Cuento. PIEL, DE TERE MARICHAL--------8 DE ABRIL 2005
PIEL, DE TERE MARICHAL--------8 DE ABRIL 2005
Columna a cargo de Ricardo Castro
Una actriz se sienta y comienza a dialogar con su piel. Hay espejos y muchos envases, lápices de labios, estuches con sombras, cepillos…la actriz está en una silla de ruedas. No puede mover sus piernas.
La mujer se esta lavando la piel con una esponja. Tiene una palangana llena de agua. Se lava los brazos, el cuello, los senos. Luego se seca y comienza a maquillarse. Más tarde se peina.
LAVARSE
Mujer que está allí: (se lava con agua y esponja) Aquí estoy desnuda frente a mi piel. Mantarraya sedosa que se escapa entre mis dedos buscando entre recuerdos. Piel mutilada de escasos sentidos. Sensibilidad ya atrofiada por el uso continúo del jabón con olor a paliza. Piel restregada como plato sucio de tres días. Piel como manta fría y gastada. Te raspas con fuerza, una y otra vez porque tienes que sacarte ese maldito recuerdo de esta superficie que dejó de ser suave y deseada. Cambiarte de piel, eso es lo que quisieras. Mudar la piel como culebra en época de transformación, pero mis huesos la amarran al igual que lo hacen con mi útero y mis riñones, mi hígado y mi esófago que se alarga como una flauta sin sonido.
Una vez me acostaron sobre la tierra húmeda. Mi vientre fue colocado dentro de una fosa para que a mi hijo no le pasara nada. Esa pieza que se vendería a buen precio, tenía que ser protegida. Mi espalda fue dibujada con largos y profundos caminos de sangre. El tun-tun de los tambores había sido silenciado y solo se escuchaba el zas zas zas de aquel látigo sobre mi piel mil veces marcada y mis gritos.
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