Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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Signos Corrosivos

Postliteraturas…

¿Hacia una nueva imaginación crítica?

(o la poética-uróboro)

Diálogo-entrevista con el artista y escritor César Cortés

  

Desde México: César Horacio Espinosa V.

Esta es una conversación-entrevista en dos tiempos: hubo un primer diálogo-entrevista que yo respondí (César Espinosa), pero del cual mantengo ciertos temas y preguntas para esta segunda parte del coloquio, donde el artista y escritor César Cortés expone sus reservas hacia la idea de hablar de un “nuevo arte”, pero también apunta conceptos como: Veo la Red como una hiper plaza pública en la que el debate es cada vez más intenso y donde ya se está comenzando a discutir problemas de microcontrol colectivo. En todo caso, ese es el arte que hoy me interesa; mapeo y revelación de ese control”.

    

C. Cortés: Superposición 13

Dejo de adelantarme a las respuestas y presento al entrevistado: César Cortés es un productor mulfacético mexicano, que centra su trabajo en la recuperación de situaciones no habituales contenidas en las rutinas de inserción social. Combina la literatura con las artes plásticas y la edición desde una perspectiva transdisciplinaria, buscando formatos no convencionales como espacio expositivo y de publicación.

Egresado de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional (UNAM), cursó también el Diplomado en creación literaria en la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM). Autor de la novela Abandona Silicia; de un libro de relato breve, Noche para armar, y otro más con un texto experimental, espejo-ojepse, así como la recopilación de ensayos Periferias y mentiras. Textos sobre arte, banalidad y cultura alternativa. Recientemente realizó la antología Textos postautónomos, que agrupa ensayos de Mark Amérika, Hakim Bey, La Societé Anonyme, Wu Ming, entre otros. Ha sido antologado en los libros Paraguas para remediar la soledad, Siete de la poesía, Ecos de la imagen, http://poesíacero y Cupido Internauta. Coordina la publicación Ágora speed; postliteraturas.

   

Araceli Zúñiga y César Espinosa (Imagen Ágora Speed-3) 

En el recentísimo número 3 de la revista virtual Ágora speed; postliteraturas (http://agoraspeed.org/) iniciamos este diálogo a dos voces (en el que intervino también Araceli Zúñiga) que voy a retomar aquí, en esta entrevista que ahora me toca revirar a mi tocayo César Cortés, con la presentación de unas citas de aquella conversación, aún en proceso de culminar algunas partes que se vuelven a abrir en su calidad de uróboros…

    

Diálogo 1:

César Cortés: (…) ¿Hasta dónde se puede (…) hablar de rupturas en cada una de las manifestaciones de las literaturas experimentales, si los lenguajes hegemónicos siguen ocupando la zona central del problema de la cultura

 


César Cortés

César Espinosa: (…) lo que llamamos “poesía experimental”,  con antecedentes que se remontan a muchos siglos atrás de transfusiones entre la imagen visual y el sonido con la escritura poética, no necesita en absoluto legitimarse hoy en el universo transmedial de finales del siglo XX y principios de éste.

La obra se construye apelando a la práctica sensorial del lector, donde lo visto y lo leído funcionan desde lo dispuesto por el cuerpo. Sus dispositivos son entonces, ojos, oídos, lengua, manos.

El cuerpo textual activa, por ende, otros códigos además del lingüístico: el icónico, el kinésico, el de circulación, Tampoco es permisible el abandono definitivo de las estrategias tradicionales de lectura, pues la poesía visual conserva elementos poéticos tradicionales.

Es cierto que a medida que se pierde el carácter discursivo de los textos se va haciendo más difícil el reconocimiento de los artificios de siempre, pero no es que hayan desaparecido, sino que se manifiestan de maneras muy diversas. De hecho, la metáfora, la sinécdoque, las figuras de oposición, el hipérbaton, pueden no sólo estar presentes, sino incluso ser esenciales para organizar y estructurar un poema visual.

Entonces, más allá del arte y la poesía “puros” del siglo XIX, de decadentistas, secuelas del esteticismo romántico, y más allá del referente “puro”, éstas tentativas e incursiones ex centris por su propio carácter profundizan hasta las zonas entrañables y corporales de aquellas artes tradicionales y las deconstruyen para crear nuevas dimensiones de significación y valor estéticos.

 

-(…) Cuando se habla de “obra de proceso” en artes visuales, nos referimos a un cambio que contempla al tiempo como transitorio y a la obra como inacabada. En la oposición –siempre dinámica– entre arte hegemónico y arte perimetral, una de las diferencias que encuentro en las propuestas posvanguardistas de las artes visuales es el manejo y disfrute del presente.

 

  

Imagen: C. Cortes: Cero - Vectores

C. Espinosa: (…) Algunos exponentes de las artes ortodoxas, entre ellos buen número de cultivadores de la poesía verbal, persisten en mantenerse atrincherados en sus Líneas Maginot al rechazar las potencialidades de la ciencia-técnica de nuestros días para aumentar el conocimiento de lo humano y sus posibilidades expresivas.

Frente a eso podríamos asumir que la poesía no es algo estrictamente verbal, sino que lo verbal es una de las formas de expresarla. La poesía, hoy, se convierte en un mensaje enciclopédico: todos los símbolos contienen, en sí, todas sus acepciones.

Lo transversal, la transdisciplinariedad es producto de los nuevos paradigmas culturales; la pureza parece imposible tanto en el mundo real como en el de las ideas. El poema visual participa de la modernidad, como en la redistribución del espacio poético.

Sucede así en la cultura de la fragmentación y de la especialización dentro de la que nos debatimos, donde el genio digital compite con el genio poético.


César Espinosa (Imagen Ágora Speed-3)

 

-Por último, ¿cómo ven el desarrollo futuro de la experimentación lingüísticavisual según las nuevas aplicaciones y tendencias en estos últimos tiempos?

 

Hablaremos del momento actual, para hablar del posible futuro… La poesía visual/ experimental puede comprenderse como un lenguaje de signos que abarca sonidos, letras, fonemas de una lengua, iconos… ¡porque el mundo está lleno de signos!

Los poemas visuales en los cuales la propia imagen deviene logos, portador de signos, el objeto-icónico es en sí mismo un signo que apunta al inconsciente.

Este poema exige un lector agudo, porque en sus imágenes se concentra (en muchos casos de forma barroca) toda la experiencia de la vanguardia pictórica y literaria en la búsqueda de un nuevo lenguaje “donde la palabra es vista y la imagen leída”.

El poeta crea, y todo lo que hay a su alrededor puede ser poesía, crea con todo lo que tiene. Un ladrillo con una antena, ahí te lo deja el poeta. Pero en este caso, la palabra cobra un sentido mucho más secundario que en la poesía tradicional... Lo que está claro es que las fronteras entre el arte y la literatura se difuminan... De todas maneras, la poesía no tiene por qué dejar de ser una obra de arte.

La poesía experimental tiene palabras, objetos, depende siempre del tipo de poema experimental que busquemos. Poesía es el fortuito encuentro de un signo con una intención, en el azar de la mirada.

 

  

Diálogo 2:

Lo “nuevo”, un arma de dos filos…

 

1. César Espinosa: Retomaré algunos puntos que propuse en mi colaboración anterior en Escáner Cultural y en la misma entrevista que tuvimos hace poco: ¿Qué nuevo arte ha emergido en la transcurrida primera década del siglo XXI?  ¿Hasta qué grado las nuevas tecnologías y la indigesta ensalada de los pos-pos-posmodernismos siguen prolongando, con vida artificial, al caduco siglo XX?

¿O bien la red de redes ofrece una alternativa aún utópica y R-evolucionaria, un evanescente sentido óntico-ético-epistémico-semiótico (¡Ufff!) al mundo sin preguntas y sin respuestas (PENSAMIENTO ÚNICO) de la globalización predatoria del neo-monopolismo ultratecnificado y su Guerra Permanente (o “preventiva”)?

VIDEO ars poetica- C. Cortés

http://www.youtube.com/watch?v=GcJ7empurGI

http://www.ciberliteratura.com/video/ars-poetica-cesar-cortes

-César Cortés: Pensar en lo “nuevo” es un arma de dos filos. Cada vez que escucho el término no hago sino recordar lo que señala Walter Benjamin en su Tesis de la Filosofía de la Historia al describir el cuadro de Paul Klee; aquel Angelus Novus que avanza de espaldas hacia el huracán del futuro mientras observa aterrorizado un pasado hecho de ruinas y, por tanto, de errores irreconciliables.

La naturaleza de lo nuevo comporta esa lucidez incómoda, pero necesaria. Porque avanzar hacia lo nuevo nos impone un peso nefasto del que sólo podríamos desprendernos renunciando a su enunciación. Y en este futuro que nos prometieron y que comenzamos a vivir, las herramientas que nos parecen maravillosas, y que en poco tiempo sólo serán chatarra, han sido creadas para suplir necesidades ligadas a una concepción de dominio sobre el tiempo y el espacio anterior a ellas.

Por eso me parece aún muy temprano para sentirnos ajenos a los imperativos de la precariedad existentes en las sociedades de escasa tecnología, pues no podemos hablar de ellas suponiendo que no tienen nada qué ver con nuestras condiciones. Y no por tener a la mano nuestro gadget de moda somos menos copartícipes del desastre. Más bien al contrario, pues nos encontramos de frente a una falsa disyuntiva en la que por su intermediación y uso acrítico o se disimula cada vez con mayor eficacia la catástrofe, o se le reproduce en términos infinitesimales con un cinismo clave, perfecto para hacernos insensibles ante ella.


C. Cortés

En todo caso, no hay nada de lo que se propone más interesante en la Red que no pueda ser llevado a cabo también sin ella misma, en términos de realización conceptual. No me refiero a la comprensión específica del medio que supone un método práctico por el cual el objeto se realiza y que, por tanto, es inseparable de su fin, sino al sentido de esa realización, a su episteme.

Habrá que anotar que en este caso el medio es un objeto de sí mismo, es decir que todo lo que se produce a través de él está en él, y que por lo tanto plantea elaboraciones en proceso que son autorreferenciales. Por eso, pienso que la única manera de evitar ese eterno retorno a sí mismo, ese loop de emociones iterativas, es involucrando a la Red con el mundo que aparentemente ha dejado atrás. Esto es lo que está pasando con muchos artistas ahora.

Y es que estamos ante una representación de reciente cuño, que no es sino un modelo de las limitaciones que ciertas culturas hegemónicas nos han impuesto en la manera de percibir los espacios de participación. Este nuevo modelo no es sino una actual cosmogonía –hecha de fragmentos– que es hoy el juguete de nuestros equívocos y que justo por eso vale la pena seguir criticando. No se trata tan sólo de una moda, sino del espacio en el que se debaten las implicaciones de la participación colectiva o de la falta de ella en la época contemporánea. Por eso el problema es de orden político.

Veo la Red como una hiper plaza pública en la que el debate es cada vez más intenso y donde ya se está comenzando a discutir problemas de microcontrol colectivo. En todo caso, ese es el arte que hoy me interesa; mapeo y revelación de ese control. La Red es polivalente; si quien participa en ella logra entender y afinar sus métodos de intervención y crítica –que hoy implican en definitiva los usos de la información derivada de ello, quiénes la usarán, de qué manera y para qué fines– entonces mucha de la producción realizada en ella variará a un estado menos ingenuo y propondrá nuevas maneras de escapar a ese control.

Lo que me parece vital es que según cómo empleemos las respuestas que encontremos en esos debates, estaremos eligiendo nuestra identidad dentro de una realidad que será en pocos años la definitoria en la manera de concebir el mundo y la repartición del poder en él.

  

C. Cortés: Mae le responde a su pueblo (imagen de video)

 

Crisis, disolución, “muerte” del arte

2. Has mencionado la crisis del arte, al que Walter Benjamín todavía preservaba mediante la idea del aura del original frente a las reproducciones técnicas de la obra de arte, que consideras rebasada en razón de la desaparición del original.

Señalas –aunque lo extraigo de su contexto–, que no hay origen ni autor que firme esa falta; ahora la identidad del creador se mezcla con la del usuario y las dimensiones de la obra se vuelven tan volubles como sus repercusiones en la manera de concebir un espacio indefinido, según la cantidad de veces que sea visitado.

¿Esta coyuntura la podemos inscribir dentro de la tradición de enunciaciones relativas a “la muerte del arte”, que viene desde Hegel, quien le da una sólida delimitación filosófica, luego culmina el siglo XIX con Nietzsche y reaparece tras el fragor de la Primera Guerra Mundial con el Dadá? Más recientemente, el tema ha sido regurgitado por Arthur Danto.

Como sabemos (Dino Formaggio), el concepto de «muerte» no se toma en el sentido común de «fin», de «término último», sino mediante el significado dialéctico de Auflösung (disolución-resolución). Esto le permite devenir en una ciencia (del arte) cuyo objeto será reflexionar acerca del carácter contingente de lo que ha sido el arte, o bien tiende a convertirseen ese tipo de impostura legítima que impregna al “mundo del arte” de hoy como espectáculo y distinción (Adorno, Baudrillard, Bourdieu).

Según lo anterior, la "muerte del arte" la percibiremos por una parte como una autoconciencia que se actúa no ya en la idea, sino como autoconciencia que el arte asume de sí mismo dentro de su propio operar praxístico-corpóreo. (Formaggio, 1983) ¿Estarías de acuerdo?

  

C. Cortés: N menos Uno - Vectores

 

-Son aquellas negociaciones al interior del campo del arte de las que habla Bourdieu. ¿Qué nos permite decir que una serie de prácticas tan disímiles puedan ser englobadas dentro de su esfera? El espacio reglado dentro del cual se determinan y definen. También la confrontación y el territorio ganado producto de esa confrontación.

Bourdieu clarifica la función de los agentes como los que producen los efectos que derivan de pulsiones sociales. El agente no es propiamente el autor de una obra sino su productor. Pasa que si, por otro lado, llevamos al extremo los términos de Benjamin, la obra hoy no tiene un referente técnico ni siquiera determinable. La máquina se invisibiliza y queda su producto. Por eso es que el nombre propio del autor, su individualidad elevada a la condición de mercancía de sí mismo según esta mirada, pueda ser criticable, pero no lo más importante.

No podíamos esperar otra cosa si revisamos bien la creación estratégica de corrientes de arte en el siglo XX. Pero hoy –y eso es lo paradójico– basta poner un tag determinado en el buscador de imágenes de Google para que esa obra aparezca enunciada de otra manera y pierda su estatuto. Y hay algo más; José Luis Brea establece una diferencia importante en el arte producido para los nuevos medios. Éste deja de estar representado sobre un soporte que era su principal referente espacial. Incluso su desaparición objetual deja de ser significativa en tanto el soporte, la ausencia que señala el objeto sobre el que no está plasmado ahora parece irrelevante. Porque el medio es un proceso de transmisión que muta, no un soporte.

Poesía Live cinema - C. Cortés

http://www.youtube.com/watch?v=J-qTyt_x4D4&feature=related

http://vimeo.com/11077524

 

Lo que se produce entonces en el arte tecnológico tiene un doble carácter; está presente y a la vez ausente. Es decir, que apenas aparece mezclado con sus mismas condiciones de reproductibilidad y de inmediato, al ser apagado, cerrado, desconectado, la forma muta y el formato –que es algo así como la estructura no potenciada de la forma– permanece. En las condiciones que Benjamin describía y que ya presienten lo que hoy ocurre, la máquina productora era independiente de la obra, mientras que para la reproductibilidad de la obra actual ciertas piezas de la máquina están incluidas en la obra misma y otras sencillamente han desaparecido.

Lo que se repasa en el momento de experimentar una obra es el método y su política de aplicabilidad difusa, en tanto el original se ha perdido y no hay más aura, ni siquiera como referente, lo que implicaría ya no la “cercanía” opuesta a la “lejanía” de la obra original de la que hablaba Benjamín, sino la “inmediatez”.

Ligando esto con la muerte del arte, es justo Dino Formaggio el que redimensiona las palabras de Hegel que sostiene que el arte es cosa del pasado, en cuanto a su “suprema destinación”. Desde la dialéctica, se trata de la superación de figuras conscientes como una progresión y transmutación. El papel que juega la forma frente a la poética, por ejemplo, no es el mismo hoy que el propuesto por el dadaísta Hugo Ball en sus textos, puesto que el espacio histórico de la Primera Guerra en el que se insertaba el “jolifanto bambla o falli bambla” es muy distinto al presente.

Sobre todo porque comportaba una posición política específica de enfrentamiento e irreverencia que declaraban un empeño en contra de las normas regladas del lenguaje y sus modos de operar en el discurso. Claro, su postura puede mostrarnos un cierto modo de hacer frente a los imperativos del ahora. Sin embargo, su uso performativo es indisociable de la época. Por eso Formaggio habla de “muerte de la muerte” o “negación de la negación” que en última instancia es una afirmación, muy en sintonía con la dialéctica negativa de Adorno.

 

César Cortes, 8ª Bienal Internacional de Poesía Visual-Experimental, 2004. 

Esto me parece distinto a lo que hace Danto al referirse al fin del arte, pues lo suyo es una suerte de negociación entre lo legitimado y lo no legitimado, que me parece más un asunto en el que la economía de mercado define sus nuevos rumbos, más que la aceptación de corrientes que confrontan posturas representativas de una cierta clase o tradición política. Y es difícil operar los argumentos creyendo de verdad el carácter posthistórico –que él sostiene– sin declarar que se trata de nuevo de un juego retórico hacia una concepción distinta de la historia, más que de su superación.

 

3. Al mismo tiempo, la disolución del arte puede suponer una intensificación de las formas de la experiencia (como reintegración utópica del arte a la sociedad), o la pura consagración del dominio del espectáculo (como triunfo de los medios de comunicación de masas); eso es justamente lo que está en juego.

José Luis Brea, uno de los más agudos activistas contemporáneos del llamado (no) arte de nuevos medios, observa cómo las prácticas comunicativas desarrolladas en la red implican algo que no puede venderse ni almacenarse, y ni siquiera visitarse o contemplarse de la forma en que todo aquello que hasta un determinado momento se llamaba arte era aprehensible, vendible, «museable» y consumible con rédito simbólico.

Pero también ciertas instituciones museísticas han empezado ya a acoger las prácticas del net.art, lo cual hace suponer que se trata siempre de evitar la trampa que desde el futuro se tiende a esta forma que todavía hoy habita una zona temporalmente autónoma: su previsiblemente futura institucionalización.

Sostiene Brea: “la función que frente al proceso de estetización del mundo le resta al arte es inevitablemente política, y no puede en ningún caso resolverse en los términos de un resistirse reaccionario a su desvanecerse. Sino más bien en un contribuir a que el signo de ese desvanecimiento, de esa desaparición de su existir separado, se produzca no en los términos de una disolución en el seno de las industrias del entretenimiento y el espectáculo, sino en los de una intensificación consciente de los modos de la experiencia, de las formas de articulación crítica de la vida cotidiana.” La pregunta va: ¿es viable esto, cómo se consigue?

 

  

 

-Es viable, aunque creo que comenzar a conseguirlo hoy pueda no depender del todo de un programa articulado. No digo que no sea más fácil conseguirlo así, sino que las condiciones hoy son complejas. Pero sin duda es parte de un proceso que representa un tipo de pensamiento disidente que tiene una tradición milenaria.

No es gratuito que un situacionista como Raoul Vaneigem haya trazado un camino entre los movimientos herejes y el desarrollo de las vanguardias artísticas en las que pervivió una postura crítica y, hasta cierto punto, gnóstica. Si revisamos los discursos ya sea de Hakim Bey o del film de los hermanos Wachowski “The Matrix” y del cual se ocupa Slavoj Žižek en algunos de sus escritos empatándola con las ideas de Lacan, esto cobra sentido. Sin embargo, como bien lo apuntas, lo que está en juego hoy es el espectáculo como regulador de las pulsiones o la intensificación de la experiencia de los individuos partícipes de una comunidad. Y sobre todo, los muchos matices posibles entre lo uno y lo otro.

Esta tensión es definitoria en tanto estamos ante la legitimación de una serie de prácticas derivadas del mercado como formas dominantes que han disminuido la fuerza del Estado y que intentan definir nuestras relaciones respecto a los otros, incluso vendiéndonos los mismos discursos de disidencia que les critican. Por eso es imprescindible un conocimiento muy específico de las posibilidades de reapropiación de la participación colectiva desde la experiencia del presente que no pasen por el ilusionismo de la liberación como producto.

Pero esto implica un conocimiento especializado de las formas en las que el poder opera y cifra su información. Es decisivo entonces migrar la operación artística de medios a un espacio que, por un lado, critique las herramientas y los sistemas de vigilancia y por el otro los emplee e intervenga desde una dimensión simbólica de la desaparición.

Y es que las Zonas Temporales Autónomas son intersticios que están en todos lados, incluso en los museos y dentro de las instituciones. Operan y deberían ser de inmediato desarticuladas, en el mejor de los casos, porque en el peor son institucionalizadas. Pero eso no impide que otros creadores generen formulaciones nuevas. La única posibilidad es concebirlas como efímeras y corruptibles, pero también mutables, no dependientes de una personalidad medular irremplazable.

ars-poética; videopoema

http://www.youtube.com/watch?v=vwobNiWUfic&feature=related

http://www.ciberliteratura.com/video/ars-poetica-cesar-cortes

 

¿Hacia una imaginación crítica?

4. Después de las vanguardias, con su programa ético y ontoepistemológico, y de las posvanguardias finiseculares inmersas en el mediaescape de la ilusión y la virtualidad, llegamos al “retorno de lo real” con una realidad tecnoestética basada en las emergentes cartografías de la representación, de la permutabilidad de los signos y del radicalismo constructivo, la simulación, la artificialidad y la digitalización multi/transensorial; de los no-lugares y la eclosión geoestética; era global, historia de la inmediatez, nuevas suplementariedades y referentes flotantes… el arte Entertainment y las nuevas estrategias de resistencia artística… En suma, la hiperestetización de la visualidad.

¿Podremos inventar un futuro, una imaginación crítica, una nueva metaforología de la imagen, darle a la imagen el carácter cognitivo que se le ha negado?… Desde la gramatología, la lógica del sentido y las ecosofías, por mencionar algunos puntos nodales, ¿podríamos acercarnos a esa heterodoxia del humanismo tecnológico, de la postmetafísica cibercultural y el tiempo del zapping estético?

 

 
C.Cortés: Superposición 22

-Hall Foster alude al retorno de algunos postulados derivados de las vanguardias desde una nueva lectura; se trata de la estafeta con la que el arte hace malabares en los territorios de lo real. Si los postulados de las distintas corrientes se contradicen o no, en tanto renuevan una manera de criticar los símbolos hegemónicos dotando a la pieza de arte de un estatuto que hasta cierto punto es respetado por la misma cultura que la produce, eso ya realiza un discurso en un espacio nodal que el arte ocupa en la cultura.

Eso tiene beneficios no del todo mensurables pero a veces eficaces, en tanto no se espere que estas corrientes gocen por mucho tiempo de toda la legitimidad como para convertirse en rectoras. Sin embargo, y aludiendo a Derrida, el juego que algunas de éstas propuestas detonan es el del cuestionamiento del espacio diferenciado entre significado y significante y, por tanto, la separación entre lo sensible y lo inteligible. Porque en los mejores casos se trata de un programa que, así como apunta Derrida al referirse a la gramatología, intentaría deconstruir la historia de la metafísica que sostiene la existencia de una idea trascendental más allá del uso del lenguaje.

Veo todos estos intentos por entender y emplear la imagen y sus relaciones con el mundo como ensayos, muy en la tradición de honestidad insustituible y erudición de Montaigne. Al final no resolverán del todo el problema, pero plantean un ángulo de éste con visiones particulares acerca de cómo es. En este sentido los nuevos lenguajes pierden su carácter suplementario para convertirse en el centro del problema, un poco en el mismo rumbo en el que Foucault habla de sitios a partir de los cuales asignamos significado y orden al mundo.

Hoy, claro, se intenta reunir los fragmentos de este Babel cada vez más fragmentado, en el intento de volver a concebir un cauce. De cualquier manera, creo que no tenemos otra opción sino buscar esta imaginación crítica de la que hablas. Porque, de hecho, ocurre que cuando un televidente estándar cambia los canales de su televisor, es capaz de entender de qué va el programa que tiene frente a sí en unos cuantos segundos. Su aprendizaje es alienado, limitado, pero muy preciso.

Y los hijos de ese zappeador profesional tendrán habilidades incorporadas que apenas imaginamos. Si no hay un campo crítico que sea capaz de comprender esas mutaciones en la manera de percibir la realidad, este ser mutante será del todo manipulable, pues se trata de un subproducto del control absoluto.

 

  

 

Las escrituras postautónomas

5. Has planteado que en las nuevas construcciones narrativas la enunciación tiene tan sólo el sentido de constatar una manera de vivir el presente.

Mencionas las Literaturas postautónomas y hablas de las islas urbanas de sentido en el presente de las nuevas literaturas, según las ha llamado la crítica Josefina Ludmer. Los criterios literarios, las categorías de obra o de autor que firme, la indecibilidad o la metáfora no abarcan su integridad, justo quizá porque ya no la hay en el vacío de sentido en el que cada escritor firma sus propuestas.

¿Podrías hablarnos sobre esa desaparición o transmutación de la idea de ficción, sobre cómo la identidad es trastocada al volverse la literatura un espejo del lector, y cómo la realidad cotidiana se torna un proceso para “fabricar el presente”?

 

  

 

-Creo que ha sido causa no sólo del desarrollo de la tecnología –videojuegos, redes sociales, etc.– sino a la vez de una disgregación de los territorios y de los estados-nación. La migración internacional, por ejemplo, da cuenta de ello. Hoy sentirse parte de una nación es cosa relativa, porque ¿quién nos dice que no terminaremos viviendo en alguna otra zona del planeta llevados, justamente, por fuerzas económicas de distinta índole?

Como decía, el mercado es hoy el nuevo poder que mueve y reorganiza las territorialidades. Y esta migración, además de ser física, es conceptual. Luego, frente al individuo que poseía una sólida educación respecto al territorio que ocupaba y una filiación que le hacía sostener discursos tendientes a afianzar esa identidad, hoy apenas aspiramos a tener de todo un poco y a ser “ciudadanos del mundo” o habitantes de una pequeña isla desvinculada de otras islas. La vida líquida de la que habla el sociólogo Zygmunt Bauman verifica, hasta cierto punto, un liberalismo de libre mercado, enfrentado al aún existente conservadurismo territorial.

Pero, por supuesto, este deseo de autorrealización individual produce residuos del mercado, o lo que Bauman llama “parias de la modernidad”. Por eso la literatura no es capaz de reivindicar ya personajes que se sobrepongan a las circunstancias para plantear una guía reconocible por otros desde el punto de vista ético. Sin embargo, hay una idea de Ludmer que me interesó mucho más y acerca de la cual publiqué una antología de ensayos de varios autores llamada “Textos postautónomos” que utilicé, de manera más bien personal e incluso contradiciendo algunas ideas de la autora, para explicar mi propia noción de participación.

 

C. Cortés 

Ludmer explica que en el pasado a la literatura de ficción, se le consideraba un territorio aparte, un discurso que operaba de manera autónoma respecto a lo que ocurría en la “realidad histórica”. Esto nada tiene qué ver con la idea de Bourdieu de la que hablábamos antes, relacionada con la independencia del campo del arte. Más bien se refiere a la determinación radical que no permitía la incidencia de la ficción en la realidad. Y lo que Ludmer llama realidadficción en las propuestas presentes me sirvió para concebir una suerte de liberación de la caja de Pandora donde las identidades desbordadas comenzarían a ocupar el territorio que la identificación le arrebataba al individuo por la coerción al desacato.

El anonimato o la construcción de identidades alternativas se previenen de la posibilidad del rastreo radical. Se trata, por así decirlo, de un fantasma que desfantasmaliza –puesto que con su presencia-ausencia devela y hace visibles a los fantasmas del control. Éste es capaz de moverse, realizar ciertas acciones y desvanecerse sin haber dejado huella. Es decir; no basta con quedarse en la revisión de las constantes de la novela contemporánea como una realidad, sino revisar la realidad como una especie de novela en la que es posible escribir un “nuevo” texto.

 

C. Cortés

Si no hubiese el ejemplo de experiencias concretas como la del colectivo Luther Blissett que escribieron bajo un pseudónimo para luego realizar declaraciones de carácter político, no jugaría yo con la idea de que es posible desaparecer frente al hipercontrol en base a una crítica a las identidades fincadas en la objetividad de la presentación. Es decir: para fabricar presente es posible abandonarse a la indiferenciación entre sueño y verdad.

 

 

C. Cortés 

Un sentido practicable no-lineal

6. El net.art, como has señalado, se origina en la negación del objeto de arte tradicional, que es presencia en un contexto centralizado; por ende, el net.art encarna de nuevo la desaparición del objeto de arte que niega con ello su genealogía.

Sin embargo, señalas también que esta nueva manera de experimentar el arte se basa en la construcción de una idea del vacío con respecto a lo ya nombrado por los aparatos mediáticos, que clasifican y conducen los significados.

También planteas que la velocidad tecnológica contemporánea muestra un desborde de sentido que trasciende al objeto y las definiciones que se hacen de él en un tiempo determinado. Aludes a una sobreabundancia de sentido, cuando “En épocas de diletantismo postmoderno todos definen y, a la vez, nadie tiene la última palabra. Como apunta el filósofo argentino Alejandro Piscitelli: El dualismo de la epistemología y la ontología se desvanece en el monismo radical de la tecnología”.

¿Podrías hablarnos sobre estos puntos de la construcción de una idea de vacío a partir del net-art, y al mismo tiempo la sobreabundancia de sentido que acompaña a este nuevo arte?

 

  
C. Cortés

-Sí, a eso me refería con que hoy las condiciones son complicadas para realizar la crítica de la vida cotidiana en los términos de un programa organizado. Lo pienso así; cuando un objeto es capaz de superar la velocidad del sonido justo por exceso de aceleración, se produce una explosión sónica, que en el caso de las aeronaves es ensordecedora. Y forzando la comparación, parecería que hoy la cantidad de discursos es innumerable y que en dicho exceso no se dice nada o no hay posibilidad de articular un corpus que plantee salidas reales.

Sin embargo, este ruido produce un momento de negación que no es del todo negativo. Este vacío sirve por lo menos para realizar, en medio de la irrealización del mundo, a partir de la anulación en un caos primordial en tanto todo está aparentemente nombrado. Reivindicar un espacio para la anomia en el que el ruido genere sentido puede ser uno de nuestros pocos privilegios actuales; la desorganización de aquella información coloca un límite, reivindica cierto silencio frente al progreso vertiginoso que nos conduce a la sobreabundancia y a la vez a la barbarie.

Claro; el net.art ha perdido peso y hoy es posible decir esto frente a nuevas prácticas artísticas híbridas que se acercan a un hacer que se desdobla justo en los territorios de la experiencia sensorial y los medios o la relación entre biotecnología y poder.

Piscitelli habla acerca de cómo en la tecnología ya no hay una diferenciación entre teoría y práctica. Esto es un abandono de la linealidad y en ese espacio, por tanto, lo trascendental pierde peso frente a lo empírico. En el actuar de los “nativos digitales”, como él los llama, ya no se diferencia entre el ser dedicado a la reflexión y la experiencia de la vida cotidiana, lo que pone en juego la supremacía de quien dicta el cómo se debe, que finalmente es ley moral. Quiere decir que ahí, cultura puede llegar a ser acción.

 

 

C. Cortés 

Por eso el interés creciente por su regulación, pues su tendencia a la desregulación. Lo que las nuevas prácticas artísticas ponen sobre la mesa es el uso de formas que producen algo, un sentido practicable no-lineal y, por tanto, no dependiente. Es por eso que este vacío es una suerte de grado-cero, pues permite a la disolución de los estatutos. Más que un estado anárquico de las cosas, es la recuperación de un tiempo original que pudiera levantar la idea de un nuevo conteo que sea mítico y, aunque por lo pronto sostenible tan sólo por unos instantes, deseable y realizable.

 

7. Finalmente, ¿podrías hablarnos un poco sobre tu experiencia como coordinador de la revista virtual Ágora speed; postliteraturas (http://agoraspeed.org): cómo surgió el proyecto, cómo ha sido la experiencia, qué objetivos se plantean?

 

  

 

-De principio está concebida como una obra de proceso editorial. Se trata de un experimento que intenta recuperar experiencias y suscitar una serie de discusiones relacionadas con estas hibridaciones de las que hablamos. Pero sobre todo con un peso muy claro sobre la literatura, que ha seguido un camino distinto que el de las artes visuales en su evolución.

La literatura sigue en muchos casos presentando una resistencia al cambio que se puede entender, pues ha sido la que ha legitimado el sentido de poderes centralistas sostenidos sobre la retórica de la hegemonía y la necesidad. No me refiero, por supuesto, a las propuestas más vanguardistas, y la intención de la revista es presentar una discusión al interior del campo que permita visibilizar prácticas que estén realizadas según esta idea de la participación pública y la crítica a la tecnología.

  

Sin embargo hay que hacer énfasis que en literatura la tradición, si bien ha sido negada constantemente, sigue siendo determinante y a veces parece sorprendente que habiendo movimientos que han planteado diferencias radicales de concepción acerca de lo escrito, ésta normalmente vuelva a formas tradicionales como una liga de hule que puedes estirar, pero que siempre regresará a su forma original. Y creo que esto no corresponde a la irrenunciable necesidad de estas formas, tanto como a la estructura de sus instituciones que fueron realizadas más o menos en los mismos términos que las de los Estados.

  

Porque básicamente una reunión de individuos ligados por la comunidad del derecho y la utilidad –que es la definición clásica que hace Cicerón del Estado– requiere de la puesta en juego de declaraciones que delimiten su funcionamiento y que la corporicen. Y estas declaraciones, hechas en palabras y plasmadas en documentos, implican una retórica capaz de construir la ilusión de un ideario que parezca verdad, que simule y convierta en realidad un programa. Son los escritores los que se han acercado más claramente a los gobernantes para recomendarle no sólo la manera de comportarse, sino cómo deben hablarle a su pueblo.

Es Hobbes el que encuentra en el Leviatán la figura suprema del Estado, porque justo él habla de la autoría de cada miembro de una multitud por medio de pactos mutuos. Y lo que posibilita estos pactos es un discurso común por medio de la elocuencia o el uso eficaz del lenguaje. Por eso hoy, que el peso del Estado disminuye, el problema de la imagen y sus nuevas maneras de transmisión es importantísimo, pues los discursos hablados y escritos han ido perdiendo peso. Y es claro que en el desarrollo de la literatura muchos escritores han propuesto y revisado estos temas –poesía visual, poesía concreta, holopoesía, intermedia, etc. –, como un paso en la realización de la palabra y la imaginación.

  

Hoy es el mercado el que ha desarrollado propuestas muy sofisticadas relacionadas a la imagen y el problema es que no hay una comprensión cabal a la mano de sus consumidores. Es en los estudios visuales donde se encuentra la piedra de toque de las nuevas sintaxis del dominio. Por eso es necesario vincular a los conocedores de la tecnología con los creadores de discurso. No sólo nos interesa dialogar con escritores, sino con todo aquel que tenga una posición alrededor de estos modos recientes de transferencia.

  

 

 

César Horacio Espinosa Vera. Mexicano. Escritor, docente, poeta visual. Creó y ha sido coorganizador de las Bienales Internacionales de Poesía Visual y Experimental (1985-2006). Autor de libros y ensayos sobre poesía, arte, política cultural y comunicación, uno de ellos -en coautoría con Araceli Zúñiga- La Perra Brava. Arte, crisis y políticas culturales, del cual una selección de textos aparece en Ediciones Especiales de esta revista virtual.

e-mail: poexperimental@gmail.com

Blog:http://postart1.blogspot.com/

Blog: http://profunbipoviex.blogspot.com/

Escáner Cultural nº: 
139

En el  tiempo de los grupos MSN y de geocities formé un grupo en el que se prescindía por completo de la teoría y se trataba de llegar al arte en su esencia con ejemplos de obra artística, olvidando a McLuhan, la gnoseología, la epistemología, el conectivismo, etc., diciendo que la teoría y la crítica artística eran puro subjetivismo y que lo mismo podría ser de esa o de otra manera y que sólo servían para sustentar actitudes laborales institucionales derivadas de la permanencia temporal en los postgrados universitarios. Así, Artgot art e correo incluía imágenes, videocanciones, pinturas, poemas, direcciones de galerías y buscaba matasellar las interrelaciones de las obras artísticas, sus posibles influencias y derivaciones construyendo una especie de árbol genealógico artístico pragmático, sin teoría, la cual nos aparta de la obra artística y por sustentable y erudita que parezca es una inmensa bola de mierda. Claro que la teoría que hemos leído arriba sirve para dilucidar que los videopoemas de César Cortés son filosóficos didácticos postmodernistas netartísticos pero se apartan de la noción antiintelectualoide de que existe un arte puro en esencia que sólo requiere antecedentes artísticos, y a esto se le podría llamar crítica de la crítica y crítica de la teoría y nos llevan a pensar que el primer Pound liricista es  mejor que el maestro de chino, historia y economía  en que se convierte en los Cantos, noción algo simplista y simplificadora si no se toma en cuenta el inmenso acervo empirista que se debe dilucidar cuando se prescinde del exceso teórico.

 

saludos cordiales de César Espino Barros y los neopragmatistas en el arte

esto es una puta mierda. una auténtica burla disfrazada de cultura. vaya morro que tienen para enarbolar la bandera del arte mientras su "obra" se basa en nada más que la mamarrachez.
Si, donde quedó la época de lo bello. Ahora todo muindo habla de cosas que nadie entiende. Quizá para hacerse los especiales, y poder engañar a los demás. Antes un artista pasaba mucho tiempo pintando o esculpiendo una obra. Miguel Angelo o Da Vinci eran genios. Ahora todo es rollo o chiste de mal gusto. Pero no por hacer caras graciosas o videos o poner objetos sin sentido en las salas de los museos y galerías eres un artista. El artista debe ser un ser especial, alguien que se distinga de los demás porque hace cosas que conmuevan a las personas. Las ferias de disque "arte" están llenas de cosas que cualquiera puede hacer.
Avelina everywhere Sobre el cometario anterior, al más puro estilo de Avelina Lesper y sus lugeres comunes. Y el de neófito, lo mismo, pero con insignia fascista incluida. ¡Qué brutos! No entendieron nada...
O más bien, entendieron perfectamente y por eso respondieron así. ¿Qué hace un bebé, conservador y romántico, cuando le quitas su dulce? Llora. Probablemente mande algunos pataleos discursivos, jeje.

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