EL CAMBIO
EL CAMBIO
Desde Argentina, Daniel Noseda
Anatolia no solo marcaba el ritmo de la casa, sino
también su estado anímico y los posibles cambios que en
tal sentido se gestasen.
Uno debía aparentar optimismo aunque no lo sintiese,
desgano cuando se estaba en plena efervescencia, o
cruzarse de brazos apenas iniciado un trabajo, si es
que el de uno no congeniaba con su espíritu o
contrariaba sus mutaciones.
A veces aparecían estados intermedios que permanecían
por varios días, entonces allí, la soga no apretaba
tanto.
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