finalidad de escapar a la muerte. Por eso, este pensar vegetal constituye un antídoto contra el biopensar, entendido como sujeción corporal y mental por medio de la vida políticamente controlada.


Clamton. "La escritura de las flores". Historias. Planetas, cerebros y átomos.
Santiago: Trauko-Fantasía, 1990.

El estilo de dibujo de Clamton se asemeja al de la historieta infantil, con figuras caricaturizadas principalmente en blanco y negro, textos escritos a mano y un trazado sencillo que se complejiza en la profusión de detalles, así como en el hachurado. Sin embargo, la ingenuidad figurativa de esta obra, así como su énfasis lúdico y cómico, relevan más de la capacidad de asombro del autor que de su simpleza. Se requiere de tiempo para adentrarse en la realidad, pero un tiempo peculiar, denso, ritmado, sincopado e impregnado de otros tiempos. Por medio de su pensar total y vegetal, Clamton desarrolló una cosmovisión completa, y nos la ilustró para que pudiésemos verla mejor. Esta cosmovisión, enlazada a otras fibras del pensar, fue más allá de las discusiones entonces incipientes acerca de la era global, anunciándonos que la comunicación por redes sería insuficiente de no involucrar a organismos vivos que piensan sintiendo, mediante una inteligencia estética y poética de filamentos que se enredan emocionalmente. Hizo falta mucho tiempo y muchos kilómetros de distancia de Santiago para llegar a entender o a hilar un discurso sobre la poética de este joven excéntrico que nos reveló la escritura de las flores. Habitante provinciano del Valle Central chileno, entre el Norte serenense y el periférico centro rancaguino, tal vez lo más minoritario en él, junto a su imaginario botánico, paisajístico y natural, sea su recurso a materiales tan accesibles como el lápiz y el papel, pues, al igual que otros artistas de su condición, con estos sencillos elementos dio origen a una obra madriguera de tallos, espinas y capullos eclosionando en medio del vacío. Y a una vida que, como él lo quería para todas las vidas, nos seguirá intrigando, asombrando y afectando en su devenir floral, piel del cosmos, respiración universal.

Valdivia, 16 de mayo de 2011

 

Clamton (Claudio Galleguillos, La Serena, 1968 - Rancagua, 1994)

Dibujante y escritor chileno, autor del primer libro de cómic publicado en su país, Historias. Planetas, cerebros y átomos (Santiago: Trauko-Fantasía, 1990). Un par de historias contenidas en este volumen pueden consultarse en la revista Cyberhumanitatis Nº 18, año 2001 y varias de sus creaciones inéditas y sus retratos fotográficos en la página de Clamton en Facebook.

Escáner Cultural nº: 
136

Escaner Cultural años 2007 - 2024

Inicio de Usuario