Del 12 al 30 de abril se presenta en Galería Artium una selección de obras creadas en los años 80 por artistas emblemáticos de esa generación: Omar Gatica, Pancha Núñez, Samy Benmayor, Carlos Maturana (Bororo) y Pablo Domínguez

 

Se trata de pinturas, grabados y esculturas, unas 20 piezas donde se incluyen algunas nunca  exhibidas, ya que han pertenecido a coleccionistas privados. “Obras atípicas y con valor histórico, creadas en momentos especiales de la vida de los artistas, durante viajes y estadías en lugares específicos”, detalla Luz Barros, directora de Galería Artium.

La exposición da cuenta en forma especial del vigor gestual y arrojo cromático de un grupo reconocido dentro del neoexpresionismo chileno que emergió a comienzos de esa década desde la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile. 

 

 

    

 

El ambiente del arte pronto entró en disputa: la Escena de Avanzada y el neoconceptualismo local acusaban a los pintores por su hedonismo e interés comercial. Sin embargo, no siempre fue ésa la postura común. El arrojo expresivo puede leerse también como existencialismo desde personalidades no siempre gozosas, en un contexto de gran convulsión política y social. Ocurrió por ejemplo con Gatica (1956) y Pancha Núñez (1961) –la única escultora– que se relacionaron más con el movimiento underground de la época, abordando –él– un imaginario que cruzaba muerte y erotismo, mientras que Núñez erigió un repertorio de personajes dislocados y de materialidad precaria.

 

 

Dentro del trío Bororo (1953), Benmayor (1956) y Domínguez (1962 - 2008), este último pintor es el que menos desenvoltura gestual ha demostrado, no obstante en la muestra hay obras donde igualmente hizo gala de chorreos, manchas y grafismos, sorprendiendo algunas donde aborda la naturaleza muerta o una vista aérea del río Mapocho. Los tres se relacionaron desde la reinvindicación de la pintura, buscando representar sus mundos cotidianos siempre dentro del clásico diálogo de pigmento y superficie, pero con diversidad de materiales. Se trata de un imaginario en el que igualmente cabe una mirada sobre la contingencia y la ciudad de entonces.