DALÍ, LA GENIALIDAD PRESCINDIBLE
DALÍ, LA GENIALIDAD PRESCINDIBLE
Texto: Carlos Yusti
El Dalí Avida Dollars, sobrenombre irónico que le endilgó André Breton, siempre estuvo años luz de aquel otro Dalí preciso y aguijoneado, embaderillado de surrealismo, de ese surrealismo que le permitió ablandar la realidad e incendiar jirafas en sus cuadros. O sea después de su etapa surrealista Dalí se convirtió en un hombre anuncio, derivó hacia el profesional del arte con un alto sentido del comercio y la publicidad. Delineó no sólo su estilo, sino sus características de actor rimbombante y rocambolesco, de artista a contracorriente, pero con el objetivo claro de vender su obra a buen precio. Su avidez de dinero era proporcional a su avidez de publicidad y megalomanía. Genio. Si. Ciertamente fue un genio peculiar que escandalizaba para brillar, aunque su trabajo plástico ya era sólo la maroma de una pinceladas aprendidas hace rato.
Dalí estudió muy bien su papel y debutó como artista contestatario con un dominio escénico sin igual. Sus presentaciones públicas eran dignas de un circo mágico. Salía de una enorme caja de regalo con una barra de pan en la cabeza.
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