AL TRADUCIR AFEITANDO EL LATIDO DE LA DOCTRINAS
AL TRADUCIR AFEITANDO EL LATIDO DE LA DOCTRINAS
Por: IaIr Menachem
Cambiar de piel es cambiar de mundo. Y la proximidad te cambia la piel.
Vivo en un mundo intensamente presente. No tengo aquí, en éste mi mundo pequeño, a quién entrañar un "te extraño", de esos "te extraño" que bien recuerdo se hacían agua en la boca y sabor a fruta en el paladar, y a veces memoria del futuro del bajo vientre.
Vivo en un mundo presente. Tan presente, que el futuro no tiene tiempo.
No es el mundo de afuera: es el de adentro, que cambia de piel como se cambia cualquier afuera.
Pregúntame, ven, cómo no me quiebro en ese tiempo como un cabello, sin delante ni atrás y tanto dentro.
Afuera, la maravilla simétrica de los espejos. La disparidad perpleja del par. Por fin la respuesta a la sed de la pregunta, casi todo el tiempo. Pero ese hermetismo de los espejos cerrados, esa sombra de luz que me sofoca: el mutismo de la proyección de un sí mismo asqueado de Narciso.
Cuando me hacen hervir la piel, me dan frío por dentro las estufas. Y afuera es un espejo: que sea bello a más no poder, aún no me obliga ni me da pasaporte a la belleza. ¿Esa es la novedad?
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